
| Texto: Luis Suárez Ávila [*]
Cuando Alfonso X le construyó el santuario fortificado a esta imagen de María, sus muros fueron testigos mudos de las plegarias y de los prodigios obrados. Cuando se construye este templo prioral para Ella, y preside el inmenso retablo gótico, en el ábside, prosigue recibiendo en audiencia a los portuenses que trocan su nombre por el de los Milagros; cuando el retablo gótico, admiración de las gentes, obra del escultor Roque Balduque y de Juan Ramírez, el pintor que introduce en los ambientes artísticos a Esturmio, comienza a deteriorarse, el pueblo, con el patronato del Príncipe Manuel Filiberto de Saboya, le construye esta capilla, con sacristía propia y retablo en que es colocada la sagrada imagen. Luego, el caballero portugués Don Juan de Silva y Salcedo, de la Orden del Cristo de Portugal, le manda hacer el camarín, la escalera, el cuarto de los milagros y, bajo todo ello, la bóveda que le servirá de sepultura a él y a su mujer. El 12 de octubre de 1620, la Virgen es trasladada desde el maltrecho retablo mayor, a esta recoleta capilla.
A Ella acuden, los portuenses, simplemente a charlarle, a platicarle, a "pegar la hebra" con Ella, a contarle alegrías y penas, problemas y temores, ansias y desasosiegos, o, simplemente, a darle las gracias. De las paredes de su camarín cuelgan exvotos que son testimonios parlantes de tantos y tantos prodigios repartidos por su mano.
Sorprende a los de fuera, a los que nos visitan, a los veraneantes, que, al final de las misas, en la Prioral, los portuenses no nos vamos, sin antes pasar a rendirle pleitesía a la Patrona y rezarle una Salve. Les sorprende que, durante el día, haya siempre alguien, en esta capilla, sentado, o de rodillas, un rato y otro rato. Y es que esas audiencias que nos concede esta guardadora de la viña de su Puerto, desde el bienteveo de su camarín, son un verdadero bálsamo.
[*] Fragmento del Pregón de la Patrona | Año 2004.