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Pilar Sánchez Toscano. El Puerto visto con los ojos de quien regresa #6.385

La apuesta de Piluca por el patrimonio histórico: “Aquí también se puede”

| Texto: José María Morillo.

Pilar Sánchez Toscano es una portuense de ida y vuelta. Nacida en Sevilla en 1980, Piluca, como es conocida en su entorno más cercano, pasó su infancia en El Puerto de Santa María donde estudió en las Carmelitas y formó parte del coro y la Escolanía del Orfeón Portuense que despertaron su sensibilidad artística. Tras mudarse a Huelva en la adolescencia, se inclinó por las letras y estudió Historia del Arte en Sevilla, especializándose en patrimonio. Después de años trabajando fuera, regresó en 2014 a El Puerto de Santa María, reencontrándose con su pasado y con una ciudad que sentía abandonada. Su implicación con la Asociación Betilo --es miembro de su junta directiva-- le devolvió la pasión por su profesión y la motivó a luchar por la conservación del patrimonio local. Hoy combina su trabajo, su familia y su compromiso cultural con el propósito de que El Puerto recupere su esplendor histórico.

1980

El año de su nacimiento, era alcalde de El Puerto de Santa María Antonio Álvarez Herrera. La Ciudad era declarada Conjunto Histórico Artístico por Real Decreto 3038/1980, de 4 de diciembre. Se creaba el Museo Municipal de Arqueología y Bellas Artes, bajo la dirección de Francisco Giles Pacheco. La comparsa de José Luis Arniz, ‘Cuba’, descalificada del Teatro Falla por llevar instrumentos de percusión, no permitidos aquellos años. Miguel García Abad, técnico de una empresa de fotocopiadoras, efectuó el 17 de octubre un avistamiento OVNI en las inmediaciones de la Sierra de San Cristóbal.

El Museo Municipal estuvo haciendo acopio de materiales en la Casa de la Cultura, instalándose provisionalmente en el edificio de la casa del Marqués de la Candia, en la calle Pagador

Nacida en Sevilla capital el 28 de febrero de 1980, día de Andalucía, a las 11 y media de la noche, en un año bisiesto, a punto de nacer el 29.  Su madre es natural de Huelva capital y su padre de un municipio sevillano donde el patrimonio histórico es una enseña: Carmona. Es la mayor de tres hermanos. Su padre trabajaba en el sector bancario teniendo una primera infancia muy movida:  Algeciras, El Puerto, Villa del Río (Córdoba), aunque con 6 años “nos instalamos en El Puerto definitivamente”.

| Coro de la Prioral, a la derecha el facistol

Vivieron en la calle Santa Lucía hasta los 14 años. “Estudié en las Carmelitas dónde hice muchas amistades y cantaba en el coro del colegio. En esa época con la hermana Emilia se celebraban muchos concursos entre colegios. Cantábamos, ocasionalmente, en el coro de la Prioral, me imponía cantar con el órgano sonando y la hermana Emilia dirigiendo con las partituras en ese facistol (que antiguamente no sabía cómo se llamaba)”. Formó parte de la Escolanía del Orfeón Portuense como soprano, cuando estaba situada en un bodegón en la calle Los Moros.

Recuerdos de El Puerto de antaño

Los recuerdos de Pilar de aquel Puerto de transición entre los ochenta y noventa son nítidos: los paseos con amigas al Colegio, ir a la tienda de la esquina –la familia Tey-- a comprar el pan para desayunar todos los días; a la farmacia de la calle Santa Lucía dónde el dependiente era muy simpático; al Bar Brillante de Añoño Mena a por caracoles para sus padres; a la pastelería la Selva Negra a por negritos; a La Barraca por chucherías cuando todavía funcionaba el cine Macario; a misa donde el cura Julio Juez Ahedo era muy amable con los que participábamos con la misa; también al recientemente desaparecida panadería La Pajarita,  antiguo Horno de Las Cañas los fines de semana “y estar deseando siempre estar en mi patio jugando con los vecinos”. 

Traslado a Huelva en 1994

Con 14 años la familia se trasladó a vivir a Huelva, a donde fue destinado su padre; allí se encontraba la familia materna y estaban más acompañados. “No me costó adaptarme, ya que en mis vacaciones siempre iba y conservaba las amistades”. Algunos veranos regresaba a El Puerto a casa de algunas amigas, durante unos días.

Cursó sus estudios en el Instituto La Rábida, donde se inclinó por la rama de Letras y descubrió su interés por la Historia del Arte, asignatura que eligió en COU y que marcaría su futuro académico. Decidida a profundizar en esa vocación, se trasladó a Sevilla para cursar la carrera, compartiendo piso con amigas porteñas mientras su familia permanecía en Huelva, ciudad en la que aún residen. 

Traslado a Sevilla

Durante el primer curso descubrió la asignatura de Conservación del Patrimonio, y fue entonces cuando comprendió que quería orientar su carrera hacia ese ámbito. A partir de ahí, eligió asignaturas optativas relacionadas con patrimonio, arquitectura y bellas artes, aprovechando los créditos de libre configuración para ampliar su formación con materias de otras titulaciones. Al finalizar la carrera realizó un curso de especialización de un año como Técnica en Gestión del Patrimonio Histórico, y más tarde continuó completando su preparación con nuevos programas formativos vinculados a esa misma área.

