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España juega contra Francia y nuestro portero, Iker Casillas, es aclamado por sus paradas imposibles. De vivir Rafael Alberti estamos seguros de que, aparte de coincidir los colores de las camisetas --blanco y azul--,  adaptaría su ‘Oda a Platko’ por la ‘Oda a Iker’. Además, otro portuense, José Manuel Pinto Colorado (nótula núm. 281 en GdP) es portero titular del Barcelona, en relación a los equipos que vamos a comentar…

El poeta Rafael Alberti, dedicó al guardameta Platko, aquella oda, aparecida en la primera página del periódico "La Voz de Cantabria" del día 27 de mayo de 1928, que hoy acaso, versionaría nuestro poeta universal en honor al guardameta Iker Casillas.

Y es que, los Campos de Sport del Sardinero de Santander fueron escenario de la final de Copa de fútbol entre el F.C. Barcelona y la Real Sociedad de San Sebastián. Tres partidos fueron necesarios para saber quién se proclamaba campeón (no existía entonces el lanzamiento final de penalties). En el primero de esos partidos, jugado el día 20 de mayo, el portero del Barcelona, el húngaro Platko, se convirtió en héroe por su comportamiento. "Cuando la Real estaba achuchando la portería catalana, su delantero centro Cholin, en una posicion envidiable, avanzó hasta la portería. Cuando el gol parecía inevitable, el guardameta Platko realizó una gran estirada y se arrojó sobre el pie del jugador donostiarra conteniendo así el tiro, pero a cambio de recibir en la cabeza el golpe destinado al balón. La patada fue brutal, Platko quedó conmocionado y tuvieron que retirarle del campo para aplicarle 6 puntos de sutura en la herida ensangrentada." Platko regresó al juego con un aparatoso vendaje que perdería en el transcurso del juego. ?/En la imagen de la izquierda, Rafael Alberti en 1981. Foto: Isabel Steva Hernández.

ODA A IKER (versión imposible)

Ni el mar,
que frente a ti saltaba sin poder defenderte.
Ni la lluvia. Ni el viento, que era el que más rugía.
Ni el mar, ni el viento, Iker,
rubio Iker de sangre,
guardameta en el polvo,
pararrayos.
No nadie, nadie, nadie.
Camisetas azules y blancas, sobre el aire.
Camisetas reales,
contrarias, contra ti, volando y arrastrándote.
Iker, Iker lejano,
rubio Iker tronchado,
tigre ardiente en la yerba de otro país.
¡Tú, llave, Iker, tu llave rota,
llave áurea caída ante el pórtico áureo!
No nadie, nadie, nadie,
nadie se olvida, Iker.
Volvió su espalda al cielo.
Camisetas azules y granas flamearon,
apagadas sin viento.
El mar, vueltos los ojos,
se tumbó y nada dijo.
Sangrando en los ojales,
sangrando por ti, Iker,
por ti, sangre de España,
sin tu sangre, tu impulso, tu parada, tu salto
temieron las insignias.
No nadie, Iker, nadie,
nadie se olvida.
Fue la vuelta del mar.
Fueron diez rápidas banderas
incendiadas sin freno.
Fue la vuelta del viento.
La vuelta al corazón de la esperanza.
Fue tu vuelta.
Azul heróico y grana,
mando el aire en las venas.
Alas, alas celestes y blancas,
rotas alas, combatidas, sin plumas,
escalaron la yerba.
Y el aire tuvo piernas,
tronco, brazos, cabeza.
¡Y todo por ti, Iker,
rubio Iker de España!
Y en tu honor, por tu vuelta,
porque volviste el pulso perdido a la pelea,
en el arco contrario al viento abrió una brecha.
Nadie, nadie se olvida.
El cielo, el mar, la lluvia lo recuerdan.
Las insignias.
Las doradas insignias, flores de los ojales,
cerradas, por ti abiertas.
No nadie, nadie, nadie,
nadie se olvida, Iker.
Ni el final: tu salida,
oso rubio de sangre,
desmayada bandera en hombros por el campo.
¡Oh, Iker, Iker, Iker
tú, tan lejos de España!
¿ Qué mar hubiera sido capaz de no llorarte ?
Nadie, nadie se olvida,
no, nadie, nadie, nadie.

Rafael Alberti

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Rafael de la Riva Nicolau nació en 1862 y aunque no puedo precisar la fecha de su muerte, es mi objetivo dar a conocer a los lectores de GdP las buenas acciones y el talante liberal que presidió la vida plena de vocación --un sacerdote de la medicina-- de este respetable y olvidado paisano que dirigió de forma ejemplar y admirable  durante varios años, en el tránsito de del siglo XIX al XX,  el  Hospital Municipal.

SUCESORES EN SUDAMÉRICA.
Fueron sus padres, Felipe De la Riva Yela, un indiano guatemalteco descendiente de hijosdalgos cántabros, establecido en nuestra Ciudad mediado el siglo XIX, cuando apenas contaba 27 años, dedicado al negocio de la vinatería. Enviudó joven y contrajo segundas nupcias con Victorina Nicolau Chevasco, la hija mayor de un prestigioso abogado de origen catalán pero asentado desde hacía décadas en nuestra ciudad, donde nacieron todos sus hijos.  Tenía Felipe De la Riva dos hijos de su primer matrimonio, Amelia y Luis De la Riva Ruiz, este último nacido en El Puerto.

La hembra se crió con la familia de Guatemala y el varón se mantuvo con el padre hasta los quince años de edad, cruzando el Atlántico en busca de mejor fortuna, como tantos jóvenes de su edad. Un detalle bastante emotivo de este emigrante portuense medio hermano del personaje que estamos refiriendo, fue el hecho de que, cuando montó un negocio propio en 1886 de vinatería y abarrotería, término este –abarrote- equivalente en Guatemala y Panamá al empleado en nuestra tierra para el suministro de artículos de abasto, provisiones y víveres, le puso por nombre “El Guadalete”. Sus sucesores mantienen en la actualidad un complejo empresarial denominado “De la Riva Hermanos” que engloba empresas editoras, de diseño, distribución, publicidad y artículos de joyería. /En la imagen de la izquierda, caricatura de Luis de la Riva, ya mayor, publicada en la prensa de Guatemala.

CÓLERA MORBO.
Nada mejor para conocer la personalidad de Rafael De la Riva que la opinión de sus contemporáneos. De una semblanza publicada en la Revista Portuense del 12 de marzo de 1897, entresacamos algunos fragmentos: «Rafael De la Riva Nicolau es uno de los más ilustrados facultativos de la generación actual, y lo es más aún por sus arraigadas creencias médicas. No muy sobrado de recursos, hizo la carrera a fuerza de gran energía y constancia. En el año en que estaba a punto de terminar sus estudios, cuando el cólera morbo hacía bastantes estragos en Cádiz y se cebaba tan terrible epidemia en los infelices alienados del Manicomio Provincial, De la Riva solicitó y obtuvo un puesto de honor en tan caritativo establecimiento y, luchando en desventajosísimas condiciones, salvó de las garras de la muerte a muchos de aquellos desgraciados. Su notable conducta en los tres meses de aislamiento y sacrificio voluntario fue recompensada por la Diputación con el título de Licenciado en Medicina, libre de gastos, siendo propuesto para la Cruz de Beneficencia. Cuando estudiaba en Cádiz era siempre el obligado cabeza de motín, el que arengaba a los compañeros, el “leader”, el orador de confianza de la Facultad. Actualmente, que ostenta título tan preciado como el de Director del Hospital de San Juan de Dios, puede considerársele, sin exagerar, como un brillante cirujano. Reúne admirable destreza y enorme sangre fría… antes de operar, estudia y lee mucho… Muchas madres lo bendicen, al obtener la exclusiva para la aplicación en El Puerto del suero antidiftérico Behring…  Debió ser abogado: causas especiales le hicieron variar el rumbo de sus estudios… habría sido de los de buena cepa, pues le viene de casta. Demócrata convencido, sus ideales le han causado graves disgustos en distintas ocasiones. Escritor distinguido, polemista hábil, es temido como adversario en la prensa y en las tribunas».

Plácido Navas Villasclaras, médico que fue de la Plaza de Toros, con bigote, a la izquierda de la imagen. El tercero por la derecha, en primera fila, Enrique Máiquez Adán, también médico y abuelo de Enrique, José María y Consuelo García Máiquez. No conseguimos ubicar en la imagen a Rafael de la Riva.

