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La Casa del Jamón inaugura junto a la plaza de toros de El Puerto una espectacular tienda gourmet de 180 metros cuadrados en la que combina el jamón al corte con un amplio surtido de chacinas, quesos y conservas. También venden panes gourmet y bocadillos de jamón. El nuevo espacio también se caracteriza por su apuesta por los productos de la provincia

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Pero todavía hay más. A la calle se abren 4 ventanas desde donde el público puede comprar. Una está dedicada a panes especiales que ellos mismos hornean, una selección de empanadas que vienen desde Toledo, algo de bollería y una pequeña representación de dulces. La segunda tiene quesos y una tercera está dedicada a los bocadillos de jamón y unos cartuchitos, como los de los puestos callejeros de camarones, pero que llevan taquitos de jamón o de chicharrones de Paterna. La cuarta apertura está dedicada por completo al jamón y en ella un empleado corta el jamón a poco más de un metro de las personas que pasan por la calle…espectáculo en directo.

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Una vitrina refrigerada de nueve metros de largo y en la que el propio cliente puede coger los productos preside el local.

Hasta cinco personas, y ampliaremos para las fiestas, señala Juan Carlos Amado, atienden al público. Todos van exquisitamente vestidos de negro con un delantal de mismo color hasta los pies y el nuevo logotipo recien estrenado de la firma. Para que no falte de nada sirven a domicilio, cortan los jamones enteros y te los envasan en sobres al vacío y venden por internet a todo Europa. No cabe duda de que están a la vanguardia y tiendas como estas es difícil encontrarlas en España. Pero este empresario, afincado en El Puerto de Santa María desde la década de los 90, sabe lo que es crear tendencia. En 1995 abrió en El Puerto de Santa María la primera jamonería que se ponía en marcha en la zona. El principal atractivo era que el jamón se cortaba a cuchillo delante del cliente. El éxito fue tal que en la ciudad ha llegado a haber hasta una decena de tiendas bajo la misma idea y las “jamonerías” se han extendido por la provincia.

Ahora casi veinte años después quiere volver a revolucionar el sector. En la tienda, calcula, hay unos 1500 productos diferentes, con una amplia presencia de artículos de la provincia. “Siempre trato de impulsar todo lo bueno que se hace aquí. Si hay un producto que me gusta y que se elabora en la provincia lo pongo en la tienda. Ahora, eso sí, todo lo pruebo antes porque para mi y para que mis clientes confien en lo que vendemos, es fundamental que haya calidad”.

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Otra vista de la tienda, con la exposicón de conservas y chocolates. Detrás las cuatro ventanas por las que se atienda al público directamente en la calle.

En la tienda, que se inauguró el pasado 4 de julio, hay de todo. El diseño lo ha reliazado por el propio Amado “después de recorrer con mi mujer toda España viendo cosas. Al final, fijaté que un punto importante para nosotros fue cuando visitamos el nuevo mercado de Cádiz, porque allí vi muchas de las cosas que quería, que al público se le metieran los productos por la vista, que los tenga cerca”. Es verdad que la tienda tiene ese espiritu de mercado e incluso eso le quita “el miedo” que le da a muchas personas entrar en este tipo de establecimiento por temor a encontrarse productos caros.

Para evitarlo el empresario saca la tienda a la calle con tres ventanas a través de las cuales se expenden desde pan hasta bocadillos de jamón cortado a cuchillo. A un euro los de jamón serrano y a 1,90 los de ibérico.

Uno de los apartados más llamativos es el de los quesos, con una amplia presencia de quesos gaditanos. No faltan El Bosqueño, Los payoyos o la quesería de Pajarete, pero también firmas menos habituales y que están despuntando por su calidad, como la quesería de hermanos Mangana de Benaocaz o Andazul de San José del Valle, la primera de Andalucía en elaborar quesos azules.

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Una de las empleadas prepara los bocadillos de jamón delante del público.

Hasta 250 están llegando a vender al día, asegura Juan Carlos Amado.De todos modos el apartado que se lleva todas las miradas es el jamón cortado a cuchillo. Permanentemete tienen al corte una decena de variedades, pero en una especie de inmensa vitrina acristalada se apegotonan más de 1000 piezas de jamón de diversas procedencias. Entre los productos más llamativos las patatas fritas de San Nicasio o las croquetas de “Ameztoi”, muy conocidas por su calidad a pesar de ser de las congeladas. Vienen directamente del País Vasco y se hacen con leche de vaca de caserío. Tienen también algo de comida preparada como algunas ensaladas de ahumados o empanadas, además de los bocadillos que preparan ellos mismos.

Pero las ideas de Amado no se paran aquí. Además de esta tienda en los próximos meses abrirá un nuevo despacho en Vistahermosa, que se une al que ya tiene en aquella zona. Será un puesto de autoservicio que estará situado en el centro comercial y donde se venderá jamón y otras chacinas, además de quesos y otros productos listos para consumir. /Texto y fotos: Pepe Monforte.

Más de Juan Carlos Amado en Gente del Puerto
503. Y el jamón se hizo tienda.
1.274. De El Puerto a toda Europa.

 

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No derrocha en palabras Joaquín Terán, que ya lo advierte a quien firma la entrevista antes de que ésta se inicie: “Hablar no es lo mío”. Pero merece la pena estar atentos a lo poco, o quizá lo mucho con pocas palabras, que tenga que contarnos este pintor de Jerez  en la noche –víspera de la onomástica del Apóstol Santiago- en la que se inaugura su nueva exposición en la sala central del Centro Cultural Alfonso X El Sabio, organizada por el Ayuntamiento.

--Así que contar te gusta poco, Joaquín.
--Nada, me gusta nada. Lo que yo deseo es pintar, que es una forma de contar la vida, pero de otra manera: con imágenes.

--Y trabajar, supongo, buscando un resultado óptimo.
--El resultado no me interesa tanto como el proceso; esa es la parte del arte con la que más disfruto.

--Quizá por eso tardaste tanto en decidirte a exponer.
--Es posible, porque hacia el noventa empecé a tomarme esto en serio, y esperé diez años para entregar al público mi primera exposición.

--Desde entonces tampoco te has prodigado mucho: pequeñas muestras en salas pequeñas. Quizá por eso hay críticos como Bernardo Palomo que dicen que eres “un buen pintor poco conocido”.
--Agradezco esas palabras del crítico, pero como digo, para mí pintar está por encima de lo que viene después. Nada tendría sentido en mi vida sin la rutina de disfrutar tratando de dejar en el lienzo aquello que veo y me llama la atención.

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--Esta exposición se llama Las afueras, como la anterior, en febrero del año pasado, se llamó La otra ribera. Suena a actitud vital, a guiño continuo a la disidencia.
--Es algo menos complicado que eso. He llamado a esta exposición Las afueras, porque vivo a las afueras de Jerez, cerca de la pedanía del Portal, y lo que he ido componiendo en estas obras es lo que veo desde el espacio en el que vivo.

--Nunca antes habías expuesto en El Puerto, ¿qué te parece el resultado de esta muestra ahora que ya está inaugurada?
--Exponer en El Puerto es algo único. No sólo porque es la primera vez que expongo aquí, sino porque es la primera vez que lo hago en verano.

--Y en la que seguramente sea la mejor sala de la ciudad.
--Me parece perfecta, sí. Me encanta la iluminación y la amplitud, de hecho tengo la sensación de que es demasiado grande para la muestra que he traído, pero me gusta como ha quedado, en cualquier caso. La ubicación de este centro cultural es inmejorable, además, y agradezco, también, el trabajo de los responsables de la Concejalía de Cultura.

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--La pintura, y qué más, Joaquín.
--La pintura y la amistad de gente como José Mateos, Pepe Tamayo, Juan Carmona, Lola Gutiérrez… La amistad también, eso por supuesto.

Imágenes de trazo difuso, pero contundente; recodos de paisajes que quizá hayamos soñado o con los que soñaremos después de haber sido tocados por la sugestión que envuelve estos cuadros.  Figuración bien nítida, pero en el que no falta el misterio; vagas melancolías de pulso dubitativo, aunque de madura solvencia técnica. Todo eso y mucho más es la pintura de este Joaquín Terán que convertirá hasta el próximo 9 de agosto un espacio de la calle más céntrica de El Puerto en un apartado lugar de Las afueras. /Texto: Ángel Mendoza

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Rastreamos la única destilería española que usa el método London Dry Gin, el más puro. Situada en El Puerto de Santa María desde 1880, Rives se enorgullece de su capital 100% nacional y de conocer la medida del gin tonic perfecto. Se la contamos. Y catamos también su versión mini, el medio, aperitivo de moda por estos lares.

Se sabe si una ginebra es buena o mala «al día siguiente» de beberla. O lo que es lo mismo, si lo suyo es «cero resaca». Y así es cómo actúan las que salen de la destilería Rives, la culpable de la ginebra más mediterránea de todas. Es la sentencia que suelta convencido Augusto Romero Haupold, nieto del fundador de esta empresa familiar de capital 100% español. O 100% andaluz, como le gusta reseñar.

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Augusto Romero Haupold, nieto del fundador de la empresa.

Por algo se ubica, desde 1880, El Puerto. De ahí su carácter mediterráneo y su historia, que arrancó con la llegada a Málaga de don Augusto, cónsul de Alemania en aquel entonces y abuelo de Romero Haupold. Pronto fundó una de las bodegas de vino y brandy más revolucionarias de la época. Ahora, en cambio, la firma elabora 40 productos diferentes, desde los conocidos licores Rives (con el original y azuloso Blue Tropic a la cabeza) al vodka King Peter, la bebida energética Locura, el ron Conde de Cuba o el primer mojito sin alcohol del mercado.

