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1.821. MARÍA ANTONIA NAVAL BLANCO. La matriarca viuda del ‘Lengue’.

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A los postres de una perezosa  primavera que se resistía a irse sin ser testigo del venturoso advenimiento. Como si de un delicado dulce de arrope moscatel se tratara, el día 5 de Junio  de 1925, en la humilde familia que vivía en el número 10 de la  calle Cemento,  de la vecina villa gaditana de Chipiona. Miientras Leonardo Naval, --su padre--, apuraba un cigarro y ya liaba otro, entretanto aguardaba en la calle, aplacando como podía los nervios del momento del parto de su esposa, Pastora Blanco. Ésta daba a luz a María Antonia Naval Blanco que venía a ocupar el tercer lugar entre los cinco nacidos del matrimonio. Las campanas de la parroquia de la Ntra. Sra. de la O, tañeron a gloria por el nacimiento de aquella niña, como era costumbre por aquellos días en esa villa marinera, vinatera y campera... La niña María Antonia, vivió su infancia como el resto de su vida hasta nuestros días, con un espíritu  lleno de abundancia en dones afectivos, que rebosan una bondad natural, que la hace especial para todo el que la conoce. 

marianaval_nina_puertosantamariaLA INFANCIA.

De aquella primera vivienda en la casa de vecinos de la calle Cemento, se muda la familia a otra que adquieren sus padres en el Barrero, por aquel entonces en las afueras del pueblo, aunque más cercana al Santuario de Ntra. Sra. de Regla que tanto marcaría su vida. Leonardo, la llevaba al campo desde muy pequeña, --habla de su padre como si de un santo se tratara--. Él le inculcó el amor por las cosas de Dios descubriéndolo en cada golpe de azada o en cada esquimo de vid y en su Bendita Madre de Regla a la que solía visitar asiduamente. Tenía un primo hermano del mismo nombre que él en el Santuario: Fray Leonardo, que en los difíciles años de la posguerra, amparaba a su primo, proveyéndole en más de una ocasión, las necesarias viandas para paliar las penurias alimenticias de su casa. Todas estas cosas, aquella chiquilla las meditaba en su corazón amasando un carisma que la marcaría por siempre, haciendo de ella la gran mujer que es.

Entre sus  juegos de niña estaban ayudar en su casa a atender las labores propias de ella con sus hermanos, Eduardo, Mª Regla, Rafaelito y la pequeña Charo. Aprendió corte y confección, sacándole el máximo provecho a este oficio, para el beneficio de su casa.

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Nuestra protagonista, la primera por la izquierda, con la familia y algunas amigas.

En más de una ocasión, con su amiga Pepita, hija del Farero por aquellos tiempos, limpiaba y barría las escaleras del Faro de Chipiona, del que dice que no recuerda cuantos escalones tenía, aunque los contó mas del mil veces. Atendiendo a la llamada de su corazón, se vincula a la Comunidad Franciscana del convento de  Regla, participando primero como catequista y más tarde a la llamada  de la vocación religiosa, siendo postulante de la Orden, con la proposito de profesar como monja; pero los tiempos eran difíciles y su dote era escasa, por lo que tuvo que desatender la idea.

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Rafael Moreno Porto, una conocida y María Antonia Naval Blanco.

Ya por entonces la rondaba, aunque se conocían desde niños, un atractivo mozo de catorce años que siempre andaba de capeas en las vecinas ganaderías portuenses; pero que cada vez que podía darle esquinazo a sus padres en El Puerto, se olvidaba de los toros y de todo lo demás y se plantaba en Chipiona, de donde también era natural, en bicicleta en tren o como fuera con tal de estar un rato junto a Mari. ¡Como le entró el amor a Rafael Moreno, que le cambió hasta el nombre, para sentirla más cercana con menos palabras! Mari, desde entonces bebió, ha bebido y aún después de su muerte sigue bebiendo los vientos por su esposo del alma, a quién recuerda cada instante de su existencia.

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Una costumbrista imagen de la pareja.

EL MATRIMONIO.

