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Antonio Romero Castro. Su huella en las fiestas portuenses #6.269

Fue uno de los impulsores de la caseta ‘Tierra, Mar y Vino’ en el siglo pasado

| Texto: José María Morillo

Hablar de Antonio Romero Castro es hablar de la esencia misma de la fiesta en El Puerto de Santa María en los años 60 y 70 del siglo XX. Como jefe del Negociado de Fiestas del Ayuntamiento, su influencia en la organización de eventos festivos fue determinante para consolidar celebraciones que hoy forman parte del calendario colectivo de la ciudad. Pero su legado no se limitó a la Feria: su labor abarcó también Playas, Turismo, Vivienda y otros ámbitos municipales, siempre con la intención de hacer de El Puerto un lugar más vibrante y acogedor para vecinos y visitantes.

Conocido cariñosamente como el ‘alcalde chiquito’, no tanto por su estatura sino por su capacidad de gestión y liderazgo, Romero Castro se convirtió en una pieza clave en la planificación y presentación de los actos lúdicos organizados por el Ayuntamiento. Su cercanía y don de gentes lo convirtieron en una figura indispensable en cada evento, desde las festividades patronales hasta las iniciativas culturales y benéficas que iban ganando peso en la Ciudad.

Era colaborador habitual de los presidentes de las asociaciones de vecinos de las nuevas promociones de viviendas que se iban construyendo en el cinturón de barriadas que rodeaba el casco antiguo de la Ciudad. Una persona que ayudaba a todo el mundo.

Entre sus mayores alicientes, llegaba cada año con la festividad de la Virgen de los Milagros, donde encontraba inspiración y respaldo en la figura del maestro Francisco Dueñas Piñero. Su entusiasmo y compromiso con la tradición local se reflejaban en cada detalle de la organización, asegurándose de que las fiestas tuvieran el brillo y la categoría que merecían.

Su pasión por la Feria de Primavera lo llevó a idear un proyecto innovador junto a Juan Ignacio Pérez Salas, otro funcionario Municipal. Juntos dieron vida a la caseta Tierra, Mar y Vino, un espacio que, más allá de su instalación en el recinto de Crevillet a finales de los 60 y principios de los 70, trascendió la Feria para convertirse en un punto de referencia permanente. Allí se celebraban actuaciones musicales, homenajes y eventos que dinamizaron la vida social de la Ciudad, reforzando la identidad festiva de El Puerto.

En reconocimiento a su incansable labor en la promoción y engrandecimiento El Puerto de Santa María, Antonio Romero Castro recibió la Coquina de Oro, un galardón municipal que premiaba la dedicación y el compromiso con la identidad portuense. Este reconocimiento, recibido en octubre de 1975, supuso un espaldarazo a una trayectoria marcada por la pasión por la fiesta y la cultura popular.

50 años después, la nueva caseta que ha adoptado aquel nombre de Tierra, Mar y Vino, establecida en el Recinto Ferial de Las Banderas en 2025, le ha otorgado, de forma renovada este reconocimiento en la Noche de la Velada.

Hoy, su legado permanece vivo en imaginario de la Feria, en cada acto festivo que sigue convocando a vecinos y forasteros, y en cada brindis con Vino Fino que celebra la identidad de un pueblo que, gracias a figuras como él, aprendió a hacer de la fiesta un arte.

 

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