Saltar al contenido

| Texto: José María Morillo | Foto: Miguel Sánchez Lobato

El Puerto de Santa María, año de 1926. En las calles aún se escuchaba el silbido de los serenos al caer la noche, los carros de mulas marcaban el ritmo de la Ciudad, y en la taberna de La Burra se hablaba más de uvas que de bancos. Fue en ese mismo año cuando vino al mundo Miguel Morales Augusto, en una población que todavía olía a pesca, sal y creosota, huerta y vino, y donde el tiempo parecía andar en alpargatas.

Mientras Rafael Alberti escribía La Amante soñando carreteras y modernidades, y Pedro Muñoz Seca seguía desgranando comedias a un ritmo que parecía imposible, en una modesta casa portuense nacía Miguel, hijo de Roque Morales Ahumada y Luisa Augusto. Segundo de tres hermanos, criado entre la voz de la radio galena y las escobillas de betún, Miguel aprendió temprano el sonido del martillo sobre la horma y el arte de escuchar los pasos ajenos a través de sus zapatos.

...continúa leyendo "Miguel Morales Augusto.  El zapatero de la calle Larga y de su tiempo #6.259"

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.

ACEPTAR
Aviso de cookies