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1.696. CARMEN GUTIÉRREZ LÓPEZ. Una luchadora en primera persona.

Hola, soy una mujer de 62 años, y me llamo Carmen. Quiero contar mi historia, pero no sé si me acordaré de todo lo importante de mi vida. Nací en 1943, un 23 de junio, en el Puerto de Santa María, en la casa de San José, de la calle Descalzo, el nº6. Soy la tercera de 6 hermanos, 3 hermanas y 3 hermanos. Mis hermanos se llaman Eduardo, Pepa, Carmen, Juan Manuel, Milagros y José María. Pero de esta parte de mi familia no voy a contar mucho, porque esta parte de mi vida transcurrió con relativa normalidad. Recuerdo que en mi niñez no pasé hambre. Mi padre Juan, trabajaba mucho y mi madre Carmen, también. No teníamos grandezas, pero si teníamos para comer, para hacer hasta 4 comidas diarias, desayuno, almuerzo, merienda y cena. Recuerdo el desayuno de pan con aceite o de manteca colorá con asiento, más sano que ahora con tantas cosas que hay. Cuando llegaban las Navidades, mi madre hacía tortitas y pestiños. Teníamos un patio de vecinos y allí se reunían 4 o 5 vecinas para hacer los pestiños, era muy bonito. Y en la Noche Buena cantábamos villancicos, los hombres bebían, charlaban, algunos se vestían de mujer, otros contaban chistes. Los niños lo pasábamos de lo lindo, y cuando llegaba el Fin de Año igual, pero yo sabía que había gente que no tenía ni para comer. Los Reyes no eran igual para nosotros, pero mi madre, ese día siempre procuraba que todos nosotros tuviéramos algo de regalo. Recuerdo que un año me regaló un carrito de madera y una muñeca de cartón preciosa, a mis hermanas igual.

Antes, al igual que ahora, los niños salían a la calle con sus juguetes nuevos, y recuerdo que mi madre nos dijo: "--Anda niñas id a ver a la señora donde trabajo", y allá fuimos mi hermana Pepa y yo, mi otra hermana, Milagrito, era aún muy pequeña. Ese día estaba nublado, pero mi hermana Pepa y yo íbamos muy orgullosas y contentas, y ya llegando a la casa de la señora, empezó a llover. Echamos a correr y no encontramos sitio donde meternos, así que cuando llegamos a la puerta de la casa, la muñeca solo era un trozo de cartón con la pintura corrida. Me harté de llorar, y miraba la cara de mi hermana mayor y más pena me daba. Entonces la señora nos vio a las dos llorando y le dio mucha pena, así que mandó a llamar a mi madre y le dio dinero para que nos comprara otra muñeca.

Mi padre pedía prestado un carro para cargar los tiestos que se llevaba al campo y nosotros nos subíamos arriba de todos los bultos y cuando íbamos llegando, todos los niños de los alrededores gritaban, “--Ya vienen los Gutiérrez”, y se ponían muy contentos porque jugábamos mucho y lo pasábamos muy bien. Recuerdo que mi madre me llevaba al colegio de las Carmelitas. Estuve hasta los 8 años que hice la comunión.

Un día mi madre se puso muy malita y mi tía no podía hacerse cargo de todos nosotros, desde entonces empieza mi calvario. Frente a mi casa vivía una señora que me llamaba para que le hiciera los mandados de la casa, a cambio me daba de comer y como, la verdad, nos hacía falta, allí estaba yo con mi uniforme y todo. Yo limpiaba, planchaba, hacía la compra, y ella me daba de comer, cama donde dormir y 3 pesetas al mes. Cuando mi madre se puso bien, yo me quedé allí un año más. Mis padres; Juan Gutiérrez Franco, Carmen López Román.

Luego estuve en otra casa, pero esta era una panadería y además la mujer tenía niños de mi edad, de 8 o 9 años, y tenía ratos de juegos. Aunque también tenía ratos de tristeza, echaba de menos mi casa, mis hermanos, las salidas de paseo... En esta casa estuve 2 años más. Mi hermana Pepa también tuvo que trabajar desde muy niña. Y mis hermanos Eduardo y Juan Manuel tuvieron que trabajar en el campo cuidando los animales. Ya mi hermana Milagrito y mi hermano José María trabajaron también jóvenes, pero empezaron mas mayores que nosotros y de distinta manera.

A los 11 me desarrollé, bueno me hice mujer. Mi madre me llevó para mi casa, por fin. Mi padre tenía una viña en el campo y todos los veranos nos íbamos al campo. Este verano, para mí fue distinto. Me daba vergüenza jugar como siempre, subiéndome a los pinos o bañándome en braguitas... Así pasó mi vida de niña a mujer.