CIRUJANO EJEMPLAR Y DEMÓCRATA.
Elogian en la semblanza su profesionalidad y brillantez. Sirva como botón de muestra la operación que practicó en el verano de 1894 en el Hospital Municipal, asistido por los médicos forenses Manuel Medinilla y Plácido Navas,  extrayendo un proyectil alojado en el cráneo desde hacía ocho años a un excombatiente.

FEDERICO RUBIO.
En 1900, el año en que moría el siglo XIX y nacía el XX, nuestro paisano Federico Rubio Galy, al que no quedaban muchos meses de vida,  gozaba de un merecido reconocimiento de todos los estamentos sociales por sus aportaciones científicas y humanísticas, recibiendo múltiples elogios y homenajes en numerosos lugares de la nación. Menos en su tierra natal, a lo que parece, pues en esa fecha, concretamente el 26 de junio de ese año, un paisano y colega, médico y cirujano también, firmaba en la Revista Portuense un artículo a él dedicado titulado “Honor y Caridad”. El autor,  Rafael de la Riva Nicolau y en él alertaba de la inminente visita a Cádiz del sabio doctor, proponiendo fuesen al andén de la estación, a su paso por esta, para honrarle y saludarle, una comisión municipal a la que se agregasen los médicos y vecinos que lo tuviesen a bien. Igualmente, apuntaba la idea de colocar una lápida conmemorativa en la casa en la que nació y destacaba en el amplio contenido de su colaboración en el periódico local sus virtudes y méritos profesionales: «Todos los que han tenido como yo el honor de tratar a don Federico, saben perfectamente que lo de ejercer y predicar la honradez profesional constituye en él una preocupación constante, casi una obsesión… no deja pasar momento propicio para predicar que seamos siquiera buenos los que apenas podemos ser científicos». /En la imagen de la izquierda, Federico Rubio.

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Recientes investigaciones sostienen que la actual desembocadura del río Guadalete se abrió hacia el año 19 antes de Cristo

Arriba, fotografía aérea de parte de la Bahía (Google Earth), donde hemos señalado el río Guadalete y la isla de Cádiz. Abajo, fotointerpretación de cómo podría haber sido la misma zona en época romana: con una sola desembocadura en el hoy río San Pedro, el recorrido de la Vía Augusta (puntos) y la actual desembocadura del Guadalete, creada por Balbo el Menor (líneas).

Sitúese en la desembocadura del Guadalete. Por ejemplo, frente a la plaza de las Galeras, en el muelle del Vapor. El curso del río que ve a derecha e izquierda no lo creó la naturaleza, sino la iniciativa de un hombre: el gaditano Lucio Cornelio Balbo,’ el Menor’ quien, hacia el año 19 antes de Cristo mandó abrir en su espacio una ría artificial para establecer las infraestructuras del Portus Gaditanus.

El Puerto Gaditano fue el puerto de Gades que se fundó entonces al amparo de la política económica marcada por Augusto (27 a.C.-14 d.C.) por la que la aristocracia mercantil gaditana se dedicó a la explotación de las fértiles tierras que median entre las desembocaduras del Guadalete y del Guadalquivir. El Marco del Jerez. La Isla Cartare de Avieno.

Se convirtió entonces el Portus en uno de los puertos más importantes del Mediterráneo, exportador a gran escala, básicamente, de salazón de pescado, vino y aceite. Su principal destino, Ostia, el puerto de Roma. El territorio se vertebró a través de la Vía Augusta, creada al tiempo que el nuevo puerto, que en su primer tramo enlazaba Gades, el Portus Gaditanus y, junto a un estero de las marismas del Guadalquivir, Hasta Regia.

Paramento Este de la calzada en el Coto de la Isleta. El agua del caño de las salinas ha desprendido la tierra, dejando al descubierto la estructura. En el recuadro, su situación.

En suelo portuense, en el Coto de la Isleta y junto a la laguna Salada –en el llamado de muy antiguo Camino de los Romanos- se reconocen los vestigios de la calzada. Una joya histórica que aún está por desvelar y por poner en valor en dos entornos en los que se aúnan naturaleza e historia. Ayuntamiento, póngase a la tarea.

A PICO Y PALA.
La obra que mandó hacer Balbo fue un canal –llamémoslo ‘Canal de Balbo’- en la playa, que entonces alcanzaba las inmediaciones de la calle Valdés, y unirlo a la madre vieja del Guadalete, que corría a espaldas del Coto de la Isleta, conectándose así el curso artificial con el cauce del San Pedro, que entonces era el Guadalete que desembocaba a la bahía en una ensenada junto a Puerto Real.

Arriba una fotografía aérea de la desembocadura del río Guadalete, en la actualidad (Google Earth). Abajo una fotointerpretación, con la reconstrucción ideal de Portus Gaditanus, algunos muelles de atraques con la infraestructura portuaria, administrativa y de habitad. El puente y la vía atraviesan el río, detrás el agua recorre serpenteando zonas de marismas, con canales navegables que conducen al río principal, que se podrá surcar río arriba. Al fondo la Sierra San Cristóbal.

...continúa leyendo "1.414. LA DESEMBOCADURA DEL GUADALETE ES ARTIFICIAL. Se abrió el año 19 a.d. Cristo."

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A lo largo del día de hoy se ponen a a la venta los primeros ejemplares de la novela "El Cartaginés", editada por El Olivo de Papel, de la que es autor el portuense Álvaro Rendón Gómez. (ver nótula núm. 680 en GdP). Doscientas noventa páginas en papel ahuesado y portada a todo color sobre cartulina brillo, la novela se desarrolla en Cádiz-capital y sus escenarios se reparten por toda la provincia.

En lenguaje ameno, se narran las peripecias del inspector de policía Cañete, conocido en los bajos fondos como Charli, durante la investigación de un extraño homicidio: El cuerpo de un joven aparecido flotando en la rompiente del Baluarte de la Candelaria. Las primeras pesquisas apuntan a que el cuerpo pudo servir de paredro en un primitivo ritual a Melkhart, dios fenicio de la guerra. El policía es un hombre roto, agrio y torpe, con un largo historial de infortunios, que conocerá a una mujer sorprendente, Marta, que le recordará a Catherine, la novia oficial del Brochas, un ex-legionario que dirige un garito de juego y prostitución a las afueras de la capital gaditana. Novela de contrastes, de individuos que sobreviven encadenados a su propio destino incierto, capaces de protagonizar las más extrañas actividades, como Nati, la alcahueta del Paraíso, un viejo hotel convertido en burdel venido a menos; Serafín, capaz de memorizar miles de datos sobre la Semana Santa andaluza; María José, Pepa, profesora de Historia y liberada soltera; o el subcomisario Flores, en quien Cañete confiará para desenmascarar al culpable de tanto atropello.

"Aún sin identificar el cadáver aparecido sobre la rompiente del Baluarte de la Candelaria. Tras un azaroso rescate de la Guardia Civil del mar, una dotación de Bomberos de la capital y varias unidades de Policía Local, se ha logrado rescatar de las aguas de Cádiz el cuerpo sin vida de un muchacho. De madrugada, la Policía Local acudió al lugar de los hechos avisada por dos pescadores gaditanos. A día de hoy, no sabe nada más. Existe un hermetismo total". De la novela de Álvaro Rendón  'El Cartaginés'.

Entre esta fauna de tipos sobresale El Cartaginés, que da nombre a la novela. Fiel a la consigna de que “tu mano izquierda nunca sepa lo que hace tu derecha”, el Cartaginés dirige un imperio que prosperó entre el comercio y la corrupción, en una sociedad regida por leyes ineficaces, incapaces de castigar a los poderosos.

