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José Torres Higuera 'el Chico', nace en la calle Federico Rubio el 19 de febrero de 1930, tiene pues 82 años. Hijo de Vicente y Amalia, gaditano y jerezana respectivamente, es el único hijo que sobrevive del matrimonio: María, Amalia, Antonio, Vicente, Manuela y José. Luego la familia se iría a vivir al número 3 de la calle San Francisco y 38 de Santa Lucía.

1930.
En el censo de 1.930 la Ciudad tenía 19.714 habitantes de hecho 19.847 habitantes de derecho y 4.468 hogares. Se produce relevo de alcaldes, siendo elegido el 26 de febrero José Luis de la Cuesta Aldaz y el 18 de marzo, Eduardo Ruiz Golluri. Ese año nacen, también, José Luis Mediana Gutiérrez, 'Peligro', conocido dependiente de la tienda de la calle Cruces 'Casa del Curita' y Juan Carreto Aparicio, canónigo magistral que fue de la Colegial de Jerez.

Trabajadero de bodega, haciendo botas para los vinos del marco. /Foto: Rasero

CARPINTERÍA Y TONELERÍA.
José estudiará en una 'amiga' o 'miga' de la calle San Bartolomé esquina con calle Los Bolos y, hasta los siete años en el colegio de conocido como Bellas Artes, ubicado en el actual Instituto Santo Domingo. Pronto dejará de trabajar, empezando como ayudante de carpintero en una obra que se realizaba en su propia casa. Mas adelante, José trabajará en los talleres de carpintería bodeguera que los hermanos Adolfo y Manuel Pallares tenían, respectivamente, en un bodegón de la Plaza de Toros y en la calle de Los Moros, donde ayudará a sus hermanos que producían en dichos trabajaderos. De allí pasará a la tonelería de Rafael Lores quien, debido a la escasez de madera se tuvo que dedicar a hacer cajas para empaquetar las botellas de vinos para diversas firmas bodegueras locales.

Trabajadero de bodega, preparando cajas para brandies de Osborne.

ASERRADORA CASTRO MERELLO.
Con 17 años entrará a trabajar como carpintero en Bodegas Terry hasta que se marcha al Servicio Militar con 19. Lo destinan a las Comandancias de Marina y Cádiz y El Puerto donde se hará cargo de la carpintería de dichas instalaciones. A la vuelta, no consigue volver a Terry y entrará a formar parte de la plantilla de la Aserradora de Miguel Castro Merello --donde era aparcero con Nicolás Terry Galarza-- situada en la calle Valdés donde hoy se encuentra el supermercado ALDI. Allí convivían otras dos empresas que Castro Merello tenía a medias, en esta ocasión con Fernando T. de Terry Galarza: Metalúrgica Portuense --dedicada a fabricar cierres de latas para las botellas-- y un lavadero de botellas para las bodegas. Eran pues, tres industrias auxiliares del sector vinícola porteño. Pero la crisis asomaba las orejas y ya no era productivo hacer cajas de madera. Aparece el cartón y Castro Merello no entra en ese negocio, empezando a hacer un ajuste de plantilla y saliendo de allí nuestro protagonista que era, prácticamente, el encargado de la Aserradora.

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No sabría decirles a ustedes de donde proviene esta expresión de “salto en búa”, la verdad sea dicha que siempre la escuché así; haciendo un ejercicio de memoria,  quizás también se decía “salto y múa”; puede ser que esta expresión naciera de nuestra forma de hablar al  economizar silabas o palabras, acuérdense  de las frases “quillo” igual a chiquillo o “chacho” igual a muchacho,  o “antié” y “trajantié” igual a  ayer y anteayer. Pero centrándonos en este juego de mi niñez, igual que otros muchos que mencioné en la nótula núm. 1304 de GdP de Juegos Infantiles (I). El Bolindre, el “salto en búa” eran de los juegos de niños, digo de niños exclusivamente, no solían  jugar las niñas, el juego en sí desataba cierta violencia de  saltos, espoliques, culás, etc. La forma de jugar que conocí en los años cincuenta del siglo pasado se practicaba en las calles y plazas de El Puerto, recuerdo también las mañanas de  domingo  de verano en la playa de La Puntilla. Sé que en Extramadura le llaman “La Pidola” ó “A la una salta la mula”. En el Mediterráneo español le llaman ‘Saltar a la Piola’ o ‘Burro quedado’

El cuadro 'Juego del Paso' de Francisco de Goya y Lucientes, otra denominación del Salto en Búa. Tiene 200 años aproximadamente.

MODALIDAD PORTUENSE.
Una de las modalidades que se jugaba en las calles, consistía en lo siguiente: El bordillo de la acera servía línea de salida, pegado al bordillo en la calle se ponía el que se “quedaba”,  se colocaba en forma de caballito, es decir doblaba algo las piernas por la rodilla, tal como se puede ver en las fotografías que se adjunta, apoyando los codos  por encima de las rodillas, en esta posición los demás niños saltaban por encima del caballito, apoyando las manos en la espalda de éste. El primero que era el que llevaba la voz cantante decía: “Linares” (todos los niños saltaban por encima del caballito, diciendo lo mismo), cuando todos había saltado, continuaba el primero “Trillares” y continuaba saltando por encima del caballito repitiendo la misma  frase ,  “El tercero el Polvorista”, “La cuarta una culá pa que te parta” (aquí todos los niños se dejaban caer encima del caballito, sentándose encima de él).

“La quinta un espolique pa que te pique” (el espolique consistía en golpe en las nalgas del caballito que se daba con el pié derecho al saltar por encima de él), “la sexta los nudillos patesca”, en esta ocasión en vez de apoyar las manos sobre la espalda del caballito se apoyaba con puños cerrados, “Más palante”, “Había un huerto”, “En el huerto un pino”, “En el pino una rama”,  “En la rama un nío”, “En el nío cuatro huevos”, “Rojo blanco colorao  y negro”, “En el rojo to er mundo cojo” (aquí todos los que saltaban tenían que ir a la pata coja), “En el blanco to er mundo manco” (aquí todos los niños se hacían el cojo y el mano), “En el colorao to er mundo tuerto y jorobao” (aquí todos los niños se hacía el cojo, manco, tuerto y jorobao), “En el negro to er mundo güeno” (este salto se hacía los niños sin ningún defecto físico), “Más palante había un río”, “En el río cuatro bueyes”, “ ¿Donde están los bueyes¿”, “Por aquel monte han corrío” terminaban saltando por encima del caballito y salían  corriendo, entonces el que hacía de  caballito corría  tras ellos y el primero que cogía se quedaba de caballito. /En la imagen, detalle de cuadro 'Juego de Niños' de Bruegel. Año 1560.

Estas retahílas de frases entrecomilladas, las recuerdo desde entonces; pero no tengo certeza de donde venían, ni  quien las inventó, he podido  comprobar que la jerga que se emplean en un juego parecido al que nos ocupa que se llama Candaje que se practica en la localidad pacense de Fuente del Maestre es parecido. En casi toda Extremadura y Canarias existe otras jergas que las hace ser interesante, al ser compararlas con las nuestras. /En la imagen, Aleluyas, Juegos de la Infancia. Madrid. s. XIX. Sección de Bellas Artes de la Biblioteca Nacional de Madrid. Viñetas 39 y 42.

