Saltar al contenido

Javier Monge. Entre el arte íntimo y el gesto cotidiano #6.285

Una mirada a su universo plástico

| Texto: José María Morillo.

El arte de Francisco Javier Monge Reinado no necesita galas ni manifiestos. Nacido en El Puerto de Santa María en 1956, su trayectoria no sigue los caminos de la academia ni del mercado, sino más bien la senda obstinada de quien ha hecho del arte una prolongación de la vida. Su casa natal en la calle del Vicario, convertida en espacio expositivo, taller y almacén, es quizá el mejor resumen de su propuesta: arte sin ceremonia, pero con vocación.

Monge Reinado, octavo de nueve hermanos, se crió en una familia que parece haber tejido una red afectiva y doméstica fértil para su creatividad. Hijo del practicante Domingo Monge Atalaya (1912-1999) y de María del Carmen Reinado Revuelta (+2011), su biografía se funde con una ciudad: El Puerto. Nacido en 1956, el año en el que se creaba el poblado de Doña Blanca que compensaba a los agricultores desalojados de los terrenos de la Base Naval de Rota; se inauguraba la Venta Millán; se abría la sala de invierno del desaparecido Cine Moderno, con acceso desde las calles Cruces y Mazuela, o el año en el que aún se rifaban vespas en los sorteos que organizaba Bodegas Caballero.

En la edición de 1956 del Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, al igual que en 1884, aparece la palabra ‘porteño’ definida como ‘Natural del Puerto de Santa María’. Hay en su obra algo de ese espíritu de otro tiempo, cuando lo artístico no estaba tan divorciado de lo cotidiano.

Pintar sin pedir permiso: el arte de no seguir normas

Desde los años 80, --animado por sus padres a pintar y exponer en el patio de la hermosa casa familiar con patio de columnas--, Javier ha cultivado una pintura heterogénea, abierta a técnicas y estilos sin sujetarse a ningún canon específico. Realismo, impresionismo, abstracción, informalismo: en su trabajo conviven todos, sin que se le note la ansiedad de querer encajar.

Su técnica es deliberadamente mixta: soportes de cartón y foam conviven con lienzos tradicionales, mientras los colores acrílicos, al agua o al óleo se despliegan con una libertad que evita el preciosismo. No hay academicismo ni voluntad de epatar, pero sí una honestidad formal que remite a influencias reconocibles: Van Gogh, Kandinsky, Pollock, Picasso, Basquiat o Velázquez. Más que imitarlos, los digiere y los revierte en un lenguaje personal.

Arte objetual

| Escultura de tamaño natural que mezcla diversos soportes, materiales y objetos cotidianos

Pero quizá lo más interesante de su trayectoria sea su inclinación por lo que podríamos llamar arte objetual doméstico. No es un gesto posmoderno de distanciamiento irónico. Es más bien una forma de apropiación poética del entorno: objetos encontrados, ensamblajes improvisados, instalaciones surgidas del ingenio práctico.

La escultura en un boquete

| Calle Vicario, cuando Javier vino a cubrir un alcorque/socavón | Año 2022 | Foto: Diario de Cádiz.

En este registro encaja su intervención de 2022, cuando tapó con una escultura-hombrecito un alcorque convertido en socavón olvidado por las concejalías de Vías, Obras y Medio Ambiente del ayuntamiento, en la calle del Vicario. Más que una queja política, que no lo fue, se convirtió en un gesto de humor y cuidado. Una manera de señalar con arte donde otros veían un bache propicio para los tropezones y accidentes peatonales.

Exposición ‘Recuerdos, Sueños y Metáforas’

En 2023, la exposición Recuerdos, Sueños y Metáforas celebrada en el centro cultural Alfonso X 'el Sabio', reflejó esa mirada íntima y simbólica: treinta lienzos y dos esculturas de gran formato que jugaban con el color y la evocación. En palabras del propio autor, la muestra remitía a su infancia y a la costumbre de exponer en el patio familiar, convertido en galería improvisada. Los ecos de Lanskoy o Frédérique Manley pueden rastrearse en la vibración cromática, pero el discurso es más íntimo que programático.

Exposición permanente, taller y almacenes

| El patio de la casa familiar de Javier Monge, convertido en galería permanente | Foto: Diario de Cádiz.

Su casa, convertida en museo, celebra jornadas de puertas abiertas en ocasiones especiales, como la Fiesta de los Patios. Es una rareza valiosa: un espacio donde el arte no se cuelga como algo sagrado, sino que se vive como parte del día a día. Las paredes están tomadas por sus obras como si la pintura no fuera más que una forma natural de habitar el mundo.

| La interpretación de los Costus

Javier Monge Reinado no ha venido a revolucionar el arte, ni falta que le hace. Su mérito radica en haber sostenido una práctica constante, libre y vitalista. Su obra encuentra en lo local y lo doméstico un territorio fértil para la expresión. Un arte sincero, sin retórica, que recuerda que a veces el gesto más modesto puede tener una carga poética más duradera que cualquier gran instalación internacional.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

- Al enviar este comentario estoy aceptando la totalidad de las codiciones de la POLITICA DE PRIVACIDAD Y AVISO LEGAL.

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.

ACEPTAR
Aviso de cookies