Álvaro Rendón Gómez, El Puerto de Santa María (Cádiz), 1950. Geómetra, narrador y ensayista. Licenciado en Bellas Artes. Catedrático de Dibujo. Estudiante de Cábala Hermética desde 1982, ha publicado ensayos con base geométrica como Mapas Geométricos, 1993; Análisis de recintos sagrados, 2000; Geometría paso a paso (tres volúmenes), 2001-2002; La Lápida Templaria descifrada, 2008, en colaboración con Juan Eslava Galán; La Cripta del Shemaforash, 2011. Su última novela, "Marisma con buitres", ha sido alabada por escritores de la talla de Juan Eslava Galán, premio Planeta 1987 [Librería Zorba, Larga, 69; El Puerto de Santa María; teléfono 956872195]

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Hablar de Muñoz-Seca es chocar con eso del ‘astracán' aunque yo quiero pasar sobre él sin detenerme, porque para mí el astracán, que según Sáinz Robles lo inventó Enrique García Alvarez, pero que como él dice fue el inolvidable autor portuense, su ‘máximo pontífice', para mí el astracán es algo que no lo tengo en cuenta. Pedro Muñoz-Seca, 'un hombre bueno, un corazón limpio, una gracia fresca, una modestia clara', como ha escrito José María Pemán, es una figura indiscutible en el teatro cómico español de todos los tiempos, al lado por ejemplo, de Jardiel Poncela o de Miguel Mihura. Cada uno, eso sí, con sus características inconfundibles, pero a una igual altura. Por tanto a Muñoz-Seca no hay que relegarlo al olvido, como es el caso de algunos que parecen ignorarlo, tal ves porque existe una creencia, de la que yo no participo, de que el teatro cómico es, diríase, un teatro menor al que no debe prestársele demasiada atención. Admito que Pedro Muñoz-Seca tengan sus detractores pero de eso a punto menos que ignorarlo, me parece un error lamentable. Con astracán o sin él, no siempre sus obras de las cerca de trescientas que escribió, han de ser consideradas como productos tan sólo para la risa, lo cual es ya un bien, porque el hacer reír no sienta mal a nadie. En Muñoz-Seca, muchas veces, tras la escena disparatada y regocijante, se esconde un fondo humano y serio.

En la fotografía aparecen, de izquierda a derecha, Pedro Muñoz-Seca, don Alfonso de Borbón y Tirso Escudero. Fue obtenida en el saloncito del Teatro de la Comedia (Madrid), en el entreacto de un estreno.

He leído no hace mucho, en un libro de publicación reciente, que Muñoz-Seca "no es que fuera un hombre inculto, aunque en su teatro, generalmente, brilla por su ausencia la literatura, arrastrando por el torbellino de su peregrino ingenio, de su fecundidad fabulosa". Me permitirán no esté conforme con ese parecer, porque no es que don Pedro rodease a sus obras de un marcado tinte de literatura, lo cual hasta cierto punto, no conviene a un tipo de teatro como el suyo, pero de eso a decir que los valores literarios en su teatro brillan por su ausencia, me parece hablar en términos muy expeditivos. Más prudente encuentro a Gonzalo Torrente Ballester cuando afirma que, 'aunque parezca raro, el teatro de Muñoz-Seca supone un pensamiento'. De ahí lo que dije antes de que muchas de sus obras esconden una idea formal y seria, pese a su envoltura superficial y cómica.

En la imagen,  Pedro Muñoz-Seca y su mujer Asunción Ariza, con su hermano el Dr. Muñoz Seca y Elisa Bela Marchena, en Sevilla.

Una de las virtudes del autor portuense es que su teatro gustaba a todos los públicos, con sus excepciones claro. Es de notar en el teatro muñozsequista dos perfectas y definidas facetas, las que corresponde a las obras escritas por Muñoz-Seca solo y las debidas a su estrecha y continuada colaboración con Pérez Fernández.

...continúa leyendo "1.396. PEDRO MUÑOZ-SECA. Gracia fresca, modestia clara."

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«El Castillo de san Marcos, en El Puerto de Santa María está en la plaza de Alfonso el Sabio, y se trata de una iglesia mozárabe rectangular, flanqueada por cuatro torreones octogonales del siglo XIII, y el principal (perforado en 1908, con los escombros esparcidos por todo el pavimento) que contiene el sagrario en su base; y algunas salas de época medieval, en el piso alto, con acceso por la azotea o patio que cubre la bóveda del templo». Así lo describía Carlos Sathou Carreres ("Castillos de España: (su pasado y su presente)", Espasa-Calpe), hace sesenta años.

Según los testimonios de la época, el Castillo o la antigua mezquita de Alcanate (Al-Qanatir) era la única iglesia existente en El Puerto. Argumento que defiende Manuel González Jiménez ("Repartimiento de El Puerto de Santa María", Univ.Sevilla, 2002, p.167) frente a la tesis contraria de Mariano López Muñoz que la confundió con la iglesia de Santa María, en el Pozo Santo, sobre la que se alzaría posteriormente la actual Iglesia Prioral.

Altar Mayor de la Iglesia de San Marcos (Castillo) en el siglo XIX. /Colección LSA.

En las Cantigas se relata que fue Alfonso X quien ordenó al alarife Alí que aprovechara la planta de la mezquita oratorio islámico, del siglo X, y levantase esta iglesia-fortaleza. Durante las obras  se produjo una avenida del Guadalete que arrastró hasta El Puerto el puente de madera del Portal de Jerez, como se recoge en la Cántiga 356.  Las obras se realizaron entre 1268 y 1272 y se respetaron la naves abovedadas soportadas por gruesas columnas romanas embutidas, el mirhab, un nicho de planta cuadrada y el patio de las abluciones, o sahn. Ignoramos si, como era común en los recintos fortificados de la época, tenía cava, cárcava o foso avanzado. La fortaleza de Santa María poseía varias puertas. La principal, de hierro, y las que conducían a pasos internos protegidos por torres y rastrillos corredizos que bajaban por aberturas hechas en la bóveda y ranuras laterales. De este modo se aseguraba la defensa de la fortaleza; pues, el asaltante debía recorrer un largo trecho, entre bastiones, antes de llegar a la puerta que no podía incendiar al ser de hierro. Aún se conservan algunos bastiones, ocultos en la muralla, y las puertas existentes en la actualidad no parece que sean defensivas, sino de acceso a la capilla interior, como señala González de Simancas, resultado de la adaptación de la mezquita y la fortaleza. Bellísimas son, sin embargo, las guarniciones de los muros y torres mediante merlones de base cuadrangular y capirote piramidal.

Óleo sobre tela (3760x32o0 cms. obra de José María Rodríguez Losada. (Año 1852). Idealización de Alfonso X recibiendo del alguacil moro de Jerez las llaves de la aldea de Alcanate. Al fondo el Castillo de San Marcos y, sobre la torre del homenaje, aparición de la Virgen de los Milagros, escudo de la Ciudad.  /Foto: Academia de Bellas Artes.

LEYENDAS.
Según la tradición popular, de explorarse el subsuelo del Castillo confirmaría o desmitificaría muchas historias que los portuenses ancianos contaban en torno a un velón de aceite, cuando se iba la luz eléctrica; porque, al parecer, la fortaleza está plagada de túneles subterráneas. Podrían ser primitivas covachas subterráneas, pasadizos por donde acceder a lugares estratégicos, más allá del perímetro convencional de la cerca defensiva, y que permitiría aprovisionarse de agua y comestibles en el caso de sitios prolongados. Se habla de dos túneles en concreto: El primero, la  comunicaría con la sierra de san Cristóbal y el segundo, más corto, con el río. De su existencia podrían dar buena cuenta los caballeros de la Orden de Santa María de España, fundada por Alfonso X el Sabio, que utilizaron el Castillo como fortaleza.

Cuadro que idealiza a unos canteros en pleno trabajo.

FRANCMASONERÍA.
Son curiosos los signos lapidarios que describe Hipólito Sancho en los años cuarenta del siglo pasado, y que existieron antes de que el Castillo fuera restaurado para tomar el aspecto que posee en la actualidad. Rafael Gómez Ramos ("Los constructores de la España Medieval", Universidad de Sevilla, 2006, p.184) los sitúa en las cinco torres y, sobre todo, en el muro este. ¿Significa esto que, como opina Rubio Samper (J.M.Rubio Samper, "La figura del arquitecto en el periodo Gótico. Relaciones entre España y el resto de Europa", Boletín del Museo e Instituto Camón Azanar, XXII, 1985, p.102, los canteros constituían una "aristocacia" dentro de los obreros, considerándose incluso superiores a los otros "masones" o albañiles? No parece que exista relación alguna entre esta "casta de alarifes" (G.E.Street, "La arquitectura gótica en España", Madrid, 1926, p.466) y la francmasonería; aunque, en el "Libro del Peso de los alarifes y Balanza de los menestrales" aparecen datos muy semejantes a los conocidos de las corporaciones europeas, con secretos del arte de construir basados en la Geometría.

