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Como viene siendo ya costumbre, y por dieciocho años consecutivos, desde la celebración de su XXV Aniversario, los antiguos alumnos de La Salle de la Promoción de 1971 celebraron una nueva reunión y cena logrando con ello seguir uniendo lazos y apoyando nuevos proyectos. La cena se celebró el pasado sábado 7 de junio, a partir de las 21.30 horas, en el Restaurante Santa María (Parque Calderón).

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Fila superior, de izquierda a derecha: Pedro Jiménez, Antonio Vaca, José Luis Aragón, Paco Llamas, Fco. Fdez. Lores, Fernando Ahúcha, Luis Miguel Rosso y Eduardo Blanca. Debajo de izquierda a derecha: Martín Delgado (prof.), Antonio Villar, Nicolás Jiménez, Casimiro García, Chano Rodríguez, Rafael Camacho, José M. Sánchez Caballero, Manolo Morillo. Agachado: Antonio Oliva. En recuadro: Andrés Daza. Faltan en la foto: Juan Borrás y José Luis Gallardo que habían ido a cambiarle el agua al canario.

Bajo la tutela y testigo recogido por el antiguo alumno y ahora profesor del Colegio don Nicolás Jiménez Aragón, se reunieron una veintena de compañeros y ptofesores manteniendo viva la llama del recuerdo de los años mozos que no volverán pero que sirvieron en su momento para labrar un estilo de vida que logra reunirlos todos los años con agrado y ganas de repetirlo durante muchos años más.

Hay que recordar que este acto ha adquirido ya solera en nuestra ciudad y que es pionero de otras muchas generaciones de estudiantes que han recuperado sus contactos a través de esta iniciativa.

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En esta ocasión uno de los componentes del grupo, concretamente Fernando Ahúcha Poullet conocido entre sus amistades por "Benito", pronunció unas emotivas palabras para aquellos compañeros que ya no están físicamente con el grupo pero que indudablemente su huella seguirá siempre presente en cada convocatoria. /Texto: Manolo Morillo.

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Ana Ramírez de Piña, en la Librería de Ferrocarriles. /Foto Col. María Jesús Vela.

Ana y María Ramírez de Piña eran naturales de Montanchez (Cáceres), el pueblo de los buenos jamones y los vinos de pitarra, que vinieron a El Puerto junto a su hermano Francisco --funcionario municipal y padre de Francisco Ramírez Tallón ‘Koki’--, dado que su padre, José María Ramírez de Hoyo, funcionario que fue de la cárcel de mujeres situada donde hoy se encuentra el Hotel Los Cántaros, había sido destinado a El Puerto. Aquí regentaron la Librería de Ferrocarriles de la antigua Estación Tren.

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Ana Ramírez de Piña, en la Librería de Ferrocarriles. /Foto Col. María Jesús Vela.

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María Ramírez de Piña, con el kiosko mas actualizado. /Foto: Ana María Brea.

 

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Ricardi, en el balcón de su casa en los soportales de la Ribera. /Foto: Jaro Muñoz.

El pasado miércoles Rafael Ricardi se fue a dormir la siesta y no se despertó. Murió aparentemente tranquilo tras una vida marcada por muchos dramas y un episodio traumático. Pasó 13 años de la cárcel acusado de una violación que no había cometido. Pudo salir y cobrar algo más de un millón de euros, la indemnización más alta que se ha concedido en España por un error judicial. Con ese dinero compró la casa en la que falleció durmiendo.

La vida de Ricardi nunca fue fácil. Nació en 1960. En El Puerto le conocían como El Caballito por su forma de caminar, derivada de un accidente que había tenido de joven. Era drogadicto y deambulaba durmiendo muchas noches en la calle. Esa condición de bala perdida fue fundamental para incriminarle en un delito en el que nunca participó. La noche del 12 de agosto de 1995 una joven de 18 años fue violada y la Policía le detuvo tras descubrirle durmiendo bajo un puente. Él negó todo pero la mujer le identificó.

Empezó la cadena de errores. Un informe del Instituto Nacional de Toxicología de Sevilla sobre restos de semen detectó algunos genes de Ricardi. La Audiencia Provincial le condenó a una doble pena de 18 años de cárcel. Aún siendo inocente, fue encarcelado. La Policía esperaba que con su encierro se acabara la oleada de violaciones en la zona. Pero no fue así. Continuaron y una inspectora, Raquel Díaz, se puso al cargo de la investigación. En el 2000 un estudio sobre el mismo semen determinó, con mejores técnicas, que no pertenecía a Ricardi pero la Audiencia no cambió su pena porque consideraba fundamental la declaración de la víctima.

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El inocente tuvo que esperar a que en 2007 fuera detenido uno de los verdaderos autores, un hombre de 53 años, bajito y con un defecto en la visión. Igual que Ricardi. Fue detenido por otra causa y, al extraerle ADN, coincidió con el encontrado en cuatro violaciones, una de ellas, por la que él había sido detenido. La Policía resolvió poco después el caso con la detención de otro hombre. Tras destaparse el caso, la Asociación Proderechos Humanos de Andalucía llevó su defensa para sacarle de prisión, algo que ocurrió en 2008, y poder cobrar una indemnización por aquel grave error, que cobró en 2010 con medio millón de euros. Mientras tanto malvivió con una ayuda de 421 euros. Ricardi se llevó después la alegría de otra sentencia de la Audiencia Nacional que duplicó su indemnización hasta superar el millón.

Durante su estancia en prisión, Ricardi nunca recibió visitas de familiares, de los que se había alejado a causa de la droga. Sus parientes explicaron que había sido un hombre perdido, de incierto destino, y que, al menos, la cárcel le sirvió para desintoxicarse y tener un plato siempre por delante. Al salir le arroparon en esta nueva oportunidad que le daba la vida. Pero le quedaban aún algunos dramas.

