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Existe un buen número de flamencos nacidos en El Puerto Santa María, que toman el nombre artístico o gentilicio --en sus diversas acepciones-- de su pueblo, como Luisa del “Puerto” (1851); Miguel Villar Guerrero, (El Puerto, 1952), tomó el apodo de Miguel del “Puerto” y Paco “Puerto”, nombre de Francisco Sánchez González (El Puerto, 1950), estos dos artistas de la danza recorrieron medio mundo bailando y viviendo de este arte; Antonio “Puerto”, apodo de Antonio Gutiérrez Navarro (El Puerto, 1958) (nótula 2.170); Antonio Caraballo Graván, (El Puerto, 1884-194?), apodo artístico de “El Niño del Puerto de Santa María”; Pepa Campo, (El Puerto, 1903-1985) que en sus inicios como artista se apodaba Pepita Campo “La Puerto,” o “La Porteña,” y debutó en el Teatro Principal de nuestra Ciudad, con tan solo 19 años. /En la imagen, Postal que nos muestra a la artista conocida como la “Bella Porteña”. Colección Pepe Blas Vega.

...continúa leyendo "2.850. Artistas flamencos que llevan el sobrenombre o gentilicio de El Puerto."

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En los últimos años, el ‘lyric video’ ha ido creciendo en popularidad entre los fans de la música. Una pieza simple que busca conectar con el fan desde el significado de la propia canción, ponerlo en primer plano emocional. Con ‘Metiditos en Carne’, los Sopa ofrecen en este single una composición que sin lugar a dudas no va a dejar indiferente a sus seguidores.

Tampoco deja indiferente la caricatura del mago Juan Luis Rubiales, quien además de recorrer el mundo de forma reiterada con su magia, se ha convertido en un consumado caricaturista, con un amplio portafolio en su poder. Quizás en breve, le podamos ver colaborando con un medio de comunicación provincial.

...continúa leyendo "2.812. Los Sopa. Metiditos en carne."

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No puedo evitar una cierta tristeza cuando oigo como le llaman al traje típico andaluz, ese que se ponen las mujeres no solo en la Feria de Sevilla sino en cualquier festejo de cualquiera de nuestra provincias andaluzas, «traje de flamenca». Pues no, no se llama «traje de flamenca» ni he logrado encontrar ninguna razón de suficiente fuste que justifique tan extraño como inapropiado nombre. Esa preciosidad de vestido con el que cualquier mujer resalta poderosamente su belleza se llama «traje de gitana». [En El Puerto todavía se le llama traje de gitana, a pesar de las imposiciones de ‘faralaes’ o ‘faralá’]. /Foto: Colección María Jesús Vela Durán.

...continúa leyendo "2.800. Traje de Gitana, que no traje de flamenca."

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Creo que Teresa Mazzantini, fue una cantaora de El Puerto, que tomó o le pusieron el apellido del torero Mazzantini, por la fama de este diestro en aquella época, o bien Tomás, al tener la dirección del café cantante, pudo llevarse una cantaora portuense a Madrid y ponerle el nombre artístico ya mencionado. En esta época vivía en Madrid una familia de cantaores, apodada los Chaquetas, de apellido Monge Antúnez, naturales de El Puerto de Santa María. /En la imagen cartulina de E. Poy Dalmau. 'Gitana con pandereta'.

...continúa leyendo "2.795. Teresa Mazzantini. Cantaora. Su parentesco con Los Mazzantini"

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La cantante portuense Alba Gallardo, finalista en la IX Edición del programa de Canal Sur TV ‘Se llama Copla’, actuará esta noche a partir de las 21:30 horas desde la televisión andaluza para todos sus seguidores. En El Puerto se han dispuesto sendas pantallas en la Peña ‘El Chumi’ (antiguo Imucona, tras las vías de la Estación de Tren), para seguir en directo la Final, en la que Canal Sur efectuará en directo distintas conexiones, para mostrar el apoyo y ambiente a esta joven promesa porteña, siendo la entrada libre.

...continúa leyendo "2.781. Alba Gallardo. Esta noche en la Final de ‘Se llama Copla’"

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Miguel Pastor de los Santos, apodado El Gitano de Bronce, vio su primera luz en la calle La Zarza 32, rúa muy flamenca y gitana, el 30 de Junio de 1944, en  El Puerto de Santa María. Creció y jugó en esta población durante los primeros ocho o diez años de su vida. Trabajó desde muy joven en la forja artística y fue esquilador de caballerías, profesión hoy en día en desuso. Era hijo de Carmen de los Santos Gallardo, de  Jerez de La Frontera,   y de Juan Pastor Monge, de Rota, de profesión herrero. Ambos dos cantaban aceptablemente. /En la imagen, esquilando una mula de un amigo en los años ochenta, en una visita de Miguel a Rota.