EL CABALLITO.
Había otra forma de jugar “salto en búa”, el caballito que sabemos ya lo que significa (en otras parte de España le dicen el burro) convenientemente colocado en la línea de salida, el primero que saltaba que podemos definirlo como el coordinador, decía “Juanillo el mismo”, a continuación iban saltando todos los jugadores repitiendo la misma frase, seguía el coordinador: “quiere aprender un oficio”, seguían los demás; “que oficio le pondremos”, seguían los demás, “vente conmigo y te lo diremos” (en esta ocasión el coordinador se llevaba aparte al caballito y le de decía un determinado oficio que solo ellos conocían), los demás jugadores continuaban saltando diciendo cada uno un oficio distinto, el jugador que adivinara el oficio que caballito y coordinador habían convenido perdía se quedaba de caballito, era bonito esta modalidad.

Otra modalidad de este juego,  la línea de salida igual que la anterior, el bordillo de la acera,  el caballito se colocaba igualmente de la misma forma, y saltaban todos los niños por encima de éste, entonces el último que saltaba decía: “Múa” y el caballito daba un paso lateral  hacia delante de forma que quedaba a un paso de la línea de salida, se comenzaba a saltar por encima del caballito hasta llegar al último que decía : “Múa”, y el caballito daba otro paso más de forma que cada se hacía más dificultoso saltar hasta que los saltadores se iban eliminando,  ganaba el que conseguía saltar a más distancia de la línea de salida por encima del caballito.

Monumento “Juego del caballito” existente en la Plaza de la Iglesia de la Villa de Santa Brígida de Las Palmas de Gran Canaria. Existe una lápida con una leyenda que dice: “Homenaje a todos los niños que jugaron y seguirán jugando en esta plaza, uno de ellos fue Francisco Morales Pachón 1.998.

Creo que es oportuno en esta ocasión,  dar a conocer en parte, la personalidad de Don Francisco Morales Padrón (q.e.p.d.), gran defensor de los juegos infantiles de su patria chica, Santa Brígida, precioso pueblo de Las Palmas de Gran Canaria que tuve la oportunidad  de conocer hace unos días. Don Francisco como les decía, fue Catedrático de la Universidad de Sevilla,autor de numerosos libros sobre Sevilla y América,  pregonero de la Semana Santa de Sevilla, etc y sin duda una de las personalidades de más prestigio en el conocimiento de la Historia de América.

Finalizo este trabajo sobre Juegos Infantiles en lo que denominábamos “Salto en búa”,  como jugábamos en El Puerto en los años cincuenta del siglo pasado, haciendo alusión a una frase de Dostoieski: “No hay más precioso en la vida y para la vida que un buen recuerdo de la infancia”. (Texto: Francisco Bollullo Estepa).

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En cierta ocasión nos invitó a comer caracoles a su casa el cantaor José de los Reyes ‘el Negro’. Creo recordar que venían, entre los invitados, Miguel ‘el Gitano de Bronce’ y mi inolvidable amigo el guitarrista Robertito Ceballos. Cuando entramos en su cuarto, se habían escapados los caracoles, y estaban de paseo por la pared. ‘El Negro’ nos decía: «--Esperarse, que los caracoles se guisan muy pronto». Le tuvimos que convencer para que los cocinara otro día. (Texto: Antonio Cristo Ruiz).

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juanlaurent_puertosantamariaJean Laurent o Juan Laurent Minier (Garchizy, Nevers (Francia), 23 de julio de 1816 - Madrid, 24 de noviembre de 1886) fue uno de los más importantes fotógrafos que trabajaron en España en el siglo XIX. /Juan Laurent en La Ilustración Nacional, pag. 20 del número de 20 de enero de 1887.

Jean Laurent es unos de esos personajes fascinantes cuya vida y obra está muy alejada de ser reconocida por el gran público. Viene siendo habitual desde hace un par de año organizar exposiciones fotográficas que recogen la historia local de una comunidad como puede ser la andaluza o de una ciudad como Toledo. Indistintamente cual sea el objeto fotografiado --véase el Patio de los Leones de La Alhambra o dos chicas con el traje típico vejeriego (Vejer de la Frontera, Cádiz)-- las imágenes posiblemente formen parte de una antigua colección privada que el Estado compró en 1975 a Joaquín Ruiz Vernacci. Un auténtico tesoro cultural cuya “joya de la corona” lo conforma la colección fotográfica de Jean Laurent y Minier, un francés afincado en Madrid desde 1843 cuya especialidad eran las fotografías de retratos, paisajes turísticos y vistas de tópicos pintorescos.  Laurent es considerado uno de los grandes pioneros de la fotografía en España y hoy es nuestro protagonista.

Puente de San Alejandro. Del Catálogo: 'Obras Públicas de España. Vistas fotográficas de algunas obras importantes y de algunos monumentos antiguos. Carretera de primer orden de Madrid a Cádiz. Autores: Laurent, J. (1816 - 1886) y Martínez Sánchez, José (fl. 1853 - 1870) Año 1867. Biblioteca Digital Hispánica.

Abrió un estudio con su socio José Martínez Sánchez que luego llamaría Laurent y Cía. -en la Carrera de San Jerónimo en Madrid, en unos de los edificios en frente del Congreso de los Diputados-, cuando se unió con su yerno Alfonso Roswag. Laurent seguía los pasos del otro pionero de la fotografía en España: Charles Clifford.

Puente del ferrocarril sobre el Guadalete (El Puerto de Santa María). Autor: Jean Laurent. Este puente permaneció intacto hasta noviembre de 2007. Tuve la suerte de fotografiarlo antes de su desmantelamiento para la construcción de uno nuevo para el AVE (por entonces sólo quedaba menos de 20 metros). Año 1867. Biblioteca Virtual del Patrimonio Bibliográfico.

Laurent como Clifford ostentó el título de “Fotógrafo de Su Majestad la Reina” (Isabel II), al ser considerado un gran retratista. Compaginó su trabajo como fotógrafo de Isabel II con el que fue su proyecto fotográfico de mayor envergadura: recoger las diferentes vistas de España y Portugal. Además, la Casa Real no fue su único cliente, también lo fueron las principales Compañías ferroviarias extranjeras, en su mayoría francesas y belgas, que comenzaban a construir la red ferroviaria española (desde 1853 a 1866 se construyó el 40% de la red existente en 1936). Pero en muchos otros casos los trabajos fotográficos fueron realizados por iniciativa propia de Laurent con el objetivo de facilitar a la sociedad el conocimiento de los principales monumentos y manifestaciones artísticas que se habían producido a lo largo de la historia de España.

Puente del ferrocarril sobre el caño o río San Pedro (El Puerto-Puerto Real). Autor: Jean Laurent. Año 1867. Biblioteca Virtual del Patrimonio Bibliográfico.

Habitualmente usaba el tren para trasladarse de un punto a otro y tal vez su “deformación profesional” por su trabajo con las Compañias ferroviarias le llevó a fotografiar en Cádiz los puentes sobre el río Guadalete (El Puerto de Santa María) y el caño de San Pedro en Puerto Real. Tal vez su amigo Alejandro Dumas padre (autor del El Conde de Montecristo) le hablara de las bondades gaditanas o tal vez conocía la obra de Dumas “Impressions de voyages: de Paris a Cadix”. Pero de un modo u otro, Jean Laurent recaló en Cádiz allá por el año 1867 (posiblemente con el encargo de fotografiar obras públicas para la Exposición Universal que se iba a celebrar ese mismo año en París).

Laboratorio fotográfico de Laurent, en 1872 /Archivo Ruiz Vernacci IPHE. Ministerio de Educación y Cultura.