Su hija Macarena, que llegó a aparecer en los platós de televisión, advertía de que su padre estaba siendo manipulado. “No se toma su medicación y va a acabar muy mal”, advirtió en 2012. Tras conseguir la indemnización, abrió un procedimiento judicial para intentar declararle incapacitado y gestionar ella esa nueva fortuna. Alertaba de que en poco tiempo, tras comprar una casa, conseguir pareja y retomar su actividad, apenas quedaban 60.000 euros en su cuenta. El juzgado que, durante unos meses, le retuvo el dinero, determinó en la sentencia que desestimaba aquella declaración de incapacidad que era “comprensible” su deseo de recuperar la vida.

Ricardi había rehecho su vida con una mujer y había recuperado la relación con otros hijos, con los que estuvo trabajando en una caseta de la feria de El Puerto celebrada hace apenas dos semanas. Según publicó Diario de Cádiz, tenía previsto casarse pronto. “Siempre tuvo una sonrisa, a pesar del drama que sufrió. Fue un ejemplo de lucha”, destacaba su abogado Juan Domingo Valderrama. Ricardi siempre decía que nadie le pidió perdón por el error cometido con él pero que, transcurrido todo este tiempo, tampoco lo quería. Quienes le han tratado estos últimos meses han coincidido en señalar que parecía un hombre tranquilo y feliz. Murió con 54 años, aunque sólo 41 años los vivió en libertad. /Texto: Pedro Espinosa.

Más de Rafael Ricardi en GdP: Nótula núm. 938  

Diversas han sido las ocasiones en las que S.M. el Rey Don Juan Carlos ha estado en El Puerto de Santa María, desde su proclamación como Rey de España en noviembre de 1975,  unas de forma oficial, otras apoyando la fiesta de los toros, visitando en su casa de Las Viñas al desaparecido poeta Rafael Alberti el 2 de junio de 1998, comiendo en un restaurante, o en visita privada en algún domicilio de Vistahermosa. 

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Manuel Martínez Alfonso, alcalde de la Ciudad, recibiendo a S.M. el Rey el 1 de abril de 1976, en la Plaza de los Jazmines, frente al Paseo de la Victoria, en el primer viaje que realizó por España recorriendo los diferentes pueblos, tras su proclamación como Rey

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Fernando Gago, concejal entonces de Presidencia y Plaza de Toros, con S.M. el Rey Don Juan Carlos, momentos antes de acceder a la Real Plaza de Toros, para la corrida de toros en la que se daría por inaugurado el Palco Real. De testigo el presidente de la Junta de Andalucía, Manuel Chaves y el Delegado del Gobierno, Manuel Torres Hurtado. En el palco se descubrió una cerámica obra de Pepita Lena, con la leyenda: "Su Majestad el Rey Don Juan Carlos I inauguró este palco regio el día 2 de agosto de 1998", en la que figura el escudo de armas de la Casa Real junto a dos banderas españolas en forma de gallardete y a un forjado de hierro que representa la plaza de toros. 2 de agosto de 1988.  “Siempre apoyaré la Fiesta. Ya soy algo mayor, pero estaré al frente del timón mientras el cuerpo aguante”. 

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Los diestros protagonistas durante la corrida de toros en la que se inauguró el Palco Real fueron Emilio Muñoz, El Litri y El Cordobés, rodeando a S.M. el Rey Don Juan Carlos. A la derecha Manolo Vázquez Garcés. El niño que aparece en la imagen es el hijo de Emilio Muñoz. El cuarto por la izquierda es Manuel Rodríguez ‘El Mangui’, de la cuadrilla de El Litro. 2 de agosto de 1988.

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Adrián Ferreras León, presentando a S.M. el Rey el cuadro que pintó para la Corrida de Toros del Bicentenario. 11 de agosto de 2012.

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Don Juan Carlos, en el palco, acompañado por el entonces ministro de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, Miguel Arias Cañete y el alcalde de El Puerto de Santa María, Enrique Moresco García. En el festejo, el rejoneador Pablo Hermoso de Mendoza y los diestros Sebastián Castella y Miguel Ángel Perera lidiaron toros de las ganaderías de Fermín Bohórquez, Ana María Bohórquez y Santiago Domecq. 11 de agosto de 2012.

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Luis Benjumeda Arrobas y su 'Brut de Mar'. /Foto: Pepe Monforte.

Dos siglos después, El Puerto de Santa María recupera la elaboración de vinos espumosos. La firma Cala y Arrobas comercializará en unas semanas un brut realizado de forma artesanal con la intención de crear el “brut de mar”, un espumoso característico de la provincia.

La idea de Luis Benjumeda Arrobas, empresario, farmaceútico, comercializador y elaborador de vinos no es crear un simple espumoso, sino crear lo que el llama el “brut del mar”, la marca con la que saldrá en el futuro el espumoso que elabora de forma artesanal en El Puerto de Santa María. Su historia, que tiene un toque romántico, enlaza a la perfección con la del bodeguero Ramón Jiménez Varela que, a finales del siglo XIX, sacó al mercado el Champagne Continental, un espumoso que dejaba descansar en unas cuevas que había preparado para ello en la finca El Caracol donde también envejecían jereces. La historia la sacó hace dos años  el historiador Javier Maldonado Rosso, toda una enciclopedia en la historia de los vinos del marco. (ver nótula núm. 1.285 en Gente del Puerto).

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Publicidad del ‘Gran Champagne Continental’, en un periódico local de la época.

Dos siglos después, a principios del siglo XXI, Luis Benjumeda intenta el mismo proyecto de Ramón Jiménez. Lleva ya trabajando en él varios años, desde el año 2006 cuando vendimió, para sorpresa de los bodegueros, unas partidas de uva palomino, la que se utiliza para los jereces, antes de lo habitual. Lo que desconocían era que Luis iba a destinar el mosto a la elaboración de un espumoso, una idea que por entonces era completamente pionera en la zona. Luis trabajó mano a mano en el proyecto con otro bodeguero de los que siente pasión por los vinos, el jerezano Genaro Cala, que también lleva a cabo otro proyecto innovador y con toque romántico, el de recuperar la elaboración de vermouth en el marco de Jerez.