Otra vez la primavera tardía, lleva de la mano a un par de  enamorados al altar de la Parroquia de la O donde se  juran amor eterno, el 2 de Junio de 1949. El repique de los bronces de su campanario, doblaron a gloria en la villa, para regocijo y alegría compartida de sus moradores. Mari y Rafael eran marido y mujer bendecidos desde aquel día, con los Sagrados Vínculos Sacramentales del Matrimonio. El mismo día se trasladaron al Puerto, fijando su domicilio en la calle Sierpes, 5 de esta localidad. Allí nacieron su extensa prole; Eduardo, Juan Rafael, José Antonio, Leonardo, Rafael Ángel, Rosa María, Salvador, María Regla, María Antonia fallecida al nacer y la benjamín del mismo nombre; Mari Toni.

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De izquierda a derecha, Eduardo, Juan Rafael, José Antonio, Regli en los brazos de su padre, Leonardo y Salvador. Sentados, Rafaelín autor de esta nótula, nuestra protagonista, Mari Toni y Rosa.

La austeridad de los tiempos y las muchas ocupaciones que le daban el cuidado de los hijos; recuerda, que tenía que hacer hasta las marineras del uniforme escolar, que lucían sus hijos tiesas de almidón como el bigote de D. Nicanor, en el  colegio del Asilo de Huérfanas, a quienes le unía una especial estima, considerando a  Sor Bonifacia, Sor Aguilar y a toda su comunidad, como de la familia que no tenía en El Puerto. Fueron sus confidentes, su apoyo moral  y su socorro  en más de una difícil situación, quedándoles eternamente agradecida.

EL OBRADOR DE LA CARNICERÍA DEL LENGUE.

El trabajo en el obrador de matanzas que tenía en la azotea de la casa de la calle Sierpes, donde se elaboraban las exquisitas mantecas, longanizas, butifarras, morcillas  y salazones que dieron fama a la carnicería del ‘Lengue’, también llenaba sus días, que aunque siempre tenía quién le ayudara como: la tata Loli, la Loli chica, la tata Rubia y la Can con el padrino el Guardia que fueron también su familia cercana, la Cándida, fue en casa como una segunda madre para todos especialmente para el que suscribe, pues en su casa viví mientras papá se recuperaba de un gravísimo accidente que relato más adelante; todas ellas, amigas y paisanas que vinieron a esta tierra a casa de Mari casi por nada y aquí se quedaron, e hicieron sus vidas; fueron su apoyo diario, aunque Mari siempre fue la vela de aquel barco cargado de chiquillos, labores e ilusiones.

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‘PRACTICANTA’.

Era la ‘practicanta’ del barrio, siempre había un enfermo al que ‘pinchar’, a la que ella generosamente acudía. Aprendió  a poner inyecciones,  prestando el cuidado y la atención de enfermería a su querido y recordado suegro, José Moreno Serrano ‘el Lengue’, enfermo diabético desde la juventud por lo que tuvo que dejar su carrera de torero, para dedicarse al noble arte del tablajero o carnicero. Ella lo recuerda cariñosamente;  pues dejaría una huella especial en su corazón,  por su talante optimista, desprendido y afectivo, estando muy al quite de cualquier cosa que pudiera necesitar Mari. /Su suegro, Rafael Moreno Serrano, 'el Lengue'.

Su azarosa vida llena de ocupaciones, no impidieron que disfrutara en su nuevo estado de los privilegios de vivir en la gran ciudad de El Puerto, afamada por aquellos días por su ambiente señorial, sus espectáculos teatrales donde acudían gentes de toda la provincia a deleitarse con las mejores compañías de teatro y revistas en el  recordado Teatro Principal y como no a esa mas que singular Plaza Real, por donde siempre pasaron las mejores cuadrillas del momento taurino. A todos estos espectáculos gustaban de ir cada vez que se lo podían permitir.

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Con la familia y algunos más, en la Feria de Ganado de 1958,

Una de las fiestas que mas disfrutaban con sus hijos, era la feria del ganado, a la que en más de una ocasión acudía su esposo como ganadero que fue, presentando ejemplares de toros o de vacas, participando en el concurso de producción lechera en los que se medía la cantidad de leche que cada vaca producía en dos mareas de ordeño, venciendo la que mas litros daba. Recuerda el coche de caballos que tenían, cargado de chiquillos y de patatas con tomates, para la Feria o para la playa de La Puntilla en el Bar Murga, para darles los quince baños perceptivos a los chiquillos, siempre por supuesto,  después que la Virgen del Carmen hubiera bendecido las aguas.

