Rafael Alberti ganaba el 14 de noviembre de 1983 el premio Miguel de Cervantes de Literatura convocado por el Ministerio de Cultura, dotado con diez millones de pesetas y fallado en Madrid por un jurado que presidió el titular de aquel departamento, el ministro Luis Solana. Alberti, autor de Marinero en tierra, obtuvo el galardón en disputa con el novelista Camilo José Cela y el narrador venezolano Arturo Uslar Pietri, que quedaron finalistas.
El rey Juan Carlos, acompañado de la reina Sofía, entrega al poeta Rafael Alberti el diploma del Premio de Literatura en lengua castellana "Miguel de Cervantes", durante un solemne acto celebrado en el Paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares, el 23 de abril de 1984. /Foto: Ángel Millán - Manuel Hernández de León.
En 1983 hacía ocho años que el Ministerio de Cultura convocaba este galardón, dotado con 10 millones de pesetas, el más importante de las letras españolas. Alberti compitió en las votaciones finales con Camilo José Cela y Arturo Uslar Pietri. El jurado renunció a revelar el resultado de la votación, que se resolvió, según los convocantes, "por mayoría suficiente". Con Alberti, Cela y Uslar Pietri, compitieron por el premio Guillermo Díaz-Plaja y Guillermo Francovich. Las deliberaciones del jurado estuvieron precedidas por una controversia sobre la presentación de la candidtura de Alberti, que llegó fuera de plazo, presentada por la academia colombiana de la lengua. Esta entidad se equivocó y envió, dentro del plazo, la candidatura de Borges, que ya había obtenido el premio. Posteriormente rectificó su opción y envió el nombre del poeta portuense ganador. El jurado aceptó "por consenso" la candidatura y no reclamó el dictamen jurídico en que se basó el Ministerio de Cultura para dar por buena la candidatura. El ministro de Cultura, Javier Solana, hizo pública la decisión del jurado. Señaló que "el jurado, que es soberano, ha analizado todas las circunstancias que han concurrido y, por consenso, se ha aceptado la candidatura presentada por Colornbia".
Respecto a las impugnaciones que pudieran presentar las respectivas academias de la Lengua, Javier Solana aseguró que la decisión del jurado es inapelable". El ministro aseguró que "no se ha producido ninguna transgresión de las normas del premio, porque el jurado es un órgano colegiado que, en interpretación de esas normas, puede pronunciarse legalmente sobre una circuristancia de esta clase".
Alonso Zamora Vicente, secretario de la Academia Española de la Lengua, precisó más tarde que en 1981 la Academia presentó al Cervantes la candidatura de Rafael Alberti. Zamora Vicente dijo que el fallo había sido "dificilísimo", y destacó "la seriedad" del tribunal, que "meditado y sopesado cada una de las candidaturas".
Los tres últimos seleccionados, tras las primeras votaciones, fueron Camilo José Cela, Arturo Uslar Pietri y Rafael Alberti. Luis Rosales, que figuró en el jurado como ganador de la edición 1982, dijo que la elección había sido "muy bonita y ejemplar, respetando todos los valores democráticos. Ha sido una muestra de integridad en una elección en la que cada uno ha defendido su posición".
JURADO Y COMPETIDORES.
El asesor jurídico de la Asociación de Escritores, Juan Mollá, declaró que, en efecto, los fallos de premios literarios se rigen por sus propias leyes; y son ínapelables. "Si se cae en formalismos se puede rechazar esa candidatura, pero si se juzga que esta rectificación de una candidatura es un error material la candidatura puede ser admisible. Evidente aquí seha ido a contrapelo de de referencias formales". El jurado de la octava edición del Premio Cervantes estuvo presidido por el ministro de Cultura e integrado por Jaime Salinas, director general del Libro; Miguel Ángel Carriedo, director general de Relaciones Culturales; Alonso Zamora Vicente, secretario de la Academia Española de la Lengua; Alfredo Matínez Morano, presidente de la Academia de El Salvador; Luis Yáñez, presidente del Instituto de Cooperación Iberoamericana; Alberto Navarro, catedrático de Literatura de la universidad de Salamanca, y Luis Rosales, ganador del Premio Cervantes del año anterior.
Camilo José Cela, el máximo rival de Alberti, hizo ayer, desde Palma de Mallorca, unas declaraciones en las que señala ante todo su desacuerdo con la polémica legal que ha rodeado la octava edición del premio. "Para mí", dijo, "no significa ningún fracaso el haber sido desplazado por la férrea candidatura de Alberti. Sin ningún género de dudas, es un gran poeta que se merece el Cervantes y, sobre todo , se lo merecía sin ningún tipo de trampa legal. Así pues, el Ministerio le ha hecho un flaco y escaso favor. El Cervantes, hasta ahora, tenía un gran prestigio. Alberti lo aumenta con su presencia, pero la actitud del ministerio le restará prestigio al premio".
Uslar Pietri dijo desde Caracas que considera a Alberti como "una de las grandes figuras de la poesía española, a quien me une una vieja amistad desde que le conocí en París hace cuarenta años". En cuanto a su -derrota, explica que "no es lo mismo tener el premio que no tenerlo. Ya he sido candidato tres veces y ahora acepto y acato de nuevo la opción del tribunal".
El poeta Gerardo Diego, ganador del Premio Cervantes en 1979, declaró que prefería no opinar sobre el procedimiento seguido para la concesión del galardón, "porque ha habido muchas irregularidades sobre las que no tengo juicio. Yo tengo el mismo premio, pero su concesión fue linipia".
Juan Carlos Onetti, ganador del Cervantes en 1980, manifestó que el triunfo de Alberti era para él "un motivo de gran alegría. Hace una semana le envié un telegrama estimulándole por la campaña que se había desatado en contra".
El poeta Jorge Guillén, primer autor que logró el Premio Cervantes, en el año 1979, que se encontraba enfermo en cama en aquellos días, dijo, a través de su hija Teresa, que "es lo que más deseaba".