Con su pesado equipo fotográfico transportado en un carruaje-laboratorio se paseó por la provincia de Cádiz dejando como testimonio de su paso sus fotografías. Estas son algunas de imágenes que captó aquel año de 1867. (Texto: José Manuel Oneto Mariscal)

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Cualquier ciudad estaría dispuesta a sacrificarse, si a cambio de ello, dispusiera de un río con condiciones de salubridad aceptables; pero si además es navegable, alberga un club náutico, permite el deporte de piragüismo, esquí acuático y la posibilidad de capturar con una caña de pesca, un robalo, una mojarra o una dorada de vez en cuando, aceptaría cualquier sacrificio. Esto lo tiene El Puerto de Santa María. Tras largo tiempo de padecer incomodidades, los portuenses o porteños,   --gentilicios con  defensores y detractores--, vieron terminadas las obras de la orilla derecha del Guadalete. Un fastuoso proyecto que encandiló a los vecinos tras un alarde de comunicación visual, hacía presagiar la deseada revitalización de El Puerto; y ahora, tras el necesario ajuste del déficit y las telarañas que adornan las arcas municipales, habrá que darle tiempo al tiempo.

La inversión no parece estar en sintonía con el aprecio de la población, pues esta bella zona está infrautilizada; apenas sirve para el goce de algunos jubilados que lo disfrutan, dejándose acariciar por los rayos del sol que bañan este paseo junto río. En él, acodado sobre las barandillas del pretil del malecón, observo una de las rutinarias ocasiones en que la bajamar descarna las piedras que protegen el  muelle, y deja al descubierto los perpetuos musgos verdes, cuyos nutrientes sirven de alimento a la colonia de cangrejos.

El Guadalete es para mí fuente de inspiración. Siempre descubro algo nuevo. Con la nostalgia del Adriano en dique seco, hoy veía al más prosaico catamarán surcar las tranquilas aguas, cargado de turistas hacia un Cádiz en plena celebración del bicentenario. Sus dos proas usaban los vértices  para  provocar y empujar suaves ondas hacia las orillas, y a guisa de saludo, producían un suave bamboleo de proa a popa y de babor a estribor a las pequeñas embarcaciones ancladas a su lecho. Un noray con marchamo de antigüedad, solo y arrinconado, como jubilado, mira de reojo y con desprecio a la hilera de modernos bolardos, a uno por decámetro, alineados a lo largo del pretil, casi tan inútiles como él, porque solo sirven de mesa para las carnadas de los pacientes pescadores, ya que son escasos los barcos que suelen asirse a ellos.

Me dirijo hacia la impertérrita escultura que mira al mar en memoria de los marineros fallecidos o desaparecidos; quizá una de las más hermosas de la prolífica obra de Javier Tejada. Representa a un joven pescador que sujeta con sus manos a la espalda en actitud y gesto desafiante, con elegante pose de la taurina gaonera, en lugar de un capote de brega, los terminales de una red en la que se aprecia tenuemente la trama, la maroma y los corchos. A sus pies, sendos meros o corvinas que no acierto a definir.

Me acerco a la estatua, y mientras leo la inscripción de su basamento, oigo que me dice: «--¿Es que no hay en El Puerto nadie con imaginación para darle vida a este espacio tan espléndido?», «--¿No hay ferias, mercadillos de antigüedades, exposiciones caninas, de canaricultura, asociaciones colombófilas, conciertos de música de la banda municipal, vuelo de cometas, exposiciones de pinturas, tenderetes con libros viejos o nuevos?»

Vista parcial del Mercadillo de Artesanía instalado en la Ribera con motivo del II Festival de Danza y Artes Plásticas 'El Puerto en Movimiento' celebrado durante los días 9,10 y 11 de septiembre de 2011.   

Yo permanecí mudo al ver que un pescador de bronce, hueco por dentro y excesivamente joven, me estaba abochornando con ideas; pero más que con ideas, con inquietud; algo que yo era incapaz de ver. Me sentí preocupado. ¿Habrá alguien con la obligación de pensar más que el pescador de Tejada? La margen derecha del Guadalete está a la espera. (Texto: Alberto Boutellier Caparrós).

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Por el tiempo y la ignorancia olvidamos a personas  que marcaron en su época una  actividad artística en nuestra ciudad. Este es el caso de una estupenda cantaora y bailaora porteña, conocida como Rosa ‘la Chiva”. Trabajo me ha costado averiguar quién fue nuestra protagonista.

Rosa Moreno Franco ‘la Chiva’, nacida en 1895 en El Puerto, en la calle La Rosa. Falleció en la calle Santa Clara, a los noventa años de edad, en esta localidad que la vio pasar por muchas penurias y sacrificios que le marcaron profundamente la vida. Despejando la pequeña biografía de Rosa, la vida le trató muy mal, fue una mujer muy desgraciada en su matrimonio, su marido la abandonó con dos hijas pequeñas, por lo que tuvo que buscarse la vida como pudiera para poder sacar a su familia adelante. Trabajo en el Hostal Loreto, en la cocina fregando platos, echando medios días lavando, encalando en casas particulares de esta zona del Puerto, en el campo en la recogida de garbanzos y en lo que hiciera falta. En el tiempo de los higos de tunas, los vendía por las casas de vecinos.

Según me contó José L. Moreno ‘Patino’, nieto de Rosa, «--Sus bisabuelos  emigraron al Puerto, a finales del siglo XIX, procedían de Higuerita, pueblo de la provincia de Huelva. En los pueblos antiguamente se conocían a sus habitantes por los apodos, ‘la Chiva’, como título nobiliario flamenco, lo heredó de su madre». Investigando en el Archivo Histórico de El Puerto, me he llevado una gran sorpresa con el padre de Rosa: fue un estupendo cantaor. Comprobando padrones del año 1895 al 1920, los bisabuelos de Patino, el pescadero, no procedían de la provincia de Huelva, como nos dijo, los dos nacieron en El Puerto. El nombre de su bisabuelo, Manuel Moreno Gálvez, nació 1851, de profesión  herrero y cantaor flamenco, según Tío Alonso ‘el del Cepillo’ y José de los Reyes ‘el Negro’. La bisabuela Rosa Franco Sanchez, nació en 1858. Posiblemente los que nacieron en Higuerita, fueron sus tatarabuelos.

HABLAN DE ‘LA CHIVA’.
He preguntado a muchos amigos aficionados, nacidos en esta Ciudad, como a mi compadre y amigo Luis Gatica Rivas que vivió una gran parte su vida en la calle de Santa Clara y me dijo que «--La conocía del barrio, pero no tenía referencia que cantara y bailara. Posiblemente porque su trayectoria artística fue muy corta, por su afición al tabaco y a los malos momentos que le toco vivir en esta vida de escasez y pobreza por las que pasó».  /En la fotografía de la izquierda, Luis Gatica Rivas.

Los primeros comentarios que yo he escuchado sobre esta mujer fue del inolvidable amigo y sabio Tío Alonso ‘el del Cepillo’: «--Era familia mía lejana, buena cantaora y bailaora por fiesta, se partió la voz muy pronto».

José de los Reyes ‘el Negro’: «--Rosa cantaba y bailaba, muy bien por fiesta». Pepa Campo: «--Era mayor que yo de edad, y una persona muy corta de genio, y estupenda cantaora y bailaora». Mi inolvidable amigo Ramón Orillo, me comentó: «--Yo no la escuché cantar, ni la vi bailar, pero mi abuela Antonia, ‘la Obispa’, decía de Rosa, que era un bicho cantando y bailando, por Luisa del Puerto, era muy humilde y rarita de carácter».  /En la imagen de la izquierda, José de los Reyes 'el Negro'.