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La enóloga Concha de Antonio, junto  a un pequeño alambique de cobre que se conserva en la Sala de Catas que tiene la destilería. /Foto: Cosasdecome.

PREMIUM, TRES VECES DESTILADA.
La joya de la Corona es, sin embargo, la ginebra, con cuatro tipos en sus filas: la Gin Rives Premium Tridestilada, entre las seis mejores del mundo; la Gin Rives 1880 (galardonada con la Medalla de Oro en la última edición de la San Francisco World Spirits Competition); la premium negra y la clásica Gin Rives, la de toda la vida. El cuarteto se elabora de forma artesanal bajo el método London Dry Gin, siendo la única compañía en España que puede decirlo. No en vano, es el que más calidad y pureza da.

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Los legendarios --y fotogénicos-- alambiques de cobre.

Para ello, Rives tiene la torre de rectificación más alta de Europa, de 30 metros. Traducción: a más altura, más transparencia, de forma que se obtiene un alcohol más puro. Y, por tanto, una ginebra mucho mejor. Por si fuera poco, cada botella se enjuaga con la propia bebida. Rives también hace gala de los dos legendarios (y fotogénicos) alambiques de cobre que dan la bienvenida en la destilería, fabricados por John Dore, lo más de lo más en el mundo de los maestros destiladores.

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Un combinado de ginebra Rives Especial.

UN MEDIO GIN TONIC, POR FAVOR.
Eso sí, antes de iniciar el proceso de destilación, los ingredientes se maceran durante 24 horas. Y éstos incluyen 11 botánicos naturales distintos, desde el cilantro de Marruecos al regaliz de China, la piel de naranja amarga de Sevilla, las almendras del Mediterráneo, los limones de Valencia, la semilla belga de Angélica o la cassia (parecida a la canela) de Filipinas, similar a la canela. Sólo la parte central de la destilación, la única que reúne las premisas de calidad necesarias, es seleccionada. Luego se mezcla con el alcohol tres veces destilado y con el agua depurada.

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La sala de cata en plena degustación académica.

Siguiente paso: almacenamiento en tanques de acero inoxidable. Y embotellamiento. Para hacerse una idea, Rives produce 18.000 botellas a la hora, lo que le permite llegar a mercados como Estados Unidos, Francia, Holanda, Alemania, China, México... Ya sólo quedaría la cata, obligatoria (y muy ilustrativa) en la sala de degustaciones de la destilería, de impecable aire andaluz. Apunte el secreto de Rives: la medida para lograr el gin tonic perfecto es cinco centilitros de ginebra por un botellín de tónica. O lo que es lo mismo, un parte de ginebra por dos de tónica. Y ya puestos, tome note también del aperitivo de moda por estos lares: el medio gin tonic. Su nombre dice lo que es. Y lo suyo es servirlo en el típico vaso de una caña de cerveza. Tal cual.  [También está el ‘chiribiqui’, en un vaso de una 'chiquita', la antigua medida equivalente a media copa de vino fino] /Texto: Isabel García.

www.rives.es Las visitas para grupos se deben concertar previamente.

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Alberto Barea junto a un órgano portativo, también llamado organeto, basado en una miniatura del siglo XIV

La música que sonó el pasado mes de junio en la Misa Extraordinaria por el 50 aniversario de la Coronación de la Esperanza Macarena de Sevilla está compuesta por el compositor Alberto Barea Tejada. Queremos que nos cuente su trayectoria.

--Alberto, para los que no te conocen, haznos un resumen  de tu trayectoria musical.
---Si hay que empezar desde los inicios, mi formación musical comienza en la academia de Bellas Artes de El Puerto de Santa María bajo la tutela de D. Fernando Franco y D. Miguel Lebeque, quienes me enseñaron lo esencial para iniciarme en este maravilloso mundo de la música. Junto a ellos, el maestro Dueñas me empujó a estudiar seriamente. En paralelo tuve el placer de ser miembro fundador de la Escolanía de la Entidad Orfeón Portuense y ambos caminos me llevaron al Conservatorio tras acabar C.O.U. Una vez conseguido el título de profesor superior, dirigí las miras, a la par, a la enseñanza y a la especialización en la dirección orquestal y coral, sin dejar el apartado creativo a través de la composición, mordida la manzana a los 13 años al componer un Ave María que llegó a disfrutar de cierta popularidad entre los coros portugueses (sí, portugueses pues tras un intercambio coral se llevaron la partitura de recuerdo). Al alcanzar cierta madurez en las ramas elegidas, llegó el turno a la verdadera especialización, la época musical. Desde niño me ha llamado especialmente al corazón la música Renacentista y por ende sus inicios medievales. Tal es esto que actualmente formo parte del renombrado grupo a nivel internacional “Artefactum” donde investigamos esos gloriosos tañidos de instrumentos, réplicas de los de antaño.

--¿Cómo llegas a ser Maestro de Capilla de la Basílica de la Macarena? 
--Tuve el placer de pertenecer a la Banda de música de El Carmen de Salteras como subdirector, y acompañar a la Virgen en sus estaciones de penitencia. Esto conlleva la convivencia con la hermandad y todo el cariño y afecto que surge de cada momento vivido con los miembros de su junta. A partir de aquí me proponen ser el organista y más tarde, tras la jubilación del director de la Coral Macarena, ocupo ambos cargos. Si a esto añadimos la dirección de la orquesta de cámara que participa activamente en las funciones principales, así como la actividad compositiva, no hay expresión que defina mejor mi actual ocupación: Maestro de Capilla.

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Alberto Barea. "En su caso, lo de 'artista del Renacimiento' no es un tópico. Mediavalista, creador de marchas procesionales, coralista. Un músico total" (Ismael G. Cabral). /Foto: Jonathan Palanco.

--¿Qué tipo de música se pudo escuchar en la Eucaristía de la Misa Extraordinaria por el 50 Aniversario de la Coronación de la Esperanza Macarena sevillana? 

--Se vivieron emocionantes sorpresas, con el estreno de varias composiciones así como la recuperación histórica de piezas dedicadas a la titular de la hermandad. Agradecido por la Hermandad, soy el responsable de la música de estreno, comenzando con una Sinfonía titulada “La Virgen de la Esperanza” creada para acompañar en los veinte minutos de recorrido del paso una vez llega a la plaza de España y hasta tomar su posición frente al altar y cuyo tema principal gira en torno al último movimiento de dicha sinfonía, “Salve, Madre de Esperanza”, una Salve creada para tan insigne ocasión. Continuando con los estrenos, el ordinario de la misa fue completado con la misa “Ave dulcissima Esperanza Macarena”, misa brevis que he tenido el gusto de escribir para coro, escolanía y orquesta sinfónica. Por último, he realizado el estudio de recuperación histórica de las piezas dedicadas a la titular y desarrollando su adaptación a la formación orquestal. Y como colofón, una vez acabada la pontifical, se escucharon las marchas más emblemáticas dedicadas a la Macarena y terminando con una despedida sonada al son de Suspiros de España. Las portuenses “Camerata Menesteo” junto al “Jardín de Schönberg” participaron en la Misa Extraordinaria,

--¿Por qué contaste con estos grupos portuenses? 
--Muchos de los integrantes de ambas formaciones me han acompañado en mi viaje al mundo coral mientras residía en El Puerto de Santa María. Concretamente junto a algunos de ellos recorrí durante mi infancia y adolescencia innumerables pueblos y ciudades cantando y llevando a un alto nivel la música coral. Comprenderás que, para este evento de tanta importancia mediática y trascendental, deseé rodearme de mis mejores amigos y mis hermanos que también cantan: Carlos a mi lado y Jorge desde el cielo.

--Tienes marchas compuestas a la Virgen de la Alegría y a Consolación y Lágrimas. ¿Te gustaría componer para más imágenes de la Ciudad?
--Mi filosofía es clara en este aspecto, “no debo meterme donde no me llaman”. El trío compositor-lugar-moda es muy usado en este ámbito no menos que particular, y las hermandades inclinan sus tendencias artísticas hacia aquello que les es cercano, llamativo y cuyo nombre y repertorio se acerca a los ideales que portan los costaleros, el capataz y los hermanos en general. Tal vez uno de esos tres factores no los cumpla, o tal vez no sea profeta en la tierra que me vio crecer, pero sin duda alguna cuando una hermandad me “llama”, mis puertas se abren de par en par... me gustaría. /Texto: Ale Iñigo.

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La bodega de Forlong, una firma dedicada a la elaboración de vinos ecologóciso creada en El Puerto de Santa María en 2013, ha obtenido dos galardones en el concurso internacional de vinos ecológicos que ha tenido lugar en Córdoba.

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Alejandro Narváez y Rocío Áspera, los propietarios de la bodega, con los vinos premiados

El pasado junio se celebró en Córdoba la XV Edición del Concurso Internacional de Vinos Ecológicos, Ecoracimo. A la muestra se han presentado un total de 81 muestras de vino ecológico. La bodega de Forlong fundada en El Puerto de Santa María hace un año por Rocío Áspera (licenciada en Empresariales y Master por la UCA en Vitivinicultura en climas cálidos) y Alejandro Narváez (grado superior de Vitivinicultura y Enología por el IES Santo Domingo) ha sido galardonada con dos ecoracimos de Plata, otorgados a sus vinos Forlong Assemblage 2012, un tinto con un 60% de uva syrah y 40% uva merlot con 10 meses en barrica con 70% de roble francés y 30% roble americano y Forlong Blanco 2013, un coupage de 80% uva palomino y un 15% de Pedro Ximenez, sin barrica y que se trabaja en depósito bajo lías durante 6 meses antes del embotellado.

