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1.093. PETER DE POLNAY. El Puerto visto por un novelista inglés.

Todavía hay quien recuerda la figura aún cercana de un inglés alto y gordo, de rostro extraordinariamente colorado --resultado, sin duda, de su peculiar tez sajona en feliz conjunción con los sabrosos caldos de esta tierra, a los que, al parecer, y como buen británico, era generosamente aficionado-- y al que comúnmente se le conocía con el nombre de Don Píter. Pues bien: Don Píter --Peter de Polnay-- nos dejó un día. Y meses después apareció por los escaparates de las librerías una novela editada por Planeta con el título --tan sugeridor y atractivo para nosotros-- de El Puerto. Sí; El Puerto era, en efecto, nuestro Puerto de Santa María. Y, ávidos de curiosidad, todos nos lanzamos a leer el libro. Pero, la verdad, todos quedamos igualmente defraudados. Al Puerto, media docena de frases aparte, no se le veía por ningún lado. Y en cuanto a las calidades novelísticas de la obra, vinieron a resultar bastante por debajo de un discreto término medio. /Portada de la versión española de ‘El Puerto’. Traducción del inglés por J.Romero de Tejada. Editorial Planeta (Barcelona, 1959).

ARGUMENTO.
Un extraño y paradójico inglés, Tim Benthurst, medio egoísta y medio quijote, un poco pintor y un mucho millonario, llega al Puerto, acompañado de su hija Antonia, dispuesto a encontrar, después de varios años de vida errante, un rincón tranquilo y acogedor. El lugar lo encuentra, pero no la tranquilidad, pues Antonia se enamora de Don Pepito, un arruinado y alegre personaje, representante bastante típico de estas latitudes, con quién termina por casarse. Las torturas interiores de este buen inglés, que lucha entre el deseo de felicidad para su hija y el temor de perder el único cariño que la vida le ha dejado, torturas que van desde lo modestamente humano a lo puramente ridículo, constituyen casi por entero el cuerpo de la novela. Finalmente, una mezcla de sentimientos, entre los que resaltan la generosidad y la renuncia, acaba de dejarle sumido en un estado de serena resignación. /Portada de la versión inglesa de ‘El Puerto. The Clap of Silent Thunder’ (El Puerto. El Trueno Silencioso).

Tal es el asunto de la novela. En cuanto al marco, a ese El Puerto del título de la versión española, título que no se acaba de justificar, apenas si le vemos en cuatro frases de pasada, pinceladas más bien pobres, pues la paleta de Peter de Polnay no es precisamente el elemento descriptivo el que domina. Si es que llega a dominar algún elemento.

Polnay ha observado indudablemente la realidad que en que ha vivido. Pero no ha tomado de ella más que retazos, pequeños cuadros fragmentarios que pudieran completar el mosaico de su protagonista; en modo alguno, temas y ambientes que justifiquen ese título de El Puerto. No. El Puerto no es la novela del Puerto de Santa María. Y hasta dudamos que el lector que no conozca nuestra ciudad pueda hacerse una idea, ni siquiera aproximada, de como ella es. A lo largo de la novela aparecen varias referencia de situación unas veces, otras de ambiente, a través de las cuales se nos quiere mostrar lo que es El Puerto, ... o algo parecido a él.

Páginas 12 y 13 de 'El Puerto', con referencias a Cristóbal Colón y otros.

CRISTÓBAL COLÓN.
«El pueblo tenía una historia gloriosa. Colón había pasado antes de su segundo viaje a América. En los siglos XVII y XVIII había sido cuna y residencia de corsarios [acaso el traductor se refiere a los Cargadores de Indias], hombres ricos que fletaban sus propios barcos, tan ricos, añadió don Emilio con admiración, que muchas veces no tenían ni que embarcarse en ellos. Las mansiones palaciegas habían sido construidas por ellos, pero entonces, en su mayoría, estaban habitadas por gente pobre, por cuatro o cinco familias en cada piso» Ello si que es tristemente cierto. Sigue Don Píter un poco más abajo:

EL VINO.
«En la actualidad el pueblo estaba dedicado al vino, a un vino excelente, por lo menos de dieciséis grados. El míster debería visitar algunas bodegas». (Págs. 12 y 13). «La taberna estaba llena de obreros de una bodega próxima y don Emilio explicó que, aunque a los obreros se les dejaba beber todo lo que quisieran en la bodega, en cuanto salían del trabajo corrían a la taberna más próxima, en donde, naturalmente, tenían que pagar el vino. A Antonia le resultaban simpáticos los obreros». (Pág. 13). «--¿Que quiere usted tomar? ¿Amontillado, Oloroso o Fino? --Cherry, por favor-- dijo Milagros». (Pág. 45). /En la imagen una 'chica de vino'.