...continúa leyendo "2.768. El Gitano de Bronce. Un roteño nacido en El Puerto"

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Antonio Macías Bermúdez --Antonio Anzonini--, nació en Cádiz, dice él, que por exigencias del guión en el verano de 1969. Ese año estábamos casi todos con un pie en la Tierra y otro en la Luna. Pasó su infancia en la Ribera del Río, entre el Parque Calderón y Puerto Escondido, se crió como se dice por aquí bien ensolerao de El Puerto y lo portuense. Es el nieto del bailaor Manuel Bermúdez Junquera, 'Anzonini del Puerto'.

...continúa leyendo "2.759. Antonio Macías Bermúdez, ‘Anzonini’. Flamencoadicto."

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Las panarrias vuelan a media asta y las coquinas están de luto. Macandé y Anzonini celebran en el tablao del Mas Allá su reencuentro  con el maestro. En el cementerio de los Vapores, el Adriano III endereza sus maltrechas tablas al verlo pasar. ¡Mía que tré, Carota, Maquica y Lelé! En la Placilla ha dejado de oler, por un momento, a calentitos. El salitre de la playa de Santa Catalina se ha arremolinado buscando sus huellas, esas que ha dejado impresas en libros y pregones de portuensismo. Los escaramujos y las mojarras se visten de negro. Las palmichas han perdido su color.

...continúa leyendo "2.681. Antonio Muñoz Cuenca. A la buena memoria de un niño de posguerra."

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Lucía Ruibal de Flores Inchaurrondo ha obtenido recientemente el Primer Premio ex aequo con Mariana Martínez y el Premio Mención del Público, en el IV Concurso de Baile Flamenco Villa-Rosa 2015. El tablao madrileño, abierto en la primavera de 1911 ha acogido en esta nueva edición, con un público enardecido, los bailes por Soleás y Bulerías de la bailaora porteña, criada en una familia donde la música y el ritmo son vecinos de antiguo.

...continúa leyendo "2.656. Lucía Ruibal de Flores Inchaurrondo. Bailaora."

Dirigido por Manuel Ponce, para RTVE grabado en el año 2000, con Niño Pura a la guitarra y entrevistado por Juan Manuel Suarez Japón ex consejero de Cultura, catedrático de Geografía Humana y estudioso de la cultura flamenca, ex consejero de Cultura de la Junta de Andalucía quien fue profesor en la UCA entre 1975 y 1998 , y el zamorano Jose Ignacio Primo, catedrático de literatura, escritor y experto en el arte y el mundo gitano.

...continúa leyendo "2.575. Pansequito, en el Salon Bottaro de Bodegas Terry"

 

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Se ha presentado oficialmente en el Palacio de Longoria, sede central de la SGAE, la séptima edición de Monkey Week, la Muestra Internacional de Música Independiente que tendrá lugar un año más en El Puerto de Santa María, los próximos 9, 10 y 11 de octubre.

El acto, donde se desveló gran parte de la programación de la edición actual de esta cita indiscutible para la industria musical de nuestro país, contó con la presencia de Cesár Guisado, co-director de Monkey Week; Manuel Marvizón, presidente del Consejo Territorial Andaluz de la SGAE; Luis Mendo, vicepresidente de AIE; y Víctor Martiñán, product manager de Son Estrella Galicia, quienes estuvieron acompañados por la coordinadora de la SGAE en Andalucía, Verónica Repiso, junto a otros representantes del sector.

...continúa leyendo "2.573. El Monkey Week edición 7, se presentó en la Sociedad de Autores, en Madrid."

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Acaba de cumplir treinta y cinco años y ya lleva veinte enredado en el mundo de la música. Más de media vida por los escenarios del mundo entero, ascendiendo con paso humilde, pero seguro, hacia la cumbre de los sonidos más nuestros. Por lo pronto el pasado mes de julio inauguró en Cádiz el ciclo Flamenco en los balcones: cante de altura el de este portuense de la barriada de Sudamérica cuyo nombre oficial es José Luís Torres Barba.

...continúa leyendo "2.530. José Luis Torres Barba. Selu del Puerto, Cantaor."

