La desconocida historia del primer bibliotecario de San Fernando

| Texto: Antonio Gutiérrez Ruiz.
En nuestro empeño de buscar personajes locales poco o nada conocidos traemos hoy a estas páginas a otro ilustre portuense, militar profesional, miembro de la corporación municipal isleña y, tal como destacamos en los titulares, primer bibliotecario de la municipal de la Isla de León. Hemos recogido esta información en la revista ‘Archivos, Bibliotecas y Museos’, en su edición de 1915, reproduciendo un fragmento del texto allí contenido, en relación con Rafael Martínez Cano, primer bibliotecario de la Municipal ‘Almirante Miguel Lobo y Malagamba’ de San Fernando:

“El teniente de alcalde D. José Barandiarán, en la sesión del 3 de Septiembre de 1877, manifestaba «que era preciso ocuparse del nombramiento o designación de la persona que hubiera de desempeñar el cargo de bibliotecario sin sueldo, sino sólo por la gratificación que en el presupuesto municipal se hallaba consignada para este objeto, y a dicho fin hizo presente las buenas dotes, bellas cualidades y vastos conocimientos científicos que reunía el señor concejal D. Rafael Martínez para desempeñar este cargo. Impuesto el Cuerpo Capitular, acordó por unanimidad nombrarlo bibliotecario sin sueldo, y sólo por la gratificación consignada en el presupuesto, de la que bajo la denominación de LOBO ha de instalarse en esta Casa Capitular, siempre que dicho señor acepte el nombramiento y tenga excusa legal para dimitir el cargo concejil que actualmente desempeña».
Aceptó el señor Martínez, pues bien, se ve que la cosa venía preparada, y presentó previamente la renuncia de concejal, fundándola en haber cumplido los sesenta años de su edad. Don Rafael Martínez y Cano nació en el Puerto de Santa María en 1812. Desde joven se dedicó preferentemente al estudio de las matemáticas. El Gobierno, en 12 de Julio de 1849, haciendo justicia a sus merecimientos, le nombró profesor de la Escuela Naval Militar, con la efectividad de alférez de navío; pero trasladada la Escuela al Ferrol, y poco dispuesto Martínez a abandonar el rincón andaluz, logró prestar sus servicios en el Observatorio de Marina de San Fernando.

En 1870 se le nombró comandante de Marina de Adra; no se avino a dejar sus natales y solicitó y obtuvo el retiro. Lo que mamó de joven lo retuvo en la vejez, y libre de ocupaciones oficiales se las buscó privadas en la preparación de alumnos que aspiraban a ser pilotos y en la dirección científica del Colegio San Fernando. Gozaba de buena reputación, estaba identificado con la tierra en que vivía, que era al fin la del solar de su nacimiento, por ser ambas ribereñas en la bahía gaditana; y no es raro que, con estas condiciones, junto con las de su ilustración, los vecinos de San Fernando lo llevaran al Ayuntamiento. Elegido concejal en 1876, desempeñó el cargo de Procurador-Síndico de la Corporación, y un año después, a los sesenta y cuatro de su edad, conservando sus energías, pasó a la biblioteca por acuerdo unánime del Consistorio, y en ella continuó hasta 1898, que fue el año de su fallecimiento.”