CASAS DE TRATO O DESAHOGO.
Grandes recuerdo tengo de Joaquín Albaiceta Núñez. (El Puerto 1910-1990). Cuando se vio inscrito en el Diccionario Enciclopédico Flamenco, como guitarrista, le cayeron algunas lagrimillas por sus mejillas. Como curiosidad, en los años cuarenta, se buscaba la vida con su guitarra, en lo que antes llamábamos ‘Casas de Trato’, acompañando a cantaores y bailaores como: ‘el Chumi’, Manolo Barrera, Rafael ‘el Gitano’ y algunos que en aquel tiempo estaban casados y no quería mencionar sus nombres. A los clientes de estas ‘Casas de Desahogo’, les gustaban meterse en fiestas con las señoras o señoritas de ‘vida alegre’, frase con la que no estoy de acuerdo. Estas casas estaban situadas en nuestra ciudad en las calles la Victoria y Postigo.

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Manuel Rebollo Laínez nace el 5 de agosto de 1933 en la calle Federico Rubio núm. 4, en la casa denominada de ‘Las Rejas Verdes’. Nace en el seno de una familia humilde y trabajadora, hijo de Manuel e Isabel, siendo el segundo de 6 hermanos. Su familia es muy conocida en la ciudad por la profesión de taxista de su padre que son originarios de la vecina Villa de Rota.

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En 1971, Manuel Álvarez abrió al público como bar el Tabernón de Merello, en la calle Santa Lucía, casi esquina con la calle Federico Rubio, cuya cercanía con la Plaza de Toros, influyó en fisonomía y su propia historia; con anterioridad había sido Despacho de Vinos.

Manuel Álvarez sascando vino de la bota. /Foto: Colección Vicente González Lechuga.

En el Tabernón, recuerdo de otros tiempos, se conservaban algunos carteles amarillentos y ennegrecidos por el tiempo y los vapores alcohólicos que emanaban de las botas. También una colección de programas de mano de las corridas, que con el paso del tiempo cogieron el cuerpo de aquellas soleras. Manuel le tenía una especial estima al cartel anunciador de la corrida en la que el diestro local José Luis Galloso (con nótula núm. 368 en GdP), recibió la alternativa de manos de Antonio Bienvenida y Palomo Linares, el 18 de julio de 1971.

Manuel Álvarez recordaba cuando «los días que había corrida de toros se cerraba y engalanaba la calle Santa Lucía, desde la plaza de la Iglesia hasta la plaza de Elías Ahuja, transformándose en un paseo peatonal por el que pasaban los aficionados camino del coso». Y en ese paseo muchos se paraban y tomaban una ‘morenita’ antes de entrar a ver la corrida.

El tabernón de Merello, en su etapa final. /Foto: Colección Antonio Gutiérrez Ruiz - Asoc. Cultural Puertoguía.

Entre las anécdota Álvarez recordaba que, «en cierta ocasión Juan Bernal, matador que era entonces peón de cuadrilla, se entretuvo más de la cuenta en el Tabernón. Llevaba una maletita y me preguntó si había algún sitio donde pudiera cambiarse. Yo me quedé un poco extrañado, pero acto seguido el mozo sacó un traje de luces de la maleta y me dijo que le ayudase a vestirse, después se puso una chaqueta y un pantalón vaquero sobre el traje y salió corriendo para la Plaza». Era costumbre que, al finalizar el festejo, los diestros, camino de la Pensión en la que se hospedaban y cambiaban --habitualmente el Hostal Loreto o el Hotel España-- cogían por la calle Santa Lucía, saliendo la clientela a aplaudirles y obsequiarles con una botella de vino o a silbarles, según estuviera la faena.

Manuel Álvarez despachando desde el mostrador que daba al local.

Apenas quedan tabernas y bodegones en El Puerto: Obregón y las Siete Esquinas se reconvirtieron de Despacho de Vinos a tabernas. Iniciativas nuevas como ‘La Media Chica’ en la calle Alquiladores o ‘El Bodegon’ en calle Pagador, vienen a recordarnos que lo que fue El Puerto de otros tiempos donde las Bodegas y el Vino jugaban un papel preponderante, junto a la pesca, en la economía de la Ciudad.

El establecimiento, cerrado, en una imagen tomada en la actualidad. /Foto: Adrián Morillo González.

Carlos Benjumeda escribía en Diario de Cádiz en 1992: «Los Despachos de Vino en El Puerto se han ido perdiendo. Los cambios en los hábitos de consumo de la  población, sobre todo en los jóvenes, que han sustituido el vino por el licor, han afectado a la pervivencia de estas tasquitas. No obstante se conservan algunas, en las cuales se puede encontrar el sabor típico de antaño, adherido a la solera de sus botas, los clásicos arcos bodegueros, las vigas ennegrecidas por el vapor del alcohol, y los viejos recuerdos taurinos». Para Enrique Pérez Fernández, en su libro de Tabernas y Bares con Solera publicado en 1999, escribía: «No podemos sino dejar patente nuestra pena y rabia --sabemos que compartidas por muchos portuenses-- por la pérdida de este emblemático bodegón. Aquí, como en casi todo este cochino mundo, sigue primando, y va a más, sólo el dinero; no el valor intrínseco de las cosas y de las gentes. Los yanquis hubiesen conservado el bodegón de Merello como ore en paño. Aquí lo tiramos»·.

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Imagen tomada el 31 de marzo de 2012. /Foto: Vicente González Lechuga.

Mi conocimiento de Diógenes es escaso. (*) Trato de encontrar un paralelismo, entre mi corto conocimiento del filósofo, y la decisión de la medicina de utilizar su nombre para titular un síndrome: el síndrome de Diógenes, que se caracteriza por el aislamiento del personaje que lo sufre y que  pasa la vida como las urracas coleccionando basuras, escombros y trebejos. Esa es la definición que me han dado del residente en la chabola de la Bajamar. Dos intentos fallidos me han privado conocerlo, y solo las referencias de otro menesteroso, me han dado una imagen de él que no me atrevo a detallar hasta que esté contratastada. Hasta tanto, solo voy a intentar dibujar los signos externos del Diógenes del Guadalete, responsabilizando a la medicina de este apelativo.

El corazón de la chabola, es una furgoneta que el titular trajo desde Holanda donde vivía como emigrante. Alrededor de ella, y en su lado norte, hay construida una empalizada con cañizos ensartados y viejos estores de junco y en ella, numerosos dibujos geométricos, pirámides y espirales casi de corte ufológico Está orientada al este, de donde viene el levante. Hacia el sur hay un espacio de desahogo, como un porche. Atado con una cuerda, un perrito me observa prudentemente. En silencio. Es un perro pobre. Joven, pero pobre. Se deduce por su linaje. Es producto de mil cruces. Tiene barbas a pesar de su juventud; descuidadas, y su color, canela, como casi todos los perros vagabundos. Solo al acercarme para curiosear el interior del patio me avisa con unos tímidos ladridos. Creo que son para disuadirme de mi intención curiosa, y no despertar a su dueño que dormita ajeno al mundo diurno.

La fachada sur está decorada por docenas de tapacubos que han huído de los vehículos, y ofrece un psicodélico muestrario, que para sí quisieran muchos establecimientos de accesorios. Alrededor de la chabola y sobre el suelo alquitranado, ha construido pequeños diques de cemento para desviar las aguas de la lluvia hacia el rio. Varios trozos de tubo recortados, actúan de macetas para albergar restos de pinos navideños de plástico que se alternan con yerbajos poco ilustres, y entre ellos, ha dibujado una publicidad inacabada BBA.