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Su música y su manera de sentir lo convierten en uno de los incorruptibles del género. Se trata de Manuel de los Ríos, “El Loco del Puerto” o “Manuel Pititi”. El de El Puerto de Santa María es de esos artistas que si tienes la dicha de coincidir con él en un cuarto, es capaz de transmitirte toda la verdad de un cante. Te hace viajar a esas casas de gitanos donde el flamenco no se transforma en moneda de cambio, donde no se mercantiliza con el arte y donde la autenticidad ritual del acto alcanza cotas máximas de expresión.  Canta como siente y esa es su única forma de transmitir. Pocos lo echan el guante en el cante por bulerías, pocos sostienen los tercios como Manuel. Pocos se tragan el cante como lo hace él. Charlamos un poco con Manuel. /En la imagen, Pititi y Rubén a la guitarra. Foto: Rufo.

...continúa leyendo "2.509. Manuel de los Ríos. El flamenco de Pititi."

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Juan Manuel Gallardo Prieto, Manolo Lechuga Vaca y Joaquín Cabrera Güelfo integran el grupo rociero Albariza creado en el año 2000, aunque sus antecedentes cantando sevillanas y rumbas datan  del año 1987 en un grupo llamado Bahía. Estos tres amigos han continuado lo que un día soñaron en un cuarto de ensayo cuando se reunieron por primera  vez para cantar las coplas y canciones que tanto les gustaban.

...continúa leyendo "2.493. Albariza. Grupo rociero."

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Tío Alonso ‘el del Cepillo’, José de los Reyes, ‘el Negro’ y Jeroma ‘la del Planchero’, su hija y familia en su domicilio de la calle Santa Clara, aparecen en este documental, recitando romanceros, cantando diversos palos, hablando de sus experiencias, la tradición oral, los romances transmitidos de padres a hijos durante generaciones.

...continúa leyendo "2.464. Cantes Primitivos sin guitarra. La familia del Cepillo: Tío Alonso, Jeroma, y José de los Reyes ‘el Negro."

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El vídeo corresponde a la serie ‘Rito y Geografía del Cante’. Entre marzo de 1971 octubre de 1973, se programaron 100 capítulos y se visitaron 28 localidades, entre ellas El Puerto de Santa María. Luis Suárez Ávila colaboró con la serie y, de entre los flamencos locales, traemos este vídeo que muestra El Puerto de la década de los setenta del siglo pasado.

...continúa leyendo "2.453. Pansequito. El Puerto de los setenta."

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La vida de Anzonini fue una fiesta: un cantaor y bailaor festero cuya biografía y legado reconstruye Andrés González Gómez a través de entrevistas con sus compañeros de juerga. Este singular personaje porteño, Manuel Bermudez Junquera (ver nótula núm. 524 en GdP) cantaor y bailaor, embustero profesional, viajero por medio mundo con su arte, ha sido presentado en diversas localidades sin que, en El Puerto, tengamos noticias de que vayamos a asistir a su puesta de largo, a la presentación del evento biográfico de unos de sus hijos. Ni ayuntamiento ni peñas flamencas parece que lo tengan entre sus planes.

Fue editado en 2013 por ‘El Flamenco Vive’, en Madrid, el año 2013. 384 páginas, incluye CD. Se puede encontrar pulsando aquí.

La estirpe de cantaores-bailaores festeros es un género dentro del mundo de lo jondo. Parece ser que los hubo desde que se inventó la fiesta, y hoy en día, esta faceta jonda goza de excelente salud en las voces y el baile de Luis Peña o Javier Heredia, por señalar dos ejemplos a vuela pluma. Fue un género algo secreto, porque se trata de una forma flamenca de intimidad, aunque en algunas ocasiones se asomó, y se sigue asomando, al tablao y a los festivales. Pero su espacio natural es la fiesta íntima. Fueron, son, maestros del compás y del quiebro bulearo, y sus nombres deben figurar con letras doradas en la historia de lo jondo. Fueron y son, sin ánimo de exhaustividad, Paco Valdepeñas, Ansonini del Puerto, Fernandillo de Morón, Pepito Vargas, El Mono de Jerez, El Funi, El Andorrano, El Marsellés, Enrique Pantoja, etc.

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Anzonini, junto a Fernanda de Utrera al día siguiente de algunas de sus innumerables fiestas.

Uno de ellos fue Manuel Bermúdez Junquera (Jerez de la Frontera, 1917 - Sevilla, 1983), conocido artísticamente por Ansonini o Anzonini del Puerto. Andrés González Gómez indaga en esta obra en el origen de este curioso apodo, sin ofrecer una respuesta definitiva. El propio Ansonini afirmaba que era un apellido que se perdió en su árbol genealógico que tenía antecedentes italianos. Por eso González se ha ido a Italia a recabar información pero, como digo, ésta no resulta conclusiva. Lo cierto es que, como uno de los entrevistados en esta obra afirma, Ansonini era un grandísimo embustero. Maestro de la burla y la burlería.