Benjumeda señala que “Genaro tiene una paladar excepcional para los vinos y me ha ayudado mucho a ir afinando nuestro brut (así se denomina a los tipos de espumoso en función del tanto por ciento de azúcar que lleven)”. En estos años Luis Benjumeda ha ido afinando su producto hasta que este año ya se ha decidido a comercializarlo. Ya se han hecho algunas catas en Jerez, en el tabanco El Guitarrón de San Pedro o en la tienda Calidad en Boca. En ambos, casos, dada la buena impresión que dejaron tras las pruebas, se han quedado en las estanterías para venderlo al público. De todos modos la salida oficial del Brut y el Brut Nature (los dos tipos de espumoso que sacarán al mercado) no está prevista hasta el próximo mes de agosto. Saldrán a la venta 540 botellas a un precio que andará sobre los 15 euros, según los cálculos de Benjumeda.

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Champán Continental y y otro reclamos publicitarios de Jiménez Varela, que han sido recuperados para la colección de Antonio García, de quien es la fotografía.

Pero la firma trabaja ya en un nuevo lanzamiento aproximadamente para la campaña de Navidad. Entonces ya el producto lucirá nueva imagen y también nuevo nombre “Brut de mar”. Luis Benjumeda señala que “en este nombre hay mucha filosofía. Aunque utilizamos para elaborar el vino el método champenoise, el mismo que se utiliza para elaborar los champagnes franceses nuestra idea es crear un espumoso con la personalidad del Sur, algo diferente, algo propio que se identifique con nosotros. Nuestra idea es que se animen más bodegas y dado que todos los expertos coinciden en que la uva palomino es buena para la elaboración de espumosos, podríamos crear una nueva línea de vinos en este campo”.

El proyecto de Benjumeda comenzó en una rebotica, en la trastienda de la farmacia de la familia en la plaza Juan de la Cosa en El Puerto. Allí, en unas condiciones de humedad y temperatura optimas, han descansado las botellas hasta su punto óptimo de consumo. La última versión del espumoso, la que saldrá a la venta en verano, es una combinación (coupage se le denomina en el argot) de uvas palomino, la propia del marco, Viura de Extremadura y Zalema de Huelva. Benjumeda señala que “agregar estas dos uvas a la Palomino le da mucho frescor al producto”.

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Las botellas con el espumoso de Cala y Arrobas. /Foto: Luis Benjumeda

La elaboración es compleja ya que se emplean en la mezcla distintas añadas de vinos de uva palomino, que se mezclan, antes del embotellado con el vino del año de la Viura y la Zalema. Benjumeda, aunque prefiere no concretar la mezcla exacta señala “que las cantidades de cada una están muy equilibradas. No predomina ninguna”. El método champenoise es el que se utiliza para la elaboración de los champagnes franceses y también los cavas catalanes. En la provincia de Cádiz también emplea este mismo método la firma sanluqueña Barbadillo que ya comercializa también un brut que se realiza con uvas palomino y chardonnay.

La elaboración de espumosos en la provincia de Cádiz es una idea que cuenta en la actualidad con muchas expectativas. Esta “idoneidad” se confirmó el pasado año con el encuentro que hubo en Sanlúcar entre los elaboradores artesanales de champagnes de Francia y bodegas de jereces donde se intercambiaron ideas sobre la elaboración de este tipo de vinos en la provincia. Benjumeda señala que la idea de Cala y Arrobas es aumentar la producción en próximos años “aunque sin abandonar nuestro caracter artesanal”. La empresa también elabora vinos blancos, aunque estos se venden en el extranjero, especialmente en el Reino Unido donde opera esta empresa gaditana. /Texto: Pepe Monforte.

Escena histórica, obra del pintor José Aparicio Inglada, que representa el desembarco de Fernando VII y la familia real en El Puerto de Santa María de Cádiz el 1 de octubre de 1823.

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En primer término la falúa real y en el muelle multitud de personajes. En el centro, el Monarca y el duque de Angulema estrechan sus manos. A ambos lados de ellos, personajes de la Casa Real y detrás, representantes de la nobleza española, generales franceses, así como el clero y personalidades del Ayuntamiento de la Ciudad. Al fondo, la Aduana (Real Fábrica de Aguardientes y Licores) y el Castillo de San Marcos, y otros edificios, en cuyas terrazas y balaustradas se agolpa la muchedumbre. 

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Vista de El Puerto de Santa María, desde el Castillo de San marcos. Los soldados al mando del Duque de Angulema, en el Patio de Armas del Castillo, al fondo Cádiz y los barcos que traían libre a Fernando VII, después de liberarlo en Cádiz, para llegar a los muelles de El Puerto. (Colección L.S.A.)

Durante el Trienio Liberal (1820-1823) Fernando VII se vió obligado a jurar la Constitución de 1812 y aceptar, por lo tanto, el modelo liberal y constitucional al que era contrario. La Santa Alianza, formada por los países que defendían el modelo absolutista en Europa, deciden en el Congreso de Verona de 1822 intervenir en España para restablecer el absolutismo en la persona de Fernando VII y, para ello, Luis Antonio de Borbón y Saboya, duque de Angulema, se puso al frente del Ejército de Los Cien Mil Hijos de San Luis. Ante el avance inminente de las tropas francesas hacia Madrid, las Cortes liberales deciden trasladar al Rey a Cádiz, reteniéndole en el Palacio de la Aduana (sede de la actual Diputación Provincial). Pero el duque de Angulema avanzará imparable hasta El Puerto de Santa María, situándose frente al edificio en el que se encontraba el Rey, por lo que las Cortes liberales no tuvieron más remedio que capitular y liberar al monarca de su cautiverio. Así, el  1 de octubre de 1823 Fernando VII embarca en la falúa real para realizar la travesía marítima más larga de su vida, y cruzar la Bahía de Cádiz. El cuadro constata este hecho histórico que, en  definitiva, significa el fin del Trienio Constitucional y da comienzo a la denominada “Década Ominosa” (1823-1833).

