Mañana viernes, por la noche, en el Teatro Municipal
| Texto: José María Morillo.
Javi Ruibal Quinteto irrumpe en escena con Luz, una de las propuestas más personales del jazz español reciente. La cita, mañana viernes a las 20 horas en el Teatro Municipal Muñoz Seca Lejos de limitarse a la etiqueta de “baterista líder”, Ruibal articula un discurso donde la percusión es columna vertebral, pero también motor narrativo y emocional del quinteto. El estreno mundial de la obra se llevó a cabo en Chiclana el pasado mes de enero y llega a El Puerto de Santa María 11 meses después.
Luz se presenta como un álbum de jazz contemporáneo que utiliza la idea de la feminidad como eje dramático y no como excusa conceptual. Cada una de las ocho mujeres que inspiran las piezas funciona como un personaje implícito, y esa personalidad se traduce en dinámicas, acentos rítmicos y giros melódicos. El resultado es una obra cohesionada, de atmósfera luminosa, donde conviven la festivo y lo introspectivo.

El quinteto que trae Javi Ruibal a escena es una declaración estética: la base rítmica que forma junto a Ale Benítez en el bajo sostiene un tapete flexible sobre el que el piano y teclados de Oscar A. Rifbjerg encuentran espacio tanto para el lirismo como para la tensión armónica. La trompeta de Víctor Vega y los vientos múltiples de Diego Villegas (saxo, flauta y armónica) completan un frente melódico capaz de pasar del canto casi vocal al trazo más abstracto sin perder cercanía con el oyente. Esa combinación configura un lenguaje de jazz fusión profundamente mediterráneo que se acerca a la Bahía de Cádiz, donde asoman ecos de flamenco y músicas del mundo sin caer en los tópicos.
Como compositor, Ruibal el joven, se sitúa en un territorio interesante: construye temas de entrada accesible, con hooks melódicos claros, pero los somete a desarrollos rítmicos que mantienen la atención del oyente especializado. Las estructuras rehúyen del solo “de lucimiento”, valga la redundancia, para favorecer diálogos constantes entre las secciones, algo especialmente evidente en los pasajes en que la batería abandona el papel de metrónomo para convertirse en voz solista. En directo, esta arquitectura se percibe como una suite en movimiento, donde los contrastes de densidad y color funcionan mejor que cualquier artificio escénico.
Si el debut Solo un mundo situó a Javi Ruibal en el mapa como un nombre a seguir dentro del cruce entre jazz, flamenco y world music, Luz consolida esa promesa y la afina hacia un territorio más definido. Se advierte un crecimiento tanto en la escritura como en la producción: el sonido del quinteto es compacto, maduro y muy consciente del espacio, algo que permite que cada detalle —un motivo de flauta, un cluster pianístico, un contrapunto de trompeta— tenga peso propio sin saturar. Luz es la confirmación de un proyecto que entiende el jazz como lenguaje vivo, permeable y, sobre todo, profundamente narrativo, de nuestro artista portuense… o porteño.