Anzonini del Puerto en la Universidad de Washington en 1982. Estos son algunos detalles de su baile y arte tan genuinos.

La obra se articula como un recorrido biográfico y cronológico. La investigación ha ido a los archivos, aunque se basa en su mayoría en declaraciones de testigos en primera persona de la vida de Ansonini. Son cientos las entrevistas que recoge esta obra, expuestas de forma cronológica: Alfonso Queipo de Llano, Pierre Lefranc, El Monga, Ángel Camacho, Paul Shalmy, Manuel Portela, Juan del Gastor, Paco del Gastor... El libro también incluye entrevistas o testimonios históricos que González ha recabado de publicaciones periódicas o de libros como los firmados Donn Pohren. Asimismo, ha seguido el autor la huella de Ansonini en internet, hasta el punto de ofrecer más de 40 referencias electrónicas, entre ellas, Gente del Puerto.

La fiesta más grande que recuerdo, Fiestas en Málaga, Las fiestas del Casinillo, Fiestas en Seatle o Fiestas en Sevilla son sólo algunos de los títulos de capítulos de esta obra alusivos al flamenco de intimidad que practicaba Ansonini. La vida fue una fiesta para este flamenco con alma lúdica que "nunca fue viejo" al decir del guitarrista Juan del Gastor, que lo acompañó en tantas de estas reuniones nocturnas. Es cierto. Los testimonios gráficos -abundantes- que nos ofrece esta obra lo presentan más estilizado y juvenil conforme pasan los años. Hasta el punto de que muchos se asombraron cuando descubrieron la edad real del personaje el día que murió.

Ansonini, aunque nacido en Jerez, vivió en El Puerto (donde tuvo muchos años una carnicería), en Morón, Madrid y Sevilla, y pasó largas temporadas en la costa californiana, por ese vínculo enorme que tuvo con el flamenco moronense. De hecho, circula un vídeo en iternet que lo presenta como "gitano y carnicero de carne de toro". En todos estos lugares dejó huella, y de todos ellos alimentó su estilo cantaor y bailaor. También pasó en los años 60 por los tablaos de Madrid y la Costa del Sol, así como por los festivales bajo-andaluces de los primeros 70. De hecho el cantaor y bailaor no se inició profesionalmente hasta los 60.

Un sentido lúdico de la vida basado en un compás exacto pero humano, alejado de la cualidad metronómica de muchos de los intérpretes actuales. Con todo, Ansonini tiene muchos seguidores hoy y su escuela no acabará hasta que el flamenco acabe, como demuestran jóvenes intérpretes como los citados más arriba. Eso es lo que menos me interesa del libro, ese carácter de fin de una época, de "cualquier tiempo pasado fue mejor", que es fruto, más que de la intención del autor, del espíritu de la mayor parte de los entrevistados, que ya no son jóvenes, aunque sí lo eran en la época que evocan.

Diego del Gastor y Anzonini del Puerto.

El libro se acompaña, como es norma en las publicaciones de El Flamenco Vive, de un CD con 13 pistas de audio y un vídeo. Los registros sonoros nos presentan a Ansonini acompañado por Diego el del Gastor en fiestas de Morón, Rota, Málaga y Seattle, en este último caso con la guitarra de Keni el Lebrijano, en los años 60, 70 y 80, así como una grabación de Carmen Amaya en la que Ansonini le acompaña a golpes de nudillos y palillos. El repertorio nos lo presenta como cantaor eminentemente festero, obviamente: siete bulerías, dos bulerías por soleá, dos alegrías y una seguiriya. Estas grabaciones, a parte de la voz del cantaor, nos ofrecen el regalo del toque intenso, ensolerado y seguro de Diego del Gastor. La voz de Ansonini era rozada y cálida, visceral, de pura entrega flamenca. Su baile era corto, muy elegante, directo y esencial. Aunque los bailaores y cantaores festeros habitualmente son cortos de repertorio, lo característico de su estilo es que cantan y bailan a un tiempo. Por eso, aunque su repertorio se repite de una fiesta a otra, en realidad es siempre distinto, porque hablamos de un arte de inspiración. Tanto es así que en este disco podemos apreciar la creatividad de Ansonini para improvisar letras sobre la marcha. Otra cosa es la rima, claro, pero ¿a quién le importa? Lo importante es el compás, de ahí que sus bulerías incluyan, de forma abundante, cuplés y canciones populares. Hasta tal punto es original el baile de Ansonini que Mario Maya reconocía haberle cogido su molinete de brazos. También su famoso brazo caído era único.

