La gubia de Antonio Castillo Lastrucci en El Puerto

| Texto y fotos: Francisco González Luque
En la conmemoración de la festividad del Corazón de María recordamos la devoción a esta advocación mariana y nos centramos en su imagen conservada en un retablo de la segunda capilla de la nave de la Epístola de la parroquia de San Francisco de El Puerto de Santa María. [Esta nótula es un resumen de un artículo más extenso]
La representación del Inmaculado Corazón de María es una talla en madera policromada (encarnada y estofada) de tamaño natural (175 x 74 x 60 cm., sin peana) esculpida por Antonio Castillo Lastrucci en 1946.

En este modelo iconográfico se representa a la Virgen como una mujer joven de cuerpo entero y erguida sobre una peana con tres cabezas de angelitos con el símbolo inequívoco de un corazón rojo flamígero sobre la parte superior del pecho.

Sobre él se clava un puñal que hace referencia a la profecía de Simeón cuando le anunció que “a ti misma una espada te atravesará el alma”, significando los sufrimientos que padecería durante la Pasión y Muerte de su Hijo. Una corona de rosas lo circunda (reflejo de la pureza de María) y las llamas en su parte superior simbolizan el amor ardiente de María por Dios y los seres humanos. Curiosamente, no nos consta que entre las numerosas representaciones marianas de gloria, Castillo Lastrucci hubiera tallado otra imagen del Corazón de María. Esta innovación en su repertorio incrementa el valor de esta talla conservada en El Puerto de Santa María.

En un análisis formal de esta talla destacamos su cabeza, enmarcada por una cabellera larga de mechones ondulados e inclinada ligeramente hacia abajo y su derecha, en actitud de mirar al fiel o espectador que se acerca a rezarle o admirar su categoría artística. En ella destaca un rostro de facciones clásicas, belleza sublimada, dulce expresión y serenidad.
Los brazos se alzan a la altura de la cintura y las manos --de dedos largos y finos con cierta flexión realista-- se abren en actitud de acoger a todos los fieles. En cuanto a la indumentaria, María se cubre con un velo y viste túnica de anchas mangas ceñida a la cintura y manto superpuesto con amplios pliegues.

En la policromía destacan las labores de estofado a base de pan de oro resaltando motivos florales con variedad cromática en la túnica y vegetales de trazo sinuoso y dorados buscando armonía y proporción sobre el fondo oscuro de las superficies textiles.
La escultura descansa en una peana a modo de masa nubosa en la que destacan las tres cabezas de querubines mofletudos de ensortijada cabellera.

En 2013, para celebrar el Año de la Fe, procesionó por las calles de El Puerto después de cuarenta años sin hacerlo. En 2025 se celebra el Memorial del Inmaculado Corazón de María el 28 de junio, precisamente cuando su imagen recorra las calles de El Puerto junto a la del Sagrado Corazón de Jesús en la procesión organizada por el Apostolado de la Oración de la Parroquia de San Francisco.

El autor
Su autor, el escultor Antonio Castillo Lastrucci (1882-1967) fue un prolífico imaginero destacado del denominado “neobarroco andaluz” que renovó o revitalizó un estilo pasado pero no olvidado como es el barroco de los siglos XVII y XVIII. Muchas de sus obras suponen una continuidad estética y estilística de Montañés, Mesa, Roldán, Cano, Mena, etc., la mayoría de las veces por imperativo de los comitentes.
Trabajó en su taller de la calle de San Vicente de Sevilla desde 1923 especializándose en tallar imágenes cristíferas y marianas en madera policromada para cofradías de toda Andalucía y buena parte de España, aunque también trató algunos temas profanos.

La mayoría de los pueblos gaditanos custodian imágenes suyas. En El Puerto de Santa María, los hermanos de la cofradía del Cristo de la Flagelación le encargaron en 1943 una imagen de Dolorosa que advocarían como María Stma. de la Amargura para acompañar desde el año siguiente en la salida penitencial al titular atado a la columna.
Y en 1961 entrega a la de la Humildad y Paciencia las figuras de dos sayones, dos romanos y dos candelabros para su paso de misterio. Se conserva también el contrato de la parihuela y frontal de dicho paso, trabajos que datan de 1962.

Algunas de sus características, que también podemos apreciar en la imagen del Corazón de María de El Puerto, son la utilización de un lenguaje claro y sencillo sin caer en la vulgaridad, dentro de lo que podemos definir como un clasicismo formal, una simplificación de volúmenes y humanización de personajes de actitud reposada sin perder esa típica fusión entre naturalismo e idealismo.
Más allá del modelo: cuando la gubia busca lo divino
El mismo autor afirmaba que “no puede haber una mujer, por muy perfecta que sea, que se asemeje a la Madre del Redentor, físicamente hablando... Cuando he sacado el máximo partido al modelo, me abstraigo y empiezo a luchar por dar con las gubias la expresión ideal que yo he sentido”. Y es que Castillo siempre mantuvo que el éxito de esculpir una imagen sagrada consistía en hacer que confluyan dos factores imprescindibles: la habilidad del artista y la fe religiosa.
Es más que probable que en esta imagen mariana que comentamos, llevara a la práctica lo que él mismo pensaba y sentía al esculpir una imagen de estas características: “tomar del modelo vivo la esencia humana y luego divinizar la expresión”.