A Juan Luis Rubiales, picas,
tan sólo le suena a Flandes.
Deja para joyerías
los más hermosos diamantes...
para las teles antiguas...
aquellos rombos de antes.
Y el trébol para el francés.
Ya que al ponerse delante
de bastos, oros y espadas,
cual general de brigada,
que de la magia, lo es.
Brinda con copa elegante...
aquella, que lleva el arte
de la tierra en que ha nacido...
estilizado semblante
luce el frágil catavino.
Que es su acento gaditano
hasta el silencio lo sabe.
Logra, por estar callado,
hacer público pensado,
en saber, cómo lo hace.
Mago de un nivel de altura,
personal y muy templado.
No sólo magia dibuja,
ya que por su mano bruja
pudiera ser que este mayo,
en menos que canta un gallo,
te haga tu caricatura.
Mariano F. Conde
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