Este vídeo muestra la intervención de nuestro cantaor y bailaor en la película documental Garlic is as good as ten mothers (1980) de Les Blank sobre la incidencia del ajo en la cultura española y gitana. Allí Anzonini baila y canta al tiempo que aliña y embute un chorizo. /Texto: Juan Verguillos.

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El portuense Adrián Morillo expone desde ayer y hasta el 6 de marzo en el Campus de la Universidad de Cádiz en Jerez, su exposición de fotografías en blanco y negro ‘Jondo’ alrededor del flamenco en la provincia de Cádiz que ha estado desarrollando durante los últimos años. Durante el acto estuvo arropado por flamencos, compañeros de profesión, amigos y familia y donde ofreció un recital de los que mueven entrañas el cantaor José Carpio ‘el Mijita’, acompañado a la sonanta por Domingo ‘Rubichi’. Se degustaron vinos de El Puerto de bodegas Obregón y los asistentes recibieron una cuidada copia del catálogo de la exposición. Reproducimos el texto que sobre la exposición y Adrián ha escrito Juan Jesús Torres Jurado.

Yo no soy de esta tierra,
ni conozco a nadie,
de esta tierra yo no soy.

Seguiriya de Jerez.

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Adrián momentos después de inaugurar la Muestra. /Foto: M.M.

A cada verónica, temple. Si existe un rebato de la tierra, éste debe ser previo. No vive el apego a la cal de las paredes ni al canto de las chicharras, preexiste el blanco y el tedio. Nadie vuelve en la flama de agosto, tampoco nadie marcha. Sólo el compás del tiempo que no sucede, el eterno ritmo entre el calor y el mustio, es capaz de diluir el sol abrasador en la calma necesaria. Templar es armonizar, sonar la nota precisa, afinar, mitigar, serenar la sacudida de una bestia sangrante, retorcida, totémica. Hallarse en un lugar u otro es un lance, una suerte para eludir la embestida; en cada giro, en cada huella sobre el albero, el fin es alcanzar las profundidades, la jondura. Como el bailaor que ama la soledad, el caminante marca el ritmo de vuelta, una sinfonía de pasos en la que el tiempo sólo toma sentido cuando se refiere a la experiencia. El que torna para descifrar se debe a una pulsión vital de colmar todos los ámbitos, de atravesarlos. El que vuelve para saber se derrama ante nuestro ritmo, ese que otros, desconocidos, se afanan en explicar sin entender. Volver es convertirse en una figura multisensible, un actor deleuziano que aprende a ser transversal para discernir, ahora sí, que en Andalucía las vergüenzas se exculpan en la noche, en el abismo de un lenguaje proteico, en el estoque final. El golpe definitivo; un bofetón de acervo y mito, doloroso, anterior a cualquier atisbo de discursos pedantes, de tendencias dudosas. El que regresa sólo entiende el todo por el todo, verdad, esperpéntica y exagerada, pero verdad. Adrián emprendió el camino de vuelta con temple, el mismo que hace del artista un hechicero.

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Carpio y Rubichi, durante el recital realizado en la Sala de Exposiciones. /Foto: M.M.

No hay origen anterior al gesto. La jondura nace del cante jondo, del baile jondo, nunca antes. Los vestigios, las señales supervivientes que aún pululan en cada esquina, en plazas, en tablaos, es memoria indescifrada que pervive a través de muecas. Son restos que surgen en la profundidad del instante, del deseo. Ombra Phantasmogorica. Cuando Adrián Morillo volvió a su lugar de origen llevaba una cámara de fotos. En la búsqueda de su venir a ser le atrajo lo deforme, la desmesura del rito, el figurín de un torero aficionado bajo una bandera falangista. Con él, con su cuadrilla, empezó su retorno, consciente de que la eternidad es reescrita al instante, a cada mohín, en la imagen fijada que vuelve una y otra vez. Despojado de recelos, se mezcló en los ambientes fundadores de las presunciones. Cara a cara con el precario arte del toreo rural, cerril y agorero, desvió su atención al carnaval y su máxima proeza, la creación de comunidades unidas por solera. Adrián se diluyó en Andalucía de noche, a través de la madrugada del lenguaje, en gestos. Con el fin de entender su apego a la soledad supo que el tiempo es un rizoma, una tolvanera sin extremos, y se adentró en él, en la cadencia de la destreza vital. Atrapado en el torbellino presencial quiso llegar a las profundidades de lo esotérico; reconoció en las siguiriyas un rujo animal, en las soleas el retiro del alma. Desasido, vislumbró en la jondura del baile el poder atávico de un pueblo, el calado de una valentonada. En el cante jondo, el redicho sólo escruta ruidos y formas sin son; ni ve ni entiende. En su regreso, Adrián sentía los remates.

