“Dadme un enchufe y moveré el mundo.”
Arquímedes (287-212 a. C.)
| Viñeta y texto: Alberto Castrelo.
En nuestra excelsa ciudad de El Puerto de Santa María, donde el sol brilla, los chavales deambulan con garbo y los presupuestos se evaporan como lágrimas de oposición, se ha alzado una moción tan noble como necesaria: declarar BIC (Bien de Interés Cultural) la regleta eléctrica. Esa maravilla del diseño industrial, símbolo del progreso, altar de los cargos de confianza, cuna de consejerías efímeras y musa de asesores.
Así lo anunciaban los dirigentes locales:
“Ha sido una decisión difícil, porque teníamos otras opciones. La idea surgió durante una comida en El Chirri. Salió de una reunión celebrada entre asesores y cargos de confianza sin competencias definidas y un concejal que pasaba por allí a recoger unos vales de descuento. Uno propuso una escultura abstracta; otro, una fuente de colores; el tercero, en un momento de inspiración mientras consultaba su nómina, gritó: ¡Una regleta! ¡Pero gigante! Como símbolo de todo lo que somos”. Comentaba el responsable municipal a los medios.