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En la imagen, el padre de los Hermanos Moreno, Rafael Moreno Porto, ‘Lenguito’, en una foto en el puesto de la Plaza, en los años sesenta. La familia vivía a escasos metros, en la calle Sierpes.

PATRONA DEL MERCADO.

Otra festividad que en su casa era muy celebrada, es el día de la Inmaculada Concepción, Patrona del Mercado del mismo nombre  y a la que su esposo profesaba una devoción muy especial. No en vano cada 8 de Diciembre, solía pasar la noche anterior esculpiendo delicadamente sobre una hoja de tocino que hacia veces de lienzo; con manteca colorá, blanca y asiento, el perfil de la Señora de Murillo que más tarde, orgulloso de su sutil obra, presa siempre del caduco material empleado en su modelación,  exponía en su puesto como centro de atención con el resto del conjunto de muestra de géneros, que cuidadosa y artísticamente preparaba para mostrarlos en el concurso que se celebraba cada año por esta fecha en el Mercado de la Concepción, obteniendo casi siempre primeros premios, otorgados por la autoridad municipal. Ese era el gran día de Rafael Moreno Porto. Su día. (Ver nótula núm. 452 en GdP)

marianaval_bicicleta_puertosantamariaEL ACCIDENTE.

Un hecho que jamás podrá olvidar por su dureza; pues a veces la vida también le deparó acontecimientos desagradables, fue el accidente sufrido por su esposo con una moto empotrando su cabeza contra un camión que traía materiales para la base de Rota. Se enteró por el murmullo de la gente de que, ‘el Lengue’ se había matado en la esquina de Espíritu Santo con Larga. Ella, aturdida por aquel impacto corrió despavorida hasta el desaparecido hospital de San Juan de Dios donde encontró una papeleta muy difícil de resolver. Su esposo yacía sobre la fría piedra de mármol inconsciente, como sin vida.  El cura le administraba los Santos Óleos de la Extremaunción. Los médicos no daban un duro por él y ya no hacían nada por salvarle la vida. Allí, sobrecogidos por la noticia, acudieron muchísimas personas, a mostrar su condolencia pues ‘Rafalito’, como cariñosamente se hacía llamar por todos, era una persona muy apreciada y reconocida. Entonces Felipe Lamadrid, ‘practicante’ en el Hospital, propuso que si algo había de esperanza, estaba en la ciudad vecina de Jerez, en la clínica del Dr. Girón. Su amigo, paisano y taxista Carmelo Ruiz, en compañía de Mari y de su gran amigo Manolo Figuera, se aventuraron a trasladarlo en el taxi. Llegados a la clínica, le informan que el doctor Girón se encontraba en Madrid, así que no se podían hacer cargo del accidentado. El desespero cundía para todos especialmente para Mari, que no atinaba tan solo a rezar encomendándose a su Stma. Virgen de Regla. Pero alguien les sugiere que se había enterado que un joven cirujano se había instalado en Jerez por aquellos días. Sin más dilaciones ponen rumbo a la clínica del Dr. Manuel Rum, quién inmediatamente lo interviene obrándose el milagro de la ciencia y de la fe. /En la imagen, con su marido, en bicicleta.

marianaval_playa_puertosantamariaMari queda eternamente agradecida a cuantos intervinieron en la consecución de tan buen fin. Así mismo agradece a la Stma. Virgen de Regla y de los Milagros, aquel  guiño providencial, en tan grandísima tribulación para ella. Como testimonio de su gratitud, amén de otras promesas cumplidas, ofrece sacar todos los años mientras ella viva, a su costa y por su empeño, a dos de sus hijos (ahora son nietos), de penitentes en la Cofradía Portuense de la Humildad y Paciencia. /En la imagen, con su marido, en la playa.