La firma destaca que ha sido la única bodega gaditana galardonada en esta edición de Ecoracimo. Según cuenta Alejandro “nos enteramos del concurso por casualidad, ya que un distribuidor de Inglaterra que estaba interesado en nuestros vinos nos comentó que sería interesante que nos presentáramos”. En el anecdotario del concurso, al enviar las muestras el servicio de mensajería rompió las botellas y urgentemente tuvo que mandar de nuevo las botellas que llegaron a lo justo.

Ecoracimo pretende resaltar y dar prestigio a los productos ecológicos, mantener y activar la producción de vinos de uva procedente de Agricultura Ecológica, apostando por el desarrollo de este sector y sirviendo de apoyo para la promoción y reconocimiento por parte del consumidor.

Bodega de Forlong se encuentra en estos momentos terminando su nave de vinificación y donde como novedad harán la fermentación en tinajas de barro tal y como se hacía antiguamente. Instalarán 8 tinajas de barro a partir de la vinificación del 2014, a finales de agosto, donde se empezará el trabajo con este material, ya que el barro aporta microoxigenación al vino y respeta mas la variedad y sus aromas primarios.

Bodega de Forlong continua así con la idea de trabajar la biodinámica, y que lo que ha trabajado la mano del hombre aporte siempre algo al proceso final.

La Bodega de Forlong está en el kilómetro 5 de la carretera de Jerez a Rota. Su teléfono es el 620211203. Para comprar los vinos en la bodega es mejor llamarlos previamente por teléfono. /Texto: Benjamín Colsa.

 

Más de Bodegas Forlong en Gente del Puerto. Nótula núm. 2.085

 

 

Los retratos de Alberto Schommer (Vitoria, 1928) llevan detrás un proceso de reflexión que tiene más que ver con la pintura que con Instagram. No hay disparos casuales, ni siquiera instantes decisivos.

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Alberto Schommer.

Ayer, flanqueado entre 18 fotografías suyas y 13 cuadros de otros, que se desafían de pared a pared en el Museo del Prado, Schommer se reveló suavemente contra el signo de los tiempos: “Una fotografía no puede hacerse banalmente”. Se sabe, como poco, desde los retratos psicológicos que realizó en Abc y El País.

En su serie sobre la Transición desplegó una sabiduría multidisciplinar y una osadía propia de los tiempos de la movida: retrató al cardenal Tarancón levitando agarrado a un crucifijo, a Suárez con un interrogante sobreimpreso en la frente y al poeta José Hierro como un imán de libélulas y mariposas. Ayer, en el marco de PhotoEspaña, inauguró Máscaras, una exposición, pequeña y singular, en el Prado, midiendo sus retratos con los de Goya o Ribera, en un diálogo que demuestra que la complejidad de sus imágenes le emparenta con la introspección de la pintura.

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El poeta Rafael Alberti visto por Schommer.

El fotógrafo es también un maestro de la luz, la llave maestra que le permitió despojar a sus modelos de la mirada: “El primer retrato que hice así fue el de Alberti, aunque no era mi intención. He hecho infinidad de retratos, pero las máscaras son una forma única de que tengan una gran fuerza interior”. Las máscaras obligan a detenerse en rasgos que suelen ser relegados por la intensidad de los ojos. La colección fotográfica, con sus seres desprovistos de mirada (oculta por juegos de iluminación), tiene algo de antología griega. Y aunque no haya ojos que escudriñar abunda la información. Cela, con sus cuencas oscuras, parece tan malhumorado como lo que fue. El músico Luis de Pablo se convierte en un trovador medieval ciego. De Chillida sobresale la mandíbula, sólida y contundente como sus esculturas.

1405969464_784555_1405969850_sumario_normalAranguren, la boca algo entreabierta, es un hombre perplejo. Frente a ellos, tan contemporáneos aunque todos, excepto tres, hayan fallecido, se asoman otros hombres que destacaron en las artes y la cultura mucho antes de que se inventara la fotografía: Luis de Góngora, Diego Hurtado de Mendoza, Alonso Cano y acaso el propio Velázquez en un Retrato de un hombre. /A la izquierda José Luis L. Aranguren, visto por Schommer.

Era un sueño de Schommer. Exponer en el Prado. Lo verbalizó el mismo día que le concedieron el Premio Nacional de Fotografía 2013, que conlleva la organización de una muestra del galardonado por parte de Cultura. Un deseo de Schommer que tuvo hada madrina: Miguel Zugaza, el director del Prado, que pensó en juntar a unos (óleos) y otros (imágenes) para hacerlos debatir más que para retarse. Y si alguien mira al artista Mariano Fortuny, en su autorretrato de 1947, y al escultor Pablo Serrano, fotografiado en 1985, solo podría pensar en un hermanamiento artístico y casi biológico. “La serie de Schommer nos permite reconocer una manera de hacer retratos, que se desarrolló en la pintura y que tiene un precedente en los bustos romanos”, señaló Zugaza, que ve la muestra casi “como un ramal” de las obras del Greco que se exponen a pocos metros.

Los 13 cuadros muestran a artistas y creadores, al igual que las 18 imágenes de Schommer. Solo hay una mujer: la galerista Juana Mordó, retratada en 1985. Unos y otros son sobrios, preparados para realzar la información que transmiten los rostros. Zugaza descartó a pintores extranjeros para la composición. Hay un sesgo austero que se puede rastrear en el retrato español, ya sea de Velázquez, Goya o Luis de Morales. Un fondo negro que puede llegar a invisibilizar las ropas, algo que también ocurre en la imagen de Antonio Saura. Juntos en la sala hacen más evidente las carencias, en opinión de Zugaza: “Este cara a cara nos permite reconstruir algo que en la cultura latina no se produce con la misma confianza que en la anglosajona. En esos países se ha creado una National Portrait Gallery, mientras que en España falta esa gran institución”. /Texto: Teresa Constenla.

 

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A 5.172 metros de altura mana la primera fuente del río Amazonas, el río más largo del mundo, con una cuenca principal que se prolonga durante 7.062 kilómetros, en un caudal que reúne la quinta parte del agua dulce de todo el planeta.

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Francisco Andrés Gallardo, delante del monolito erigido en las Fuentes del Amazonas, en una instantánea tomada a las cuatro de la tarde del pasado 1 de julio. Se ha convertido así, en el primer vecino de El Puerto que llega a este rincón de Sudamérica.

Y el Gran Río nace silencioso, bajo tierra, en una corriente de hielo, permafrost, desde el Nevado Quehuisha, en un remoto enclave peruano en el valle del Colca, al sur de Perú. Un pico hasta donde llegaron el pasado día los expedicionarios de la Ruta BBVA (ex Ruta Quetzal), dirigida por el veterano reportero Miguel De la Quadra-Salcedo y que reúne a jóvenes y periodistas de 23 países.

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Miguel de la Quadra Salcedo explicando el pasado diciembre a Francisco Andrés Gallardo la Ruta BBVA (ex Ruta Quetzal), de este año 2014.

Entre quienes formaron la ruta de este año, que precisamente concluye en la mañana de hoy en Madrid (tras la recepción ayer lunes de los Reyes, don Felipe y doña Letizia), se encuentra el periodista portuense Francisco Andrés Gallardo, jefe de sección de los periódicos del Grupo Joly, que ascendió junto a un centenar de ruteros hasta el Quehuisha el pasado 1 de julio.

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El mal de altura no pudo con nuestro protagonista, que estuvo entrenándose durante varios meses para poder hacer la expedición en óptimas condiciones físicas, subiendo a caballo desde Lari hasta lacia del Quehuisha.

Francis alcanzó el monolito que emplaza el nacimiento del Amazonas, un lugar que no había sido certificado hasta hace sólo 18 años, en una expedición internacional, convirtiéndose en el primer vecino de El Puerto que llega hasta este rincón de Sudamérica. Gallardo formaba parte del equipo a caballo que por una ruta más escarpada desde la pequeña localidad de Lari portaba las mulas que en la cima iban a socorrer a quienes lo necesitaran (hubo que trasladar a varios chicos) del resto de la expedición que llegaba a pie hasta el Quehuisha.  “--A cinco mil metros de altura las condiciones son mucho más exigentes de lo que uno se pueda imaginar. Cualquier esfuerzo se multiplica por diez, mientras se reduce el oxígeno:  andar sólo cien metros es como andar un kilómetro”, resume gráficamente el porteño sobre las condiciones vividas en aquella etapa.

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Francisco Andrés Gallardo, junto a otros dos de los otros tres expedicionarios andaluces, portando una bandera andaluza en el nacimiento del Amazonas.

Además de Francis otros cuatro andaluces subieron hasta las fuentes del Amazonas con la Ruta BBVA. La estudiante Paula Iglesias Sigler, de San Fernando, portadora de la enseña andaluza en la expedición; Guillermo González Morales, de Cádiz; José Manuel Mesa, de Jaén; y el cordobés Fernando Valle, técnico de Hispasat. Varias plazas de los ruteros se eligieron por sorteo por lo que otros jóvenes andaluces tuvieron que aguardar en el campamento, ubicado en la población de Chivay.

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El grueso del grupo expedicionario de la Ruta.

