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Entrevistas imposibles (1). Conversamos con Juan de la Cosa tras dibujar su Mapamundi #6.335.

| Texto: José María Morillo

A finales del siglo XV y comienzos del XVI, El Puerto de Santa María se convirtió en un lugar estratégico para la aventura oceánica. Aquí se construyeron barcos, se planearon viajes y se escribieron páginas esenciales de la Historia Universal.

Una de ellas tuvo como protagonista a Juan de la Cosa (Santoña, circa 1450 – Turbaco, 1510), cosmógrafo y cartógrafo, navegante y hombre de confianza de Colón. Dueño de la nave Santa María, estuvo presente en el primer viaje a las Indias y en otros seis más.

En esta entrevista imposible viajamos al pasado para conversar con nuestro protagonista.

Nos encontramos en el cantil del muelle de El Puerto. El olor a brea y creosota, salitre y madera recién cortada llena el aire. Entre marineros, carpinteros y mercaderes, hay un hombre que ha hecho historia: Juan de la Cosa, el navegante  testigo de los viajes de Colón. Hace unas semanas que acaba de terminar su mapa mundi, el primero que dibuja las tierras recién descubiertas al otro lado del Atlántico… y lo ha hecho aquí, en nuestra Muy Noble y Muy Leal Ciudad del Gran Puerto de Santa María.

--Maestre Juan, gracias por recibirme en un día tan señalado.
--Señor Morillo, sois bienvenido. No todos los días se pinta el mundo… o al menos, lo que de él conocemos.

--¿Qué os mueve a trazar con tanto esmero el mundo en un pergamino?
--Decidme vos, ¿qué mueve a un poeta a escribir versos? La necesidad de dejar memoria. Los mares que he navegado, los cabos que he doblado, las islas que hemos hollado… todo debe quedar plasmado. El mar se olvida, el papel recuerda.

--Lo habéis pintado sobre piel, con colores vivos, banderas y leyendas… ¿por qué tanto detalle?
--Porque el mar es traicionero, y el mapa ha de ser fiel. Cada cabo, cada isla, cada corriente… todo puede ser la diferencia entre llegar a buen puerto o perecer en el viaje.

--Habladme de esas nuevas tierras que habéis pintado.
--Al verlas, uno siente que el mundo es más grande de lo que los libros antiguos decían. Gentes desnudas, ríos tan anchos como océanos, montes verdes que parecen sin fin… y oro, señor Morillo, oro que reluce al sol como si el mismo cielo lo hubiera sembrado.

--¿Y cómo reaccionaron los Reyes Católicos cuando les mostrasteis este mapa?
Con esperanza y recelo. Esperanza por lo que prometía, recelo porque cada trazo es también una frontera con Portugal, y cada línea puede ser motivo de guerra o de alianza.

--En vuestro mapa, habéis pintado banderas de Castilla sobre esas costas lejanas. ¿Es un símbolo de dominio?
--Es una promesa. La mar no se conquista, solo se navega. Pero los hombres… ellos sí buscan dejar su enseña donde pisan. Yo solo marco el camino.

--¿Y por qué El Puerto para realizarlo?
--Porque aquí hallé paz para pensar y manos hábiles para ayudar. Este Gran Puerto es como un cruce de caminos: fenicios, romanos, árabes… todos dejaron su huella. ¿Cómo no iba a ser aquí donde el mundo entero cupiera en un pergamino?

--¿ El Gran Puerto de Santa María? ¿Qué significa para vos?
--Aquí confluyen mares y hombres de todos los reinos. Es el taller del mundo nuevo: salen navíos, entran ideas. No hay lugar mejor para dibujar el planeta que en este muelle donde todo empieza y termina.

--Si pudierais hablar a quienes dentro de quinientos años miren vuestro mapa en un museo, ¿qué les diríais?
--Que recuerden que el mundo nunca estuvo del todo descubierto, que siempre hay horizontes por dibujar; que un marinero osó dibujar lo que no se conocía… y que lo hizo para que otros se atrevieran a buscarlo. Y que sepan que en El Puerto de Santa María, en el año de Nuestro Señor de 1500, un marinero cántabro se atrevió a pintar el planeta.

El mapa de Juan de la Cosa se conserva hoy en el Museo Naval de Madrid, como una de las joyas más valiosas de la cartografía universal. Pero nació aquí, en El Puerto de Santa María, al calor de los astilleros y del bullicio marinero.

Quizás esa sea la grandeza de esta Ciudad: ser puerto de salida y arribo, testigo de descubrimientos y cruce de mundos. Y gracias a Juan de la Cosa, el nuestro quedó dibujado, con las tierras de América reveladas por primera vez a los ojos de Europa.

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