| Texto: Verbigracia García L.
Con el nacimiento del siglo XXI, cuando el flamenco seguía debatiéndose entre la pureza y la modernidad, Pansequito regaló una de esas veladas que quedan impresas en la memoria del aficionado. El Salón Bottaro de Bodegas Terry sirvió de marco para una grabación en la que la guitarra magistral de Daniel Navarro Cruz ‘Niño de Pura’ templó el aire con su soniquete inconfundible, mientras Juan Manuel Suárez Japón y José Ignacio Primo guiaban la conversación con la sapiencia de quienes conocen el cante desde sus entrañas.

Los escenarios elegidos no fueron mero decorado: la playa de La Puntilla, los cascos bodegueros y los coches de caballos de Terry, el propio Salón Bottaro evocaron un Puerto de Santa María de aroma añejo, donde el duende seguía al acecho entre andanas de botas y albero. Música y sentimiento se fundieron en un documento antropológico y musical que, emitido en La 2 de Televisión Española, acercó al gran público un flamenco sin artificios, sincero y desnudo, como querían los antiguos.