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María Garrido, empresaria hostelera.

El Castillo de la Pólvora, batería de La Laja o vulgarmente Castillito, son las denominaciones que recibe una de las defensas de la Edad Moderna, que formaban el cordón defensivo costero de El Puerto, contruidas todas ellas con motivo de las irrupciones violentas de piratas, turcos y berberiscos, así como de corsarios holandeses y británicos, y que dejaron de utilizarse de forma efectiva a comienzos del siglo XIX. La batería de La Laja como estructura defensiva se considera (BIC) Bien de Interés Cultural, en función de la disposición adicional segunda de la Ley 16/85, del Patrimonio Histórico Español, hoy convertido en bar restaurante de playa.

En la fotografía, María Garrido, a sus 73 años supervisa y coordina las tareas en los fogones de El Castillito, bar-chiringuito en la Puntilla, playa eminentemente del pueblo. Emigrante a Francia, cuando volvió se hizo cargo del Castillito que hoy regena su yerno, Juan Guerrero, con miembros de la familia y empleo ocasional de verano.

In this photograph, María Garrido, at 73, supervises and coordinates the kitchen in El Castillito, bar/chiringuito in La Puntilla, a beach emblematic of El Puerto. She emigrated to France and on her return she took over at Castillito which today is run by her son-in-law, Juan Guerrero, who is helped out by other members of the family and seasonal workers in the summer.

María ha dado numerosos hijos y nietos a los negocios de turismo y hostelería; su familia regentaba, con su pariente Ismael, el popular Salón-Baile de “Jalisco” en la calle Santa Clara. El Castillito se llena de día turistas y lugareños; con la noche, la gente bien de Vistahermosa. Desde que el buen tiempo alcanza al Castillito, hasta su ocaso otoñal, permanece abierto todos los días. En invierno solo los fines de semana, para esparcimiento de las familias completas que acuden al figón. El gran eucalipto que lo apuntala, a un lado, es seña de identidad del baluarte reconvertido en bar, plasmado en miles de fotos y cientos de lienzos y acuarelas. También algunos escritores, como Alberti o Suárez, han dejado referencias al Castillito:

«Cada día me gustaban menos los libros, estudiar. En clase, y durante varias semanas, me pasé llenándoles los márgenes blancos de pequeños Balvaneras, seguidos melancólicamente por una abierta V de gaviotas. Las rabonas aumentaron. Mientras que en casa, después de la fingida vuelta del colegio, me dedicaba a copiar exactamente el anuncio del barco, en la playa y por la orilla del Guadalete iba llenando las hojas de un cuaderno con acuarelas y dibujos de paisajes marítimos, levantando generalmente al fondo de ellos la relumbrante sal de las salinas, petrificada en pirámides, los castillos de Santa Catalina y de la Pólvora, sin faltar nunca Cádiz,  diluido entre mástiles y brumas de chimeneas.»
Rafael Alberti Merello. La Arboleda Perdida. Pg. 74

«Castillito, ¡quien le fuera!
¡Castillito de la pólvora;
lejos, allá en la bahía
de mi infancia marinera!
Rafael Alberti Merello. El Alba del Alhelí. Pg. 241

El Castillito, visto desde la playa de La Puntilla.

«Entraban los Merello, a recogernos a mi padre y a nosotros para ir de excursión a la playa, por el Camino de los Enamorados, entre tunas, pitas, espinos aromos, vinagreras, tomatitos del diablo... para acabar pintando acuarelas o haciendo apuntes a lápiz del Castillo de la Pólvora o de los arrieros  que, con sus recuas, cargaban arena para la fábrica de botellas.»
Luís Suárez Ávila. “Consecuencias y secuelas de los buenos principios: el neopopularismo en Rafael Alberti”. Culturas Populares. Revista Electrónica 4 (enero-junio 2007).

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