La expedición a caballo llegó al Quehuisha con bastante antelación a los ruteros que iban a pie debido a la dificultad del camino para los vehículos que los transportaban en las faldas del Quehuisha. El posado en el monolito se producía sobre las cuatro de la tarde, regresando todos a partir de esa hora, con un atardecer muy temprano y con un descenso considerable de las temperaturas (es invierno en el Hemisferio Sur). El guía de la expedición a pie se descoordinó con los vehículos y la expedición tuvo que aguardar en una cabaña de pastores hasta pasada la medianoche, cuando tras un segundo camino llegaron hasta los todoterrenos que por fin les aguardaban. La subida al Quehuisha ha sido la etapa más dura de los treinta años de la Ruta BBVA dirigida por De la Quadra-Salcedo.

 

A principios del XIX el hábito de tomar baños de mar se generaliza como costumbre social y fines terapéuticos, higiénicos y lúdicos. La temporada comenzaba por San Juan y finalizaba en septiembre

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Playa de la Puntilla y Balneario. Año 1910. /Hauser y Menet.

Ya desde la antigüedad los pioneros de la medicina recomendaron a sus pacientes la toma de baños de mar como práctica curativa. Hombres como Galeno, Hipócrates o el andalusí Avicenas descubrieron el poder curativo del mar.

Pero es a principio del siglo XIX, cuando por primera vez en europa las costas de Francia e Inglaterra se llenaron de pacientes. Los médicos de la época redescubrieron las virtudes del baño de mar como medio para mejorar la salud de personas con problemas respiratorios y circulatorios. Y concretamente en nuestra ciudad el eminente doctor Joaquín Medinilla y Bela deja reseñado en su opúsculo Baños de mar del Puerto de Santa María una amalgama de efectos beneficiosos para la salud, llegando a afirmar que "los baños de mar producen sus efectos por las sales que tienen disolución, por su temperatura, por el movimiento de las olas ó por el que se hace nadando o por la atmósfera marina saturada de sales y clima agradable".

La fe que muestra Medinilla en su trabajo divulgativo tiene mucho que ver con la manifiesta crisis de la terapéutica tradicional en el siglo XIX, ya puesta en entredicho por las farmacopeas ilustradas. La patología romántica y las corrientes médicas no oficiales que aparecen en europa desde finales del XVIII, contribuyen al auge de los remedios que ofrece la naturaleza, inscribiéndose en este contexto los baños de mar.

En el sur, la desembocadura del Guadalete y la Playa de la Puntilla, sujetos al flujo y reflujo del mar, reunían las condiciones naturales más indicadas para ser aprovechadas sus aguas con los fines terapéuticos más variados. En nuestra ciudad se consideran los años 1860 y siguientes el periodo de máximo apogeo, aunque ya en 1816 se daba a conocer desde el ayuntamiento un despacho real mediante el que se le concedía a la casa de niños expósitos de El Puerto la facultad exclusiva de construir barracas, cajones y aposentos para baños en el río Guadalete "aplicando su producto al aumento del salario de las nodrizas o amas de cría y a las demás urgencias y necesidades que padece la casa y los inocentes niños".

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Playa de la Puntilla a la altura de la Rotonda del mismo nombre. Año 1910. /Hauser y Menet.

Según el historiador local Enrique Pérez Fernández, el ayuntamiento acuerda que los baños se establecieran por sexos separados, imponiéndose una multa de cuatro ducados a los hombres que pasaran al de mujeres, hecho que aunque prohibido dio lugar a situaciones picarescas,

La organización de baños en El Puerto se produce a través de tres empresas de baños en el río y una en la Playa de La Puntilla. Se consideraba que la temporada había que comenzarla por San Juan y que concluyera nada más pasar la Virgen de los Milagros el 8 de septiembre.

En los baños del Guadalete la estructura de madera que facilitaban los baños consistía en una barraca para el uso de los bañistas y una galería de acceso desde la orilla hasta los baños flotantes, conformados estos por una plataforma de tablas, techada, dispuesta sobre dos embarcaciones menores embonadas (al modo de los puentes de barcas) y cajones sumergidos que ocupaban los pudorosos bañistas. En la cercanía de la playa de La Puntilla, en 1885, José Antonio Neto instaló los denominados baños El Porvenir en la denominada Punta de Malandar, Consistían en casetas de vestir, pilotes alrededor y cubiertos de redes para la seguridad de los bañistas. Como servicio complementario se utilizaban dos carruajes, que por 25 céntimos llevaban y traían a los bañistas desde la calle Misericordia nº 14 hasta los baños de El Porvenir y a la Playa de La Puntilla, así como barquillas entoldadas que partían junto al muelle del vapor. También se dispusieron trenes extraordinarios con tarifas reducidas para los vecinos de Jerez.

Como dato curioso las Ordenanzas Municipales de 1906 -reflejadas en el trabajo de Pérez Fernández- se refieren a los balnearios del Guadalete y de La Puntilla: "El piso de la parte destinada en los baños para vestirse el bañista estará cubierto con esteras". "Aunque no es obligatorio el uso de las ropas de los dueños de establecimientos de baños, que suelen alquilar para el servicio de los bañistas, no se consentirá aquellas dejen de estar perfectamente limpias y secas para su uso". "Del techo o cubiertas de cada baño penderán cuerdas de cáñamo para comodidad y seguridad de los bañistas". "Todo baño tendrá desde el anochecer el número de luces que sean necesarias, mientras haya público".

El doctor Medinilla refería que era importante tomar algunos baños dulces templados antes de empezar los de mar, y que los que se tomen en La Puntilla "no deberán usarse a las horas de la bajamar, por no haber oleaje, ya que el agua no obra sólo por sus sales, sino por la impresión producida por el oleaje y por la atmósfera marina". Los baños que eran buenos para la salud y la curación de afecciones en la piel y el cuerpo fueron en un principio en días alternos. La duración del mismo venía a ser de aproximadamente diez minutos y enseguida debían salir para secar la humedad. Se decía en los manuales de la época que "el primer 'baño de ola' no debe realizarse hasta dos días después de la llegada al punto costero, una vez que el individuo se haya aclimatado al nuevo ambiente. Las horas de baño más favorables son entre las diez y las cinco de la tarde, y a ser posible con marea alta, porque el agua estará más caliente, más limpia y próxima, y las olas son más numerosas. El baño no debe tomarse en reposo, debe estar precedido de un ligero ejercicio físico o de la exposición al sol. La inmersión en el mar debe ser completa y rápida, sin indecisión, por lo que así la sensación de escalofrío primario se reduce al mínimo en intensidad y duración. Después, la piel debe frotarse rápidamente con una toalla seca". Todo un ritual. /Texto: Enrique Bartolomé.

playas1949Hace 65 años, en 1949, el Ayuntamiento y los industriales de la Ciudad organizaban un programa de festejos para propios y veraneantes que se anunciaban en los denominados ‘Carnets de Verano’./En la imagen portada de la Revista Veraniega editada por M. Centeno en dicho año, con una ilustración a pluma del jerezano José Camarena Borrego.

La temporada de playas, el veraneo, empezaba el 15 de julio y finalizaba el 15 de septiembre, cuyo sumario reproducimos literalmente:

Día 15 de julio, inauguración de la temporada con Alegre Diana por la Banda Municipal de Música y variados Festejos.

Día 16, Festividad de la Santísima Virgen del Carmen, por la tarde Solemne Procesión con la venerada imagen de la Reina del Carmelo. En este día dará comienzo la temporada oficial de baños en las playas de ‘La Puntilla’ y Fuenterrabía’; durante la temporada, Gran Velada todas las noches en el hermoso paseo del Parque Calderón y concierto musicales por la Banda Municipal, grandes corridas de Toros y Novillos, Carreras de Bicicletas, Concurso de Natación, Juegos Florales, Concursos de Figuras de arena en la playa, Cucañas marítimas, Carreras pedestres.

En el mes de agosto, grandes festejos en honor de los veraneantes y la corrida grande de la temporada con matadores de fama.

Día 8 de septiembre, fiesta de la Natividad de Ntra. Sra. Grandes fiestas en honor de la Stma. Virgen de los Milagros, Patrona de la Ciudad, Solemne Función religiosa, y por la tarde, grandiosa manifestación católica en solemne procesión con la venerada Imagen de la amantísima Patrona por las calles y Plazas de la ciudad con asistencia del Excelentísimo Ayuntamiento.

 

luiscaballerojuradoEn la imagen de la izquierda, Luis Caballero posa en las instalaciones de la Ciudad Deportiva, en El Puerto de Santa María.

Más de mil trofeos, 600 medallas y 25.000 kilómetros de competición contemplan a este atleta de 64 años "Correré hasta que el cuerpo aguante, con la misma ilusión", asegura.

El domingo 23 de febrero Luis Caballero Jurado (El Hoyo de Bélmez, Córdoba, 1949) añadió un éxito más a su dilatada trayectoria atlética: culminar, por 30ª ocasión, el Maratón Ciudad de Sevilla, lo que supone haber cruzado la meta en todas las ediciones disputadas. Sólo cuatro personas más pueden esgrimir dicho mérito. Residente en El Puerto de Santa María desde 1980, este atleta de 64 años, que dice correr "desde siempre", calcula haber emprendido con sus zapatillas 100.000 kilómetros de entrenamiento y 25.000 de competición. Más de 1.000 trofeos y un número superior a las 600 medallas le contemplan.

-Un día especial por el número redondo y, sobre todo, por el reciente fallecimiento de su madre.
-Fue todo muy emotivo. Mi madre me había dejado el lunes, seis días antes de la prueba. La carrera se la dedico a ella, desde luego. Junto con mi padre, en su día me acompañaron a muchas.