Mari tuvo que regentar el puesto y vender lo que podía mientras su esposo se recuperaba de tan gravísimo accidente. La mala racha pasó, aunque se perdió el negocio de la Huerta Quijano donde tenía los ganados a medias con un vaquero y otras cosas que tuvo que malvender para pagar la operación y poder subsistir durante una larga convalecencia. La vida le vuelve a sonreír tímidamente, aunque  por todo lo alto con el nacimiento de su séptimo hijo, al que puso por los hechos anteriormente relatados, Salvador. Ver nótula 443 Hermanos Moreno en GdP.

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La calle Sierpes, en la década de los sesenta del siglo pasado. Como se puede observar en primer término a la izquierda, los puesos de verduras se encontraban adosados y al aire libre, con el toldo de protección plegado. A la derecha, la ristra de bares de la calle en aquellos años.

EL RESURGIR DEL MERCADO.

La Plaza empieza a vivir los mejores momentos de su historia. Obtienen una licencia para expender carne congelada para un público deseoso de comer mejor, pues la economía del momento experimentó un mayor poder adquisitivo: se había pasado mucha hambre y ahora tocaba comer y...!de qué manera, señores! El mayor de sus hijos Eduardo, siendo un niño aún, se incorporara al duro trabajo en la carnicería, agotador para su padre que ahora tiene que despiezar y despachar semanalmente en torno a los 1000 Kg. de carne congelada, mas los cerdos y los elaborados.

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La puerta del Mercado y a la izquierda, la calle Sierpes Los puestos tenían toldos para proteger las mercancías de las inclemencias del tiempo. Todas estas imágenes son del puesto de ‘Carrizales’.

Mari recuerda aquellos tiempos de bullicio en la calle Sierpes, donde sus niños jugaban al toro mientras un público impertérrito que copeaba en los cuatro bares de la calle, jaleaba con jocundos oles sus efímeras faenas, como si de grandes maestro se tratara, lidiando en nuestro coso Portuense. Los pregones del ‘la Ike’, ‘la Camoma’,  ’la tajaita de garfin’. Por la noche los cantos que amedrantaban a los chiquillos del ’Tío del Tapón’: «que le quiten el tapón al botellón, al botellón». El escocés luciendo palmito con falda de tablas que nos visitaba por feria. D. Fortunato que tiraba las perras a pelú, mientras los chiquillos peleaban por pillarlas. El agradable aroma a pan tierno de leña de los muchos hornos cercanos a la casa, el olor a mar del pescado fresco y las fragancias de las frutas del verano... los churros de la Charo, los ‘coquis’ del Guarigua, las arropías del Sevillano y otro sin fin de detalles que olvida y otros que serían demasiado.

romualdopeniamontes_puertosantamariaAQUELLOS PERSONAJES.

Quiere hacer mención del recuerdo que guarda de los personajes que de una forma u otra también fueron parte de su vida, como son: Fale ‘el Frutero’, Tomas Rendón de Tejidos ‘El Metro’,  el almacén de Eloy Fernández Moro, donde más de uno de sus hijos, entre juegos con los hermanos Manolo y Eloy, aprendieron los secreto de la atención al público; eran como familia. Los inolvidables Ignacio y Manolo del Bar Milindri, de donde en más de una ocasión recogía a sus pequeños que se quedaban dormidos viendo en la televisión aquellas series de Bonanza, El Fugitivo, Los Intocables etc. Otra especial mención merece Romualdo (ver nótula núm. 1310 en GdP) celebre aguador, de quién Mari cuidaba que no le faltase cada mediodía una pringá  para almorzar, quien aparece en la imagen de la izquierda.

Su entorno, estaba lleno de amigas y vecinas de las de antes, que eran mucho más que eso, ya que todas estaban muy pendientes de las venturas y desventuras mutuas, ayudándose siempre en caso de necesidad. A la azotea daban las ventanas de Lola ‘la de León’ y  Manoli ‘la de Ricardo el de la Jorobá’, las de la fonda Bartolo y el cierro de Mari ‘la de Guardiola’.  Pancho, vecino de escalera. En la calle Sierpes estaban Carolina ‘la Portuguesa’ --de los Cristo Charneco--, su nuera Manoli e hijos, en la Accesoria el recordado Cristóbal, mago baratillero célebre por sus muchas mañas para arreglar cacharros viejos. La Tuli y Rafael Vital de la Ferretería la Plaza, donde Mari bajaba cada 6 de enero mientras los más pequeños dormíamos a comprar cuatro pistolas de pasta y algún que otro caballo de cartón para el día de Reyes.