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“Llegada de Fernando VII en una falúa al muelle de El Puerto de Santa María”. Litografía. (Colección de Antonio Osborne Vázquez en 1959)

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Los personajes de la familia real son claramente reconocibles, gracias a que José Aparicio dejó por escrito, en un documento, la descripción del cuadro, aclarándonos entre otras cuestiones el asunto y los nombres de los personajes representados en el mismo. Así sabemos que a la izquierda del Rey aparecen: la Reina María Josefa Amalia de Sajonia; la infanta Luisa Carlota llevando de la mano a su hija mayor, su esposo don Francisco de Paula, la infanta Princesa de Beira, María Teresa de Braganza y, delante de ella, su hijo el infante Don Sebastián Gabriel, sobre cuyo hombro apoya la mano. A continuación los otros infantes niños, en brazos de sus amas de cría vestidas con trajes provinciales y en el extremo de la falúa, un guardiamarina y varios muchachos subidos a los palos, con el fin de llamar la atención con sus gritos. Los personajes a la derecha del duque de Angulema son los siguientes: los infantes María Francisca de Asís y Carlos María Isidro que lleva de la mano a su hijo el infante Carlos Luis, conde de Montemolín. Detrás y sobre la escalera aparecen varios sacerdotes y figuras eclesiásticas cubiertas con capa pluvial y bajo palio, entre ellos aparece el arcipreste de El Puerto, con el Limnum Crucis, la Cruz de Cristal de Roca y el Palio que en la se continúan conservando en la Iglesia Mayor Prioral. A continuación y algo más alejado, se ve a la comitiva del Ayuntamiento con sus maceros y, en la parte más baja, vemos a varios generales franceses y militares españoles.

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Grabado que representa una escenas del  desembarco del Rey Fernando VII y su familia en El Puerto de Santa María el año 1823, retenido en Cádiz por los liberales por sus veleidades absolutistas.  J.P. Wagner sobre dibujos de Andreas Rossi. Siglo XIX. (Colección J.S.A. Bruselas).

Texto del Grabado: «DIA 1 DE OCTUBRE DE 1825. SSMM DESEMBARCAN FELICEMENTE EN EL PUERTO DE S: MARÍA, CON SSAARR LOS YNFANTES.
SAS el S Duque de Angulema el SS Duque del Ynfantado y todas las Autoridades los reciben á su desembarque y un inmenso gentío con aclamaciones de gozo veneran al deseado FERNANDO. Segun lo dispuesto por Exmo S. Capitán General de los Reinos de Andalucía se dedica a todos los Españoles Religiosos honrados, amantes y fieles a su amable Soverano el S. D. FERNANDO VII Q.D.C.

El lienzo principal que ilustra esta nótula, que tardó cinco años en realizarse, reproduce el lienzo de gran formato (7 x 4 metros), destruido en el incendio del Convento de las Salesas Reales de Madrid en 1915, donde se encontraba instalado el Tribunal Supremo. José Aparicio, como pintor de Cámara de Fernando VII, había pedido permiso al Ayuntamiento de Madrid para representar en un monumental cuadro el acontecimiento aquí narrado. De este modo, una vez concluida la obra en 1827, el Ayuntamiento obsequió con este lienzo al Rey y pasó a formar parte de las colecciones reales del Museo del Prado y éste a su vez, lo depositó en el Tribunal Supremo en 1883. Además nos consta que los Ayuntamientos de El Puerto de Santa María y el de Jerez de la Frontera solicitaron sendas copias del mismo, sin embargo la historiografía considera que el cuadro que se conserva en el Museo del Romanticismo sería otra obra reproducida por Aparicio una vez ya concluido el primigenio, de 82 x 115 cms.

jeancharlesdavillier_puertosantamariaEn 1862, el pintor y dibujante Gustave Doré (1832-1883) convence al barón Jean Charles Davillier (1823-1883) para emprender juntos un largo viaje por España, [en cuyo periplo recalaron en El Puerto]. Davillier, que había visitado la Península Ibérica en varias ocasiones, era a la sazón un competente hispanista, interesado principalmente en la cerámica, materia en la que llegó a convertirse en el mayor experto europeo de la época. Doré, animado por Davillier, acariciaba ya la idea de realizar una edición ilustrada del Quijote en Francia (actualmente, quizá la más conocida de cuantas circulan por el mundo) y, durante el extenso periplo por España, tomó centenares de excelentes bocetos. Davillier y Doré recorrieron en su travesía casi todo el país. Sus impresiones quedaron recogidas en un libro que apareció con el título L`Espagna en 1874 y los grabados se publicaron entre 1862 y 1873. (Gustavo Doré & Charles Davillier, Viaje por España (1874), vol. 1, Madrid, Ediciones Grech, 1988).

EN EL PUERTO.
«Salimos de Cádiz una fresca mañana en una de esas barquitas de mástil corto y larga vela latina que los andaluces llaman falúas y que estaba adornada por delante con dos grandes ojos pintados de rojo como un speronare siciliano. Un fresco viento hinchó pronto nuestra blanca vela, y la falúa surcó rápidamente las aguas azules y transparentes de la bahía de Cádiz. El Puerto, donde debíamos desembarcar, solo está a dos o tres leguas  de Cádiz. Ya divisábamos sus casas, que se dibujaban como una línea blanca entre el azul del cielo y el del mar, y más lejos, en la costa, Rota, célebre por sus vinos. Pronto dejamos a la izquierda la Puntilla y la batería de Santa Catalina, y unos instantes después abordaba nuestra falúa en el muelle, lleno de barcos cargados con toneles de todos los tamaños.