El poniente está protegido con plásticos y restos de una lona ferial con rayas blanquiverdes, como las del Betis. Junto a la entrada, un soporte de hierro sostiene una baldosa que sirve de velador y sobre la que reposa un vaso con agua. Al oeste y pegada a la balaustrada del malecón, dos de los esféricos remates cubiertos por recipientes de aluminio para pollos asados, marcan a modo de gálibo los límites de su propiedad. Tres mástiles sobresalen de la techumbre, que coronada con un cajón de madera, simula una chimenea.

Todo el conjunto se asemeja a una embarcación varada en dique seco. La calma reina alrededor. Solo los graznidos de las gaviotas que revolotean sobre la lonja en la otra orilla. Dicen que su titular disfruta de una pensión de mil setecientos euros, pero yo no digo nada hasta lograr que este Diógenes me cuente. Ya sabéis  lo que dice Rudyar Kipling: Seis servidores me enseñaron cuanto sé: el qué, cómo, cuando, quien, dónde y por qué. (Texto y fotos: Alberto Boutellier Caparrós).
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(*) Sé más de Diógenes por sus anécdotas  que por su legado filosófico. Fueron los demás, como Diógenes Laercio, los que se ocuparon de difundir su pensamiento. Yo apenas alcanzo a saber, que vivía en un tonel solo con un manto, un zurrón, un báculo y un cuenco. Que un día, vió un niño que bebía ahormando sus manos bajo el chorro de una fuente y arrojó el cuenco, porque lo consideró supérfluo. Que a la luz del día, con un farol encendido, buscaba un hombre íntegro – tan difícil de encontrar tanto entonces como ahora -. Su manifiesto desprecio hacia la humanidad, llegaba al extremo de apartar de su camino a las personas diciendo que eran escombros. Que un día, Alejandro Magno lo sorprendió mirando un montón de huesos humanos y al preguntar lo que hacía, le respondió:” Estoy buscando los huesos de tu padre,pero no sé distinguirlos de los de un esclavo”, y otras muchas anécdotas que me ahorro para no cansar.

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El Jueves Santo del pasado año terminó prácticamente la Semana Santa en nuestra ciudad, y digo que terminó con el atisbo de salida  del paso de Cristo de de la Hermandad de la Humildad y Paciencia, que  rápidamente tuvo que refugiarse en la Prioral. [Este año 2012 ni siquiera ha llegado a salir]. Es una pena que por causa de la lluvia, las ilusiones del colectivo de esta hermandad se hayan visto truncadas por la inclemencia del tiempo, mala suerte y paciencia, amigos. /Foto: Yolanda Rodríguez Gómez.

La lluvia suele ser el talón de Aquiles de la Semana Santa, es una pena que no concluyera de forma feliz con las once cofradías por las calles, haciendo el recorrido previsto. La inversión humana y económica del Ayuntamiento, hermandades, hosteleros, colectivos que de alguna forma viven de las hermandades, además de las personas que disfrutan del turismo religioso,  se han visto mermadas considerablemente.

Se no fue el Jueves Santo sin más historia; porque para más “INRI” este día tan señalado en El Puerto,  solo tenemos una cofradía. Evidentemente este acontecimiento no deja de ser coyuntural; y aparte de lamentarnos de la dichosa lluvia, que podía haber llegado en otro momento; es una oportunidad que se nos presenta a los que tenemos que decir algo al respecto.

LOS SAGRARIOS.
El Jueves Santo es otros tiempos procesionaban dos cofradías, La Humildad y el Cristo del Amor, además templos y conventos permanecían abiertos todo el día, hasta una hora prudencial por la tarde, existía la costumbre de visitar los Sagrarios. Solían ir las parejas de novios, o matrimonios o grupos de señoras o señoritas, ellos con el clásico traje gris marengo, camisa blanca y corbata a juego y ellas siempre elegantes, no con ropa de Zara, Mango, etc.;  sino de Moresco, Rendón, Lerdo, Arturo, Julio Cristóbal, Muro, etc.
Iban también parejas o grupos de chicas vestidas de mantilla (igual que las que van en la Vera-Cruz), Recuerdo con agrado a  Mercedes Romero Maure, mi prima Antoñita y Paquita Pantoja, las hijas de Rafael el de las Salinas, etc. /Capilla de la Virgen de los Milagros.

EL ITINERARIO.
Había gente por todas partes, usted  por ejemplo le decía a su novio/a, amigo/a: “Oye fulanito/a, ¿Vamos a visitar los Sagrarios ?”, y hacía el recorrido siguiente: Residencia de Ancianos (Plaza de Toros), Iglesia de San Francisco, Convento de la Concepción, Colegio Carmelitas y Colegio de Esclavas, si no,  podía escoger otro itinerario que es el siguiente: Prioral, Asilo de Huerfanas (calle Cielo), San Joaquín, convento de las RR MM Capuchinas,  convento del Espiritu Santo, hasta la Iglesia del Hospital de San Juan de Dios. Se pasaba la tarde paseando de un Sagrario a otro, lloviese o no; cansado pero feliz, eso sí, señora o señorita terminaba usted la tarde sentada en algunos de los bares del centro tomándose un chocolate calentito con una buena torrija para mojar, con Dios manda en estas fechas y disimuladamente se quitaba usted los zapatos y se frotaba los pies enfundados en medias de cristal, ¡que alivio! /En la imagen capilla del Sagrario de la Iglesia Mayor Prioral.

...continúa leyendo "1.343. EL JUEVES SANTO DEL 2011."

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Algunas investigaciones sobre la talla del Cristo del Amor hablan de la poderosa gubia de algún autor italiano, de uno de los genoveses que residían en el esplendoroso Cádiz colonial del siglo XVIII  y que contaban con piadosos encargos incesantes en la capital y en su entorno. El profesor Paco González Luque, que admira tanto como venera a este Cristo, lo ha estudiado detenidamente y ha cotejado datos y versiones sobre este conmovedor,  a todas luces estremecedor, crucificado barroco. Se habla de Joaquín María di Maggio como el creador de este serenísimo rostro, de esta Muerte  de Dios, tan mansa como sobrecogedora, por el encargo del capellán Ambrosio Álvarez de Villarelo, quien quería trasladar la mística visión del Redentor que tuvo en uno de sus sueños.

Imagen actual del Cristo del Amor en la moderna iglesia de las Capuchinas, en el Pago de la Caridad.

Un Cristo con las carnes abiertas, sacrificado como el cordero de Pascua, sin la fractura de ninguno de sus huesos, como proclamaron las profecías, y clamando piedad, paz y amor,  justicia y caridad, en su dramática actitud expiatoria.  Un encargo de cuando se culminaba la rica capilla de las Capuchinas en la vía de la Virgen de los Milagros, sobre 1750. Pero tal vez pudo ser un prodigioso y anónimo autor local. Como siempre, los portuenses no terminamos de valorar ni lo que tenemos ni a quienes trabajaron por este bendito rincón de Santa María. Si no de nacimiento, aunque fuera un autor italiano, seguro que  fueron unas manos portuenses por implicación, manos portuenses de devoción, las que crearon esta barroquísima representación de la Pasión de Cristo.

La primera vez que este Cristo de las devociones salió a la calle fue con motivo de una procesión en acción de gracias en 1941. Cuando decimos que vivimos un año complicado, sólo nuestros mayores muy mayores pueden hablarnos de la hambruna y de la cartilla de racionamiento, de las privaciones y las desesperaciones de una posguerra donde en cada alborada sonaban trágicos disparos, cada día, en ese penal de El Puerto, Puerto de Santa María. En 1943 los jóvenes de Acción Católica instituyeron ese vía crucis del Cristo del Perdón del que se conservan muchas imágenes fotográficas porque se celebraba el Viernes Santo al mediodía. Discurría desde la iglesia de San Joaquín, con recogida en el templo capuchino sobre las tres de la tarde,  recorriendo las calles de ese Barrio Alto, de gitanos saeteros y patios tan floridos como humildes, siempre necesitado y latiendo como corazón de la esencia de El Puerto. /En la imagen, Vía Crucis por la calle Santa Clara en 1943.