Acuarela de Molina Mora de la Bajada del Castillo.

La copia que se conserva es la que celosamente guardaban los alarifes sevillanos en 1540, y que fueron obligados a entregar al concejo de Sevilla, por una orden del emperador Carlos V. Sobre la portada de este manuscrito aparece la figura de un rey sentado, con el escudo de Castilla y la leyenda "Alarifes juzgad y seréis bien juzgados", sobre la imagen de una ciudad amurallada y las herramientas del oficio de albañiles (R.Gómez, "El Libro del Peso de alarifes y Balanza de los menestrales", Actas del I Simposio Internacional de Mudejarismo, Madrid-Teruel, 1981, ps. 255-267) ¿Qué ciudad amurallada representaba?» (Texto: Álvaro Rendón Gómez).

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Los ríos dan a la tierra una inmensa fecundidad que se palpa en muchos aspectos del paisaje. El agua es vida y es también vehículo. Las ciudades con río poseen una idiosincrasia especial que las hace únicas. Señalan un camino hollado, mantenido en el espacio y el tiempo, por el que es posible transitar apaciblemente. Los ribereños han utilizado esta corriente constante para desarrollar su actividad comercial.

Óleo de Ángel Lara Barea.

A través del río se accede fácilmente al mar y de ahí a los océanos que bañan mundos accesibles, porque el agua lo une todo. Está presente en los seres y objetos de la Tierra. Es universal. El elixir de la vida que reclamaban los alquimistas medievales, el disolvente universal que destacaron en sus fórmulas esotéricas. Las ciudades con río son abiertas. Despiertan expectación y crían ciudadanos con alma inquieta, conscientes de ese eterno manar segundos de un tiempo que parece no detenerse nunca.

Merced al río, El Puerto es una ciudad franca y luminosa, cordial y amiga. Acoge al viajero que, como corriente libre de agua, cree moverse aunque nunca la abandona: Peregrino de una misma ruta, siempre cadente y renovada. Camino insondable que conoce y ama; que forma parte de remotos ayeres, que le hace recorrer largos viajes entre la vida y la muerte. Porque la vida, como la muerte, es un constante fluir, una incesante sucesión de conciencia-inconciencia, nacimiento y renacimiento, sueño y despertar. El Puerto perpetúa sus brazos abiertos, como lenguas de arena fina, de arrullo de ola, de brisa que al sumergirse en los esteros, se sala.

El desaparecido puente de hierro sobre el Guadalete en el siglo XIX.

El río arroba la mirada del caminante cansado, lo trata con llaneza y sinceridad. Como al hermano que intuye tiene en cada muelle, allende los mares. Los mismos donde atracaron navíos que partieron hace mucho del improvisado muelle de mi pueblo.

Hoy, el errante inmóvil arrastra blancas vivencias fijadas, como espuma, a las sienes de las olas. A este muelle llegaron también fenicios y griegos, cartagineses y romanos, mucho antes de que se instalara "el moro" durante ocho siglos y le añadiera el prefijo "guada" al que se denominó Lethéo, y su nombre en griego Lethe que quiere decir olvido.

Es el mismo río al que Lucio Aneo Floro, amigo personal del emperador Adriano, en su Epítome de la Historia de Tito Livio (lib.2, cap.17) dice que los soldados de Decio Bruto temían pasarlo por temor a morir y por eso cambiaron su nombre por el de Flumen Oblivionis. En el poema épico Púnica, Tiberio Catio Asconio Silio Itálico, escribió que el río causaba olvido al que bebía sus aguas, y añade con sarcasmo que habría que "tenerla a mano y a la boca en muchas ocasiones del mundo y de la fortuna". Claudio Eliano, en cambio, en su Varia Historia dice que la denominación de "río del olvido" era porque en sus riberas crecían adormideras, mandrágoras y otras hierbas, cuyos zumos causaban y reconciliaban el sueño. Según otras fuentes, por este río Lethéo, o Guadalete, se sospechaba que se accedía a los campos de Elisia Pedia –Elíseos–, un vergel apacible y ameno, con gloriosos bosques donde moraban los hombres buenos. Poseía una luz del Cielo que todo lo transformaba en risa, alegría y regocijo. /En la imagen de la izquierda, el emperador español Adriano.

Los campos olían a Primavera, aromas y flores, acompañados de mucha variedad de frutos sabrosísimos, y fáciles de cultivar con azada, reja o cultura. No cabe duda de que este autor dijo verdad. Desde su origen, el río de mi pueblo, el río del Puerto crió buenos pescadores y hábiles marineros; aunque los hizo esclavos de los vientos que soplan apacibles de levante y poniente, ciegos de la luz que blanquea las frágiles pirámides de sal; aunque, eso sí, también los hizo serenos y creativos, perpetuamente abiertos a la inmensidad del cielo, azul e incierto.

Vista aérea del río y la Ciudad. /Foto: Jorge Roa.

Si mi pueblo, El Puerto de Santa María, diera la espalda al río, se negaría a si mismo, rompería la historia, se hundiría en la nada de lo vacuo y efímero, y se perdería un futuro que invariablemente le perteneció.  (Texto: Álvaro Rendón Gómez)

François Pérez Ayrault nace en Madrid en 1961. Conoce El Puerto de Santa María desde hace aproximadamente 20 años, donde colaboró con la desparecida emprendedora del Turismo, Rosa Mayo (ver nótula núm. 1053 en Gente del Puerto) como ejecutivo de Viajes Vincit y es a raíz de esa relación profesional, donde conoce en profundidad los escenarios portuenses que aparecen en la novela ‘Anochecer en El Puerto’, donde se desarrolla la trama.

Ha desempeñado a lo largo de su vida profesional diversos cometidos siendo en la actualidad Director Comercial de la consultoría para directivos Instituto de Formación Avanzada (Infova). Es articulista de diversos medios: El Economista, Cinco Días, Expansión & Empleo, ABC, Nuevo Trabajo, Gaceta de los Negocios, etc… sobre gestión y recursos humanos. Persona polifacética, le gusta cocinar, hacer pilates, nadar en mar abierto y estar en su casa, en Torrelodones (Madrid), donde vive, está casado, tiene dos hijos y dos perros. Tiene, además, su propia banda de rock&roll.

ANOCHECER EN EL PUERTO.
‘Anochecer en El Puerto’ es la primera novela de François. Una aventura de terror, humor y amor ambientada en El Puerto de Santa María, que describe las aventuras de dos peculiares detectives privados Martínez & Manteca, quienes tendrán la responsabilidad de defender al mundo ante una siniestra estirpe de vampiros, decidida a conquistar el mundo y acabar con nuestra forma de vivir tal como la hemos conocido hasta ahora.

Martínez & Manteca, ¿investigadores privados?, han de resolver en El Puerto de Santa María el caso de sus vidas: una conspiración que arranca en Valaquia a finales del siglo XV y que enfrenta al príncipe de las tinieblas y rey de los vampiros, Drácula, contra nuestra civilización. Los protagonistas vivirán una aventura desmesurada, con personajes redondos, complejos, una maldición, el mismísimo Conde Drácula y vampiros por doquier que se dan cita en El Puerto. Estos investigadores tan particulares serán los encargados de librarnos del asedio y ataque final de este ejército del mal en lugares tan conocidos de nuestra Ciudad tales como el propio Castillo de San Marcos, las bodegas de Osborne o mariscos Romerijo.

Para la editorial ‘Infova Ediciones’ «François Pérez Ayrault, en su ópera prima, nos brinda un originalísimo cóctel de aventuras, de terror, de conflictos personales, con un humor absurdo, brillante y un ágil ritmo narrativo. El poderoso comienzo, que no deja indiferente a nadie, da paso a una historia donde con maestría engarza el miedo con la risa en un ejercicio en el que si uno se despierta a las cuatro de la madrugada no sabrá si reírse o mirar para las cortinas con una cabeza de ajos en la mano y un crucifijo en la otra. En suma, una original, divertida y terrorífica novela cuyo entretenimiento está asegurado por unas horas. Algo muy necesario en tiempos difíciles».