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El Puerto, que también llaman Puerto de Santa María, está situado en la desembocadura del Guadalete, que va a verter sus aguas en la bahía de Cádiz. Es el almacén y el puerto de embarque de los vinos de Jerez. La ciudad, que es blanca, alegre y limpia, es como un Cádiz diminuto. Visitamos sus bodegas, grandes cuevas anticipo de las de Jerez, y su plaza de toros, una de las mejores de toda España y mucho más frecuentada por los aficionados que la de Cádiz.

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Los toros del Puerto es el título de una canción andaluza, popular en toda España y que pinta maravillosamente el entusiasmo de los habitantes de Cádiz por la fiesta nacional:

¿Quién se embarca para el Puerto?
Tal es el estribillo de la canción.
¡Que se larga mi falúa!,
grita el marinero; después, dirigiéndose a una joven andaluza que va a entrar en la barca:

voyageenespagne_puertosantamariaSeñorita,
         levantusté esa patita
         y sartusté a este barquito!
         No se le ponga a usté tuerto
         el molde de ese moniyo!»

Como escribía Antonina Rodrigo en El País, en un artículo publicado en1983: «los dos viajeros franceses iban, a recoger la última versión de la España romántica. El pintoresquismo que habían descubierto y explotado sus antecesores: Chateaubriand, Washington Irving, Prosper Merimé, Richard Ford, Henry D. Inglis, Mathew Gregory Lewis, David Robert, Teophile Gautier..., cambiaba de signo. El ferrocarril empezaba a. extender sus dominios, y poco a poco derrocaba a la diligencia, a la tartana, a la galera ... Los caminos ofrecían más seguridad y, para los amantes de lo imprevisto, era incierto el encuentro Con la folklórica partía de bandoleros. El traje típico se relegaba al pueblo llano, y pronto los obreros cambiarían de estilo con la proletaria blusa y la alpargata. Pero lo que, en plástica, iba a dar el cerrojazo al romanticismo era la imagen como documento». /Texto: C.d.C.

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josefasanchezllebret_puertosantamariaDe la familia marinera compuesta por el matrimonio entre José Sánchez Romero (1852), de profesión de la mar y guarda del Vapor, como consta en el padrón de habitantes de 1911, y Dolores Llebret Pellicer (1858), nacieron siete hijos, que relacionamos a continuación por orden de fechas de nacimientos: Manuel (1864) José Benito (1866),  María Dolores (1871-1956), Josefa (1874-1935?), los gemelos Manuel y Ramón (1877) y José Joaquín, (1883-1958), todos nacidos en El Puerto de Santa María.

María Dolores Sánchez Llebret, estuvo casada con Fernando Pasage Blandino, (dueño del Bar “La Mezquita” y del kiosco de bebidas del Parque,  que luego fue Club Taurino). Tuvo tres hijos: María Dolores,  Manuel y Fernando Pasage Sánchez. Este último, contrajo matrimonio con María Martínez Dopeso y tuvieron cuatro hijos: Asunción, Fernando, María Cristina y Manuel, que viven aún en nuestra ciudad.

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El kiosko de Fernando Pasage Blandino, que luego fue Club Taurino, y que despareció por el expedito método de la piqueta en la última década del siglo XX.

El hermano pequeño de Josefa se llamaba Jose Joaquín, fue tipógrafo y realizaba los carnés de propaganda veraniega, patrocinados por el Ayuntamiento del El Puerto. Se casó con Eloísa Artola Ortiz y tuvieron seis hijos: Alberto, Carlota, Josefa, Dolores, Joaquín y Eloísa. Aún viven Dolores,  Eloísa y sus descendientes.

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Carnet oficial del Verano de 1927.

La protagonista de este escrito, Josefa María de los Dolores Sánchez Llebret, como consta en su partida de bautismo,   nació nuestra ciudad en la calle Los Bolos nº 2, el día 22 de Octubre de 1874.

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En el número 2 de la calle Bolos, en el entorno de las Siete Esquinas, nació nuestra protagonista.

Sus primeros comienzos artísticos  los realizaría muy joven en la provincia de Cádiz, actuando en cafés cantantes. Posiblemente,  emigró a finales del siglo diecinueve a Sevilla. En estas fechas partían a la ciudad de la Giralda, todas las jóvenes que soñaban con ser artistas, como lo hicieron nuestras paisanas “Las Coquineras”. Pudo tener como profesor de baile a  Manuel Díaz Rueda, portuense nacido en 1807. Este maestro de la danza  era familiar por parte materna de Las Coquineras. (Ver nótula núm. 1.042 en GdP). 

Josefa partió  de El Puerto con el oficio  del cante y del  baile bien aprendido. Según su nieta Josefa Cárcamo Sánchez, también tocaba la guitarra y en muchas ocasiones se acompañaba con ella. En el padrón de habitantes de Madrid en 1914 figuraba como corista y en el de 1925 tenía la profesión de artista.

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Café Cantante a finales del S. XIX en Sevilla.

Estuvo unida sentimentalmente a un guitarrista flamenco de nombre Antonio Moya, andaluz de nacimiento, probablemente sevillano,  con el que tuvo dos hijas,  a las que no inscribieron en el registro civil,  cuyos  nombres eran  Pilar y Julia. He buscado a Antonio Moya en los padrones de la capital de España,  desgraciadamente sin ningún resultado.  Como última opción me dirigí a los amigos artistas y a algunos aficionados mayores, muy ligados al flamenco de esta ciudad, pero no me dieron datos aclaratorios, aunque sí habían oído hablar de él.

A principios del siglo XX,  Antonio Moya acompañó con su guitarra a Josefa durante diez años por cafés cantantes y representando  sainetes cómicos andaluces por  los teatros de la Península Ibérica. Su fecha de fallecimiento podría haber  tenido lugar entre los años 1927 y 1930, pues en 1926  Josefa y Antonio habían visitado a su hija Pilar con motivo del nacimiento de su nieta Josefa, mientras que en 1930 cuando nace otro nieto, Luis, la abuela Josefa ya era viuda.