Por cierto que un pequeño detalle conviene aclarar antes de salir de este tema del vino. Cada vez que se habla de él se le considera servido en vasos, confusión, sin duda, del traductor que, no conociendo, por lo visto, estas tierras, traduce por vaso, en lugar de copa, la palabra inglesa glass, que significa ambas cosas. El vino de Jerez se toma siempre en copa. Esto es, por lo menos, lo tradicional. Únicamente en algunos bodegones de íntimo sabor se sirve en vasos, pero dándole siempre una denominación característica: chicas, chiquitos, deditos, etc. En Andalucía nunca se dice un vaso de vino.

Páginas 288 y 289 de 'El Puerto' de Peter de Polnay.

LEVANTE Y PONIENTE.
Tema tan repetido o más que el del vino es el del Levante, viento característico de estas zonas llanas del sur, caliente, bochornoso y fuerte, que enerva, y hasta desequilibra los nervios a muchas personas. Ningún papel especial se le da en la novela. Queda sencillamente como un rasgo ambiental. Así, por ejemplo:

«El viento era de Levante y soplaba con fuerza, arrastrando la arena de la laguna. [Sin duda se refiere a la bahía; ¿error también del traductor?]». (Pág. 5). «El Levante había cesado la noche anterior y el Poniente refrescaba el ambiente en secreto. El atardecer llegaba del mar como un barco con velas color de herrumbre». (Pág. 288).

[El desparecido bar La Alegría, lugar frecuentado por Don Píter en la calle Ricardo Alcón, tomaba en la narración el nombre de bar Moderno así como el restaurante El Resbaladero en la novela se llama Los Tres Monos]

El Restaurante 'El Resbaladero', a la derecha, que inspiró a Don Píter para su restaurante 'Los Tres Monos', al que cita en la página 193.

AQUEL PUERTO PEQUEÑO.
«--Como sabe quien soy?-- preguntó Benthurst, sorprendido y halagado. --Aquí se sabe todo, incluso antes de que suceda-- dijo Pepito» (Página 25). Lo cual, si es verdad de la buena, no hay que dejar de reconocer que lo mismo podría decirse de cualquier pequeña población de cualquier provincia española.  A esto ha quedado reducido el ambiente de El Puerto. Pocas citas más creemos que se nos habrán olvidado. El estudio habrá servido, por lo menos, para probar una cosa: que El Puerto, de Peter Polnay, no es ni mucho menos, la novela del Puerto de Santa María. (Texto: Manuel Martínez Alfonso).

1 comentario en “1.093. PETER DE POLNAY. El Puerto visto por un novelista inglés.

  1. marisa muñoz

    si bien no recuerdo fisicamente a "Don Piter" si recuerdo haber oido hablar a mi suegro Jacinto Cossi de él, ya que al parecer compartian tertulia en el bar de La Alegria".
    Pasados muchos años encontré en una libreria de lance madrileña su libro "El Puerto". Y por aquello del nombre y del personaje, la compré, y aunque he de reconocer que no reconocí la ciudad y la historia me decepcionó, la conservé bastante tiempo hasta que en un trasladó se extravió.

    Sin embargo si recuerdo muy bien a su hijo Gregory, un muchacho desgarbado de pelo pajizo que deambulaba por las casetas de la playa de la Puntilla.
    Su escaso español le hacia tomar al pie de la letra las retóricas fórmulas de cortesia. Así, si algún despistadillo español, llegada la hora del almuerzo le decia: ¿quieres comer? o simplemente ¿Gustas?
    Gregory agarraba una silla y se sentaba a la mesa a esperar su plato

    Cuando llegaron los dias de Internet, descubrí que el muchachito hambriento se había convertido en actor y que incluso había participado en muchisimas series televisivas de los años setenta y ochenta que hicieron furor en España, como aquel culebrón de Poldark, que hizo llorar a mas de una españolita de pro.
    Tengo que aclarar que no le reconocí

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