Será presentado el jueves 17 de mayo a las 20:30 horas en la Fundación Rafael Alberti. ‘Anochecer en El Puerto’. François Pérez Ayrault. ‘Anochecer en El Puerto’. Infova Ediciones. Madrid, 2011. 18€

Leer las primeras páginas del libro, pulsando aquí.

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“Desde el balcón de mi cuarto se ve la entrada del Guadalete. En el barro del río hay un casco viejo de un barco que están componiendo; un poco más lejos, al lado de una barraca, se ven las costillas de otro barco sostenidas por puntales. Sobre el muelle de la Ribera, unos cuantos hombres y chicos hacen cuerda de cáñamo; los hombres marchan hacia atrás con una madeja de estopa en la cintura y los chicos dan vuelta, mientras tanto, a una manivela que retuerce la maroma. Cerca, a la izquierda, hay junto al río una antigua fuente, pintada de rojo, que se llama la Galera.”
PÍO BAROJA: El mundo es ansí.

“El Puerto, que también llaman Puerto de Santa María, está situado en la desembocadura del Guadalete, que va a verter sus aguas en la bahía de Cádiz. Es el almacén y el puerto de los vinos de Jerez. La ciudad, que es blanca, alegre y limpia, es como un Cádiz diminuto. Visitamos sus bodegas, grandes cuevas, anticipo de las de Jerez, y su plaza de toros, una de las mejores de toda España y mucho más frecuentada por los aficionados que la de Cádiz.”
BARÓN DE DAVILLIER: Viaje por España.

"El Colegio estaba sobre el mar y rodeado de grandes parques; cerca de mi dormitorio había una ventana que daba a la playa y por donde, las noches de primavera, se veía el cielo profundo y dormido sobre el agua, y Cádiz, a lo lejos, con la luz triste de su faro."
JUAN RAMÓN JIMÉNEZ: Autorretrato.

"Sin cenar apenas, me acosté, durmiéndome en seguida, cruzado el sueño de azoteas azules, que ella saltaba alegremente, perseguida por mí y los ladridos de su perro, entre la algarabía de todo el barrio, encaramado hasta en la punta de las veletas. Pero a ninguno de los tres nos importaba. Sin Treviño, que jamás supe por qué rincón del sueño se había extraviado, seguíamos corriendo, a caballo sobre los pretiles, más lejos cada vez de los que nos gritaban, desvaneciéndonos al fin por la penumbra fresca de aquella manzana con chimeneas que se iba hacia el mar..."
RAFAEL ALBERTI: La arboleda perdida.

Fotos y selección de textos: Rubén Pérez Fernández.

A veces, los que viajamos tanto o más a través de las páginas de viejos libros, que por  caminos que nos llevan a lugares reales, nos podemos encontrar realizando viajes tan inesperados   como apasionantes. Es lo que me sucedió hace unos días,  donde por casualidad me topé con un curioso libro. Curioso porque resultó ser una rareza bibliográfica apenas localizable en alguna biblioteca y, además, porque el libro en cuestión, de literatura viajera, recogía algunas referencias a la provincia de Cádiz, incluyendo en ellas al Puerto de Santa María, por unos desconocidos para mí, hasta este momento, viajeros polacos. Pues bien, en este 'Viajeros por España y Portugal' de Javier Liske, se nos dan noticias de tres viajeros polacos, que enrolados en los ejércitos, primero de Carlos V y luego de Felipe II, recorrerán España camino de sus compromisos bélicos.

Portada del Libro 'Viajes de Extranjeros por España y Portugal en los siglos XV, XVI y XVII'.

Hay en el libro algunas  referencias, como comentaba más arriba, al Puerto de Santa María, cuyo interés reside principalmente en ser estas anteriores a la eclosión del fenómeno viajero por nuestro país, primero por los viajeros ilustrados y luego, y muy especialmente, por los románticos. Por ello el libro de Liske tiene un doble interés ya que, por un lado, nos descubre a viajeros que por una razón u otra pasaron por nuestra población en fechas muy anteriores al fenómeno viajero, pero sobre todo descubrimos en estos testimonios la imagen de una ciudad , más cercana a la imagen medieval y sus servidumbres bélicas que a la que dos siglos después nos dejarían los viajeros románticos. No son extensas las referencias encontradas, pero sí muy curiosas, sobre todo en el más extenso de los textos sobre nuestra ciudad, obra del germano polaco Erich Lassota que el 6 de Octubre de  1583 desembarca en Cádiz después de distintas campañas militares con un regimiento alemán al servicio de España.

El Puerto  de Santa María visto en 1567 por Anton van Wyngaerden. Detalle.

Dos días después Lassota se acerca acompañado de dos compañeros de armas, Felipe Molfritz y  Juan Stridel, a la vecina ciudad de El Puerto, y  de aquella efímera visita nos dejaba el siguiente texto:

«Porto Santa María es una grande y  hermosa villa, propiedad del duque de Medina Celi. Atraviesa esta localidad un bello río que corre dentro del país y ofrece mucha seguridad, las galeras de España suelen estacionar allí. Posee algunas magnificas iglesias y conventos. De este lugar nos fuimos a pie a una milla más adelante, a una venta donde comimos y luego dos millas, a Sanlúcar de Barrameda».

Los siguientes días nuestro viajero recorrerá, siguiendo el río, poblaciones vecinas como Lebrija, Puebla, Coria, hasta llegar a Sevilla. Permaneció en la provincia, una veces acuartelado en Cádiz, otras en Jerez y el Puerto, hasta Mayo de 1584, periodo que le permitió conocer otras poblaciones como Trebujena, Medina, Puerto Real, etc. Fue entonces cuando todas las banderas alemanas acampadas por entonces en el Monasterio de Nuestra Señora de la Victoria en El Puerto de Santa María, recibieron orden de embarcar. Nuestro personaje Erik Lassota lo haría en la nave capitana Vicenzo de Pola, que al frente de una flotilla de galeras partió rumbo a Italia a la llamada de nuevos servicios militares, y por lo que sabemos fue la última vez que este viajero estuvo por  estos parajes del sur peninsular.   (Texto: Ramón Clavijo Provencio).

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Puerta inconclusa de Las Campanas. Gran angular. /Foto: Javier de Lucas.

Debió destacar como ningún otro edificio, ¡y eso que en El Puerto los hay muy bien plantados, cuyas fachadas aun reflejan el pasado abolengo de una época próspera! Y los patios que cobijan, ¿qué me dicen de ellos…? La Prioral es una inmensa mole de piedra, de planta gótica y remates neo-renacentistas que se eleva sobre un templete escalonado. No guarda proporción con los edificios colindantes, en especial con la capilla de la Aurora, tan modesta y tan hermosa, que apenas toca por una de sus esquinas. La bien planeada plaza de España permite contemplar el monumento en su justa proporción.

Puerta del Sol. Detalle. /Foto Paco Belmez.

Y, si no fuera suficiente, se puede admirar desde Micaela Aramburu, recorriendo con la vista toda la calle Palacios, hasta tropezar con ella. Es una visión espeluznante hacerlo al atardecer, cuando la luz desfallecida aún tiene ánimos para jugar con la espadaña y el campanario, cuando proyecta sombra sobre los contrafuertes y la recorta del inmenso cielo.

Zona de respeto de la Iglesia Mayor. Detalle Columnas. /Foto: Bitarita.

Las columnas que señalaban los límites del suelo sagrado ya no sostienen guirnaldas de hierro, donde los críos nos columpiábamos con equilibrio arriesgado e inestable.

Capilla adosada a la fachada de la Iglesia Mayor Prioral. “Tu honorificencia populi nostri” Tu eres la honra de nuestro pueblo. Fue construida por internos del Penal del Puerto en el año de 1940. /Foto: J.M.M.

Mientras la circundamos, sorprenden muchos detalles de la misma: La modesta capillita de la Virgen, oratorio callejero y recuerdo de su celestial presencia… Nunca faltan flores frescas y los candelabros laterales aún brillan mientras la ciudad duerme. En dirección sur, al otro lado de la portada, hay una gran cruz de madera que recuerda a Cristo en su pasión. La madera se ha abierto y apenas se sostiene con los cuatro agarres de hierro que la fijan al paramento. Sus lineas oscuras, entrecruzadas y ordenadas, forman un doble eje de simetría respecto del ventanal y los ojos ovalados.

