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En casa de los Marqueses de la Cañada (2) #6.252

Guillermo Tirry y Tirry, del esplendor a la quiebra 

| La casa de los marqueses de la Cañada en 1873. Detalle de una vista de la ciudad de la gaditana Litografía Alemana.

Texto: Enrique Pérez Fernández 

Fue el primer titular del marquesado de la Cañada que nació en España --en Cádiz-- y el primer y único Tirry que lo fue por vía paterna y materna al ser primos hermanos sus padres. El I marqués, dotado con un innato talento para los negocios, tras su exilio de Irlanda dedicó su vida a formar en El Puerto de Santa María y Cádiz un sólido patrimonio que heredó su sobrino-yerno Juan, que no supo o no pudo mantener. Su hijo Guillermo, el tercer marqués, conoció los tiempos de esplendor, los de decadencia y en los últimos años de su vida la quiebra económica, incluida la venta y dispersión del patrimonio cultural que él y su padre atesoraron durante medio siglo.

Guillermo Tirry y Tirry (1725-1779), III Marqués de la Cañada

Guillermo se puso al frente de los negocios familiares muy joven, siguiendo las pautas marcadas por su padre, que siempre se sintió cómodo actuando en un segundo plano junto a su tío y suegro. Así que tras la muerte del I marqués en abril de 1745, Juan decidió que fuera Guillermo la cara visible y ejecutora de sus empresas comerciales y de la actividad pública.

Un año el de 1745, cuando tenía 19 años, que fue crucial para Guillermo. El 7 de agosto contrajo matrimonio con la madrileña María Francisca Lacy de Albeville, camarista de la infanta María Antonia Fernanda e hija del mariscal de Campo Guillermo Lacy y de Teresa de Albeville, señora de honor de la reina Isabel Farnesio y aya de la infanta. La boda se celebró en el segoviano Palacio Real de La Granja de San Ildefonso, en el cuarto de la marquesa de Torrecusa, camarera mayor de la reina.

| La familia de Felipe V. Señalada con flecha, la infanta María Antonia Fernanda. | Óleo de Louis Michel van Loo. Museo del Prado.

Y al paso de unos meses heredó de su abuelo Guillermo el alferazgo mayor de El Puerto de Santa María, concedido por Felipe V --previo el pago de 102.000 maravedís-- el 2 de septiembre de 1745 en carta que firmó en el mismo palacio real donde se casó el joven y ambicioso Guillermo.

El alférez mayor y diputado de Cabildo 

El alférez mayor, con voz y voto en los cabildos y asiento preeminente, era el encargado de alzar el pendón real en las aclamaciones de los reyes y en otras ceremonias relevantes. Pronto tuvo Guillermo la ocasión de ejercer tal función. Tras fallecer Felipe V en julio de 1746, fue el encargado de organizar en la ciudad la proclamación del nuevo monarca, Fernando VI. Y dado que las arcas municipales andaban escasas, el marqués Juan Tirry cubrió todos los gastos con un préstamo de 1.500 pesos. Los fastos por el nuevo reinante se celebraron el 12 de octubre. Para la ocasión, el joven alférez mandó hacer un Pendón Real que desde la casa de los marqueses --decorada al exterior e interior con damascos y tapices chinos-- portó en comitiva a lomo de un caballo cartujano hasta la Prioral.

De tan suntuosa jornada, que concluyó en casa de los Tirry con un agasajo y refrigerio, dio detallada cuenta un folleto que entonces se editó en una imprenta de la calle Cielos.

El Pendón se conservó hasta 1958, cuando se perdió en un incendio en el palacio madrileño de los condes de Armíldez de Toledo, sucesores de los marqueses de la Cañada. Elaborado en damasco carmesí, por el frente tenía bordado el escudo de España con el lema A solis ortu usque ad occasum (Desde la salida del sol hasta el ocaso) y en los cuatro ángulos escudos con leones y castillos. Por el revés, cuatro escudos con el emblema de El Puerto: el Castillo, la Virgen de los Milagros con el Niño y el mote latino In gremio Matris residet sapientia Patris (En el seno de la Madre reside la sabiduría del Padre). Como guarnición del Pendón, asta de hierro dorado y cordones de oro.

| Pendón Real de El Puerto de Santa María que en 1746 enarboló Guillermo Tirry | Foto del Archivo Municipal.