Ya de mayorcita tenía amigas con las que me iba al cine, a la sesión de tarde, y los domingos nos íbamos al parque.En mi casa, que era una casa de vecinos, había muchas niñas de la misma edad que yo y que mi hermana Pepa. Recuerdo que nos íbamos todas a jugar a la Plaza Peral, allí hacíamos teatro y lo pasábamos muy bien. Mi padre trabajó un tiempo en las bodegas de Osborne, pero no de forma fija, así que mi madre, una semana sí y otra no, iba a limpiar, lavar y planchar en alguna casa porque hacia falta el dinero.

Recuerdo que con 14 años, mi madre me colocó a trabajar en una casa donde ella había trabajado muchos años. Estaba de interna y salía cada 3 días. Al principio me daba un poco igual ya que me pagaban muy bien (300 pesetas al mes), pero me iba haciendo mayor y ya no me gustaba estar interna, así que encontré otra casa donde me pagaban mejor y no tenía que quedarme a dormir.

Y me llegó la edad de gustarme los chicos, entre los 15 y los 16 años, como a todo el mundo. Recuerdo que me empezó a gustar un chico con el que salíamos juntos en pandilla. Un día me empujó hacia la pared y me dio un beso, que vergüenza, aunque me gustó, al día siguiente no podía mirarlo a la cara. Cosas que pasan cuando eres muy niña.

Creo que no he dicho como se llamaban mis amigas de entonces. Eran Loli, Antoñita y Bella, las cuatro éramos inseparables. Recuerdo que muchas noches me quedaba en casa de Antoñita, hasta muy tarde jugando con ella, su tía y su hermana a la lotería. Ella vivía muy cerca de mi casa, y Loli vivía en la misma casa de vecinos que Antoñita. Cuando salíamos los domingos el paseo nuestro era ir a la calle Larga, calle Luna y plaza Peral, esa era nuestra salida. Y en verano nos íbamos algunas tardes a la playa. Recuerdo que cuando llegaba la Semana Santa nos comprábamos unas pelotas de cuero y serrín con una cuerda de goma larga, y nos dedicábamos a darnos pelotazos unas a otras, y de paso le dábamos a los niños para que nos mirasen. Nos divertíamos mucho, y que bonitos eran esos años que pasábamos todas juntas.

Luego nos fuimos separando poco a poco, unas porque se echaron novio y otras por motivos de trabajo. Pasó el tiempo y ya cumplí los 18 años. Me gustaba ir a los bailes, salir con chicos, y no me faltaban pretendientes, tenía mucho éxito. Nunca me decidía por ninguno, y mis amigas me decían, “--Tu escoge que veras como te llevas el peor", y mira si estaban en lo cierto.

Para leer el resto de la historia, aquí:
http://memoriasdeunamadre.blogspot.com.es

7 comentarios en “1.696. CARMEN GUTIÉRREZ LÓPEZ. Una luchadora en primera persona.

  1. Lucia Gallardo Castilla

    esta es mi abuela y la quiero un montón, al leer esta historia me ha hecho sentir muy feliz y ya entiendo lo q me contaba ella cada vez que dábamos una vuelta

  2. Clara castilla gutierrez

    Una madre coraje sin duda alguna, gracias mama por enseñarnos a ser fuertes e independientes TE QUIERO

  3. mercedes

    Mi respw=eto para todas estas ;mujeres que como yo tubimos que luchar de esa forma; Creo que somos unas heroinas todas y luchadora;

  4. m.angeles

    todos pensamos alguna vez q nuestra vida es dificil...hasta q leemos historias como la de carmen,gracias carmen por ser una madre coraje y ejemplo de mujer luchadora y buena .....ahora se merece toda la feliciad del mundo....y todo el amor q antes no tuvo

  5. Casa Aguao

    Al leer esta historia he recordado otras muy parecidas de vecinas, grandes personas, pero anuladas por sus maridos. Todas cargadas con muchos hijos, trabajadoras en sus casas y explotadas en la calle, como se decia en mi barrio, hartitas de echar medios días para llenar la mesa que el cabeza de familia era incapaz, pero a ellos no le faltaba dinero para sus vicios. Las palizas, los malos tratos psiquicos y fisicos que soportaban, por lo visto era lo corriente en estos hombres de aquel tiempo. Veía como los marineros venían de pasar muchos días en la mar y gastaban en borracheras lo poco que ganaban, dejando a sus hijos hambrientos. Gracias Carmen por contar su historia, las penurrias que pasó y todo el sacrificio padecido para sacar adelante su familia.

  6. Coral

    Acabo de terminar de leer toda su autobiografía y la verdad es que me he quedado super impresionada o súper anonadada, da igual.
    La felicito por toda esa entereza y fortaleza que demuestra tener y sobre todo por haber tenido el valor de escribirlo y contarlo personalmente, demostrando así, que a pesar de su "metro y medio" (creo recordar que ponía) no le ha hecho falta más altura para poder hacer todo lo que ha hecho y llegar hasta donde ha llegado.
    FELICIDADES

  7. María

    Una gran mujer con una historia muy triste desde que era joven, pero ha sido y es una gran luchadora. Como madre no tiene igual.

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