Sillares desgastados de la Piroral de la Puerta de las Campanas. /Foto: F.A. Gallardo.

¡Qué será de ella cuando los vientos de poniente y levante, tan característicos y conocidos, acaben por borrar la fisonomía de sus tallas, en su afán por devolver lentamente la arenisca que la conforman a la sierra de San Cristóbal! ¿Quién detendrá este deterioro, esta conversión a la nada de su impresionante alzado? ¿Qué será de sus espectaculares remates, de sus bajorrelieves, de las virtudes capitales que otean impertérritas la ciudad, de la enigmática fachada del sol y la pretendida fachada gótica?

Otra vista de la Puerta del Sol. /Foto: Hikergoer.

Si nadie lo remedia, acabarán desdibujadas en el espacio y el tiempo; en ese tiempo que alguna vez marcó el reloj de la torre lateral de levante. ¿No es una ironía que se haya detenido en las diez y diez, la hora más simpática?» (Texto: Álvaro Rendón Gómez).

Fachada lateral de la Iglesia Mayor Prioral, convertida en principal. /Foto: Costaluz.

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En este Gran Puerto se han puesto los cimientos de muchas corrientes artísticas. Los gérmenes son mucho más interesantes que las etapas consolidadas. Así la poesía de Bécquer, tiene sus precedentes en la del portuense Angel María Dacarrete, o la de  Don Luis de Góngora en  la de Don Luis Carrillo, o el portuense Don Juan Francisco de Enciso Monzón despide aquí el barroco y se hace preneoclásico.

El día 22 de enero han hecho cuatro siglos desde que Don Luis Carrillo Sotomayor muriera en  este Gran Puerto de Santa María.  Don Luis Carrillo, poeta preculterano, cuatralbo de las Galeras Reales de El Puerto, nació en Baena (Córdoba) en una fecha imprecisa entre 1585 y1586. Aquí, en El Puerto, vivió y murió este caballero del "ávito de Santiago, con que se fue a serbir a las galeras de España, desde hedad de diez y siete años, de entretenido en las dichas galeras, de capitán en la Patrona de España y de Quatralvo... [y] murió [en el Gran Puerto de Santa María] sirviendo el dicho ofiçio de hedad de veinticuatro años..." el 22 de enero 1610.

En este último año, el Padre Fray Luis Núñez de Prado, de la Orden de los Mínimos del Convento de la Victoria, predicó un sermón en la iglesia del Convento de San Agustín de esta Ciudad, "A las honras del nobilíssimo Caballero de buena memoria Don Luis Carrillo del Hábito de Santiago, Comendador de la Fuente del Maestre y Quatralbo de una Escuadra de Galeras de España...".

Aquí, en El Puerto, durante un invierno, escribió su Fábula de Acis y Galatea.  Muchos de sus poemas están escritos aquí y, sobre todo, su ”Libro de la erudición poética”. Cuando "estaba consultado para general de las [galeras] de Portugal...", murió con sentimiento general de todos, y declaró que "tenía hecho voto de castidad y religión". Su cuerpo fue enterrado en la iglesia de San Francisco [de Paula?] en El Puerto. En su testamento dejó “al convento de Nuestra Señora de la Victoria toda su librería".(¿Dónde estarán hoy sus libros?).

Estoy seguro de que nuestro Ayuntamiento, tan preocupado por las cosas culturales, habrá programado un Congreso, por el IV Centenario de la muerte de quien fue precursor del culteranismo, con los más grandes especialistas en la obra de Don Luis Carrillo como las Profesoras Rosa Navarro Durán, Fiorenza Randelli Romano y Angelina Costa Palacios, o con el Profesor Antonio Carreiras, y habrá aprobado ponerle una calle. Lo digo al revés para que ustedes me entiendan. Soy consciente de que predico en el desierto. Pues vale.

P.S.  Esto lo escribí en Diciembre de 2010. Pues ha pasado el 2011, 2012, sin que nadie se enterara de esto. Es una pena. (Texto: Luis Suárez Ávila).

(*) Cuatralbo. Jefe o cabo de cuatro galeras.

El Puerto es un santo lugar común de todo lo castizo, cuando lo castizo comienza a interesar en Europa. Viajeros extranjeros, saineteros, tonadilleros, ciegos copleros, gacetilleros, del XVIII y del XIX hacen de nuestra ciudad el centro y la raíz de lo castizo.

A título de ejemplos: el loro “gitano”, de treinta y nueve años, que baila el fandango  y el  olé y se jalea, llevando el compás, que encuentra en El Puerto el Conde de Maule, en pleno siglo XVIII; o los sainetes de Don Juan Ignacio González del Castillo,  en las postrimerías del XVIII, “El robo de la pupila en la feria del Puerto”,  “El día de toros en Cádiz”, “La feria del Puerto”, por citar algunos que contribuyeron a la fama de El Puerto. O, en 1847, “La venta del Puerto o Juanillo el Contrabandista”.

En la imagen, una estampa que muestra  una feria-mercado de finales del XVIII o principios del XIX.

O las zarzuelas del XIX, de ambiente portuense y gaditano, como “El Tío Caniyitas” o “Los celos del Tío Macaco”... O el pliego de cordel de la  “Boda de negros”. Romance en que se refiere la celebridad, galanteo, y acasos de esta Boda, que se  efectuó en la Ciudad de El Puerto de Santa María”, donde, por cierto, se relata una gran juerga con fandango, el Guineo, y otros cantes y del que se publicaron en toda España y se difundieron millares de ejemplares.

O el que relata la muerte, en El Puerto, de José Cándido, el 24 de junio de 1771, primer torero de a pie que sucumbió de una cornada. O la canción “Toros en El Puerto” de Don Luis González Bravo, estrenada en 1841 y, desde entonces, la canción más repetida y famosa de todo el siglo XIX... /En la imagen, anuncio de la zarzuela de ambiente portuense 'El Tío Caniyitas'.

Pero en París, en 1834, el 29 de marzo,  se presenta un drama lírico “El Gitano ou la Voile rouge” en cuatro actos, con texto de Partenneaux y música de Fontmichel, cuyo argumento, todo él castizo, se desarrolla en una plaza de El Puerto de Santa María, en el  que intervienen un matador de toros y un barbero. El “Romance de Rosita”, que se canta en la obra comienza: Dans cet asile solitarie,/ Un jour ton coeur se brisera,/ Et pour te consoler, ton père,/ Ton père ne sera plus là...” etc. La “Gazette des Théâtres” da cuenta de todo ello al día siguiente, el 30 de marzo.

Teatro Lírico de París en una imagen del siglo XIX.

En el periódico “Le Théâtre” el 17 de junio de 1857, mientras se estaba poniendo en París, en el Théâtre Lirique, la ópera en dos actos “Les nuits d’Espagne”, en que se escenifica una en la Plaza de Toros de Cádiz. Para dar más verosimilitud a lo que está sucediendo en el teatro, se da la noticia, en una extensa gacetilla, de la muerte en El Puerto de Santa María --cerca de Cádiz, se dice--, del célebre espada  Manuel Domínguez,  por el toro Barrabás, y narra los pormenores de la lidia, la cogida y la muerte del torero.

Manuel Domínguez fue cogido en la Plaza de Toros de El Puerto por un toro de la ganadería de Concha y Sierra, de nombre 'Barrabás', que le dió primero una cornada en la mandíbulo. (Grabado de 'La Lidia').

Y es que en el XVIII y en el XIX, en toda España o en París, El Puerto de Santa María, fue todo un referente de lo exótico, de lo español, de lo racial, de lo castizo. Quede dicho. (Texto: Luis Suárez Ávila).

Libros de la Biblioteca de la Aurora en depósito en el Archivo Histórico Municipal. Entre ellos hay algunos ejemplares propiedad del Dr. Pariente.