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Un aspecto de la inauguración. /Foto: M.M.

Jondo es el último estadio de un retorno al empiece. Fotografías en blanco y negro de alto contraste que hablan de soledad, de oraciones internas, de instantes irrepetibles succionados. Hay aquí una sima fotográfica más allá de la apariencia formal y tiene que ver con el infundio. La fotografía es, en cualquier caso, una decisión más o menos honesta; la vemos de lejos, reconocemos lo captado, pero al mismo tiempo nos obliga a acercarnos, a penetrar en los hechos que han quedado limitados, a fisgonear. Es la misma actitud que muestra nuestro fotógrafo, que no pretende desgranar los secretos de un arte ancestral sino escoger aquellos momentos que le sirven para construir una autobiografía latente. No es casual, por tanto, la posición de un artista que maneja los códigos fílmicos, consciente de que vivimos en una época consecuencia del celuloide, esto es, la vida a escala pantalla. Adrián hace que la jondura sea fotografía porque percibe que sólo a través de la farsa se pueden alcanzar cotas mayores de conocimiento; conocedor del eterno retorno de la imagen fijada, sabe que cuando Georges Bataille habló de instante privilegiado se refirió a ese instante en el que aparece la profundidad.

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Una de las fotografías expuestas en el Campus de Jerez. /Foto: Adrián Morillo.

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Un aspecto de la sala. /Foto: M.M.

Jondura  y fotografía, por tanto, para lograr un entendimiento de su propia existencia, de saber leer el terreno del que beben sus raíces. Las fotografías de Adrián se centran en el delicado equilibrio entre ese instante y su sencilla apariencia en la realidad. Ahí, en ese lugar intermedio, es donde ocurre el acontecimiento, o lo que es lo mismo, lo puro expresado entre lo que nos sucede y lo que nos acecha. Adrián capta en Jondo un designio de nuestra contemporaneidad, la conjetura arqueológica personal en el disloque, el remate, la dialéctica, el conflicto entre cuerpos, como una danza.

 

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El flamencólogo Pepe Marín, en el centro, durante la copa posterior de Fino Obregón que se ofreció a los asistentes. /Foto: M.M.

Se baila para estar unidos, rito de varios. La coreografía promueve el roce, el deseo. Unido al comportamiento humano, se baila para celebrar, para instaurar tradición. Cada paso es una supervivencia, la del bailarín y la del caminante. Adrián, en su reintegro, quiso fijar sus pasos y a través de fantasmas llegó a la soleá. Por la soledad, por medio de la soledad, a causa de la soledad; la soleá es el lugar de la soledad. Las referencias biográficas no se velan, cada elección esconde una forma de ser; la fotografía por su propio signo es falsedad y su designación remite a ella. Adrián quiso llegar a las profundidades, a la hondura, sin trampear, a través de actos de pura verdad y se transfiguró en un bailaor, que a diferencia del bailarín, lidia con su soledad. Adrián fotografió para ser solo y múltiple al mismo tiempo, para vibrar entre el espacio superficial y la jondura, porque fotografiar, en definitiva, es rizoma. Por ello, el trabajo de Adrián ha virado a un registro cotidiano, lo que él llama Fotodiario, un fotografiar pese a todo, como el bailaor vetusto y agotado que baila porque se resigna al presente. Como torear, como bailar, fotografiar es buscar el centro candente, el lugar del conflicto. En la jondura, en lo más recóndito, es donde el enfrentamiento y el movimiento se convierte en perfil. A través de Jondo, Adrián supo configurar el suyo, encontrar su sitio. /Texto: Juan Jesús Torres Jurado. 

Ver vídeo de la Muestra, gentileza de El Puerto Actualidad, obra de Miguel Ángel Peragón.

 

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rafaelelgitano_puertosantamariaRafael Delgado Sánchez, apodado artísticamente “Rafael El Gitano”, nació en El Puerto de Santa María el 2 de abril de 1927 y se marchó con los que no vuelven el 3 de mayo de 2000, a los setenta y tres años de edad, en la Ciudad en la que por primera vez vio la luz. Pertenecía a una familia muy conocida en El Puerto cuyos patriarcas eran Juan Delgado Rodríguez y Carlota Sánchez Serrano, apodada “La Estraperlista”.

El estraperlo se convirtió en una actividad bastante generalizada en los años de la posguerra. Mujeres con cargas familiares y viudas se dedicaban a esta ocupación, con los riegos de ser multadas, procesadas, e incluso encarceladas, pero había que sacar a los hijos adelante en aquellos años de decadencias y miserias, después de una guerra en la que perdieron los más débiles e indefensos. Siento una gran admiración por estas mujeres luchadoras, que en contra los temporales que les presenta la vida, sortean los momentos adversos que les toca vivir.

