
| Texto: José María Morillo.
Jesulín de Ubrique tenía 21 años cuando, aquel 20 de octubre de 1995 –se cumplen mañana 30 años-- vio cómo la plaza de toros de El Puerto de Santa María se convertía en un hervidero de mujeres. Más de 14.000 abarrotaron los tendidos para la segunda de las tres corridas que el torero organizó bajo el lema Va por ellas, un espectáculo taurino pensado para rendir homenaje a su público femenino. La escena, con bragas agitadas como banderas, o arrojadas durante el paseíllo del torero y un ambiente cercano a una gigantesca despedida de soltera, quedó grabada en la memoria colectiva de los años noventa.
Antes del paseíllo, Jesulín apenas acertaba a responder a la periodista de Antena 3 que le pedía unas palabras para la megafonía y saludaba a sus seguidoras desde una ventana del Hotel Santa María. El torero, abrumado, toreó seis ejemplares de Núñez del Cuvillo mientras la multitud le ovacionaba. “Fue algo impresionante; podía haber llenado el Santiago Bernabéu”, recuerda hoy. Las entradas eran gratuitas y muchas se quedaron fuera.

La Ciudad, según las crónicas, recibió hasta 40.000 mujeres, que llenaron hoteles, durmieron en la calle y se acercaron a la Oficina de Turismo de la calle Guadalete –la que fuera vivienda del capellán del Hospital Municipal-- para conseguir su pase. Asociaciones de toda España habían remitido cartas pidiendo sus entradas para los autobuses que vinieron al evento.
Aquellas tardes (toreó también en Aranjuez y Granada) resultaron también un negocio: Jesulín alquiló la plaza, compró los toros y vendió los derechos de imagen a Antena 3 por 40 millones de pesetas por cada una de las tres corridas de toros. El 28% de cuota de pantalla avaló el fenómeno, en plena fiebre televisiva de retransmisiones taurinas. El torero, convertido en producto mediático, acumulaba contratos publicitarios con Cola-Cao, Motorola o Chupa Chups, mientras su vida personal alimentaba titulares.

La tarde se adornó con una cuadrilla inédita: la música la pusieron mujeres llegadas de distintos rincones de Andalucía, y en la plaza no faltaron figuras femeninas en todos los oficios. Presidencia, alguacilillas, torilera, cartelera, pintoras y hasta ayudantes de banderillas y puyas acompañaron a Jesulín en el ruedo
El contexto era el de un país ingenuo y desbordado por la cultura pop: Almodóvar estrenaba Kika, Jesús Gil aparecía en su jacuzzi televisivo y Martes y Trece hacían chistes sobre violencia machista. En ese marco, Jesulín representó un fenómeno fan insólito, con tintes de verbena y exceso, que mezcló toros, espectáculo y devoción femenina.

Treinta años después, aquellos espectáculos parecen irrepetibles. Hoy, Jesulín asegura que lo recuerda con cariño y sin rastro de acoso: “Disfruté mucho, veía a la gente pasarlo bien”. Hoy el torero pasea desapercibido por las calles de Madrid. "Voy al mercado. Soy super feliz", confiesa al periódico El Mundo: "He tenido la suerte de tener el éxito total y reintegrarme en la vida normal. Nadie me para".