En el Archivo Histórico Municipal de El Puerto de Santa María se conserva la colección Papeles Curiosos que el doctor don Antonio-Manuel Pariente Sánchez, a finales del siglo XVIII, recopiló y reunió en un numero indeterminado de volúmenes que forman parte de cuatro series distintas. Y decimos un número indeterminado porque no han llegado a conservarse las cuatro series completas. Esta colección tiene un enorme interés para la investigación. Han sido y son objeto de frecuentes consultas por parte de numerosos investigadores y estudiosos que han hallado en estos Papeles Curiosos, documentos en unos casos desconocidos, en otros inéditos o también perdidos, y que en ocasiones pueden ayudar a completar los estudios que se lleven a cabo sobre el siglo XVIII

Informe firmado por el Dr. Pariente en el que hace referencia a la viruela

Antonio-Manuel Pariente nació en Cádiz el 15 de junio de 1755. En 1783 obtuvo el título de bachiller en Filosofía y Medicina por la Universidad de Sevilla, tras haber asistido a cuatro cursos en la Facultad y realizado los dos años de práctica reglamentarios que le permitían ejercer su carrera. Este mismo año se asienta en El Puerto de Santa María y contrae matrimonio con Josefa-Rafaela Welch,  lo que le permitió entroncar con una familia de origen irlandés afincada en nuestra ciudad. El padre de su esposa, Eduardo Welch, fue vicecónsul de Inglaterra en esta población.

Recreación del sello de la Socieda Ecónomica de Amigos del País en la que pretendió ingresar el doctor Pariente, tomada esta ilustración de un trabajo de Juan José Iglesias Rodríguez

...continúa leyendo "1.322. ANTONIO MANUEL PARIENTE SÁNCHEZ. Médico de El Puerto en 1812."

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Supóngase el lector que se dirige cómodamente en el tren a Cádiz, por ejemplo, y que pasa por mi pueblo, por el Puerto de Santa María que es el pueblo más bonito de España ¿Hay quien diga que no? ¡Hombre, que salga y verá…!

Bueno, pues continúe suponiendo que al llegar al Puerto, en vez de oír vocear a un mozo zafio e ineducado aquello de «¡Puerto de Santa María, dos minutos!», escucha a un señor bien portado, sonriente y rebosando salud, grita a todo pulmón «¡Puerto de Santa María, noble ciudad, gran puerto, veinte mil habitantes, todos sanos, once mil mujeres, todas guapas; linda playa, bella campiña, agua riquísima, casas baratísimas…!»

¡Aquí engordó seis kilos don Alfonso el Sabio…! ¡Aquí se muer de viejo!… ¡Aquí no se habla de Romanones!… Y así hasta que el tren se fuese, que se iría de vacío, porque ¿quien oyera tales lindezas no se tiraba, aunque fuera por la ventanilla?

Gracias a esta idea mía, se conseguirán dos grandes cosas, que los viajes resulten instructivos, porque para aprender bien la historia y la geografía de España bastará sacar un kilométrico, y que los persuasivos y elocuentes oradores que pierden su tiempo, y el nuestro en congresos y mítines, un sitio donde puedan hacer con su oratoria algo de provecho. (Texto: Pedro Muñoz Seca. Revista Portuense. 5 de julio de 1921)

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Anoche, en el Pago de la Caridad, en el Convento de las Capuchinas, el Jefe de Sociedad y Televisión del Grupo Joly, el porteño Francisco Andrés Gallardo (ver nótula 834 en GdP), quien ya pregonara la Semana Santa el 22 de marzo de 2010 (ver nótula 593 en GdP), se subía de nuevo a un atril cuaresmal para hacer la V Exaltación del Cristo del Amor, precedido por su presentador y maestro, Antonio Velázquez Garay. El acto estuvo organizado por un grupo de fieles del Cristo del Amor que impulsan una devoción que se ha perdido en El Puerto. Durante el acto intervinieron su profesor de guitarra, Antonio Villar Guerrero y se escucharon las saetas de Juan Antonio Rubio Gil y María Gil Jiménez. Lean y disfrútenlo.

Antonio Velázquez y Francisco Andrés Gallardo, anoche, antes de comenzar la exaltación.

PREÁMBULO ENTRE PRISAS Y RECUERDOS
El smartphone avisa de uno de esos cientos de mensajes que anuncian alguna de esas  noticias tan indispensables que serán olvidadas en unos minutos. Al ritmo de ese pulgar ansioso, reflejo de nuestras aceleraciones, que va arrastrándose por el cristal, borrando el ahora mismo para vivir apresuradamente un futuro que se desintegra antes de convertirse siquiera en presente. Redes sociales que no atrapan, que apretujan si acaso un montón de minutos perdidos.

Pisadas apresuradas hacia ninguna parte, llamadas telefónicas a nadie, vídeos descargados de un asunto que no terminó de existir, malos presentimientos de cifras rojas… tan rojas que son muy negras y que nos dejan el corazón encogido y aún peor, el mañana destrozado. Y seguimos corriendo sin saber adónde, seguimos peleándonos sin saber por qué, seguimos aguardando sin saber a quién

¿Así iba a ser el futuro que veíamos por la mirilla de nuestra niñez?

Mejor mirar atrás con los ojos cerrados…

El sopor de la tarde se va desparramando por las calles entre los aromas de una primavera pasada, de las evocaciones de un tiempo sincero. Un atardecer juguetón, interminable, cuando no se cambiaban las horas.

El Cristo del Amor, en Via Crucis, por la calle Santa Clara en la década de los cuarenta del siglo pasado.

Un ligero viento bufa suave los recuerdos y levanta en polvareda las plegarias de tantos ojos que lloraron junto a Él por aquellas calles de chinos, arena y jaramagos, por las esquinas matinales de bares cerrados, olores a gallinero y vaquería y humo de tabaco de contrabando. Un dedo paterno que le señala como ejemplo para que Él nos marque de por vida. Un silencio que se descuelga de la luna, luz blanca y rotunda que viene a alumbrar las llagas que no dejan de cicatrizar por todos nosotros. Un crujido y un golpe al suelo que proclama que es Jueves Santo en El Puerto, que Barrabás ha ganado la batalla, pero que el Redentor alcanzará la victoria y que en la Aurora se levanta la cruz de un Humilde apresado que se prestará a cumplir la misión de su destino. Un destino que es muerte cierta en la noche con los ojos vencidos de la Misericordia, entre rojo y blanco. Muerto. Vencido pero triunfante. Así será. Y camino hacia el presidio, remontando las silentes calles, esa misma devoción, en otra imagen, en otro nombre, pero en una misma fe y pasión, es llevado inerte entre cuatro llamas ardientes. Tres procesiones de  pentiencia y gracia, tres procesiones por las sencillas calles de El Puerto en unas imágenes en blanco y negro y en unos tiempos coloreados con la nostalgia.

Tiempos gozosos de la juventud de nuestros mayores. Jueves Santo de los años 60 en que Humildad, Misericordia y Amor eran una trinidad de la noche porteña de Pasión, mientras la pescadería se adecentaba con galas dignas de la Señora del Carmen para recibir al Nazareno y a la Señora de los Dolores, la niña surgida de la gubia del paisano José Ovando.

Pretérito perfecto, fotos de un pasado, de mi gente… un Cristo sale de las Capuchinas, de la calle Larga, como exaltación penitente

Cristo Negro de mis ansias, Cristo Negro de mis quereres…
Evocación de El Puerto de mis mayores
Y recuerdo de El Puerto de mi presente
Cristo vivo en mis oraciones
Cristo aferrado en su dolor
Salvador que en las Capuchinas aguarda
Y que desde la Cruz nos abraza
Desangrándose de  Amor

...continúa leyendo "1.315. FRANCISCO ANDRÉS GALLARDO. Y su exaltación del Cristo del Amor."

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Rafael Sevilla López nació en El Puerto en 1924, se educó en el colegio Bellas de Bellas Artes y en el de La Pescadería. Huérfano de padre antes de cumplir los dos años de edad, muy pronto, a los trece años empezará a trabajar en Bodegas Terry, empresa en la que se jubilará. Con 15 años entró en Acción Católica como aspirante y con 22 años funda, junto al Padre Collantes, S.J., la Congregación de los Javieres, dedicada a acciones de beneficencia con los mas necesitados.