Fueron seis hermanos, de los que conocí a Ginés, futbolista del Victoria y creo que también de El Portuense. Por cierto, fue un buen defensa. Sus hermanos Pedro y Juan, conocidos también como “Perico” y “Chuliqui”, respectivamente, trabajaron en la otra banda como portuarios, ambos bailaban, siendo Juan el más conocido. José era otro de los hermanos varones que trabajaba en una calería. Sus hermanas se llamaban Encarna y Carmeluchi. Vivieron en una de las dos casonas grandes de la plaza del Polvorista.

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En la imagen, Carlota Sánchez Serrano y Ginés Delgado Sánchez, madre y hermano de nuestro protagonista.

Hoy en día aún existen muchos aficionados al flamenco que conocieron a Rafael, porque he tenido el placer de hablar con todos ellos, buscando información sobre su baile y sus actuaciones. Voy a mencionar a algunos muy conocidos: Luis Gatica, Manolo Suárez (El bailaor), Paco Duque, Salvador Cortés, Julio Flores, Paco Navarro y Luis Suárez, entre otros. Todos residen en nuestra ciudad y el de menos edad pasa de los setenta años.

Rafael fue un estupendo bailaor, su academia fue la calle, así como los bares, ventas y ventorrillos de los alrededores de su ciudad. Yo no he tenido el placer de verlo bailar, pero sí he tenido muchos amigos del cante y del baile que le vieron y le conocieron. Manolo Suárez decía que bailaba por fiesta muy bien, tenia un portentoso movimiento de manos y brazos y que actuó con muchos bailaores de su época nacidos en El Puerto, como fueron: Manolo Ansonini, Fernando Gatica, Manolo Barrera o El Soldao, cuyo nombre era Manuel Rodríguez Barrera, y Palomito. Todos ellos contaban con el sello del baile autóctono del Puerto.

RAFAELELGITANO-JOVEN_PUERTOSANTAMARIAMi compadre Luis Gatica, me comentó que lo vio en tomas de dichos, bautizos y quedó prendado de su arte y del de su hermano Perico, que también bailaba. Joaquín Albaiceta, guitarrista que estuvo en algunas fiestas con él, nos habla del movimiento de brazos de estos dos artistas del El Puerto: de Rafael El Gitano y de Manolo Ansonini. (Ver nótula núm. 524 en Gente del Puerto). /En la imagen de la izquierda, un joven Rafael.

El Chato de la Isla, nombre de José Llerena Ramos, amigo entrañable, conoció a Rafael y estuvo con él en muchas reuniones flamencas, actuando en la Venta Mari (Bar de Jerez), Venta de Vargas de San Fernando y Teatro Principal de Puerto Real, en los años cincuenta.

Al Beni de Cádiz, nombre de Benito Rodríguez Rey, le gustaba mucho el baile de Rafael y siempre que tenía algunas fiestas o juergas flamencas privadas le llamaba. Actuó con él en el Cine Macario del El Puerto, Teatro de San Fernando, Teatro Principal de Chiclana y en la feria en Sevilla, en diversas ocasiones. El Beni de Cádiz, presentó a Rafael El Gitano a Lola Flores en una fiesta privada con dueños de bodegas jerezanas y esta gran artista y los presentes quedaron prendados del arte de nuestro paisano. Cuenta la familia que Lola cuando lo vio dijo: “Ese gitano tan guapo ¿quién es?”. A ese niño me lo llevo yo”. Con La Faraona actuó Rafael, en varias ocasiones.

El portuense Antonio Orellana García, era un gran aficionado al cante y al baile flamenco. Este industrial se dedicaba al transporte y tenía una calería, como le llamábamos en aquellos tiempos, donde se vendía todo tipo de materiales para la construcción. Este almacén daba a dos calles: Cruces y Gatona. Orellana tuvo el capricho de montar una fiesta o juerga, con artistas de la talla, de La Paquera de Jerez, nombre de Francisca Méndez Garrido, El Chato de la Isla, El Beni de Cádiz, Chano Lobato, nombre de Juan Sarabia Ramírez, Rafael El Gitano, Eliseo del Puerto, nombre de José Almendro Vías, El Príncipe Gitano, Pepa La Macaca y los guitarrista: El Niño de los Rizos, nombre Eugenio Salas Domínguez y Roberto Iglesias, nombre de Roberto Iglesias Rodríguez.

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Rafael 'el Gitano', con unos amigos, el segundo por la derecha.