De aquella solemne proclamación se conserva en el Museo Arqueológico Nacional cuatro medallas conmemorativas de plata y una de bronce con el busto del monarca y al reverso el emblema de El Puerto con el citado mote latino.

Al año siguiente, 1747, el marqués pidió al rey que en memoria de la proclamación y en atención al préstamo que adelantó, le concedieran añadir al escudo familiar, como así fue, un león rampante a cada lado y portando estandartes con escudos.

| Escudo del marquesado de la Cañada tal como se fijó en 1747

Como regidor del Cabildo, Guillermo fue diputado de Fiestas, del Pósito, de Cartas, de Archivo, de Campo, del Matadero... Eso sí, salvo en los actos de protocolo y de elección de cargos, sus asistencias fueron contadísimas pues residía habitualmente en Cádiz, hasta que en 1762, meses antes de fallecer su padre, se trasladó a la casa familiar del portuense Campo de Guía.

Marqués y cargador a Indias

Otro año importante en su vida fue 1759, cuando falleció su madre –-Francisca Patricia Tirry-- y heredó el título de marqués de la Cañada y el mayorazgo que en 1724 fundó su abuelo materno.

Al año siguiente, junio de 1760, Guillermo embarcó rumbo a América en su navío Ntra. Sra. de la Concepción, que regresó a la bahía en septiembre de 1761. Probablemente fue cuando adquirió algunos de los objetos del Perú amerindio que incorporó a su gabinete de antigüedades: dos vasos de plata ceremoniales y nueve idolillos de plata y oro. El mismo mercante –-apodado La Concepción de Tirry-- volvió a Nueva España en otras dos ocasiones: en 1775 (al regreso cargado con 212 planchas de cobre para el Estado) y 1776 (con 54 zurrones de grana fina y una fuerte suma de dinero de un mexicano).

Las tierras de El Cerrillo y Campín

Además de la gran explotación agrícola que tenía la familia en la campiña de Sanlúcar desde 1723 --la Cañada del Trillo, de la que tomó nombre el marquesado--, continuaron teniendo en El Puerto, entre el camino de Sanlúcar y el Viejo de Rota, la del Cerro de la Aguija, renombrada como El Cerrillo, de 24 aranzadas. En datos de 1771, contaba con 1.120 pies de olivos, una huerta de 2 ar. con dos norias, algunos naranjos y una casa de recreo de dos plantas (la que al paso de los años habitarían los Böhl de Faber) con un almacén de tinajas de aceite para 1.200 arrobas. Y en plena campiña, Guillermo Tirry era propietario de las tierras del cortijo de Campís, que las tenía arrendadas al sevillano marqués de Grañina. En parte sitas en término sanluqueño, en el portuense comprendía las hazas de La Vieja (130 ar.) y La Cachonda (50 ar.). Y en las tierras, el ganado: 300 ovejas, 237 carneros, 78 cerdos, 73 bueyes, 25 yeguas, 24 burros, 2 potros y un caballo.

Las tierras de Campís (hoy Campín), la Campix de la alquería andalusí que repobló Alfonso X. Foto, Juan José López Amador.

La casa-palacio del Campo de Guía

Fue una de las casas señoriales propias de los cargadores a Indias más destacadas de la ‘ciudad de los cien palacios’. Con un frente de 23m y 53m de fondo, fue derribada en año incierto a comienzos del siglo XX. En palabras de Hipólito Sancho (1943), “demolida bárbaramente para aprovechar su alero, artesonados y excelentes mármoles.

| En el solar de los marqueses se levantó otra casa. Imagen tomada en 1929 (cuando dragaban el Guadalete).

