| Texto: Jesús Suárez Ávila.
Este año se cumplirán 50 años desde la creación de Vista Hermosa Club de Golf, S.A. como entidad autónoma e independiente de la sociedad promotora de la Urbanización Vista Hermosa. Con motivo de este 50 aniversario quisiera remontarme para celebrarlo al año 1975, fecha de constitución de la sociedad PROVIHERSA (propietaria de las instalaciones del Club de Golf, de las instalaciones deportivas y del Club de Playa El Buzo), y de la constitución legal e independiente del Vista Hermosa Club de Golf. Era por entonces director general de Vista Hermosa, S. A., Gerente de la Comunidad de Propietarios y del Club mi primo Ángel Moresco Suárez.
En concreto, quisiera traer a la memoria colectiva y contar a los más jóvenes de dónde viene y cómo se gestó el diseño del escudo del Club.
Desde mi retiro madrileño, en mi jubilosa jubilación de la Comisión Europea redacto estas líneas para rememorar y glosar el procedimiento que se siguió para la concepción de la imagen corporativa del Club de Golf y, en concreto, de su escudo distintivo.

En realidad, fue todo por casualidad; una conjunción planetaria, como diría aquel. Era yo socio del Buzo desde antes que pusieran las calles por invitación personal, luego como socio y finalmente como accionista de PROVIHERSA y socio del Club. Estuve ligado a Vista Hermosa desde sus comienzos. Las primeras oficinas de Vista Hermosa S.A, estuvieron en las cocheras de mi abuela Aurora donde me tropecé por primera vez con el traje de buzo y con la escafandra que luego estaría en “El Buzo” y en la discoteca ”La Escafandra” de la Casa Grande.
Pero volvamos a los años 70. Mi primo hermano Ángel Moresco Suárez es nombrado en 1971 director general de Vista Hermosa S.A y en 1975 culmina con gran esfuerzo y con el entusiasmo que le caracteriza, la constitución de Vista Hermosa Club de Golf como entidad separada de la Sociedad Urbanizadora Vista Hermosa S. A, que cedió para ello el Club de Playa El Buzo, La Casa Grande, las instalaciones deportivas y los terrenos del campo de golf construido, no en zonas verdes, sino en parcelas generosamente cedidas por la sociedad urbanizadora.

Es en ese momento cuando se plantea crear una imagen corporativa para el Club de Golf que nacía legalmente como tal.
En 1974 mi primo Ángel se acordó de mí porque ya conocía mi afición por el diseño, el dibujo y la pintura y ya había visto otras creaciones mías. Residía yo por aquel entonces en Madrid, donde trabajaba como abogado en una empresa del grupo Telefónica, y en uno de mis esporádicos viajes a El Puerto de Santa María, mi primo Ángel me pidió de manera muy coloquial e informal que diseñara el escudo del Club. Y porque me lo pidió mi primo y porque además era socio, me puse manos a la obra y lo hice con mucho gusto, “gratis et amore”. Ángel confió en mí y me dejó hacer.
Mientras que hablaba con Ángel, se me vinieron muchas ideas a la cabeza. Durante el tiempo que duró este proceso iba anotando y haciendo borradores y garabatos en cualquier momento y en cualquier papel, para tenerlos en cuenta. De vuelta a Madrid, en mis ratos libres iba dibujando los bocetos del escudo para ir luego eliminando, combinando y seleccionándolos hasta conseguir una idea final que me convenciera. Todo a mano, de forma muy artística y artesanal, porque en aquellas fechas no había programas informáticos de diseño que nos permitieran el “cut and paste” que hoy habría simplificado mucho el trabajo, pero lo hubiera privado de espontaneidad y alma.

Después de un proceso de autocrítica y autoselección, logré presentar unas 50 propuestas, muy variadas y diferentes, para el escudo del Club. Mi primo Ángel presentó los resultados al Consejo y eligieron el que hoy luce el Club como emblema. Los dibujos originales deben estar guardados en los archivos de la Comunidad de Propietarios o en las del Club. No tuve la precaución de hacer copia.
Una vez aprobado el escudo por el Consejo, y ya que estábamos metidos en harina, Ángel me pidió que le diseñara corbatas, pasadores, pisacorbatas y otros artículos de promoción y propaganda. Los primeros pasadores y pisacorbatas se los encargué al famoso artesano con taller en Madrid “El Corneta” que vivía en el Barrio de Argüelles, concretamente en el Paseo Rosales, cerca del Templo de Debod, donado a España por Egipto, que se montó en el antiguo solar del Cuartel de la Montaña.

“El Corneta” hizo una primera partida de pasadores y pisacorbatas, hechos uno a uno, a mano, y vidriado artesanal. Una maravilla, pero los hacía con cuentagotas y con lentitud desesperante. Por ese motivo la siguiente partida se los encargué a “Cejalvo” que los hacía también en plata y vidriados, pero de forma más industrial.

Las corbatas las confeccionó en seda natural El Corte Inglés. Diseñé en aquellas fechas dos modelos y con distintos colores. Contaré como anécdota que, a pesar de mis bocetos, de mis concretas e insistentes instrucciones e indicaciones, porque presumía que se iban a equivocar, se equivocaron y tuve que rechazarle a El Corte Inglés una partida de corbatas.
Posteriormente se hicieron polos, camisetas, gorras, cinturones e incluso, recientemente, se ha hecho un “pen drive”, todos con el escudo del Club como motivo central.
Después de tantos años de su creación siento nostalgia y satisfacción al ver mi trabajo reproducido tantas veces. Además, doble satisfacción al verlo coronado, nunca mejor dicho, con la Corona Real tras la concesión por la Casa Real del título de Real, convirtiéndose desde entonces en Real Club de Golf de Vistahermosa.

Hoy miro el distintivo que diseñé hace ya medio siglo, con el agrado de haber contribuido a la imagen de un gran Club que proyecta a toda España el nombre y la categoría de nuestra Ciudad y Gran Puerto de Santa María, gracias a un grupo de promotores liderados, con arrollador entusiasmo y generosidad, por Juan Melgarejo Osborne, con la inestimable dedicación profesional y clarividente aportación de Ángel Moresco Suárez, quien en entrevistas que le hizo la Revista del Club en los años 2015 y 2016, cuenta con precisión las vivencias de todos estos años, con alusiones, tan concretas y cariñosas como inmerecidas, a mi humilde persona y a mi trabajo.