El Cristo del Amor, portado por presos, en el interior del antiguo Penal.

El capellán jerónimo Francisco Duque sintió esa necesidad de convertir al Santísimo Cristo del Amor en estandarte de la fe y mensaje de reconciliación entre los presos del sufrido penal portuense. De ahí que el Arzobispado de Sevilla concediera con celeridad en 1958 la creación de la asociación piadosa que asisitió durante un cuarto de siglo a los reclusos. Durante décadas el Cristo Negro formaba parte de la devoción popular portuense aunque no fuera una imagen procesional. Ya en 1959 se instituye la primera salida de la asociación piadosa hasta el penal  y al año siguiente TVE filmó el primer documento que tiene sobre El Puerto en su archivo, el de la estación de penitencia de 1960.

Papeleta de rifa de 1968 para recaudar fondos para la Asociación Piadosa del Santísimo Cristo del Amor y Nuestra Madre Dolorossa del Silencio. El Premio estaba expuesto en los desaparecidos Tejidos Fernández.

Esteban Fernández Rosado y Joaquín Gaztelu eran los dos nombres fundamentales de los desvelos del capellán para llevar adelante la asociación. Con una riada de cruces exaltadas formada por Pepe Calvario, Enrique García Máiquez, Eduardo Ballesteros, Enrique Esteban Poullet, Vicente González Lechuga, Vicente Zuasti, Benito Gago, Luis Ramos, Luis Puentes o Juan Macías Figuereo. Algunos de los hermanos que con su estampa impresionaban en el Jueves Santo, mientras 16 personas conducían el recoleto paso que entre cuatro hachones  dibujaba sombras de dolor en las fachadas de la calle Cielo y que en silencio transcurría como una estrella fugaz por la noche de la primavera temprana porteña… /En la imagen, el Cristo del Amor portado por 16 hermanos, a su paso por la Carrera Oficial por la calle Larga. /Texto: Francisco Andrés Gallardo.

"Desde el alto otero de las Cruces, El Puerto parece un velero anclado o varado junto al río. Caminemos despacio. El Puerto hay que conocerlo sin prisas, poco a poco. No hay temor de que se nos haga tarde. El tiempo se detiene aquí, entre otras razones, porque no podría hacerlo en otro sitio mejor".
Juan Ig. Varela Gilabert

"Descubrid y deteneros un día, ante la cruz de hierro forjado que se encuentra en la esquina de Santa Fe con Durango, en las proximidades de lo que fue la ermita del Santo Cristo. Ermita que fue originaria sede de la hermandad de la Vera-Cruz hace cinco siglos, y por donde se erigiría ese monasterio de los franciscanos, hoy parroquia jesuita, a principios de la floreciente centuria del XVI, en el esplendor del señorío de los Medinaceli. /Antigua imagen de la cruz de la Ermita de San Sebatián, que aun se conserva en el lugar donde fue construida ésta, y en los terrenos aledaños donde más tarde habría un Hospital de Mujeres

Es la cruz del desaparecido hospital de San Sebastián, rastro semiescondido  y casi olvidado, entre coches aparcados, de un edificio que testimonió la asistencia social de la Iglesia cuando los poderes públicos no se interesaban por los más desfavorecidos…

Imagen actual de la disminuida Cruz de San Sebastián, entre coches y deslucida

Ya que en estos momentos ningún malaje nos oye, confiemos en que no venga nadie a pedir demandas de otros tiempos y a reclamar en que, por el bien de un malentendido laicismo, por desnudar de principios a una sociedad ya de por sí indolente, blandengue y trivial, se retire ese símbolo cristiano de un lugar público, como está sucediendo en otras ciudades y como se pretende imponer en colegios y hospitales regidos por órdenes religiosas. Esa cruz de hierro tan austera, con su estilizado capitel, forma parte de un patrimonio tanto cultural como sentimental y religioso que nos recuerda cada día lo que fuimos y lo que somos". /Del pregón de Semana Santa de Francisco Andrés Gallardo. Año 2010.

Más información de San Sebastián:
Nótula núm. 631 en Gente del Puerto.

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La Dolorosa, a su paso por delante de la portada de bodegas Caballero. /Foto: pasionygloria.net.

El actual párroco de San Francisco, Antonio Olmo, ha recuperado la fisonomía original de la Dolorosa que se halla en la iglesia de los Jesuitas, que fue titular de la orden seglar franciscana junto al 'Greñúo' La restauración que efectuaba el experto sevillano Juan Miñarro descubría toda la belleza de la Dolorosa que se encuentra en la iglesia parroquial de San Francisco , la de los jesuitas. Nuestra Señora de los Dolores  preside un vía crucis parroquial el Sábado de Pasión, con visita a los enfermos del hospital Santa María del Puerto y como manifestación de acercamiento al barrio, gracias a la iniciativa del actual párroco, Antonio Olmo. La recuperación integral de la imagen, a la que se la incorporado un candelero nuevo y se le ha quitado toda la policromía y añadidos de su anterior restauración, ha desvelado detalle inéditos de la talla, a la que Miñarro califica "de una especial calidad" y datada a finales del siglo XVIII.

Fachada de la iglesia de San Francisco.

AÑO 1650.
Los datos coinciden con la suposición de que esta Dolorosa era la antigua titular de la orden tercera de San Francisco  de la Observancia, la de Jesús de los Afligidos . Sobre 1650 se fundó e El Puerto la orden seglar franciscana, teniendo como titular al Nazareno que popularmente se le conocía como 'Greñúo', y que rivalizaba en devoción con Nuestro Padre Jesús de las Penas que también se encontraba en esta iglesia conventual.

CALLE DE LAS CRUCES.
Jesús de los Afligidos  presidía un vía crucis en la madrugada del Viernes Santo , con el que se recorría la calle Cruces (de ahí su nombre), hasta la capilla del Calvario del monasterio de la Victoria o, posteriormente, hasta la ermita de Santa Clara. Al sencillo cortejo del Nazareno franciscano, que congregaba una gran multitud, se le añadió una Dolorosa, Nuestra Señora de los Dolores, talla sufragada por un devoto que a cambio solicitó quedar inhumado a los pies de la imagen. Como se puede visitar en la iglesia de San Francisco , a la izquierda del altar mayor, mirando hacia el retablo, se encuentra la lápida de José Benavente del Hoyo y Treviño, el militar que en 1778 donó la imagen de esta primera titular de los Afligidos .

...continúa leyendo "1.335. LA HISTORIA DE LOS DOLORES DE LOS AFLIGIDOS. Viernes de Dolores."

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El nombre antiguo de la calle Federico Rubio es Pozuelo. Tiene una extensión aproximada de 830 metros de longitud, naciendo en la calle Santa Fe y terminando en la calle Micaela Aramburu de Mora, aunque, en realidad, continúa hasta el río Guadalete con la denominación de calle Domingo Veneroni.

En nuestra opinión, el cruce transversal con la calle Santa Lucía, supone un punto estratégico porque en él confluyen las vistas del ya conocido palacio de Villarreal de Purullena (ver nótula núm. 1.127  en GdP) al norte, el río Guadalete al sur, la Iglesia Mayor Prioral al este y la Plaza de Toros en el centro de la plaza de Elías Ahuja. /La calle Federico Rubio vista desde la esquina con la plaza de Bizcocheros.