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El Bar Milindri, en la década de 1950, contemporáneo en sus inicios de la Carpintería Lobo. Manuel e Ignacio Simón, los primeros a la izquierda. (Fotografía del libro ‘Tabernas y Bares con Solera’ de Enrique Pérez Fernández).

En la calle Vicario, Micaela la de Antonio Muñoz Riqué ‘el Barbero’ (ver nótula núm. 165 en GdP), Carmela la de Tejidos Muro, Josefina la de Gilabert  --casa a la que acudía siempre que tenía que telefonear a la familia--, María la de Eugenio Mena, del Bar Brillante (ver nótula núm. 132 en GdP) que también tenía 5 varones de edades parejas con los suyos y todos en el mismo colegio de los Hermanos de La Salle de donde algunos fueron alumnos fundadores, por lo que casi siempre estaban juntos, siendo en más de una ocasión motivo de interés común, la amistad entre sus vástagos. ‘La Chuchi’ del Liberato, Juanito Marchan el zapatero y señora, Agustín Vela Mariscal (ver nótula núm. 326 en GdP) y su mujer Carmela Durán Valle (ver nótula núm. 1536 en GdP) y... muchas más amistades de las que guarda un afectuosísimo recuerdo; pero hay una persona de especial mención y recuerdo, de la dice que llegó a querer como una hermana, Paca ‘la Lechera’ era cada mañana su confidente y sabia asesora en aquellos cafés de media mañana.

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Con su marido y algunos hijos, en la Feria.

No tuvo nunca necesidad de grandes viajes todo lo mas, cada 8 de Septiembre a Chipiona en el taxi de su compadre Pepe Ruiz ‘el Panadero’, recuerda aquel  coche Seat 1800 de 9 plazas, cargado de chiquillos hasta la baca, --por cierto, que trabajo le costaba subir la cuesta de la Venta Alta en la carretera de Sanlúcar. El resto de sus viajes siempre fueron del lavadero a la cocina y viceversa, para criar a sus nueve retoños. Haciendo balance de los pros y contras de su vida, se declara satisfecha por su suerte, en base a las muchas bendiciones recibidas, por gozar hasta el otoño de trayectoria vital de la cercanía de Dios y de la extraordinaria familia creada por ella misma y su recordado esposo. /Texto: R.A.M.N.

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Nuestra protagonista, en el centro, con sus hermanos.

Son para ti, MADRE

(A mi madre del día de su 88 aniversario)

Mari, mi mare buena
ochenta y ocho años ha cumplío
y parece que fue ayer
Cuando sus pechos eran míos.

Hace unos días que fui
de romería al Rocío,
a la Virgen le pedí
por la que a mí me ha parío,

dos velas arden allí,
que a la Virgen le he pedío
que tu, no me faltes nunca,
y nunca vea tu vacío.

Mari, mi mare buena,
aún me tiene sorprendío;
es una rosa de Mayo
que su esposo le ha traío.

Así te veo mi Señora,
ochenta y ocho años cumplío,
y otros tantos con dos velas
pa mi madre le he pedío,
a esa madre también mía
que es mi Virgen del Rocío.

Rafalín. El Puerto, Julio de 2013

3 comentarios en “1.821. MARÍA ANTONIA NAVAL BLANCO. La matriarca viuda del ‘Lengue’.

  1. Benito

    Primo soy Regli tu prima de chipiona. Se te ha olvidado decir de tu madre la persona mas entrañable y cariñosa de toda la familia. Siempre atenta a todos,pendiente de todos con sus llamadas de telefono para toda la familia...
    Yo me siento muy orgullosa de ella y sobre todo cuando me dicen que me parezco a ella. Gracias por esa biografia...ella se lo merece...

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