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El miércoles 25 de agosto de 1965 nació para El Puerto un nuevo periódico con vocación de bahía, y que puso su punto y final sin apenas haber llegado al año de existencia. Los señores Campos, Pérez Blanquer, Periñac, Martínez Alfonso, Portillo, Dª Celia Rivera de Piserra, Carrasco Piña, Tardío, Esteban Poullet, Tejada, Revuelta, Pérez Ruíz, Sr. Bartolomé, Carrasco de la Bandera, Varela, Suárez y el Rvdo. P. Don Ramón González Montaño, fueron el grupo de portuenses de nacimiento y otros de corazón que dieron vida a esta efímera publicación bisemanal que pretendió convertirse en periódico diario, y que se quedó en el camino como otras tantas cosas en El Puerto por la propia desidia de los portuenses.

On Wednesday 25th of August 1965 a new newspaper was born to El Puerto, intended for the readers in the bay, and which came to an end without even having been up and running one year. Mr. Campos, Pérez Blanquer, Periñac, Martínez Alfonso, Portillo, Ms Celia Rivera de Piserra, Carrasco Piña, Tardío, Esteban Poullet, Tejada, Revuelta, Pérez Ruíz, Mr. Bartolomé, Carrasco de la Bandera, Varela, Suárez and the Revd. Mr. Ramón González Montaño, made up the group of portuenses born and bred in the town and other honorary portuenses who gave life to this ephemeral twice weekly publication which attempted to become a daily newspaper. However, like so many other things in El Puerto it failed to get off the ground due to the indolence of the portuenses.

lavozdelabahia_final_puertosantamaria’LA VOZ DE LA BAHÍA habla hoy por primera vez. Y sus palabras iniciales han de ser para lanzar a estos cuatro vientos nuestros, orlados de espumas y de gaviotas, la cálida voz de nuestra llamada. Nuestro periódico quiere ser de todos. No es el manifiesto de un grupo determinado, el portavoz de una bandería ni el estandarte de una camarilla. LA VOZ DE LA BAHÍA pretende ser esto: el micrófono de la salada claridad de espumas que rodea nuestro Puerto mariano, el registro de cada una de las varias notas de sus vientos, el altavoz que lleve a todos cuantos quieran oír, el pensamiento y la opinión de cuantos quieran hablar. Por eso no te saludamos, lector, como solo lector. Nada queremos de ti, si sólo nos lees. Necesitamos tu opinión, tu crítica, tu mensaje, tu voz. Necesitamos el diálogo contigo. Porque LA VOZ DE LA BAHÍA quiere ser voz múltiple y plural. El vehículo de la conversación, del intercambio; de la polémica, si fuera necesario. Porque hablando se entiende la gente. Y eso es lo que queremos nosotros: conocernos. Porque conocer es amar. Nuestra primera voz, debe tener, pues, este carácter de pregón. Pero también de saludo. Saludo cálido y cordial para ti, lector, a quien ya adivinamos como a nuestro amigo y colaborador. Saludo respetuoso, con afirmación de servicio, a la jerarquía de la Patria, y a quien sobre todo, después de Dios, queremos servir. Saludo fraterno, de hermano menor, a nuestros colegas de la prensa provincial, de quienes esperamos aliento y consejo. A todos con emoción, con afecto, con inseguridad balbuciente, pero con firmeza, el saludo primero de LA VOZ DE LA BAHÍA”.

Con estas palabras en portada la redacción del nuevo rotativo portuense saludaba a los lectores, a los que animaba a participar activamente con el proyecto periodístico cuya redacción se situaba en el Parque Calderón núm. 3, al mismo tiempo que mostraba su fidelidad y agradecimiento a la jerarquía militar del momento como era costumbre en la época.

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Hablaban de continuar la labor realizada por anteriores publicaciones entre las que destacaban a la Revista Portuense y a Cruzados, esta última con la que llegaron a cohabitar llegando incluso a tener sus más y sus menos por la propia dinámica de la noticia diaria. Ampliaron sus miras hacia las poblaciones de Rota y Sanlúcar que llegaron a tener sus propias secciones con información puntual de cada localidad. Bombardearon El Puerto con soflamas casi suplicando la suscripción al nuevo periódico en donde el suscriptor de honor pagaba 100 pesetas al mes, el suscriptor protector 40 pesetas y el suscriptor normal 24 pesetas mensuales.

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La Naviera Portillo, La Cepa de Oro, las pensiones Sol y Mar y la Orotava, el Resbaladero, el Café-Bar Liba, las Motonaves Adriano, la Academia Automovilista San Cristóbal, Survallas Publicidad, la droguería y perfumería La Argentina, Sangre y Trabajadero de Bodegas Cuvillo, las Bodegas Obregón, Juan Crespo exportador de pescados y mariscos, la ginebra GIL’S destilada y embotellada por Antonio Gil, el Cine Victoria y el Central Cinema, Aceites FLIKA el que prefieren las amas de casa, el Bar Navío, Repuestos DYJA y tantos más anunciantes de mediados del siglo XX que pusieron su granito de arena para que la publicación empezara a caminar, y que propiciaron y animaron a sus precursores a tirar para adelante con más entusiasmo que posibles.

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El número cero fue un extraordinario dedicado al desarrollo turístico de la ciudad, con un artículo titulado El turismo de la vida escrito por José María Pemán. Con lentes de tres dioptrías, sección auspiciada bajo la pluma del poeta portuense Juan Ignacio Varela Gilabert; El Puerto treinta años atrás, que ponía paño al púlpito sobre lo acontecido en la ciudad en el año 1935; Voz y voto, ventana abierta a la discrepancia que se brindaba a la participación de los lectores; Vida cultural, Tablón de anuncios, Notas locales, Toros en El Puerto, Los deportes, con el Rácing Club Portuense como buque insignia y una entrevista con el alcalde de la época Luís Portillo, fueron las primeras armas con las que combatió la publicación en su guerra particular con los demás medios de aquél año 1965.

Pero pronto empezaron las dificultades, sobre todo con la administración local cuando desde el periódico se criticaban conductas y situaciones a las que los concejales de la época no estaban habituados. Para muestra un botón y su costura. Desde la sección Pizquitas se decía: ‘El Puerto ha sido honrosamente conocido como ciudad de muchos palacios. Hoy nos podemos gloriar tan sólo de sus ruinas. Y para colmo de males, ruinas afeadas con calamocha hasta tal punto, que preferimos que los forasteros no se den cuenta de su existencia’. Y terminaba la sección con otra llamada de atención más que reveladora: ‘Desde hace algún tiempo, en El Puerto viene funcionando un equipo móvil de limpieza que creemos aceptable. Pero... ¿Quién limpia lo que ellos dejan detrás?’. La historia como las crisis se repiten cíclicamente, ¿les suena verdad?.

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Pero lo que verdaderamente dejó herida de muerte a LA VOZ DE LA BAHÍA fue una denuncia que se prolongó en el tiempo, a través de la sección El dedo en la llaga en la que se cuestionaba el negro porvenir que se auguraba a una Plaza del Polvorista convertida en descampado, y con la infravivienda instalada en sus antiguos palacios. Se enconó de tal manera la polémica entre el periódico y la Casa Consistorial, que a raíz de la misma la publicación cayó en desgracia, los anunciantes eran cada vez más escasos y la ciudadanía portuense le dio la espalda, viéndose finalmente abocada a su definitiva desaparición el 30 de julio de 1966 con ochenta y siete números editados. Manolo Morillo

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