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Ilustración de un Café Cantante en Madrid. 

Josefa actuó en muchas ocasiones como actriz y corista, fue una mujer que tocó todos los palos de los espectáculos escénicos. Su óbito no he podido tampoco localizarlo en Madrid, donde creo que dio su último suspiro de vida. Me informó su nieta Josefa de que su abuela falleció cuando ella tenía 5 ó 6 años, por lo que creo que esto pudo ocurrir entre los años 1932 a 1935. Fue una mujer que pisó los escenarios durante cuarenta años de carrera artística.

En el padrón del año 1925 se hospedada en una pensión de la calle Jardines nº 14, con su hija Julia Moya y un grupo de artistas. En esta rúa madrileña tuvieron Pepa Oro y Antonio El Macareno, una casa de huéspedes  en el primer tercio del siglo veinte.

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Según los estudiosos del arte flamenco la calle de los Jardines, número 21, albergó el mejor y más conocido de los cafés de cante tanto de la Villa como del resto del país. El café de la Marina fue escenario del inicio y presentación en Madrid de muchas carreras profesionales con proyección internacional de baile, cante y toque de guitarra con sus diferentes estilos o “palos”.

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Calle de los Jardines en Madrid, donde estuvo el Café de las Marinas y, posteriormente el cine Bello. Hoy es un restaurante. Como podemos apreciar en cuestión de cables en las fachadas: "en todas partes cuecen habas"

Josefa les metió el veneno del artisteo a sus dos hijas, las preparó para vivir de la farándula, fueron a academias de baile flamenco y de escuela bolera,  en estas fechas  muy de moda en nuestro país.

En la Ciudad del Gato, moraron muchos artistas del El Puerto, entre los años 1880 a 1920. Alguno de estos fueron: Antonia y Josefa Gallardo “Las Coquineras”, María del Carmen Gallardo “La Gaditana”, bailaora, cantaora y tía de las Coquineras y madre de la bailarina y bailaora Amparo Pozo Gallardo; Rafael Bermúdez Castro Rivas, el gran actor portuense y galán del teatro de su tiempo, José Talavera Gabriel polifacético actor, director de teatro, cantor de zarzuelas y cantaor conocido en El Puerto, por Talavera o Julepe, Los Monge Antúnez, conocidos por Los Chaquetas, artistas del flamenco y Teresita Mazzantini, nombre artístico de Teresa Ros Uceda o Teresa Uceda, nacida en El Puerto en los años setenta del siglo XIX a la que  he buscado en los archivos de Cádiz, Jerez, Sanlúcar de Barrameda, Madrid y también en nuestra ciudad sin ningún resultado. Hay mucha leyenda detrás de esta dama del cante. He escuchado comentarios de viejos aficionados portuenses que dicen falleció en Sudamérica y fue trasladada a España y enterrada en Madrid, ¡vaya usted a saber!

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Pilar Moya Sánchez (o Pilar Sánchez Llebret) durante una actuación en Méjico.

Pero volvamos a Josefa Sánchez Llebret. Ésta fue una mujer valiente y liberal, pues tener cinco hijos naturales en aquellos tiempos era una verdadera locura y estaba mal visto por la sociedad.

La primera de sus hijas fue Salvadora Sánchez Llebret,  de la que no conocemos el lugar de nacimiento, aunque suponemos que pudo ser en El Puerto. Falleció de tuberculosis en nuestra ciudad el 23 de noviembre de 1914, con tan solo 21 años en El Puerto de Santa María. La noticia sobre su sepelio aparece en las páginas de Revista Portuense de 25 de noviembre de 1914.  Su acompañamiento estaba formado por todas las clases sociales y presidieron el duelo Manuel y Fernando Pasage Sánchez, sus primos, y sus tíos José Joaquín y Manuel Sánchez Llebret. Se dio la circunstancia de que  Salvadora, que aparece en la prensa con los apellidos Tey Sánchez, se había comprometido y tomado de dichos el 22 de agosto de ese mismo año 1914 con el joven empleado de los Ferrocarriles del Norte Manuel García Robiou, con el que desgraciadamente no pudo llegar a celebrar su matrimonio.

María Sánchez Llebret, fue la segunda, pero no se ha localizado la fecha de nacimiento ni tampoco la de su óbito. Por la información obtenida a través de las nietas de Josefa, conocemos que estuvo internada en un convento de monjas donde se dedicaba a bordar un manto para la Virgen. Allí le sobrevino la muerte.

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En la imagen, las dos hijas de Josefa: de izquierda a derecha Pilar, su marido Antonio Cárcamo y Julia Sánchez Llebret (o Moya Sánchez).

Pilar Moya, nombre artístico de Pilar Sánchez Llebret, fue su tercera hija,  nacida en Zaragoza, el 25 de Abril del 1903. Falleció muy joven en Madrid  en 1933. En la calle Gravina nº 11, según el padrón de 1925 de Madrid, vivía con su esposo e hijos. De profesión artista, recorrió con su madre y su hermana Julia, los teatros de todos los rincones de la Piel de Toro y del Norte de África. Estuvo casada con el artista de teatro Antonio Cárcamo Cañizares, nacido el 21 de Julio de 1899, en La Laguna, estado de Santa Catalina (Brasil). Tuvieron tres hijos: Antonio Cárcamo Sánchez,  Josefa Cárcamo Sánchez y Luis Cárcamo Sánchez.

En los años 1922 y 1923, actuaron Antonio Cárcamo y Pilar Sánchez por varias provincias mejicanas. En 1926 cuentan que se produjo un incendio en el Teatro Pavón mientras actuaba Antonio con su esposa, interviniendo éste en la extinción del fuego.  En el año 1927 actuaban en  el Teatro Alcázar de Madrid.

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El Teatro Pavón, en la Revista de la Construcción Moderna. Año 1925.

