Recuerdo a mas de cien jornaleros en la esquina de las calles Ganado y Cielo esperando que llegara un panadero, para escoger a tres o cuatros para descargar un camión de harina. Del resto, algunos se quedaban llorando porque ese día no comían sus niños. O en la Ribera del Río para ser escogidos por los portuarios para descargar o cargar sal, botas de vinos o fardos de papel de estraza. Que Puerto aquel tan miserable, pero a la vez tan honrado por parte de los que eran explotados y solo eran capaces de mostrar sumisión. | Texto: Eduardo Bocarando Gándara.
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