-¿Cómo se desarrolló la competición?
-Personalmente, por lo que respecta a las fuerzas, me sentí bien. Firmé 3 horas y 54 minutos, igual que en 2013. Los 9.000 atletas han batido el récord de participación. Por otra parte, es cierto que el hecho de que la organización se haya privatizado redundó en algunos recortes. Baste decir que no nos han permitido usar las duchas al término del evento. Si uno tiende una mirada retrospectiva, la sensación que tiene es la satisfacción de no haber padecido en tantos años alguna desgracia que impidiera participar o culminar la competición. Esa supone la parte alegre, no puede obviarse el lamento por compañeros a los que las lesiones les han impedido acudir. Los corredores de fondo podemos acabar sufriendo problemas de desgaste en la rodilla.

-¿Cuáles han sido sus mejores marcas en la cita sevillana?
-Bajé de las tres horas en tres ocasiones, oscilando entre las 2h57 y las 2h59. Eso implica correr cada kilómetro en 4 minutos y 15 segundos, y hacerlo así durante 42 kilómetros y 195 metros. Con los años transformas tus objetivos. Ahora el principal es el de concluir la prueba y hacerlo sin lesionarme, propósito para el que se requiere un entrenamiento adecuado y seguridad en uno mismo. Ya no miro el cronómetro, aproximarse a las tres horas de antaño se ha tornado imposible. Cuando hablamos de un maratón hay que partir del hecho de que sólo finalizarlo ya es un triunfo.

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XXX Edición del Maratón de Sevilla 2014

-Una experiencia tan dilatada suscita anécdotas, recuerdos especiales.
-Había una señora anciana, a la que llamábamos la abuela del botijo. Todos los años estaba allí para darnos agua. Los primeros años la prueba empezaba en el Parque de María Luisa y concluía en la Plaza de España. Ahora se inicia y concluye en el estadio Olímpico de la Cartuja. No debo olvidar que cuando cumplí 25 maratones me regalaron una placa y recibí el aplauso del público en el estadio. Este año, a quienes íbamos a culminar las treinta ediciones, nos ubicaron en la salida al lado de los keniatas. Por lo demás, el recorrido del maratón sevillano es de los más llanos del calendario. La cita resulta muy atractiva, pues cruzas la ciudad rodeado del ánimo del público. Las personas que observan las competiciones atléticas se han ido educando: en épocas pasadas te animaban a retirarte mientras te ofrecían alguna bebida cuando restaban diez kilómetros para la meta, ahora te animan a rebasarla. Me he enfrentado a climatologías de todo tipo y condición, Sevilla tiene esos extremos. Dejando a un lado dicha prueba tengo que referirme a la subida al Veleta, un reto durísimo. Imagínese tras diez kilómetros de falsa cuesta tener que enfrentarse a 40 de ascenso continuado. Sufres falta de oxígeno y de fuerzas, se hace más arduo que 100 kilómetros en llano. La mente es muy importante para un fondista, saber mentalizarte de que tienes que terminar.

-Con ser muy importante, su currículo va mucho más allá de los 30 maratones sevillanos. Da vértigo. Selecciono 10 maratones en Jerez, nueve ediciones de la subida Veleta-Granada (50 kilómetros, primero en su categoría en cinco ocasiones), cinco de la 101 kilómetros de la legión de Ronda (vencedor en su categoría en dos citas), cuatro de los 100 kilómetros de Santander (en 1992 tercero por equipos en el Campeonato Intercontinental y en 2002 subcampeón de España en su categoría), 220 medias maratones, 15 triatlones, 100 ediciones de millas urbanas, 1.320 carreras populares, 65 de campo a través...
-Empecé a tomarme en serio el atletismo a los 30 años. Recuerdo que cuando llegué a El Puerto, destinado por Telefónica, solo corríamos Pedro Rizo, Juan Beuzón y yo. Después se fueron sumando más personas, hasta que fundamos el Club Alcanatif, del que fui primer presidente. Al principio solo saltábamos a las pistas los varones. Ahora se respeta igual a una corredora que a un corredor.

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V Carrera Popular ‘Puerto Menesteo’. 28 de noviembre de 1999.

-La sociedad ha cambiado su forma de ver el atletismo.
-En los años ochenta no había costumbre de competir en maratones en España. Hasta los médicos te desaconsejaban hacerlo. Cualquier deportista sabe ya que durante la prueba se tiene que hidratar, pero antes lo desconocíamos. Correr es salud. Es un deporte barato, que se presta a cualquier hora y clima. Normalmente, los que guardamos un compromiso con el deporte vamos poco al médico. Yo no hago dieta, como sin problemas y peso 70 kilos.

-¿Hasta cuándo por esos caminos de Dios?
-Hasta que el cuerpo aguante, con la misma ilusión de siempre. Entre lunes y viernes cumplo cada día con unos 10 kilómetros, pensando en las citas del fin de semana. El maratón de Sevilla acabará siendo un recuerdo, pero el isleño Antonio Espiau corría los 100 kilómetros de Santander con 65 años. /Texto: Francisco Lambea

Más información en la nótula 980 de GdP:
ALCANATIF. Club de Atletismo.

 

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Hasta Google se unió al homenaje a Octavio Paz cambiando su logotipo durante un día para celebrar el centenario del nacimiento del gran poeta mexicano. La efeméride ha pasado inadvertida para nuestros prebostes locales que han perdido la oportunidad de aprovechar una circunstancia con la que ya quisieran soñar muchas ciudades para su proyección cultural: el vientre que dio a luz a uno de los escritores más grandes del siglo XX era de una portuense. Una calle, cerca de la Avenida de la Libertad, es todo lo que tiende dedicado El Puerto al que fuera Premio Cervantes y Premio Nóbel de Literatura. En fin, allá ellos y su ceguera crónica. Al menos desde aquí nos unimos al torrente de ciclos, conferencias, reediciones y cientos y cientos de páginas que han llovido, y lo seguirán haciendo hasta finales de año, para celebrar esta importante fecha.

Nació Octavio Paz en la Ciudad de México el 31 de marzo de 1914. Su madre era española, portuense, como ya se ha dicho; su familia paterna, en cambio, liberal e indigenista. Su abuelo escribió novelas históricas, su padre participó activamente en la revolución mexicana. De niño vivió una temporada en Estados Unidos, donde volvería muchas veces a lo largo de su vida, y tuvo una educación sofisticada. Estudió Derecho y Filosofía y Letras, y empezó trabajando en las misiones educativas del general (y presidente) Lázaro Cárdenas. Entre 1943 y 1945 vivió en Nueva York y San Francisco, luego se instaló en París como diplomático, en 1952 viajó por India y Japón. Vuelta a México en 1953. Entre 1962 y 1968 fue embajador de México en la India. Dio clases en universidades estadounidenses, fundó revistas de la relevancia de Plural y Vuelta, se casó dos veces, con Elena Garro en 1937, con la que tuvo su única hija, y en 1969 con la escultora francesa Marie-Jó Trianin. Escribió y escribió, ensayos y poesía. Obtuvo el premio Cervantes en 1981 y el Nobel de Literatura en 1990. De Ladera Este, uno de sus grandes poemas, son estos versos: “Yo escribo a la luz de una lámpara / Los absolutos las eternidades / Y sus aledaños / No son mi tema / Tengo hambre de vida y también de morir / Sé lo que creo y lo escribo”.

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A la derecha, el Bar Navío I, vemos el arranque del anuncio del Amontillado de Celis. Todavía no se había derribado, ni el edificio que luego albergaría al Banco Hispano Americano (hoy Banco Santander Central Hispano) que formaba un tacón en la calle, ni la torrecilla mirador de la calle Luna que vemos al fondo a la derecha.

Don Luis Suárez Ávila –ese Larousse de las cosas de El Puerto- escribió, y bien, como siempre lo hace, sobre la señora madre de Octavio Paz en Gente del Puerto hace unos años:  “Josefina Lozano, hija de un comerciante de Cádiz y de una señora de Medina Sidonia, nació y vivió en El Puerto. Viuda la madre, ella y su hija Josefina regentaron una tienda de vinos en la esquina de la calle Luna y Misericordia, donde estuvo el Bar Navío y hoy hay una tienda de chucherías [en la actualidad un establecimiento de helados]. Luego emigraron a Méjico, donde Josefina se casó con un hijo del general zapatista Don Irineo Paz, escritor y periodista liberal. Y es Josefina Lozano nada menos que la madre del Premio Nóbel de Literatura de 1990, Octavio Paz Lozano, nacido en Méjico, en la colonia Juárez, en 1914, poeta, novelista, ensayista, a quien tuve el honor de conocer y tenía a  gala su ascendencia portuense. Por cierto, que cuando le otorgaron el Nóbel, lo llamé por teléfono al Colegio de México, donde vivía, sin contar los cambios de hora. Así que lo desperté a media noche. No obstante, muy educado, me agradeció la llamada, aunque, de verdad, me debía haber mandado al cuerno, por haberle importunado en su sueño”.

Ahí va un enlace para oír al gran Octavio Paz leyendo algunos de sus inquietantes y hermosos poemas. /Texto: A. Mendoza.

 

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A finales del pasado mes de junio se estrenó en la Galería Pub Blanco y Negro se estrenó el corto de Jesús Graván ‘Inocencia’ donde además se celebró una charla-coloquio entorno a la producción, realización y temática del cortometraje.

Además de la presencia del director y guionista del cortometraje, contó con la presencia del actor y productor portuense, Joaquín Perles, que ha colaborado y participado en el mismo, además de periodistas, cinéfilos, amigos y familiares, que le arroparon en el estreno.

inocencia_cartel_puertosantamariaEl compositor y cantante porteño Fernando Vela, ha participado en el corto, componiendo la banda sonora.