Julia Sánchez Llebret, cuarta hija de Josefa,  también tomo el apellido de su padre, Antonio Moya, como nombre artístico. Fue una estupenda bailaora. Nació en la villa de la Línea de la Concepción, el 11 de Julio de 1904 y  muere el 3 de Noviembre del 1968 en Madrid. Esta mujer en sus comienzos artísticos fue bailaora, bailarina y corista, acompañó a su madre y formo dúo con su hermana Pilar. En sus diez últimos años de vida fue actriz de teatro. Julia Moya conoció a su esposo el actor Manuel Trujillo, trabajando en la compañía de Lola Flores. Hay personas mayores que la recuerdan como una gran bailaora y en el mejor momento de su carrera artística abandonó el baile, pasándose a la interpretación. También formó parte de la compañía de El Niño Marchena y  de Valderrama. Del matrimonio  nacería una niña  que recibirá el  nombre de  Julia y será también actriz, de ella hablaremos más adelante.

El quinto y último hijo de Josefa y de Antonio Moya fue José Sánchez Llebret, madrileño que nace el 20 de Mayo de 1914 en la calle Ruda nº 14.  Su muerte ocurrió en 1995 en Dreux, Francia. Estuvo casado con Leonor Quel Martínez, nacida 1924 en Ambite de Tajuña (Madrid). Tuvo tres hijos: Ángel (1945 en Orusco de Tajuña, Madrid) Maria de los Ángeles (1947 en Orusco de Tajuña, Madrid) y María Dolores (1954 en  Madrid).

Josefa, llego actuar con sus hijas Pilar y Julia en  numerosas ocasiones.  Las dos hermanas formaron un dúo conocido como Las Hermanas Moya. También fueron coristas de la compañía de teatro de Celia Gámez, la gran vedette de revista de los años treinta y cuarenta. En la Revista Baleares de 20 de Agosto de 1918, pagina nº 8, dice literalmente: “Todas ellas hicieron las delicias de la escogida concurrencia, pues con gracia sin igual las hermanas Moya y la señorita Pazzi Pons, bailaron unos boleros con grandes aplausos de los asistentes”.

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Pilar Moya aparece actuando en la compañía de Celia Gámez, en su revista musical 'Las Leandras'. Mundo Gráfico. 17.11.1931.

La joya de la corona, Julia Trujillo Sánchez, nieta de Josefa Sánchez Llebret, es una de las grandes cómicas del teatro de este país. De casta le viene por parte de sus abuelos,  Josefa Sánchez Llebret y Antonio Moya, y de sus padres Julia Sánchez Llebret y Manuel Trujillo Carrasco, actor de teatro y guionista. Se dejó caer por la capital del reino un 3 de Mayo de 1923 y se fue con los que no vuelven el 27 de Agosto de 2013. Es una de las grandes actrices española, del siglo veinte. Sus actuaciones son numerosísimas en el cine, en el  teatro y en la  televisión. Debutó en el teatro de la mano de sus padres con tan solo 14 años de edad.

En 1980 fundó junto a Manuel Canseco, la Compañía Española de Teatro Clásico, estrenó obras de Calderón, John Murrel, Salom, Paso y Miras, representó también  a Mihura y a Valle Inclán y ha fallecido a los 81 años en la capital de España. Fue expuesta su capilla ardiente en el Teatro la Victoria,  del mismo modo en el que son despedidas las grandes actrices de la escena de este país.

juliatrujillomoya_o_sanchezllebret_puertosantamariaLa Trujillo, tenía el premio a la mejor actriz de habla Hispana de Estados Unidos, entre otros reconocimientos. En televisión, entre los años 1965 y 1980, llego a los hogares españoles actuando en los “Estudio Uno”. /En la imagen, Julia Trujillo Sánchez (o Sánchez Llebret).

Durante dos décadas fue una de la protagonista de la Compañía Nacional de Teatro de María Guerrero, que bajo la dirección de José Luis Alonso, estrenó obras de Valle Inclán, Pirandello, Gorki, Bertolt Brecht y Galdós. Fue presidenta de la casa del actor, a la que dedicó sus últimos años de vida. En muchas ocasiones visitó y actuó en la tierra de su abuela. Recuerdo haberla visto en el hotel Los Galgos de Madrid en 1988 durante la presentación del Diccionario Enciclopédico Ilustrado del Flamenco, de Editorial Cinterco,  allí estaba charlando con el poeta granadino Luis Rosales, presentador del libro de José Blas Vega y Manuel Ríos Ruiz. Fue una noche muy bonita para todos los que colaboramos en esta obra.

Esta breve semblanza de las vidas de la portuense Josefa Sánchez Llebret  y de su saga, hubiera sido imposible sacarla a la luz sin la aportación de tres mujeres, a las que hay que agradecerles su ayuda, principalmente,  a Josefa Cárcamo Sánchez, hija de Pilar Sánchez Llebret, a María de los Ángeles Sánchez Quel, hija de José Sánchez Llebret,  y a mi amiga Ana Becerra Fabra.  /Texto: Antonio Cristo Ruiz.

 

pablomora-figueroa_puertosantamariaEn los últimos años ha hecho irrupción en el mercado una nueva categoría de refrescos –tónicas sobre todo, siguiendo la estela de la moda del gintonic–, elaborados de acuerdo a unos preceptos cualitativos mucho más rigurosos que los que guían a los productores de bebidas carbonatadas industriales. Ni siquiera los consumidores más optimistas de estas bebidas 'premium' imaginábamos hasta qué punto se pueden perfeccionar los procesos de producción para que los mixers, o como quiera que se llamen estos benditos brebajes burbujeantes, se diferencien de sus semejantes y seduzcan a los paladares más exigentes. /En la imagen, Pablo Mora-Figueroa. Foto: Luis de Alas.

