Es preciso repetir, para que no se olvide, que en El Puerto de Santa María durante la II República no se pegaron tiros, no se mató a nadie, ni se quemaron iglesias, ni casas, ni fábricas. Se respetaron bienes y haciendas así como las ideas políticas y religiosas. No obstante el ejercito que se levantó contra el poder constitucional mandó fusilar en esta Ciudad a cientos de personas inocentes, entre ellos, a un tercio de la Corporación Municipal.