El ‘making of’ se había proyectado, con anterioridad, dentro del marco del I Festival de Cortometrajes de El Puerto ‘Shorty Week’.

El público, que disfrutó y sufrió con el cortometraje, se emocionó, sintió tristeza y a alegría a la vez, emociones contradictorias y paradógicas provocadas por la temática de la cinta: la violencia de género.

Al finalizar el acto, se pudieron obtener objetos de merchandising del cortometraje: Chapas, postales, carteles y camisetas y el dvd de ‘Inocencia’ con material audiovisual extra.

El sistema de financiación compartida, los ‘crowdfunder’ ha sido fundamental para la producción, postproducción y difusión del corto, ante la falta de apoyo financiero, optando por tres vías de financiación, mas activas y participativas con los receptores de la cinta.

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Los participantes de la mesa redonda durante el estreno.

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El público abarrotó el pub galería Blanco y Negro.

No quisieron olvidar la colaboración recibida de diversas entidades como AFANAS El Puerto y Bahía, Cinelumen, Sur 5D, los alumnos del Ciclo Formativo de Grado Medio de Hostelería del IES Juan Lara y otros que han hecho posible que el proyecto de Jesús Graván viera la luz. /Fotos: 11500elpuerto.

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Patrick Mata y Alberto Orte, de izquierda a derecha, en la viña.

El artífice de estos vinos, Alberto Orte Espejo, de 39 años de edad, aunque madrileño de nacimiento, vive en El Puerto de Santa María ( Cádiz ) con su familia. En 1999, con la edad de 24 años, se asoció con su amigo Patrick Mata, natural de Málaga, y crearon en USA la empresa OLE IMPORTS LLC., con sede en Nueva York, que hoy en día es una de las principales importadoras de vinos de calidad españoles en ese país. Alberga en su portafolio más de 100 referencias de distintas denominaciones de origen españolas y comercializa más de 100.000 cajas de vino de la Península al año. Alberto se ocupa de la selección del vino y de la parte enológica en España y Patrick de la parte comercial y de márketing en EEUU, de tal forma que ambos forman un perfecto tándem empresarial.

En el año 2003, Patrick y Alberto decidieron fundar otra compañía que se dedicara directamente a la producción de vino en distintas zonas de España, por lo que crearon Compañía de Vinos del Atlántico, cuya misión fundamental es descubrir nuevas zonas de producción, suelos singulares y recuperar variedades autóctonas. Uno de sus proyectos es recuperar la Tintilla a través de estos dos grandes vinos: Atlántida y Vara y Pulgar. Compañía de Vinos del Atlántico vende sus vinos en más de 10 países, siendo sus principales mercados: Estados Unidos, Alemania, Suiza y Canadá.

Este joven enólogo es Titulado en Enología y Viticultura por la Universidad Politécnica y Licenciado en Derecho por la Universidad Complutense, ambas de Madrid y ha adquirido una gran experiencia en sus numerosos viajes por España trabajando estrechamente con las distintas Bodegas que representa en Estados Unidos.

atlantida_varaypulgar_2012_puertosantamariaUnas de esas Bodegas son las de la familia Osborne - Osborne que conforman el grupo de COMPAÑÍA DE VIÑEDOS IBERIAN, cuya sede principal también está en El Puerto de Santa María. Por esta relación de amistad y confianza es Iberian la que se encarga de distribuir a nivel nacional sus vinos de la Tierra de Cádiz.

ATLÁNTIDA Y VARA Y PULGAR 2012.
Ya han salido al mercado la segunda añada del vino tinto seco de Cádiz ATLANTIDA 2012 y ve la luz por primera vez su hermano VARA Y PULGAR 2012, ambos elaborados con tintilla 100% y producidos por la Compañía de Vinos del Atlántico, cuya sede se encuentra en El Puerto de Santa María.

La primera añada de este vino ATLANTIDA 2011 contó con tan solo 66 botellas para el mercado español, y unas 600 botellas para el exclusivo mercado de EEUU, principalmente, Nueva York, donde obtuvo excelentes críticas, como la de Josh Reynolds, de la revista profesional de vinos International WineCeller (IWC), quien le dio en su primera edición una alta puntuación. En esta añada, y después del éxito obtenido, se han elaborado 2.500 botellas de Atlántida 2012 y 14.500 de Vara y Pulgar 2012, y se destinarán al mercado español 480 y 1.800 botellas, respectivamente.

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José García Cote, en la Taberna Obregón.

José García Cote, hijo de los paterneros Vicente García y María Cote que vinieron a nuestra Ciudad a trabajar en el campo, nació en 1935 en El Puerto de Santa María en la casa palacio que existía anteriormente al edificio que alberga las actuales instalaciones de Mariscos Romerijo, es decir, hace 79 años, cuando sigue permaneciendo soltero. Es primo de ‘El Rubio’, el padre del alcalde, Alfonso Candón.

1935
Se funda la Bodega Obregón. Abre al público en junio el Cine Orpheo, en Puerto Escondido, permaneciendo funcionando hasta noviembre de 1941. En junio, Luis Cómpanys, expresidente de la Generalidad de Cataluña, ingresa en el Penal de El Puerto.  Era alcalde de la Ciudad, José Luis Macías Caro. Rafael Alberti le dedica la elegía ‘Verte y no verte’ a Ignacio Sánchez Mejías, ‘Poesía (1924-1930)’ y ‘Versos de Agitación’. Muñoz Seca estrena las obras ‘El Gran Ciudadano’, ‘Papeles’, ‘El rey Negro’, ‘La Plasmatoria’, ‘Soy un sinvergüenza’ y ‘Triple Seco’.

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El desaparecido edificio donde hoy se encuentra Romerijo, y donde en las dos puertas de la derecha se encontraba el antiguo Bar ‘La Draga’. Enfrente, cruzando la calle Jesús de los Milagros, el actual Bar ‘La Herrería, la antigua 'Draga' y el antiguo 'Dragón’.

Nacen el humanista Rafael Esteban Poullet. Nace el diácono Francisco Prieto Ramos, adscrito a la Parroquia del Carmen y San Marcos. Nace el corredor local Pedro Rizo Pérez, el pintor Luis Ortega García, José Alonso Martín. Muere el fundador de la Revista Portuense, Dionisio Pérez Gutiérrez.

ramonyesperanza_lourdestur_puertosantamariaMuere el Conde de Osborne, Tomás Osborne y Guezala, en posesión de este título pontificio desde junio de 1900. Su hijo, Ignacio Osborne Vázquez se hace cargo de la bodega hasta 1972. El 9 de enero de1935 fue enterrado en El Puerto de Santa María Tomás de Osborne y Guezala, Conde de Osborne. Se encontraba en posesión de este título pontificio desde junio de 1900. Estaba casado con Felícitas (sic) Vázquez, de cuyo matrimonio nacieron Elisa (casada en abril de 1917 con el Marqués de la Candía), Enriqueta,  María (casada en febrero de 1915 con José Gamero Cívico), Ignacio (casado en abril de 1921 con Ana María Vázquez Torres), José Luis (casado  doña Ángeles Domecq, hija del marqués de Casa Domecq) y Antonio. /En la imagen de la izquierda, el barco 'Ramón y Esperanza' pintado por Lourdes Tur, donde estuvo embarcado 'El Cote'.

BAJARSE AL MORO.
Pero volviendo a nuestro protagonista, José ha hecho de todo a lo largo de su vida laboral: marinero, cocinero, redero, faenas del campo, de las bodegas, conduciendo carros de marca (con mercancías desde el campo a las lonjas)… No acudió a ninguna escuela y de pequeño hacía pequeños mandados y encargos a Paco Rodríguez, del Bar Casa Paco: se crió en ese entorno de la plaza de la Herrería y el Parque. A los 11 años se quedó huérfano de padre y pronto empezó a trabajar, embarcado durante muchos años en el barco ‘Ramón y Esperanza’, de los Tur Tur, que bajaba a faenar a los caladeros de Marruecos. En cierta ocasión, por una grave enfermedad, tuvo que ser evacuado del barco en helicóptero hasta Canarias para ser tratado de una delicada intervención quirúrgica. También trabajaría en el campo y,durante muchos años, en los oficios de la vinatería, en las bodegas de los Gil.

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Busto hecho a palillo en la Academia de BBAA, de nuestro protagonista y que se encuentra expuesto en Bodegas Obregón, así como sus trofeos.

TABERNA OBREGÓN.
Ha hecho de todo a lo largo de su vida. Aficionado a los toros, llegó a tirarse como espontáneo en una corrida de toros en la Plaza Real, en medio de una faena del desaparecido diestro local Miguel del Pino. En la actualidad sigue colaborando en las Bodegas Obregón, donde hace de todo, desde algunos guisos a petición del respetable, cantiñea, pone una copa a algunos amigos y se arranca con algunos bailes, cuando procede.

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El Manantial, en 2007, tras la entrada de máquinas.

Había muchos más manantiales en la zona pero estan canalizados. Incluso llegaban al mar cuando yo era niña, ahora estoy en el medio siglo. Hay 3 zonas El Manantial, Fuentebermeja y Fuentebravía, que tienen gran humedad y aguas subterráneas. Actualmente el agua ya no llega hasta la playa puesto que se canalizó y se encuentra completamente cubierta la zona por caña común (Arundo donax), una especie invasora que al cubrir por completo este humedal ha generado un refugio para la fauna, especialmente para las aves y como no, para los anfibios.

