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1.304. JUEGOS INFANTILES: 1. El Bolindre.

Los juegos infantiles de mi niñez, me refiero a los juegos de tradición, son aquellos que desde muchísimos años atrás, seguían perdurando de generación en generación, siendo transmitidos de forma oral de abuelos a padres y de padres a hijos, a veces sufriendo algunos cambios; pero transmitiendo su esencia que permanece. No existía ningún manual para su ejecución  ni en la forma de jugar, ni la jerga utilizada, porque en cada zona de España se empleada un vocabulario distinto. Es curioso que estos juegos  aparezcan y desaparecen en determinadas épocas del año, por periodos indeterminados que no se pueden explicar y  sin tener en cuenta la estación del año. Lo cierto que cuando los niños empezábamos a jugar al trompo, decíamos: «Ha llegado el tiempo del trompo», ¡hale y todo los niños a jugar al trompo!

AQUELLOS JUEGOS.
En los años cincuenta del siglo pasado, los niños nos entreteníamos aparte del fútbol,  con el juego del trompo, mocho y la billarda, juego de la palmá,  salto en búa, máquina cincel, salto de la pared, bolindres, cilin sin cerra, nicle nacle y colate, pelota al ruedo, etc. Había juegos para niños, niñas y mixtos; por describir algunos me referiré en este trabajo al juego del bolindre.

El juego del bolindre, boliche, boli o canicas, probablemente sea uno de  los juegos de niños más antiguos que  se conocen,  según algunos estudios  su origen es de postneolítico; se han encontrado canicas en tumbas infantiles en la zona del río Nilo y han  aparecido  bolitas de barro del tiempo de las cavernas.

Existía en cada lugar un vocabulario al efecto, que se empleaba cuando se jugaba; en cada sitio se  regía por  normas distintas,  incluso para la misma modalidad,  yo me limitaré sin más, a hacerlo como entonces jugábamos los muchachos en  El Puerto.


Bolis de barro 'cacho' y 'cuatro cachos'. /Foto: Manuel Cabello y Esperanza Izquierdo.

LOS BOLIS.
Lo bolis, como aquí se denominaban, eran bolitas de barro cocido, que se solían comprar en los refinos, mercerías y algún almacén de ultramarinos. Recuerdo los que vendían en casa de la Chana, el refino de Miseria, el almacén del Cañón, o el refino de Pérez Grant. Existían también  bolas de cristal, que eran los tapones de gaseosa y bolas de acero que eran poco utilizadas por lo pesadas. Los más sibaritas, se hacían a su medida  el bolindre que utilizaban para jugar, para ello iban a la fábrica de ladrillos de los hermanos Lorenzo y Manuel Cauqui Badallo –esta fábrica de ladrillos toscos, estaba situada en lo que fue el almacén de hierros de Almacenes Osca, frente de la finca “El Caracol”--  y pedían un pedacito de barro que convenientemente trabajado le daban el diámetro y la redondez necesaria a su maña, después se secaba al sol y luego se cocía al horno Existían dos tamaños de bolindres, los bolis y bolas. Las bolas equivalían a cuatro bolis pequeños; los bolis pequeños con el tiempo dejaron de fabricarse y quedaron solamente las bolas.

El bolindre pequeño o boli, equivalía en el argot del jugador a un cacho y la bola a cuatro cachos, casi siempre se empezaba jugando a dos cachos,  es decir a dos bolindres pequeños o la mitad de una bola.

Maña más usual para jugar al bolindre, utilizada en El Puerto

LA MAÑA.
‘La maña’, era la forma que cada jugador empleaba en lanzar el bolindre, se utilizaba de la forma siguiente, salvo excepciones, el jugador con la mano que le servía de soporte, medía una cuarta desde el dedo pulgar al meñique,  una vez medida la cuarta se levanta la mano quedando la palma de la misma perpendicular al suelo, después aguantaba el bolindre con el dedo índice, anular y corazón de la otra mano, ayudándose también con el dedo índice de la mano que sirve de soporte, de esta forma ‘la maña’ quedaba compuesta y se lanzaba el boli al objetivo que podía ser el hoyo o el bolindre contrario.

EL HOYO.
Había tres modalidades de juegos: el hoyo, el crimen y  a perseguir o el cate. El hoyo era el más popular y se jugaba casi siempre en los espacios que quedaban libres entre los chinos que empedraban las calles, buscando siempre hacer el hoyo pegado al bordillo de las aceras; el hoyo se procuraba que entrase el puño de una mano.  Cuando un jugador conseguía colar su bolindre en el hoyo con facilidad, se decía que ese hoyo lo tenía al zope.

La calle Zarza, en 1969, con aceras de losas de Tarifa y calzadas de chinos, lugares ideales para jugar al hoyo. / Foto: C.P.O.

