Rosalía antes del mito. Una firma en tiza y un destino escrito

| Texto: José María Morillo
A veces el tiempo parece encerrarse en una bota de vino. En una de las Bodegas Caballero, junto al Castillo de San Marcos, alguien poco conocida entonces escribió con tiza blanca una frase sencilla: “Que os salga buenísimo!!!”. La letra es de Rosalía. No la de los premios Grammy, ni la de las giras monumentales ni los looks imposibles. Era el 17 de junio de 2017, y la catalana aún era una promesa —una artista que se movía entre el flamenco y la vanguardia con una seguridad temblorosa—. Aquella noche actuaba en el Monkey Weekend de El Puerto de Santa María, en un escenario que olía a piedra con historia, Vino Fino y verano portuense.
Rosalía subió acompañada de Raül Refree, guitarra en mano, y ofrecieron un directo íntimo, casi frágil, que aún puede encontrarse en YouTube como una cápsula del tiempo.
Quien estuvo allí no lo olvidó: había una intensidad contenida, una fuerza que no necesitaba focos. Mientras las televisiones aún no la miraban —y el desagradable publicista Risto Mejide, reconvertido en caradura televisivo, la despreció en horario de máxima audiencia—, ella ya estaba escribiendo la historia. Poco después llegaría Malamente, y todo lo demás. Pero en ese instante, bajo las luces del Castillo de San Marcos, era solo una artista modulando su voz.
Antes de irse, pasó a las bodegas detrás del escenario y dejó su firma en una bota de las sirven para criar y ensolerar los vinos portuenses. Una dedicatoria mínima, escrita con la humildad de quien no sabe que un día su nombre será palabra mayor. Y ahí sigue: una tiza que el tiempo no ha borrado, testigo de un cruce fugaz entre el vino de crianza y una estrella en fermentación.

Hoy, Rosalía vuelve a estar en boca de todos. Su nuevo disco, Lux, era uno de los lanzamientos más esperados del año… hasta que la filtración en redes sociales —con archivos llamados “Lux Leak”— arruinó el golpe maestro de su equipo. La compañía Columbia Records había preparado una campaña quirúrgica, con pistas repartidas por la Gran Vía madrileña y un videoclip rodado en Berlín, Berghain, que ya es carne de debate cultural. A pesar del traspié digital, Lux confirma que Rosalía sigue siendo una fuerza en movimiento: una artista que no se acomoda ni cuando le conviene.
Mientras tanto, el Monkey Weekend regresa a El Puerto, el mismo lugar donde aquella chispa encendió su breve paso. El cartel de este año vuelve a apostar por el riesgo y la autenticidad, con nombres como Repion, Sanguijuelas del Guadiana, Euskoprincess o La Paloma. Es la esencia del indie bien entendido: el laboratorio donde los grandes nombres aún no lo son, pero ya están gestándose. Quizá entre los muros del Castillo de San Marcos o en una bota anónima, otro músico volverá a dejar, sin saberlo, su pequeña dedicatoria con tiza blanca para la historia.
