Cuando el RCD Español jugó el partido teatral más raro de su historia

| Texto: José María Morillo.
Hay noches en las que el fútbol se quita las botas de tacos, se pone calzas medievales y decide que la mejor manera de hacer piña no es encerrarse en una sesión de vídeo, sino lanzarse al escenario. Así nació, en la temporada 1983/84, una función irrepetible: La Venganza de Don Mendo, de Pedro Muñoz Seca, protagonizada por la plantilla del RCD Español. Un experimento teatral, solidario y tan insólito que hoy parece un cuento del vestuario… pero pasó, y con entradas agotadas con Maradona como artista invitado.
El artífice en la sombra fue el capitán Molinos, que recogió la filosofía de su técnico, un joven Xabier Azkargorta —fallecido el pasado viernes en Bolivia— y la convirtió en una llamada a remar juntos… pero en verso. La dirección, a cargo del incansable Albert Pueyo, dio forma a un proyecto que pretendía unir al equipo y recaudar fondos para el Hospital San Juan de Dios. Lo que nadie imaginaba es que aquello acabaría con Maradona vendiendo babuchas en Barcelona. Literalmente.
Del césped a las tablas
La elección fue rápida: La Venganza de Don Mendo, un clásico que permite hacer el gamberro con elegancia, manejar un reparto amplísimo y dejar que cada actor pierda la vergüenza sin perder el compás. Nuestro paisano Muñoz Seca, allá desde donde esté, debió aplaudir la ocurrencia.

Molinos repartió papeles como quien anuncia una convocatoria. Durán clavó a Don Mendo; Azkargorta se transformó en Don Nuño con sorprendente naturalidad; Jesús Orejuela fue Don Pero; y las parejas de los jugadores tomaron los roles femeninos con tanta profesionalidad como buen humor. Incluso Soler, reconvertido en Marquesa, firmó un cameo de los que levantan graderío… aunque fuese un graderío de platea.

Los ensayos fueron tan intensos como una semana pre derbi: reuniones en San Juan Bosco, memorización en las concentraciones, e incluso piques entre compañeros llamándose por el nombre del personaje. Si Stanislavski hubiera pasado por Sarriá, habría tomado notas.
El estreno que lo cambió todo
14 de mayo de 1984, 22:30 h. Teatro Martínez Soria (antes Teatro Talía), Paralelo barcelonés. Entradas entre 2.000 y 3.000 pesetas. Lleno absoluto. En primera fila, el president Jordi Pujol y un nieto de Muñoz Seca. Y sobre el escenario: 25 jugadores, 5 técnicos, 8 mujeres del vestuario ampliado… y Diego Armando Maradona como el moro Alí, vendedor de babuchas.

Su actuación apenas duró dos minutos, pero el público estaba entregado; la prensa, desbordada; la recaudación, casi tres millones de pesetas, íntegramente para el hospital.
Durán firmó un Don Mendo digno de premio gordo como homenaje a los grandes actores que han interpretado este personaje, como José Luis Ozores, Manolo Gómez Bur, José Sazatornil, Raúl Sender, Ismael Merlo o Tony Leblanc… El equipo funcionó como elenco y como familia. Y el Español, por una noche, fue más que fútbol: fue compañía teatral, fenómeno mediático y ejemplo solidario.

El epílogo del camerino
Hubo bajas de última hora —Lauridsen con Dinamarca, Miguel Ángel con la sub-21, Maldonado recién operado—, y Maradona llegó magullado tras la legendaria batalla campal de la final de Copa. Aun así, cumplió. Y cuatro días después, parte del reparto visitó Superstar en TVE, (ver minuto 1:01:50) presentado por Lola Flores, Caballé, Carreras y Raphael. No está mal para lo que empezó como “hacer piña”.

Aquella función no dio puntos en la clasificación, pero dejó algo mejor, una historia única. Una de esas que solo ocurren cuando el deporte y el teatro se dan la mano… y el telón sube para recordar que la solidaridad, cuando se interpreta con corazón, siempre hace taquilla. Como cuando en El Puerto de Santa María se hacían funciones teatrales solidarias con las inundaciones de Sevilla hace más de 50 años, o a beneficio de la Cabalgata de Reyes portuense en la década de los sesenta del pasado siglo.
