
| Texto: José María Morillo.
Treinta y nueve años tiene esta imagen del Catálogo de Navidad de 1977. Es mucho más que un muestrario de botellas: es una postal líquida de una época. En pleno tardofranquismo, la bodega Luis Caballero desplegaba todo un argumentario festivo: brandy, ponche, ginebra… la artillería pesada de las sobremesas largas y las conversaciones sin prisas. Y los aperitivos con los vermuts, rojo y blanco y algún vino tinto de otra denominación de origen. El diseño con tipografía solemne, fondos cálidos, composiciones simétricas y una puesta en escena que mezclaban elegancia y cercanía doméstica.
Las cajas surtidas —verdadero pack ahorro emocional— resumen una forma de consumir muy de la época: regalar bebidas era regalar prestigio, hospitalidad y futuro brindis. El brandy Decano y el Ponche Caballero ejercían de buques insignia, mientras el vermut Gavina y la ginebra Burdon’s aportaban modernidad sin romper la tradición. Hoy, se continúa haciendo. También el fino Pavón o el oloroso Mayoral, el moscatel Padre Lerchundy, el rioja Vista Alegre y el brandy Chevalier.
Y, por supuesto, el anclaje territorial era y es clave, porque que no es un dato menor: El Puerto de Santa María, origen, orgullo local y promesa de calidad. Esta fotografía no vendía solo destilados, vendía una manera de celebrar la Navidad, cuando las botellas se abrían despacio, los vasos eran de cristal grueso y el tiempo —al menos por unas horas— parecía infinito. Hoy Caballero, sigue con esos y nuevos productos, adaptado al ritmo de los tiempos.