Ruiz de Cortázar la describió así en 1764: “La tercera casa que da igual honor a esta ciudad es la del marqués de la Cañada [las otras, la Casa de las Cadenas y Purullena], Don Guillermo Tirry, Alférez Mayor de esta ciudad del Puerto, sita en el barrio de Guía al margen del río Guadalete. Es bastante capaz, bien dispuesta, cómoda y fuerte, tiene tres altos, su prospecto al campo de Guía hermoso, con portada de mármol con gran balcón cerrado con cristales y diferentes ventanas y balconcillos. En los cuartos principales se admira un gran salón, un estrado capaz, una cuadra con otras piezas y alcoba, todo adornado de preciosos muebles de moda, con una galería sobre el río desde donde se ve Cádiz, su bahía, los navíos, Trocadero, Isla de León, Puerto Real y toda la vega y campiña que hay desde la otra banda de este río hasta Medina Sidonia. Desde la torre, que es bien alta, se alcanza a ver lo mismo por la banda del Oriente y Medio Día y por el Poniente y Norte se registra el Océano y huertas y campos amenos poblados de viñas, olivares y arboledas, con todo el resto de la población.” Y contaba la casa --todo un lujo en la época-- con agua corriente, una paja de agua de los manantiales de La Piedad que en 1734 compró el I marqués por 800 ducados.

| Plano del abastecimiento de agua a la ciudad, 1741. Archivo Municipal. A la izquierda, frente a la ermita de Ntra. Sra. de Guía, las casas del conde de Cumbre Hermosa y de los marqueses de la Cañada.

Comprada por el I marqués de la Cañada en 1733, comenzó a habitarla en 1737. Y su nieto Guillermo en 1762 con su esposa María Francisca Lacy y los siete hijos que criaron. La mayor, María Dolores, casaría en 1766 con el marqués de Ureña, Gaspar Molina de Zaldívar. Manuel, con graves problemas psíquicos y mudo, falleció con 9 años. Dos hermanos se incorporaron a la carrera militar muy jóvenes, otro fue religioso, mientras que Francisco Javier con 12 años servía en Madrid en 1771 como paje en el Palacio Real.

Con la familia vivió desde 1766 fray Ignacio de Echevelar, de la orden de San Agustín, quien gestionaba los asuntos de la casa de los Tirry desde hacía una década. A pesar de los serios apuros económicos que acuciaban, en la casa servían --en datos de 1771-- un mayordomo, un paje, un cocinero, un mozo de cocina, un lacayo, una ama de llaves, una ama de leche temporal, una criada de la marquesa, cuatro criadas, un cochero y un sotacochero para el coche de los marqueses, tirado por cinco mulas.

El fin de una época

Guillermo Tirry y Tirry, con 52 años recién cumplidos, falleció el 17 de enero de 1779 (un mes antes de hundirse el puente de barcas de San Alejandro). Fue enterrado en el convento de las Capuchinas. El Cabildo dio cuenta de su muerte con estas palabras: “...enterada la Ciudad manifestó el luto sentimiento que le ha causado la falta de este su primer capitular cuyas obras como estampadas en sus libros y Archivo son por su naturaleza monumentos que tendrá perpetuamente en la más reconocida memoria.

El año anterior Carlos III había decretado el libre comercio con América para todos los puertos de la nación, el principio del fin del siglo de oro gaditano. Pero la crisis económica para los Tirry venía de años atrás, marcadamente desde 1762, aún en vida Juan Tirry, cuando ante el cúmulo de deudas (unos 100.000 pesos) tuvieron que imponer un censo de 5.000 pesos (como un crédito hipotecario) sobre la casa del Campo de Guía, otorgado al jerezano marqués de Villapanés. Tras fallecer Guillermo, su viuda, para reducir la deuda vendió al jerezano su voluminosa biblioteca y la colección de estampas.

| Lámina con objetos del gabinete arqueológico que en 1764 mandó dibujar Guillermo Tirry.

A partir de la próxima entrega recordaremos el patrimonio que Juan y Guillermo Tirry reunieron en su ‘gabinete de curiosidades’. Comenzaremos con dos estatuillas de Hércules y Neptuno de bronce que se descubrieron en 1731 tras una resaca del mar en el islote de Sancti Petri, donde existió uno de los templos más venerados durante la Antigüedad en todo el Mediterráneo. (Continuará)

Anteriormente:
1. En casa de los Marqueses de la Cañada #6.236
Evocación de un rico patrimonio atesorado a orilla del Guadalete

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