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El Manantial, en el primer tercio del siglo XX.

Al urbanizar la zona se ha secuestrado el manantial impidiendo el libre fluir de sus aguas a través del cañaveral como sucedía hace años. Esto ha ido dejando con poca humedad el suelo del cañaveral donde aún brotan pequeños afluentes sin cerrar cuando las lluvias son abundantes, pero el resto de caudales han sido cerrados para beneficio propio de las urbanizaciones, para jardines y demás, degradando y secando gravemente el humedal día a día, empobreciendo y eliminando el sustento alimenticio y hábitat de numerosas especies que allí viven y vivían, tanto de animales como plantas.

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Una vista de El Manantial, antes de su urbanización.

El constante arrojo de basuras, invasión, degradación del terreno ha sido permitido por el Ayuntamiento. Se utiliza el cañaveral como vertedero de restos de poda, chatarra, muebles, desechos de obra, plásticos, baterías de coche. Lo ocasiona la poca responsabilidad del ciudadano y del Ayuntamiento quien concede permisos para cortar caña, pero no recoge ni obliga a recoger los numerosos restos de caña cortada, y las hojas que no se llevan los solicitantes del corte de cañas, dejando éstos últimos los restos amontonados en el propio cañaveral, junto con los restos de poda que allí se depositan, creando un alto riesgo de incendio. /Texto: M. San Narciso

 

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La última semana de agosto, antes como ahora, coincidían en nuestra ciudad la mayor aglomeración de veraneantes y visitantes ocasionales del verano y se programaban en esos últimos días de afluencia masiva no solo los mejores espectáculos musicales y taurinos, sino las más sonadas y prestigiosas fiestas privadas, también llamadas “de familia”.

osborneguezala_puertosantamariaUna de las que por esa época alcanzaron mayor resonancia era la que organizaba Roberto Osborne Guezala, empresario triunfador en Sevilla con su fábrica de cervezas ‘La Cruz del Campo’,  aparte de ser accionista destacado de la firma vinatera de su apellido, fiesta que tradicionalmente realizaba cada verano junto con su esposa María Teresa Vázquez de Pablo en la ‘Casa Grande’ de Vista Hermosa, paraje que como pueden imaginar los lectores, estaba rodeado de pinares cuajados de camaleones, viñas rebosantes de dulce uva moscatel casi madura por aquellas fechas, retamales, higueras bravías y chumberas que servían para delimitar las lindes de las huertas y navazos de los mayetos que rodeaban tan magnífico chalet, sus instalaciones y jardines.  Aunque la familia solía cerrar la temporada estival, como era y es costumbre en los nativos,  después del día en que se celebra la Natividad de la Virgen, el 8 de septiembre, festividad de la patrona local, la Virgen de los Milagros, esta fiesta reunía, además de a su extensa familia, muchos de cuyos miembros residían lejos de El Puerto, a un numeroso grupo de amigos e invitados de toda la comarca, de su misma clase social. Era una fiesta-baile nocturna,  a lo grande, sin escatimar gastos. /En la imagen de la izquierda, uno de los fundadores de Cervezas La Cruz del Campo, Roberto Osborne Guezala.

carlosdeborbon_infante_puertosantamariaReferiremos en esta croniquilla casi un siglo después, la  que tuvo lugar en el verano de 1926. Para la ocasión se engalanó toda la arboleda que rodeaba la fachada principal de la Casa Grande y el sendero de entrada con bombillas eléctricas de colores causando sorpresa de admiración a cuantos invitados iban llegando en sus coches desde Jerez, Sanlúcar, Cádiz… y también El Puerto.  El matrimonio recibía a los invitados en la hermosa escalinata de acceso por la que se asciende al ‘hall’ de la casa, iniciándose el baile de la tarde-noche en un espacioso salón que llamaban ‘Salón de Tennis’, posiblemente porque en los días de mucho viento, calor o lluvia, debido a sus dimensiones y la altura del techo, fuese utilizado como una pista cubierta para practicar ese deporte. Cabían holgadamente un centenar de parejas de baile, amén de la banda municipal que amenizaba la ‘soiré’ conjuntamente con una orquestita muy prestigiosa llamada ‘Sexteto Castillo’ considerada como una ‘jazz band’ que actuaba habitualmente en las selectas fiestas de la sociedad sevillana, y había sido contratada por  Roberto Osborne que la vio en una actuación en la casa palacio que  los Sánchez Dalp tenían en la plaza del Duque de Sevilla, en una fiesta organizada en honor de SS.AA los Infantes Doña Luisa y Don Carlos, a la que asistió como invitado. /En la imagen de la izquierda, Carlos Tancredo de Borbón-Dos Sicilias. Infante de España, bisabuelo materno del rey Felipe VI. (Gries-Francia) 10-11-1870 - Sevilla, 11-11-1949. /Foto: Colección Manuel Montes Mira.

Convertido parte del jardín en una especie de recinto ferial, con varias avenidas de albero que conducían a las pista de tenis en donde estaban instalados diversos puestos en los que se ofrecían deliciosos helados (fri-cap), mosto frío y varias clases de caldos generosos con la misma denominación o marca que el pinar que circunda la finca: ‘Mochicle’ y, por supuesto, la cerveza de la casa.  Los que no bailaban, paseaban por esas avenidas que iluminaban un centenar de focos y se iban instalando en la plaza portátil , que tenía amplias y cómodas gradas y dos palcos, uno para la banda de música y otro para la presidencia, montada junto a las pistas de tenis, donde tendría lugar a continuación una becerrada nocturna en la que intervinieron, en primer lugar Rafael Muñoz Ávila, toreando, banderilleando y estoqueando a un becerro, siendo aplaudido por los asistentes su voluntad y afición.

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'Villa Ángeles' o 'La Angelita', desaparecida hace cinco años, en 2009.

Hacía catorce años que había regresado de Cuba con su familia, pasando a vivir a una hermosa finca rústica del camino de Fuentebravía, llamada "Villa Angeles", que era el nombre de su madre. Esta denominación me trae el recuerdo de una encantadora casita, ya desaparecida, pintada de color siena, situada al otro lado de la antigua vía del tren de Rota, frente a la calle Ganado, conocida popularmente como "La Angelita", inmueble que citamos aquí como un nostálgico y simbólico recuerdo de los mucho que hemos perdido en la ciudad en el pasado reciente.

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La Casa Aramburu, en Cádiz.

El segundo lo lidió otro de los aficionados invitados, José Aramburu, hermano del jefe del partido conservador de Cádiz y pariente de Ramón de Carranza, diputado por El Puerto de Santa María en 1919. En el transcurso de la misma los asistentes pudieron presenciar, asombrados,  como se tiraba al ruedo un joven espontáneo, vestido con blusa de dril y gorra; casi inmediatamente hizo su aparición la autoridad en forma de guardia municipal, que procedió a su detención, tranquilizándose algunas de las espectadoras que se habían angustiado con el incidente.  Sin embargo, al llegar a la barrera, detenido y municipal, saludaron al público, que les aplaudía cariñosamente. Eran, uno de los hijos de los anfitriones, Roberto Osborne Vazquez y un amigo, Joaquín Lizárraga que habían preparado el numerito.  En el intermedio entre becerro y becerro, profesionales de la venta ambulante, consumados pregoneros de sus productos: agua, vino, cerveza, gaseosa… y toda suerte de 'chucherías gastronómicas', desde corrucos a 'güeros langostinos' ofrecían gratuitamente los mismos a todo el que los quisiera.

Del tercer becerro, para regocijo de los más pequeños, se ocupó la cuadrilla bufa de Fatigón, profesionales de los espectáculos denominados ‘charlotadas’ que actuaban con éxito en los cosos de todo el país con el nombre artístico de ‘Charlotte, Fatigon y su botones’ que desgranaron su repertorio de trucos y payasadas. Fatigón, montado en la caña de una escoba con una cabeza de caballo de cartón realizó todas las suertes del rejoneo, finalizando con oficio de un estoconazo, pie a tierra, su actuación, que fue muy jaleada por los asistentes. La cuarta y última res que salió al ruedo fue lidiada y estoqueada por el ganadero sevillano Tomás Murube, que tiene una calle en aquella capital andaluza. Según se indica en la reseña del acto inserta en la ‘Revista Portuense’, en la que nos hemos documentado para escribir esta nótula, su actuación estuvo plena de “arte y valentía”.

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Tomás Murube y Sebastián Recasens, en 1934, en el aeródromo de Sevilla junto a la primera piloto femenina del aeroclub, Gloria Cuesta, a los pies del autogiro de La Cierva.

Una década después, en los primeros compases de la guerra civil, pilotando, conjuntamente con Sebastián Recasens, una avioneta del Aéreo Club de Sevilla en labores de reconocimiento, tal vez imprudentemente, fue derribada por los fusiles de los milicianos republicanos a la altura de la Roda de Andalucía. Aunque salieron con vida del percance, como señala Mercedes Fórmica en su obra ‘Visto y vivido’ 1931-1937’: “En aquellos días no se hacían prisioneros” y fueron ambos fusilados.

Durante la lidia de los tres becerros por parte de Muñoz Ávila, Aramburu y Murube, estuvieron asistidos y ayudados por una cuadrilla formada por José Mora Figueroa, Manuel Salvador y José Antonio Benvenuty, este último habitual actuante por esas fechas en becerradas realizadas en el coso portuense y, posteriormente,  banderillero profesional formando parte de la cuadrilla de Manolo del Pino, el mítico novillero local 'El Niño del Matadero'.

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En la imagen, Manuel del Pino, 'Niño del Matadero'.

