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1.965. LA LOTERÍA EN EL PUERTO. Una broma pesada. (I)

Hace años me hablaron de un respetable parroquiano que, como muchos españoles,  pretendían cambiar su vida con un golpe de suerte a través de la Lotería Nacional.

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Apuntaban que era un personaje peculiar, desconfiado y gran lector de novelas del oeste de Marcial Lafuente Estefanía, que jugaba su décimo de lotería todos los sábados del año y que como cliente habitual de un bar de la calle Larga, concretamente el Bar la Perdiz,  próximo a donde desarrollaba sus tareas profesionales, acudía y solicitaba al camarero los números premiados de la lotería que por aquel entonces se retransmitía después de los diarios hablados de Radio Nacional de España de las doce de la mañana.

Compañeros y conocidos del parroquiano, clientes del bar, conociendo sus “debilidades”, maquinaron una broma. A tal efecto, se percataron, unos días antes del sorteo del número que había comprado y acordaron con el dueño “La Perdiz colocar ese número como segundo premio en la tablilla, donde cada sábado se relacionaban los premios de la lotería nacional.

Pasado el mediodía, de un sábado de julio de 1975, la radio daba cuenta de los números premiados y en el bar, no sólo estaban los allegados, sino también curiosos que en el Mercado de Abastos habían oído por medio de un vendedor de cupones lo que se había tramado en un bar céntrico, en “La Perdiz”.

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Una foto antigua de La Perdiz.  José Luís Bravo Pérez, Manuel Arniz "El Gallo", desconocido, José Sanz Bustillo, desconocido. Detalles curioso de esta foto: la cantidad de botellas de anís en la estantería. Los servilleteros, propaganda de Hijos de Jiménez Varela. El espejo con la publicidad de Fino Jardín y Brandy (en aquella época coñac) Primado de Hijos de Jiménez Varela. Los dos Cacao Varela, Blanco y Negro, y el otro creo era de Pico. Brandy Grant.

Como cualquier otro sábado, el parroquiano llegaba a La Perdiz, sin percatarse de la afluencia de público, dirigiéndose con mucho sigilo al camarero, pidiéndole la tablilla con los números premiados. Se refugio en una esquina y reservadamente saco de su cartera el número que poseía. Cuando vio que su número coincidía con el segundo premio, comenzó a dar saltos, gritando que le había tocado, para a continuación emprender una carrera hacia el lugar de trabajo, abrazándose a sus compañeros. Lo que aconteció, cuando comprobó que el segundo premio no correspondía con el décimo que poseía, es otra historia que algún día contaré.  Aquello no era boca.  Texto/ Enrique López.

5 comentarios en “1.965. LA LOTERÍA EN EL PUERTO. Una broma pesada. (I)

  1. Lector Empedernido

    Pues que yo sepa, al menos a tres portuenses les pasó lo que aquí se cuenta. Uno de las bromas se gastaron en el Puerto Bar, en la calle Larga, donde estuvo Viajes Marsans últimamente, y otra en La Solera. La guasa portuense a la que tanto nos aficionó Muñoz Seca........

  2. Javier

    Se aproxima el día 28 y hay que estar muy atento a las inocentadas. Por cierto, hablando de inocentadas, lo que se relata en esta historia es tan real como la vida misma y así ocurrió. Pero la verdad, dicho sea de paso, me enteré después de los acontecimientos, que los organizadores tenían claro que fuera una inocentada, eligiendo el sábado 28 de diciembre de 1974, pero cayeron que aquel sábado no había sorteo de lotería, como en ningún otro sábado que cayera en el calendario entre el día del sorteo de Navidad y el día del sorteo del Niño. Entonces, no tuvieron más remedio que posponer la fecha y eligieron el mes de julio de 1975, aprovechando el veranillo y la paguita de julio para que la broma tuviera mayor notabilidad, como así sucedió.

    Es cierto que en La Perdiz no cabía ni un alfiler y mucho tuvo que ver el vendedor de cupones para que estuviera ese sábado el bar hasta la bandera, ya que no solo lo divulgó por el Mercado de Abastos, sino también a los clientes en los distintos puntos de ventas que tenía en la ciudad. En mi caso, encontrándome con mi recordado Alfredo Bootello, en el Bar Liga, el día antes, se acercó reservadamente y lo soltó, dándonos cuenta de lo que habían tramado. Al día siguiente, con Alfredo Bootello, tras comentar la prensa, Diario de Cádiz y ABC, en la Cafetería “El Faro”, situada por aquel entonces en la esquina de la calle Palacios y Nevería, nos dirigimos a La Perdiz. Yo hace tiempo que no se nada de este hombre, pero si recuerdo los saltos y aquella carrera que emprendió del bar hacia el lugar de trabajo.

    ¡Ah! Recuerdo que mi amigo Alfredo Bootello, llamaba al vendedor de cupones como “El Pandereta”.

  3. Javier

    El vendedor de cupones, no solo avisó de la broma por el Mercado de Abastos, sino por todos los lugares por donde pasaba. Por eso, tal como relatan, era indiscutible que La Perdiz estuviera ese sábado hasta la “Bandera”. Yo fui informado por el vendedor de cupones un día antes, encontrándome en la Cervecería del recordado Pepe Basteiro, calle Luna y Misericordia, junto a un grupo de amigos. A las 12 del día siguiente, sábado, estábamos allí. Yo hace tiempo que no se nada de este hombre, pero si recuerdo los saltos y aquella carrera que emprendió del bar hacia el lugar de trabajo. No era para menos...

  4. No lo quiero recordar

    Yo creo que lo deberia de contar ¡¡¡Ya!!! Yo recuerdo en un bar situado en la plaza del Polvorista, un Sr. venia de pescar y habia pescado un ejemplar de mas de tres kilos, unos cachondos se lo escondieron...Pues por poco se lia lo peor............ En esas cosas hay que tener mucho cuidado,porque no sabemos las reacciones de los demas.

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