NOMBRES.
Pozuelo, es el nombre anterior que, según dicen los estudiosos del patrimonio portuense,  respondía a la cantidad de pozos que se encontraban dentro de los múltiples patios existentes a lo largo de toda la calle, de los cuales se abastecían sus moradores (En la imagen de la izquierda, podemos ver uno de los azujelos que dan nombre a la calle, existente en la actualidad).

Federico Rubio es el nombre actual en homenaje a Federico Rubio y Galy,  hombre prolífico y de grandes aptitudes profesionales, políticas, artísticas, personales  y humanas. (Ver nótula núm. 1.163 en GdP) .

Lo primero que nos llama la atención de la calle, es que, llamándose Federico Rubio, no aparezca ninguna placa conmemorativa en toda ella, llegando a pensar que el insigne Doctor, no habría nacido en la citada vía urbana. Para el grupo ha supuesto un autentico descubrimiento, tanto la biografía como la calidad humana de Federico Rubio y Gali, del que sólo teníamos una vaga referencia, sorprendiéndonos favorablemente la importancia de sus actuaciones en los campos político, social, literario, científico, etc. /En la imagen, dibujo de Federico Rubio.

Respecto a las construcciones, destacar las distintas casas palaciegas o de Cargadores a Indias que podemos encontrar en ella, lo que demuestra la riqueza de las familias que, con anterioridad, la habitaban. El hecho de que las construcciones más importantes se concentren en el tramo que va desde la calle Micaela Aramburu de Mora, hasta la calle Santa Lucía, nos hace pensar que, en este punto se encontraba el límite de la zona ‘noble’ de la población.

Fachada lateral de la antigua Lonja del Pescado, o Resbaladero.

Casa de los Gavilanes, con fachada revestida completamente de azulejos.

Establecimento de bebidas de Antonio Herrera que estuvo durante la primera mitad del siglo XX y tras la restauración del Castillo por Hipólito Sancho.

Esquina y fachada lateral del Castillo de San Marcos. Año 2000. /Foto Mata.

Casa y Taller de mecánica de barcos de los hermanos Prieto, que se encontraba en el lateral del Castillo de San Marcos. Luego se constituyó la cooperativa Tamarco. Despareció al cesar la actividad. En la actualidad no existe el edificio que lo acogía y se recuperó la vista actual de este lateral del castillo.

La misma esquina de la imagen anterior. Año 2002. /Foto Mata.

La panadería ‘La Pajarita’, también conocida como ‘Antiguo Horno de las Cañas’, es una establecimiento con solera de los que quedan pocos en El Puerto, a pesar de que ha vivido en sus instalaciones diferentes reformas y mejoras, desde 1925, para dar un trato moderno a sus clientes, acorde con los tiempos. (Ver nótula 1057 en GdP).

...continúa leyendo "1.330. CALLE FEDERICO RUBIO. Por otro nombre del Pozuelo."

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Una grúa manual de principios del siglo pasado presidirá la recreación en el muelle de Las Galeras de la actividad portuaria de la época.

La Autoridad Portuaria de la Bahía de Cádiz, en colaboración con el Ayuntamiento de El Puerto a través de la Concejalía de Patrimonio Histórico, creará en el que fuera el primer muelle de carga de dicha ciudad, el muelle de Las Galeras (anexo al Parque Calderón) y junto al primer tinglado para almacenamiento de la mercancía, un espacio de recreación al aire libre de la actividad industrial y portuaria portuense.

La creación de dicho conjunto expositivo conlleva la recuperación de parte del patrimonio industrial y portuario de la ciudad. Estará presidido por una grúa manual de principios del siglo pasado y delimitado por la antigua barandilla del cantil del muelle. Una farola de la época, un noray y toneles de vino (que era la carga tradicional) completan el conjunto, que se erigirá junto al primer tinglado de la ciudad, actualmente conocido como La Cristalera y cuya autoría se le atribuye a un discípulo de Eiffel.

Pasos previos para la maniobra de estiba en el cantil del muelle, junto al tinglado portuario, hoy Bar La Cristalera.

Espacio expositivo en el muelle que se está acondicionando para la recreación histórica, junto a La Cristalera.

...continúa leyendo "1.327. EL PUERTO RECUPERA SU PRIMER MUELLE DE CARGA."

El magistrado Luis Arenas, instructor del crimen de Cortadura, ordenaba el 1 de marzo de 1996,  tras mas de dos años y cuatro meses de prisión la puesta en libertad del portuense Rafael Galán Zampaña. Encarcelado como presunto autor de la muerte de Milagros García Bello, desde octubre de 1993, a petición de la fiscal Ángeles Ayuso --hoy Fiscal Jefe de Cádiz-- y ante la aparición de pruebas concluyentes de ADN (ácido desoxirribonucleico) que hacían dudar sobre su entonces presunta participación en los hechos: el asesinato de una trabajadora de 24 años natural de Medina, perteneciente al servicio de Playas del Ayuntamiento de Cádiz, que fue brutalmente asesinada en la mañana del 2 de octubre de 1993 cuando se dirigía a su trabajo en los servicios de la playa de Cortadura. Rafael está en conversaciones con su abogado para pedir una indemnización por el tiempo que pasó en en Puerto 2. El 1 de marzo se han cumplido 16 años de su excarcelación.

Colegio Cristóbal Colón en 1967.

Rafael Galán Zampaña nació el 1 de enero de 1958, sexto hijo de los doce (seis varones y seis hembras) habidos en el matrimonio formado por Francisco Galán, empleado de la Calería de Gálvez en la calle Melero y María Regla Zampaña.  Estudió en el Colegio Cristóbal Colón y mas tarde en Sagrado Corazón, en la barriada de la Playa. Entre sus aficiones se encuentra la música, habiendo tocado la corneta en la Banda que dirigía Jesús Rosso y el timbal en la Banda ‘Maestro Dueñas’.

EMPRESAS DE SEGURIDAD.
Empezó a trabajar muy pronto --con 17 años-- y casi siempre, en empresas de seguridad privada, --pese a su coeficiente intelectual-- como vigilante de seguridad, llegando a prestar sus servicios en cuatro de estas compañías. Además ha sido repartidor de Bimbo con Diego Simón Montes (ver nótula núm. 358 en GdP), repartidor de cervezas Estrella del Sur en San Fernando, repartidor de Danone, aparcador autónomo y los últimos 10 años trabaja en la cooperativa  Servicios y Aparcamientos 2002, S.C.A. Actualmente lo podemos ver en una de las zonas de aparcamientos de la Plaza de Toros. «--Mi deseo es trabajar para las nuevas empresas de aparcamiento que se han creado en la Avda. de la Bajamar, pero hasta ahora no lo he conseguido», afirma.

EL CRIMEN DE CORTADURA.
Pedro Ingelmo escribe en Diario de Cádiz: «El 3 de octubre de 1993 Milagros sale de su casa en la plaza Madrid (Cádiz) a las siete y pico de la mañana. Sopla un levante de los que hace volar. Realiza la ruta de siempre camino del módulo de la playa. Y en algún momento desaparece. A las ocho sus compañeras esperan a Milagros en el módulo. Qué extraño. No viene. Empiezan a trabajar. A las nueve y media un hombre pasea con su perro por la playa. El perro se adelanta y se detiene entre unos matojos. Deja de husmear, le ordena el dueño, pero observa que allí hay algo, una pierna, quizá es un mendigo durmiendo. Según se acerca, aprecia el cuerpo inmóvil, una falda levantada, sin ropa interior, y el rostro tumefacto apenas reconocible. Es Milagros.