Cuando terminé mis estudios de Historia del Arte ya me instalé definitivamente en Sevilla y empecé a trabajar de comercial y por último de administrativa. Me casé y a los 3 años nos trasladamos a vivir a El Puerto por el trabajo de mi marido, donde tuve a mi hijo y mi hija, dedicándome a ellos”.

Regreso a El Puerto en 2014

| Monkey Week – VI Edición – 10,11 y 12 de Octubre 2014 en El Puerto de Santa María.

Tras 30 años fuera, en 2014 regresó al lugar donde había transcurrido su infancia: El Puerto de Santa María. Aquel año se celebraba la VI edición del Monkey Week en octubre. El reencuentro con las calles, las amigas del colegio y la playa le despertó una oleada de recuerdos que seguían intactos. Hoy vuelve a cruzar las puertas de su antiguo colegio con orgullo, al ver que sus hijos estudian en las Carmelitas.

Sin embargo, la alegría del regreso se mezcló con una profunda tristeza al descubrir un centro histórico deteriorado, con casas vacías y comercios cerrados, consecuencia del desplazamiento de la vida hacia la periferia. Aquello que le habían contado sus amigas se hizo evidente: la desidia parecía haberse instalado con resignación en el corazón de la Ciudad. “Y ver, sobre todo, la aceptación de los portuenses como algo inevitable”.

Su ingreso en Betilo

En 2019 descubrió a través de los escasos medios de comunicación locales, la creación de Betilo, la asociación para la defensa del Patrimonio Histórico portuense ante el evidente abandono de su legado arquitectónico y cultural. En 2022 decidió unirse como socia junto a su familia.

| Pilar, junto a miembros de Betilo delante del monumento a Pedro Muñoz Seca.

Tras la pandemia del COVID 19, la entidad retomó su actividad pública, y asistió a la presentación del proyecto del Centro de Interpretación del Vino Fino, donde tuvo la oportunidad de presentarse y comenzar su colaboración con la asociación. Su primera investigación versó sobre la autoría de los azulejos del Monumento a Pedro Muñoz Seca, “encontré mucha información de todo lo que conllevó la inauguración del monumento en su época” un trabajo que le permitió acceder a valiosa información histórica y comprobar de primera mano las carencias del Archivo Municipal, que demanda una urgente digitalización de sus fondos para facilitar su consulta y preservación.

La miembro más joven de la junta directiva

En 2024 me propusieron formar parte de la Junta Directiva de la Asociación, propuesta que acepté con entusiasmo. Reencontrarme con mi carrera de nuevo me despertó lo que era mi pasión y poder aportar mis conocimientos para ayudar a que El Puerto despierte del abandono patrimonial en el que está inmerso es un reto, al igual que el de mis compañeros.  La mayoría tiene más experiencia laboralmente y otras vivencias y conocimientos del Puerto. Soy la más joven del grupo”.

Pilar aporta una mirada diferente sobre la gestión del patrimonio, inspirándose en proyectos que se están desarrollando en Huelva y en otras ciudades. Su propósito es demostrar que en El Puerto también es posible llevar a cabo iniciativas de recuperación y puesta en valor, pese a la extendida creencia de que aquí no se puede”. Huelva, donde pasó su adolescencia y a la que sigue vinculada por su familia, fue durante años un ejemplo de desinterés patrimonial. Sin embargo, en la última década ha logrado una transformación admirable, rescatando y dignificando un patrimonio que había permanecido olvidado durante demasiado tiempo.

| Pilar, a la izquierda de la imagen, en 'Diálogos del Patrimonio' en la Ermita de Santa Clara.

Despoblamiento del centro y escasa valoración del patrimonio

El Puerto lleva tiempo inmerso en una etapa de abandono, fundamentalmente por la pérdida de su población en el casco histórico y por su escasa valoración del patrimonio local. La gente de mi generación percibo que admira cualquier otra ciudad en vez de la suya y la anterior generación vive anclada en el recuerdo de lo que fue”.

La difusión del patrimonio y ponerlo en valor es esencial para conservar lo que tenemos. “Las redes sociales, las páginas webs, las visitas culturales, teatralizadas, las experiencias inmersivas en realidad aumentada, las reproducciones en 3D, la creación de centros culturales …etc., todo ello permite acercar el patrimonio y conocer nuestra historia. Todos tenemos que ser consciente de ello para que nuestro legado perdure y no quede en el olvido. Transmitir en los colegios e institutos el amor por el patrimonio local es importante para que sea valorado por las nuevas generaciones y genere conciencia de su significado histórico, para crear la responsabilidad de conservarlo”.

La difusión del patrimonio y ponerlo en valor es esencial para conservar lo que tenemos.

Pilar considera que se han logrado avances significativos con la creación del Centro de Interpretación de Cargadores a Indias, el traslado del Museo al Hospitalito, la restauración del Arco de la Trinidad y los trabajos en marcha del Hospital San Juan de Dios y la Prioral, “pero queda mucho por hacer todavía”, sostiene.

En la actualidad ha retomado su actividad profesional como comercial, combinando su trabajo con las responsabilidades familiares y con aquello que más la enriquece: su colaboración con Betilo. Además de disfrutar de la lectura y de los paseos junto al mar, encuentra en la asociación un espacio donde compartir inquietudes culturales, aprender de sus compañeros y contribuir activamente a mantener vivo el patrimonio portuense, una causa que le apasiona y a la que dedica su entusiasmo y compromiso, “juntos trabajamos para que el patrimonio portuense siga vivo”.

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