El Museo Cerralbo de Madrid y la Fundación Pintor Enrique Ochoa han inaugurado la exposición 'La mujer Ochoa. Modernismo y modernidad', que se acerca a las mujeres que fueron musas del pintor Enrique Ochoa (El Puerto de Santa María, 1891 - Palma de Mallorca, 1978) cuando se celebra el 125 aniversario de su nacimiento y que estará abierta hasta el 26 de abril de 2016.
Para José Estévez, comisario de la exposición y presidente de la Fundación, “esta muestra refleja el mundo femenino, el de las mujeres que fueron musas y su entorno en el primer cuarto del siglo XX, su realidad, contemplando distintos ambientes sociales, especialmente el cosmopolita y aristocrático del periodo de entreguerras”.
El ritmo de vida y la constante curiosidad de Ochoa le llevaron a conocer y pintar a artistas como Gala Federova, primera bailarina del Ballet Ruso en París, o Tórtola Valencia, bailarina española que llegó a actuar en los grandes teatros parisinos.
Como cronista de las revistas ilustradas de la época, especialmente de Blanco y Negro, Ochoa acaba siendo uno de los ilustradores de cabecera, con varias portadas en las que plasma en sus numerosos viajes a París a una mujer moderna, en la que se inspira y centra su mirada seductora. Es ahí donde acaba siendo también un corresponsal de las nuevas tendencias de la moda. Esta exposición reúne algunas de las obras más significativas de esta época, como Dama Chic, Cosmopolita o Capricho oriental.
La muestra, que cuenta con 46 obras, es una buena oportunidad para admirar los detalles que tienen que ver con la estética de la mujer modernista de la época. Su vestuario, su maquillaje, sus poses y su forma de apertura a una nueva sociedad que tenía en París el espejo en el que mirarse. Tras la Primera Guerra Mundial, la mujer se libera, y hacia 1920 se puede decir que nace la mujer “moderna”. Chanel acorta las faldas, impone la bijouterie, el little black dress y el pelo a lo garçon o bob-cut. Nace la mujer flapper: la que fuma, usa pantalones y baila charlestón subida a las mesas. Son los llamados “años locos”.
Desde sus inicios, Ochoa se distinguió como un retratista excepcional en el contexto del primer cuarto del siglo XX, destacando también por su técnica del dibujo como ilustrador de libros (entre los que cabe citar las obras completas de Rubén Darío) o en las principales revistas de la época, como La Esfera, Blanco y Negro o Mundo Latino. /Fotos: José Luis Martín.