...continúa leyendo "1.316. RAFAEL GALÁN ZAMPAÑA. De presunto asesino a inocente en el Crimen de Cortadura."

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Romualdo Peña Montes, ‘Remujardo’ el aguador, había nacido el 2 de abril de 1920, --hijo natural de Dolores-- que tenía pues casi 92 años cuando, el pasado día 17 de febrero, nos dejaba en la Residencia Ancianos de las Hermanitas de los Pobres, junto al recinto ferial de ‘Las Banderas’, donde vivía hacía ya muchos años.

Era una persona muy querida por todos los portuenses que le trataron. En sus comienzos como aguador solía ir descalzo y con un aro con dos cubos alrededor del cuerpo. Cogía el agua en la fuente del Hospitalito y en la de las Galeras y las repartía a las casas que no tenían. Los niños de aquel tiempo se metían mucho con él, para hacerlo enfadar, pues se enfadaba ¡y como!, pero con gracia. De Romualdo --’Remujardo’-- ha escrito el profesor Rafael Sánchez González:

«Una de las características de nuestra ciudad a lo largo de su vigencia contemporánea, ha sido la existencia de una serie de personas convertidas por el tiempo en personajes de público reconocimiento que han sabido mantener una relación interdependiente con la propia ciudadanía. Eran personas que muchas veces se encontraban con la palabrería del que pasaba junto a él, pero con el suficiente vigor para contestar a su manera a las pertinentes referencias.

Romualdo Peña Montes, se dejaba querer y he aquí en uno de los múltiples posados fotográficos, de Estudio, en los que participó. Vivía hasta su traslado a la Residencia de Ancianos en el número 70 de la calle Ganado. ...continúa leyendo "1.310. ROMUALDO PEÑA MONTES. ‘Remujardo’ el Aguador."

1

Los juegos infantiles de mi niñez, me refiero a los juegos de tradición, son aquellos que desde muchísimos años atrás, seguían perdurando de generación en generación, siendo transmitidos de forma oral de abuelos a padres y de padres a hijos, a veces sufriendo algunos cambios; pero transmitiendo su esencia que permanece. No existía ningún manual para su ejecución  ni en la forma de jugar, ni la jerga utilizada, porque en cada zona de España se empleada un vocabulario distinto. Es curioso que estos juegos  aparezcan y desaparecen en determinadas épocas del año, por periodos indeterminados que no se pueden explicar y  sin tener en cuenta la estación del año. Lo cierto que cuando los niños empezábamos a jugar al trompo, decíamos: «Ha llegado el tiempo del trompo», ¡hale y todo los niños a jugar al trompo!

AQUELLOS JUEGOS.
En los años cincuenta del siglo pasado, los niños nos entreteníamos aparte del fútbol,  con el juego del trompo, mocho y la billarda, juego de la palmá,  salto en búa, máquina cincel, salto de la pared, bolindres, cilin sin cerra, nicle nacle y colate, pelota al ruedo, etc. Había juegos para niños, niñas y mixtos; por describir algunos me referiré en este trabajo al juego del bolindre.

El juego del bolindre, boliche, boli o canicas, probablemente sea uno de  los juegos de niños más antiguos que  se conocen,  según algunos estudios  su origen es de postneolítico; se han encontrado canicas en tumbas infantiles en la zona del río Nilo y han  aparecido  bolitas de barro del tiempo de las cavernas.

Existía en cada lugar un vocabulario al efecto, que se empleaba cuando se jugaba; en cada sitio se  regía por  normas distintas,  incluso para la misma modalidad,  yo me limitaré sin más, a hacerlo como entonces jugábamos los muchachos en  El Puerto.


Bolis de barro 'cacho' y 'cuatro cachos'. /Foto: Manuel Cabello y Esperanza Izquierdo.

LOS BOLIS.
Lo bolis, como aquí se denominaban, eran bolitas de barro cocido, que se solían comprar en los refinos, mercerías y algún almacén de ultramarinos. Recuerdo los que vendían en casa de la Chana, el refino de Miseria, el almacén del Cañón, o el refino de Pérez Grant. Existían también  bolas de cristal, que eran los tapones de gaseosa y bolas de acero que eran poco utilizadas por lo pesadas. Los más sibaritas, se hacían a su medida  el bolindre que utilizaban para jugar, para ello iban a la fábrica de ladrillos de los hermanos Lorenzo y Manuel Cauqui Badallo –esta fábrica de ladrillos toscos, estaba situada en lo que fue el almacén de hierros de Almacenes Osca, frente de la finca “El Caracol”--  y pedían un pedacito de barro que convenientemente trabajado le daban el diámetro y la redondez necesaria a su maña, después se secaba al sol y luego se cocía al horno Existían dos tamaños de bolindres, los bolis y bolas. Las bolas equivalían a cuatro bolis pequeños; los bolis pequeños con el tiempo dejaron de fabricarse y quedaron solamente las bolas.

El bolindre pequeño o boli, equivalía en el argot del jugador a un cacho y la bola a cuatro cachos, casi siempre se empezaba jugando a dos cachos,  es decir a dos bolindres pequeños o la mitad de una bola.

...continúa leyendo "1.304. JUEGOS INFANTILES: 1. El Bolindre."

Al realizador rumano Valerio Lazarov, primer director general de Telecinco le sirvieron de inspiración El Puerto y alrededores  para una serie de especiales que preparaba para TVE en el otoño de 1971 y que se rodaron íntegramente en la provincia de Cádiz, hace ya 40 años. El programa se llamaba '360 grados en torno a Marisol'.

Este programa formaba parte de la estrategia de la televisión nacional de ofrecer unos contenidos que hicieran creer a la población que vivían en un país moderno y libre de censuras. El proyecto lo había firmado Adolfo Suárez, cuando era director general de RTVE, y el mediático Luis Ángel Delaviuda (fundador de Antena 3) como director de antena.

Unos años antes Lazarov, literalmente huyendo del régimen de Ceaucescu, había despuntado en la cadena española con el musical ‘El irreal Madrid’. Lazarov, precursor del ritmo del videoclip televisivo y obseso con las posibilidades del zoom, tenía barra libre para sus programas de entretenimiento: además de dar una presunta imagen de modernidad para el interior, sus programas, que eran adquiridos en muchos países de Europa y Suramérica, transmitían una imagen de España como país avanzado.

El desaparecido Varadero de Pastrana y el también desmontado puente de San Alejandro.

Aunque en los títulos de crédito de ‘360 grados en torno a Marisol’ no aparece nada sobre los lugares elegidos (incluso en la Wikipedia se habla de "la provincia de Málaga"), el programa emitido en 1972 en la Primera Cadena fue un escaparate turístico de El Puerto y Cádiz, a mayor gloria para el relanzamiento de la carrera de Marisol. Otro espacio de la serie musical, el dedicado a Carmen Sevilla, también se grabó en buena parte en la provincia.

Marisol y Tip y Coll en el Castillo de San Marcos

El castillo de San Marcos de El Puerto, a lo Polanski-Lazarov  quería emular a Polanski en 'El baile de los vampiros' y creó una versión carpetovetónica en el castillo de San Marcos, en El Puerto, para este programa de Marisol de 1972. La cantante junto a Tip y Coll y sus bailarines danzan por las almenas con vistas a la Bahía.

...continúa leyendo "1.300. VALERIO LAZAROV Y EL PUERTO. Hace 40 años."

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