Juan Gallardo Bernal, portuense, 1955. Cómo definir el arte a estas alturas del trayecto si la polifacética Louis Bourgeois lo sintetizó tan bien en sólo tres verbos; “hago, deshago, rehago”. Cómo definir el ejercicio de la creación plebiscitaria si Blimunda sietelunas, en Memorial del Convento, afirma en uno de sus giros coloquiales con el manco Baltasar sietesoles; “sé que sé, no sé cómo sé, no hagas preguntas a las que no puedo responder”. Los artistas se citan a diario frente al espejo embrujado que les reporta la imagen pagana o mística de Dios.
Los artistas se pasean a diario por los caminos nebulosos de las dudas para seguir manteniendo con propensión y compostura lírica los iniciáticos rituales ancestrales que formaron al hombre in itinere. Sea como fuere, puede que el arte yazga en unas “caricias de ala” que cantara magistralmente por bulerías Juan Moneo, El Torta.
Juan Gallardo Bernal, comprendió lo dicho desde la bisoñez, y lo ha practicado durante más de medio siglo en la pintura, en la escultura o en la enseñanza. Tiene unos sentimientos limpios, unos extraordinarios mecanismos de conexión y empatía, así como una brújula social que nunca perdió el norte. En este sentido asegura que “los conceptos como izquierda y derecha ya han sido superados. La humanidad se debe replantear su equilibrio basándose en la justicia social. Considero el arte en general como parte imprescindible del acervo humano y tengo la esperanza que ocupe el lugar que se merece”.
Su obra quiere respirar en consecuencia aire público. Está concebida para el disfrute del pueblo. Prueba de ello son los salineros entre pirámides blancas y hechuras vanguardistas que observan el acontecer de entrada y salida de la ciudad. La organización de Plastilírica, muestra que consiguió el maridaje entre la palabra y lo visual. O los relojes solares construidos con intenciones y piedra de elocuencia mitológica. “Horas non numero nisi serenas” (solamente cuento las horas serenas). Andando el tiempo creo justamente que Juan Gallardo ha sabido contarlas. /Texto y fotos: José Antonio Tejero.