La reconocida profesora de baile flamenco portuense María Jesús Rosso Sánchez, ‘Chati’, recibía un homenaje inesperado por parte de sus alumnos y familiares el pasado 19 de Septiembre en el Hotel Puerto Sherry, al que acudieron cerca de 140 personas. El acto fue organizado por una de sus sobrinas, Milagros Rosso Pérez, bailaora y actriz, heredera familiar del apodo ‘Chati’ que consiguió reunir a antiguas alumnas de la Academia de hasta cinco generaciones diferentes.
En la imagen, Chati Rosso en el centro fila superior, rodeada de su marido, algunos familiares y alumnas, en el Salón Columbus del Hotel Puerto Sherry.
Sus alumnas le regalaron un espectáculo compuesto por nueve actuaciones diferentes, montadas por su sobrina y ensayadas en casa de una de las cómplices del homenaje: Natu Ricoy, así como el visionado de unos vídeos preparados para la ocasión. A la finalización de estas, sus alumnas subieron al escenario, donde el hijo de la homenajeada, el docente Carlos Coronado y su sobrino, el poeta y dramaturgo Francisco Aurelio Dávila Rosso, condujeron un fin de fiesta a la guitarra y a la percusión al que se sumaron bailando por bulerías muchas de las alumnas y hasta la propia ‘Chati’.
María Jesús Rosso comenzó su andadura en el flamenco en la antigua Sección Femenina y tras crear su academia, dio clases ininterrumpidamente durante las décadas de los 80 y 90, del siglo pasado hasta la actualidad.
Chati Rosso con los padres y hermanos de una familia muy numerosa: Ignacio, Fátima, Amalia, Miguel, Paco y Fina en una imagen de inicio de los años sesenta del siglo pasado.
La forma de mover las manos al bailar, el estilo clásico y elegante de cada movimiento y el apoyo fiel a los temas históricos del flamenco son algunos de los sellos de identidad de esta academia, que el sábado pasado quiso homenajear a su profesora: una gran representante del flamenco portuense con casi 50 años en activo, que calificó la jornada como un día “feliz e inolvidable”.
Hermosa familia a la que siempre recordaré, tal como aparecen en esta foto, con cariño
Un abrazo a Chati, mi profesora de baile desde los 3 años. Entonces la "academia" era un dormitorio de su casa en la calle Diego Niño. Nuestra querida profesora tocaba los palillos mientas cantaba "qué le pasa, qué le pasa a Miguelito", "al Sol lo llaman Lorenzo", "por ti, contaría la arena del mar"... Y nos ensenaba a bailar con ese arte y ese genio tan suyo, tan bello: "esas manos, como palomas", "sacad la pechera"... Y luego seguimos bailando en el primer piso del edificio de Acción Católica. En los setenta, sonando "Maruja Limón" en un tocadiscos, en la actual biblioteca Alfonso X. Gracias por todo, Chati, sigo sintiéndome feliz cuando bailo. Un abrazo,
Begoña