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Myriam Benítez Vera. Su gesta deportiva en el Campeonato del Mundo de Mountain Bike en Australia #6.278

Rueda de Plata en la competición mundial

| Texto: José María Morillo.

Hay victorias que se miden en segundos. Otras, en metros. La de Myriam Benítez Vera en Cairns (Australia), sin embargo, se mide en años. Años de madrugones, de pedaladas bajo la lluvia, de caídas que duelen más en el alma que en la piel, de llegar a meta cuando ya no queda nadie mirando. Y aun así, seguir. Siempre seguir.

Con Myriam el nombre de El Puerto de Santa María viajó 14.000 kilómetros y se subió al segundo cajón del podio del Campeonato del Mundo de Mountain Bike (MTB), categoría Máster 30. Lo hizo de la mano —y las piernas— de una mujer que ha convertido la bicicleta en extensión de su cuerpo y la montaña en su lugar natural.

Myriam no ganó solo una medalla de plata en Australia: se ganó el respeto del mundo del MTB y, sobre todo, el aplauso emocionado de su tierra. No solo porque una vecina ha subido al podio mundial, sino porque lo ha hecho sin perder ni una pizca de su acento ni de su entrega local.

Pero este metal no brilla por sí solo. Detrás hay una historia tejida con paciencia y sudor. Myriam lleva años dejando huella en cada sendero, desde que se colgó su primer dorsal hasta su triunfo en el Campeonato de España de 2022, pasando por tres títulos andaluces consecutivos y una medalla de bronce en el Europeo de Laissac que ya auguraba lo que estaba por venir. Su reciente victoria en el Rally Memorial Antonio Tocino fue solo un aviso: estaba lista.

Lo que muchos no saben es que Myriam no solo compite. También siembra. Hace tres años, junto a Jairo Díaz, fundó el Club Deportivo Queen Bee Cycling. No es solo un club: es un refugio para ciclistas que creen que la pasión y la disciplina pueden convivir. Doce almas —seis mujeres, seis hombres— que ruedan bajo un mismo nombre, con una misma idea: que el ciclismo es más que un deporte; es una forma de estar en el mundo.

Y así, entre salidas al amanecer y tardes eternas en el rodillo, se forjó la mujer que ahora enarbola la bandera portuense ante el planeta MTB.  Lo suyo también es una historia épica: la de resistir, avanzar, y volver a intentarlo cuando nadie mira.

Desde las trialeras polvorientas de la Sierra de San Cristóbal hasta los senderos técnicos de la selva australiana. Enhorabuena a la portuense.

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