Incluso quien firma estas líneas, cuando se dirigía a El Puerto de Santa María para ser testigo de la elaboración de las bebidas que han llegado al mercado recientemente bajo la marca Indi, suponía que se encontraría con grandes depósitos de acero inoxidable. En ellos unos cuantos operarios echan unos polvitos de esencias saborizantes, luego incorporan carbónico a la mezcla y embotellan el líquido resultante en unas botellas de bonito diseño.

Nada de eso. La sorpresa fue mayúscula cuando –conducido por Pablo Mora Figueroa (Sevilla, 23 de junio de 1968), presidente de Casalbor, ‘madre’ de los refrescos Indi traspaso el portal de una antiquísima destilería (las de Cacao Pico, ver nótula núm. 721 en Gente del Puerto) en el centro de la ciudad gaditana para descubrir lo inimaginable: unas arcaicas instalaciones donde tiene lugar un proceso de elaboración estrictamente artesanal, concebido con pasión y guiado con rigor, con la voluntad de crear las mejores bebidas carbonatadas del mercado.

indi_cola_puertosantamariaTRADICIÓN REIVINDICADA.
Mora Figueroa explica: «Ya hace tiempo nos habíamos planteado cómo podían fabricarse refrescos de alta gama, con ingredientes estrictamente naturales, pero no teníamos la certeza de que existían consumidores dispuestos a pagar casi el triple de lo que cuesta una bebida carbonatada industrial». El presidente de Casalbor no tiene reparos en reconocer que el inesperado éxito del lanzamiento de la versión tónica de Indi en la categoría premium con extractos naturales le animó a ampliar el proyecto a otros sabores. Sobre todo, porque Mora Figueroa y su equipo tomaron nota de la utilización de extractos naturales de botánicos para ir aún más lejos. «Nosotros decidimos redoblar la apuesta empleando los extractos naturales, pero procesados durante seis semanas», afirma. /En la imagen de la izquierda, el nuevo sabor de cola amplía la línea de refrescos 'INDI&co' suma ya cuatro variedades: "tonic water", "lemon tonic" y "sevilla orange".

Así, con lo primero que uno se topa cuando recorre la destilería de El Puerto son unos botellones donde se maceran en alcohol botánicos seleccionados: yuzu japonés, kalamansi filipino, piel de naranjas sevillanas, kewra de la India... «No es casual que todos estos ingredientes coincidan en El Puerto de Santa María», prosigue Mora Figueroa. «Los puertos de Cádiz han sido lugar de encuentro de las especias, frutas y muchos otros productos procedentes de Asia y América», al recordar cómo la Casa de Contratación de Sevilla era el punto de llegada a Europa en el siglo XVI del quino, la vainilla y otras tantas materias primas

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Los alambiques, en una imagen de 1928.

ALAMBIQUES CENTENARIOS.
Por tanto, el nacimiento de Indi en tierras gaditanas reivindica ese papel que han tenido los puertos gaditanos en la introducción de las especias exóticas en el viejo continente. Una vez macerados los botánicos, el alcohol que han retenido sus aceites esenciales se somete a un proceso de destilación, para refinar la expresión organoléptica y eliminar impurezas.

Esto tiene lugar en los ocho alambiques de cobre de distinto formato y tamaño... ¡e incluso cada uno bautizado con nombre propio! El maestro destilador los conoce y trata como si fueran sus hijos: «‘Los mellizos' son los que más trabajan; 'El currillo' tiene sus mañas y hay que saber llevarlo; 'El chico' consume más leña...».

Estos alambiques centenarios se abastecen únicamente de madera y emplean agua para destilar los aguardientes según la técnica tradicional del baño María. «Es una destilación a baja temperatura, que permite preservar los aromas naturales de los botánicos con mayor precisión», explica el presidente de Casalbor.

Tras la destilación de cada botánico por separado, se realiza la mezcla según la fórmula de cada refresco. «Somos muy exigentes. Realizamos muchos ensayos antes de dar con una fórmula definitiva. El de limón, por ejemplo, tuvo 13 versiones previas a la definitiva». Luego, el coupage de los distintos macerados y destilados se mezcla con agua y zumos naturales para armonizar el conjunto. El último de los refrescos en sumarse a la familia Indi, bautizado Seville Orange, incorpora hasta un 31% de zumo natural de naranja, algo inaudito en la industria de las bebidas carbonatadas.

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Una imagen de los alambiques en la actualidad.

TECNOLOGÍA.
Por fin, antes del embotellado se añade el gas carbónico, proceso en el que también el equipo de Indi ha llevado la exigencia al límite. «No se trataba sólo de que nuestras bebidas tuvieran una burbuja fina», explica Mora Figueroa, «sino que aspirábamos a tener, en alguno de los sabores, la mayor y más apropiada carbonatación posible, y en los demás sabores, la mejor. Para alcanzar ese objetivo, tuvimos que adquirir maquinaria de última generación». Tanto trabajo tiene premio.

En España Indi compite con un gran número de refrescos 'premium', pero en mercados como el estadounidense, la marca tiene una excelente acogida. "Los americanos valoran mucho el hecho de que seamos exigentes e innovadores", reconoce el responsable de Casalbor, que no puede ocultar el entusiasmo por los espaldarazos recibidos por parte de la prensa especializada anglosajona.

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La entrada a las destilerías de la calle Cielos.

La web de 'Diffirdsguide', de 'Class Magazine' (noviembre 2012), señaló a Indi Tonic como la mejor tónica en una cata con todas las marcas de referencia. Sin pretender restar importancia a estos reconocimientos, lo cierto es que cuando se toma cualquiera de las cuatro Indi que ya están en el mercado, las medallas sobran.

Son bebidas de calidad soberbia, ricas en su expresión de aromas naturales y con un magnífico equilibrio entre dulzor y acidez. Se trata de refrescos concebidos para adultos porque rehúyen las notas empalagosas que triunfan entre los niños. Y porque son idóneos para combinar con destilados, ya que se pueden disfrutar solos, sin añoranzas etílicas. /Texto: Federico Oldenburg. 

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