En la modalidad del hoyo en las calles empedradas, intervenían dos jugadores que previamente  y de común acuerdo uno ‘plantaba’ su boli a una distancia del hoyo de dos metros aproximadamente; el siguiente jugador apuntaba desde el hoyo con su maña y lanzaba su boli contra  el boli del primer jugador,  si acertaba  y le daba desde donde quedaba, lanzaba su bolindre al hoyo, si entraba en el mismo la jugada quedaba consumada y el ganador en este caso ganaba la cantidad de bolindres en juego. En el caso que el jugador que  retornara al hoyo no acertare y su bolindre quedaba fuera del hoyo, el otro jugador, podía retornar al hoyo  y desde allí tirar al bolindre el jugador que había quedado cerca  del hoyo y retornar nuevamente  a éste, ganando la jugada.

En el caso de más de dos jugadores, por ejemplo de los jugadores A, B y C, el jugador A plantaba su bolindre a una distancia de dos metros aproximadamente, a continuación lanzaba el jugador B contra el A y si le acertaba retornaba al hoyo, si entraba el bolindre del jugador B en el hoyo, el jugador B ganaba y el jugador A tenía que pagar, en el caso de que el jugador B fallase y su bolindre no entraba en el hoyo, la ventaja era para el jugador C que les estaba esperando y podía darle al bolindre del jugador B y retornar al hoyo, entonces tendría que pagar el jugador B al C.

Maña utilizada para el juego del bolindre, utilizada en El Puerto con cierta frecuencia

Bien, pero volvamos al inicio del juego, imaginemos que el jugador A, esta plantado y el jugador B le tira con su bolindre y falla, el jugador C, tiene la posibilidad de lanzar su bolindre  a cualquiera de los dos jugadores A ó B, si acierta a uno de ellos tiene la oportunidad que desde donde queda su bolindre tirarle al otro, si logra darle, se dice que ha hecho repiquete, y desde allí retornar al hoyo y si acierta a meterlo en el mismo, la jugada  termina en este instante debiendo pagar los dos al ganador, en este caso el ganador sería el jugador C.

EL CRIMEN.
La modalidad del crimen, consiste  en una linea de salida y a una distancia de tres metros más o menos,  un triángulo equilátero –-en otros lugares en vez de un triángulo se utilizaba un circulo--  de aproximadamente de treinta o treinta cinco centímetros de lado en el cual, cada jugador ponía la misma cantidad de bolindres.

El escenario para el juego es un terreno liso de albero, antiguamente en la Plaza de Isaac Peral o el Paseo de la Victoria. Contemplemos los jugadores A, B y C. Se sacaba cada uno con su maña desde el triángulo hasta la línea de salida, el jugador que se aproxime más a la línea es  el primero en tirar desde ésta hacia el triángulo, el que consiga sacar  más bolis es el ganador, la primera tirada se hace desde la línea de salida, después se tira desde el lugar que queda cada jugador. En esencia es así como se juega: pero imaginemos que el jugador A, tira hacia el triángulo (crimen) y consigue sacar dos bolas, desde donde queda la suya, siempre que no quede dentro del crimen, puede seguir tirando hasta que falle o termine con todas las que están dentro, si falla tiene opción el segundo jugador, el B, que puede tirar  y sacar más bolas o fallar y entonces le toca el turno al tercer jugador. Se puede dar la circunstancia que cualquiera de los jugadores después de tirar se queda dentro del crimen, en este caso el jugador siguiente tiene opción desde donde esté su bolindre, a tirar nuevamente y si le da al jugador que ha quedado dentro del crimen, queda eliminado.

CATE O PERSEGUIR.
La modalidad del cate o perseguir consiste en dos o más jugadores que se plantan en cualquier lugar, y desde allí se tiran con su maña y por turno desde donde está, al lugar donde se plantó el otro jugador y el jugador que consiga darle con su bolindre al bolindre del otro es el que gana. Si un jugador después de darle a un jugador consigue desde donde queda su bolindre acertarle el otro jugador se dice que ha hecho repiquete y tendrán que pagarle al ganador los bolindres que hayan acordado

Maña para jugar al bolindre, poco utilizada en El Puerto.

Existía una verdadera cultura del juego del bolindre que estimulaba la participación de los niños en juegos al aire libre, además servía para aunar lazos de amistad y compañerismo, hasta tal punto era la adición a este juego, que muchas veces era sustituido por los deberes del colegio con el consiguiente enojo de profesores y padres y ha sido motivo para la llegada tarde a las clases. Recuerdo que siendo alumno del Colegio de San Ignacio, Don Juan Díaz Rodríguez registraba a los alumnos que llegaban tarde y les quitaba los bolindres del bolsillo. (Texto: Francisco Bollullo Estepa).

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