Finalizamos esta mirada retrospectiva, reproduciendo textualmente el comentario del cronista que vivió hace ochenta y ocho años aquel evento social veraniego: “Terminada la fiesta taurina que resultó brillantísima, dirigióse nuevamente la concurrencia al salón de ‘tennis’ pasando antes por los puestos (anteriormente mencionados) donde se servían toda clase de delicados fiambres, pastas, dulces finos, medias noches, emparedados y por último, chocolate. Reanudado el baile en el (salón) tennis, no cesaban en el baile las parejas, continuando en amenizar la fiesta el ya consignado sexteto Castillo, interpretando lindos ‘foxtros’ y la banda municipal con alegres pasodobles y otros números. La agradabilísima fiesta duró en todo su apogeo y brillantez hasta después de la seis de la mañana". /Texto: Antonio Gutiérrez Ruiz. A.C. PUERTOGUÍA

 

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La Cruz de San Sebastián, entre las calles Santa Fe y Durango, en la actualidad y antes de la remodelación del espacio a finales del siglo pasado.

Tal es el título de la conferencia impartida en la noche del pasado jueves en el Palacio de Araníbar, por Miguel Ángel Caballero, técnico municipal de la Concejalía de Patrimonio Histórico del Ayuntamiento. La conferencia puso de relieve los numerosos elementos religiosos y espacios que se localizaban en el casco urbano, --algunos aún permanecen como reliquias, otras mas activos-- y en todo el territorio del municipio porteño, que hacen que se pueda hablar “de un espacio sagrado o territorio sacralizado”.

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En la imagen, al fondo, las murallas del Castillo de Santa Catalina, antes de la construcción de Puerto Sherry en 1984. En el solar que ocupan los restos del castillo de Santa Catalina se sabe que hubo una villa romana, con su alfar. También se encontraba la Ermita de Santa Catalina, de la cual no podemos establecer la fecha de fundación, si bien hay documentos que la mencionan en el año 1525.

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La Ermita de Santa Clara, según una interpretación de Faelo Poullet.

Miguel Ángel Caballero un detallado estudio de todos estos elementos, entre cruces y ermitas, que abarca un periodo comprendido entre el siglo XIII hasta el siglo XVIII. La charla se apoyó en la proyección de imágenes y dibujos esquemáticos. Entre los ejemplos que citó el ponente se encuentran varias ermitas, como las de San Cristóbal, Santa Catalina y a recientemente restaurada Santa Clara, entre otras muchas del término portuense.

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En un lamentable estado de abandono y deterioro, aún pueden verse hoy día los pilares de Las Cruces, en las proximidades de la entrada a los Depósitos de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir. de la Sierra de San Cristóbal. Las Cruces, entre las que discurría el viejo arrecife de la antigua línea de costa portuense, marcaban la separación de los términos municipales de Jerez y El Puerto y, al llegar a este punto, los viajeros procedentes de Jerez tenían a la vista el hermoso paisaje de las tierras de Sidueña  con la Bahía de Cádiz como telón de fondo. En las cercanías de Las Cruces, el Castillo de Doña Blanca. /Texto y Foto: García Lázaro.

En relación a las cruces, se nombraron la Cruz de Guía, las Cruces de la Sierra Cristóbal y la Cruz de San Sebastián --entre las calles San Sebastián y Durango, que aún perdura, casi desapercibida desde que fue apeada del soporte original--. La teniente de alcalde delegada de Patrimonio Histórico, María Antonia Martínez Valera, agradeció al público su participación en esta convocatoria y ha recordado que “la charla divulgativa de Migue Ángel Caballero también se ofrecerá durante el mes de agosto”, como otras programadas en dicho espacio cultural y turístico.

 

Para los porteños, como le gusta decir al amigo Morillo, que no residimos todo el año en El Puerto aunque si en la época del veraneo, que en mi caso se alarga casi a tres meses, El Puerto es una ciudad más atractiva que para sus residentes habituales y, a veces, no comprendemos las críticas que algunos hacen a su urbanismo: que si el deterioro del casco antiguo, que si la degradación de algunas zonas, que si los aparcamientos, etc. Antes al contrario para nosotros algunas de las peculiaridades de su urbanismo resultan curiosas y, a veces, atractivas  por singulares y se nos hacen muy ostensibles cuando paseando o en bicicleta las vamos constatando: porque no hay un Puerto, sino, al menos, cuatro.

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Vista aérea de la Tonelería de Huerta, en primer plano, el Hospitalito y la Prioral, en el casco antiguo. Valdelagrana no se había expandido aún, ni el muelle comercial estaba ampliado. /Foto: González y Hernández. 19 de junio de 1970.

En primer lugar, El Puerto de siempre, es decir el de nuestra niñez que queda dentro de un perímetro cuyos lados quedan acotados por la ribera del Rio, la calle Valdés, lo que era el ejido de San Juan con el límite que representaba el ferrocarril a Sanlúcar y, finalmente,  la antigua carretera general a Cádiz y la zona  de la Victoria. Es El Puerto de la cuadrícula y las calles a cordel, cuyos nombres son pura poesía cuando no son recuerdos de nombres de santos o de personajes ilustres, algunos paisanos.

Luego viene el Puerto crecido más allá de la Plaza de Toros –toda esa zona que llamamos Crevillet- y que, como reflejo de un urbanístico complejo de Edipo, abomina de la línea recta prefiriendo la curva y aun la quebrada y en el que, para seguir con los quiebros, resulta, además, habitual encontrase con una señal de contramano sin otra justificación que obligarnos a cambiar de dirección. Es el Puerto de nombres de calles casi imposibles de recordar por el noble deseo de perpetuar la memoria de gente corriente que fueron portuenses contemporáneos.

Nada tienen que ver los Puertos anteriores con la expansión por la costa Oeste y por el Norte, caminito de Jerez. Una nos recuerda el urbanismo anglosajón norteamericano y a veces pensamos si no estaremos pedaleando por un algún rincón del Estado de Florida; la otra es más bien de impronta hispanoamericana  y nos trae a la memoria las zonas periféricas de México distrito federal, aunque para que el parecido fuese más auténtico haría falta una maraña mayor de cables aéreos.

Y luego viene El Puerto de la otra banda, Valdelagrana, aunque próximo tan lejano que hasta tiene un obispo distinto y que no será de verdad El Puerto hasta que esté ultimado el cordón umbilical de esas pasarelas que debieran haber sido realidad desde hace medio siglo.

No hay un solo Puerto, sino cuatro o aun cinco. Cuando esa variedad ocurre en una gran urbe, su extensión hace que el fenómeno quede desapercibido. Cuando sucede en una ciudad mediana no hay lugar para el aburrimiento contemplativo. Por eso nos lo pasamos tan bien cuando callejeamos  por El Puerto. /Texto: José Luis García Ruiz

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Aunque el local existía antes con otro nombre, el cocinero vasco Juan Antonio García Hernández, natural de Guetaria (Guipuzcoa) abrió el establecimiento en el número 21 de la Avda. de la Paz, en el año 2010. Antes ya había tenido también en la urbanización de Valdelagrana, donde llegó hace 8 años, “La Caleta”. Este Bar Restaurante es un elegante establecimiento con barra y después un pequeño salón comedor completamente acristalado. Está situado a escasos metros de la playa de Valdelagrana. En todo el establecimiento tienen la misma carta en la que hay algunas tapas, también pinchos al estilo vasco, medias raciones y raciones. De todos modos se puede comer perfectamente por 15 euros, una relación calidad precio excelente teniendo en cuenta el nivel gastronómico del establecimiento.

García Hernández, que atiende personalmente a los comensales,  tiene algunas especialidades de cocina vasca como la merluza del Cantábrico a la bilbaína, la porrusalda (una especia de sopa que tiene el puerro como ingrediente principal), las alubias de Tolosa guisadas o el ajo arriero. También hay especialidades madrileñas, los callos, ya que el cocinero estuvo también allí muchos años. Lo demás variado y original. Tienen también tostas y cordero lechal. Los postres son también caseros. La carta varía por temporadas y tienen también sugerencias con productos frescos.

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ENSALADILLA DE COLIFLORES.
Ya teníamos informes coincidentes de varios tapatólogos sobre la calidad de este establecimiento situado en Valdelagrana. Uno de ellos hacía mención a esta original tapa que te conquista desde el primer contacto porque tiene ya un olorcillo que alimenta y porque las coliflores adornadas con los pedacitos de pepinillos y alcaparras ya le dan su toque. La composición es bien sencilla. Unas coliflores cocidas con un magnífico punto y luego un aliño compuesto por mayonesa, en porción bastante generosa y luego un picadito que lleva alcaparras, pepinillos, aceitunas, perejil y unos trocitos de otra tapa a probar en esta casa, el bonito en escabeche. El primer gran punto es la temperatura a la que se sirve la tapa, fresquita, pero sin caer en el “heladismo” de esas ensaladillas que parace que vienen del Polo Norte de los frías que están. Esta se sirve a la temperatura perfecta y luego la armonía en la que la coliflor se deja ver pero no manda en el plato. Los piquitos se pueden mojar incluso en la mayonesa y los tropezones, a modo de “divertimento” tapatológico.

Recomendamos, además, las papas alioli, la tortilla de cebolletas, el pinchito de cordero, el bonito (o albacora si es temporada) en escabeche  y la tarta de manzana. Abre todos los días en horario de almuerzos y cenas. Cierra los domingos por la noche y los lunes completos. En el mes de noviembre cierra por vacaciones. /Texto y fotos: Pepe Monforte.

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