Lo que daría yo por ver de nuevo a estos artistas gaditanos, que para mi marcaron una época del cante y del baile flamenco. José Breíta estuvo presente en esta fiesta y nos dejó su información. Esto pudo ocurrir en los años cincuenta.

Luis Suarez, me contó una simpática anécdota de nuestro paisano Antonio Orellana. En una Semana Santa en El Puerto, de los años sesenta, contrató a un cantaor jerezano apodado El Berza, nombre de Antonio Acevedo Flores, para que le cantara varias saetas al Cristo de la Piedad y a la Virgen de la Misericordia, de la Hermandad apodada por el pueblo con la denominación, de los Cerillitos, que pasaba todos los años por la puerta de su domicilio en la calle Conejitos. El cantaor en aquel tiempo se estaba arreglando la boca y se presentó desdentado, cuando le vio Orellana le apunto: “Antonio como te presentas con la boca en este estado”. Éste le respondió- “Don Antonio, usted me ha contratado para cantar, no para romper piñones con los dientes”.

También lo vio bailar este inolvidable amigo y artista de la danza flamenca, que fue Ramón Vélez, “amigo-hermano” del Beni de Cádiz, y me apuntó: “Tenía un movimiento de brazos y una estética en escena muy flamenca”. A finales de los años cuarenta, actuó en el elenco del Teatro Chino de Manolita Chen, en el cuadro de baile flamenco.

RAFAELELGITANO__FAMILIA_PUERTOSANTAMARIAEn el Cine Macario en los años cincuenta participó en un concurso de baile, con bailaores del Puerto y provincia, entre ellos, Los Hermanos Suárez, ganando el primer premio Manolo Suárez y el segundo para Rafael El Gitano. En el Teatro Principal de El Puerto, participó en muchos espectáculos, según viejos aficionados portuenses.
Luis Botello, jefe de la Estación de Ferrocarril de El Puerto, gran aficionado al cante y al baile flamenco que vivía cerca de la Peña Corribolo, invitaba a Rafael a numerosas fiestas. Botello era muy amigo de Lola Flores y de Manolo Caracol a los que recibía en su casa muy a menudo. Asimismo, otros grandes aficionados al flamenco como el torero Paco Camino o el que fuera alcalde de Cádiz, José León de Carranza lo llamaban para que animara sus reuniones festivas. /En la imagen de la izquierda, Rafael 'el Gitano', con su mujer y alguno de sus hijos, en la Feria de Ganado.

Rafael, estuvo relacionado estrechamente con Enrique Castellón Vargas, “El Príncipe Gitano”, y con Josefa Martin-Bejarano Lanzarote, “La Macaca”. Actuaron en muchas salas de fiestas, cabarés, teatros del Campo de Gibraltar y provincia de Cádiz de los años cincuenta. Rafael podría haber vivido de su arte, según comentarios de aficionados y artistas del flamenco que le conocieron bien.

Hay una anécdota de El Príncipe Gitano, de Pepa La Macaca (ver nótula núm.1.455 en Gente del Puerto) y Rafael El Gitano, que nos dejó el amigo Joselito Mora, gran aficionado portuense y socio fundador de la Tertulia Flamenca de Tomas El Nitri, que ya no se encuentra entre nosotros. Éste me dijo que los tres se encontraban tomando copas en un establecimiento muy de moda en aquellos años en El Puerto, llamado Bar Central, situado en la esquina de calle Larga con Luna, hoy banco Popular de Andalucía. En este establecimiento no se podía cantar ni bailar, pero viendo la calidad de estos tres artistas, ese día quitaron el cuadrito de “Prohibido El Cante”, por orden del cántabro Maximino, dueño de esta firma y del restaurante “El Resbaladero”, que en aquel tiempo estaba clasificado como de los mejores de la provincia de Cádiz.

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Rafael 'el Gitano', en su kiosko.

Yo he tenido la suerte de estar metido en fiesta con El Chato de la Isla y “El Príncipe Gitano y les puedo decir que Enrique, cantaba y bailaba por fiesta extraordinariamente, hoy en día no se encuentra en un buen estado de salud, por los achaques de los ochenta y tres años de edad que tiene a sus espaldas y lo que ha vivido este gran artista, gran amante de nuestro pueblo, actuando por medio mundo.
Como siempre, quiero agradecer a los aficionados flamencos del El Puerto su información, y a su nieta Carmen Salguero, la aportación de datos familiares y fotos, y a mi buena amiga Ana Becerra por su colaboración y por aguantar mi pesadez, ¡gracias Ana¡ /Texto: Antonio Cristo Ruiz.

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