Fotografía en el colegio de Bellas Artes, antiguo Convento de Santo Domingo, poco antes de la Guerra Civil, en la etapa final de la Segunda Republica. El maestro de escuela don Salvador Adame Castro en el centro de la fotografía con todos sus alumnos: Salmerón, los hermanos Arniz, Gabriel Cuevas Flores, Carrasco de la Bandera, los hermanos Villarrubia, Luis Gago García, los hermanos Valiente…  Francisco Domínguez Ramos, Enrique Gago García, Francisco Ramírez Bermúdez, Benítez, José Contreras López, Contreras, José Molina Benítez, José Zerola, Sánchez, Benjamin Lora Atalaya, Guerrero, Rafael Sevilla López, José Buhigas Guilloto, Cobo, Chaparro, Antonio Domínguez Ramos, Antonio Gallardo Carvia, Esteban Caamaño Bernal, José Camacho Velazquez, Manuel Lora Atalaya, Cordero, Francisco Gutiérrez de Celis y Manuel Fernández. En la fila cuarta, de izquierda derecha, el niño cuarto con boina es Atienza, quien falleciera en la División Azul. En la fila de abajo, de izquierda a derecha, el penúltimo, flanqueado por Chaparro y Enrique Gago García, es Manuel Carillo Lucero.

En 1950 se atrevió con el teatro, esta vez como autor, escribiendo una obra que fue estrenada con el título de ‘Entre espinas y rosas’. Ya Rafael había sido premiado con anterioridad en algunas publicaciones locales y provinciales por sus textos y poesías. Era el hermano más antiguo de la Hermandad de los Afligidos, --el número 1-- que fundó junto a otros compañeros de trabajo. Perteneció, también a las cofradía de la Humildad y Paciencia, Veracruz y Nazareno.

Rafael Sevilla a la izquierda, y su mujer, Manuela Ramirez, en Almonte. A la derecha, el párroco de San Joaquín, José María Rivas.

...continúa leyendo "1.302. RAFAEL SEVILLA LÓPEZ. Refundador de la Hermandad del Rocío."

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Nacido el 26 de septiembre de 1959 en Puerto Real, hijo de Juan y de Concepción. Es el mayor de una familia de siete hermanos. Casado con María Jesús Chanivet Zaldívar, con la que tiene tres hijos.

Estudió en el Colegio La Salle y en Instituto Manuel de Falla de Puerto Real. Inició estudios de Geografía e Historia en 1976 en el Colegio Universitario de Filosofía y Letras de Cádiz. Más tarde pasó a la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad de Sevilla, donde obtuvo su licenciatura, con Premio Extraordinario, en 1981. /Juan José Iglesias en la actualidad.

En 1982 obtuvo una beca de Formación del Personal Investigador del Ministerio de Educación y Ciencia, con la que se inició en las tareas de investigación histórica. En 1985 fue contratado como Ayudante de Clases Prácticas en el Departamento de Historia de España Moderna y Contemporánea de la Universidad de Sevilla. Este contrato significó el comienzo de su carrera docente universitaria. Se doctoró en 1988 en la Universidad de Sevilla con una tesis sobre El Puerto de Santa María en el siglo XVIII.

Colegio de La Salle, curso 1965/66. Juan José Iglesias es el primero por la derecha de la segunda fila, contando desde abajo.

En 1990 desarrolló una estancia de investigación en el Archivio di Stato de la ciudad de Florencia (Italia). El mismo año obtuvo por concurso-oposición plaza de Profesor Titular de Historia Moderna en la Universidad de Sevilla. Fue secretario y vicedecano de la Facultad de Geografía e Historia de dicha Universidad entre 1989 y 1994. Este último año fue nombrado Director de Planes de Estudios de su Universidad, de la que fue también vicerrector entre 1996 y 2009. En 2008 obtuvo plaza de catedrático de Historia Moderna, puesto que desempeña en la actualidad.

VINCULACIÓN CON EL PUERTO.
Su vinculación a El Puerto de Santa María data de 1982, cuando la Diputación Provincial de Cádiz le encargó a un equipo de historiadores del que formaba parte la redacción de una síntesis de la historia de la ciudad. Por diversos avatares, este trabajo terminó realizándolo y firmándolo en solitario. Este libro salió publicado en 1985 y constituye su primera publicación sobre la historia de la ciudad. Al conocer los ricos fondos documentales conservados en El Puerto decidió realizar su tesis doctoral sobre el siglo XVIII portuense, un siglo especialmente destacado en la historia de la ciudad por su estrecha vinculación con el comercio colonial americano. /En la imagen, Juan José Iglesias durante su etapa como vicerrector de la Universidad de Sevilla.

ANÉCDOTAS EN LOS ARCHIVOS PORTUENSES.
Los años que pasó en los archivos portuenses están jalonados de anécdotas. Las más curiosas le sucedieron en el archivo parroquial, donde, gracias a la gentileza del cura-párroco don Julio Juez, pasó no pocos meses investigando. Algunas veces, mientras estudiaba los libros parroquiales del siglo XVIII, ayudó a vender velas para el Sagrado Corazón de Jesús, en las ocasiones en que la encargada se veía precisada a ausentarse. Una de ellas, bien gorda, la compró en acción de gracias un portuense que resultó lanzado por los aires por un toro, afortunadamente sin consecuencias, la tarde anterior en el callejón de la plaza, al que el animal se había saltado. En otra ocasión, estando trabajando en la mesa de despacho del párroco y en ausencia de éste, se presentó un señor que se empeñó en confesarse, a pesar de las reiteradas advertencias que Juan José le hizo de que no era sacerdote, sin que el penitente, embebido en los pesares de su conciencia y en las urgencias de la contrición, le hiciera el menor caso. /En la imagen, portada del libro Monarquía y Nobleza Señorial en Andalucía- Estudio sobre el señorío de El Puerto (siglos XIII-XVIII).

...continúa leyendo "1.296. JUAN JOSÉ IGLESIAS RODRÍGUEZ. Investigador de la Historia de El Puerto. Catedrático y Dr. en Historia."

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María del Carmen Orellana Benítez es Animadora Socio Cultural Independiente desde 1986, dibujante, pintora, practicante de Meditación Zen, golfista neguiner creadora del Teatro Mezclado (Gesto del Verso) y el Método Sámico de Actividades para la Salud y la Paz Mental.

Nació en El Puerto el 26 de enero de 1958, dado que a su padre, guardia municipal, lo destinan a nuestra Ciudad, siendo la segunda de tres hermanas, del matrimonio formado por el portorrealeño Manuel Orellana Natera y la jerezana María Jesús Benítez Lechuga. Ese año se inauguraba la Barriada de la Inmaculada, naciendo en una casa de aquella barriada ya desaparecida.

El año del nacimiento de Carmen, cesaba como alcalde  Luis Caballero Noguera, relevándole en el puesto Miguel Castro Merello. Rafael Alberti publicaba ‘Sonríe China’, escrito conjuntamente con su primera esposa. Fallecía el Premio Nobel Juan Ramón Jiménez, alumno que fue del Colegio de los Jesuitas. El escritor Luis Goytisolo Gay, vinculado a El Puerto, iniciaba su carrera literaria con su novela ‘Las Afueras’, primera edición del Premio Biblioteca Breve. Y en El Puerto se celebraron dos festejos en la Plaza de Toros, a plaza partida: corrida y novillada, el 31 de agosto de dicho año.

Carmen vivió, además de en la Barriada de la Inmaculada, como se ha dicho, en la pequeña casa del guarda de Valdelagrana, sin luz ni agua corriente; en la barriada Francisco Dueñas Piñero y en la barriada de los Maestros, en la avenida de la Bajamar. Durante su infancia conoció, sobre todo, la vida en el campo y será a partir de los 16 años, cuando empieza a integrarse socialmente a través de los Scouts. «--Me parecía una sociedad bastante clasista, de muchos prejuicios. Ahora, es casi igual». Su primer beso se lo dieron en la playa de La Puntilla. /En la Feria cuando se hacía en el Paseo de la Victoria.

En el trabajo ha hecho de todo: desde niñera en la familia Caballero, monitora de Tiempo Libre, cobradora de recibos de casas del ‘Sindicato’, puericultora en Guardería, actriz, asistente de rodaje, perfomance para eventos locales y de ocio, profesora de Yoga y, actualmente, ayudante de Dirección de Anabel Azuar en el Grupo de Teatro Jerez, ciudad donde vive en la actualidad con su marido, el maestro leonés Tomás Martín del Pozo, al que conoció en el Orfeón Portuense. Su boda fue un guateque en el que cada invitado llevaba algo para compartir, que llegó a durar dos días.

Con su amigo Javier 'Bini' Esteban Poullet, las pasadas navidades.

...continúa leyendo "1.291. CARMEN ORELLANA BENÍTEZ. Del Teatro al Yoga."

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