
| Texto: José María Morillo.
No todos los días se ve al CEO de una de las cadenas hoteleras más grandes del mundo mezclando temas frente a una pista de baile, y mucho menos en plena Feria de Primavera y Fiesta del Vino Fino. Pero Luis Riu Güell no es un ejecutivo convencional. El sábado de Feria, el dueño y director general de RIU Hotels & Resorts cambió el traje de empresario por los auriculares y el control de los platos en la caseta del Tirititrán, donde desplegó su faceta más festiva como DJ invitado.
Alejado del perfil de magnate al uso, Riu no esconde su otra gran pasión: la música. Lo suyo con los sonidos de pista no es un capricho reciente ni una moda de Instagram; es una afición cultivada durante años, que se ha traducido incluso en un concepto propio dentro de su grupo hotelero: las ya famosas Riu Party, auténticas sesiones de música en vivo que nacieron con fuerza tras la pandemia y que combinan espectáculo, euforia y beats para todos los públicos.

“Cuando estoy en la cabina del DJ me transformo”, confiesa Riu, con la naturalidad de quien se siente más en casa entre pistas de audio que entre balances financieros. “Me gusta mucho conectar con el público. Me da igual si pincho house, dance, reggaetón, latino, flamenco-rumba o oldies. Para mí lo importante es estar compenetrado con el público”.
Y eso fue exactamente lo que ocurrió en el Tirititrán. Rodeado de amigos, curiosos y algún que otro escéptico, Riu ofreció una sesión tan ecléctica como divertida, donde no faltaron los giros latinos, los guiños flamencos ni los clásicos de fiesta que sacan sonrisas en cualquier rincón del planeta. Como si en vez de en una caseta estuviera en una terraza de Cancún o en un beach club de Punta Cana.
Luis Riu, junto a su hermana Carmen, lidera uno de los grupos hoteleros más reconocidos a nivel internacional, pero cuando toma los mandos de la música, no hay jerarquía que valga: manda el ritmo. Su presencia en la Feria fue una celebración dentro de otra celebración. Porque sí, hay CEOs que gestionan negocios multimillonarios. Pero pocos se permiten, como él, el lujo de ser también el DJ de su propia fiesta.