La Memoria es un bien que con facilidad olvidamos con el paso del tiempo. Antonio es millonario en recuerdos y experiencias vividas alrededor del mundo de la pesca. Su especial fortuna no se debe tanto a los años como al deseo de no olvidar. En los meses de paro biológico o en los días en los que la flota pesquera estaba atracada, Antonio no se separaba del muelle, repasaba la estiba de las redes, estaba atento a los amarres en las subidas y bajadas de mareas, controlaba el avituallamiento, y hacía pequeños arreglos de mantenimiento. /Foto: J.F.Ferrer.
Estas eran, entre otras sus ocupaciones cuando estaba en activo. De paso intentaba evitar que alguien castigara a los pesqueros aún más de lo que ya se encargaba de hacer el mar, viaje tras viaje. Todo esto era la mejor excusas para no estar lejos del olor a salitre de las artes estibadas en la cubierta, de los cabos junto a la maquinilla junto a la toldilla, del gasoil que todo lo envuelve y que a determinadas horas se mezclaba con el aroma de un caldo marinero.
Pesquero Ciudad del Puerto
Un repaso de los nombres de barcos de El Puerto que Antonio conserva en su memoria, bastarían como guión para conocer la historia, aún no contada, de la pesca en la Ciudad. El Hermoso Juanito, Maruchi Antonia, Ciudad del Puerto, Playa de Ifach, Río Guadalete, Hermanos González, son nombres que por sí solos dan pie a este hombre a comenzar una entretenida tertulia.
La convivencia de Antonio con sus compañeros es algo especial. Es difícil que alguien pase cerca de él y sea indiferente, casi siempre se cruzan calurosos saludos con una fuerte carga de buen humor. En su mirada se conoce a un hombre que tiene la conciencia tranquila, seguro de haber vivido sin doblez, sin buscar otra cosa que hacer bien lo que bien conoce. Por eso sólo sea millonario en otras cosas más importantes que el dinero y que dan otro tipo de alegrías que duran más en el tiempo.
Pesquero Hermanos González.
La cocida de abordo es uno de los escenarios del barco donde Antonio mejor se encuentra. Este lugar juega un papel principal durante los muchos días que dura un turno en alta mar. Un mal cocinero puede llegar a ser peor para la tripulación que un crudo temporal.
A la hora de cocinar es cuando va mas allá de las palabras y los calderos hacen el papel de crisol donde todos los recuerdos y experiencias se materializan. Con unos recursos básicos y una buena dosis de imaginación, Antonio sacaba de las cocina exquisitos arroces, pastas y verduras en los que algún rubio o gallineta han dejado su sabor inconfundible.
En la memoria de Antonio está ya lejos la imagen de una flota en El Puerto de más de doscientos pesqueros, verdadera fuente de riqueza y trabajo, que situó su lonja entre las principales de Andalucía. Hoy lo que queda de esa flota pasa por algo más de un paro biológico y encuentra en Antonio al guardián de su memoria. /Texto: José F. Ferrer.
Mi tío .Un gran hombre, mejor persona.Noble , cariñoso. ...Alguien al que nunca quieres olvidar. Gracias por tu cariño de pequeña.
yo que tambien lo conocí en el "Maruchi y Antonia", me adhiero totalmente al comentario de José F.Ferrer, fué un gran marinero y un excelente amigo, un abrazo