Vista aérea de La Puntilla y Valdelagrana desde la desembocadura del río, sin espigón.
¡Era para nosotros, ‘La Puntilla’!
Valdelagrana, entonces, daba pena.
Un barco abandonado por la arena
con la muerte, sin agua, de su quilla.
Íbamos siempre juntos, en pandilla.
El cangrejo que vuela de la escena
y en el sollado busca, tras la cena,
cama de verdes musgos y de arcilla.
Viendo pasar el Vapor desde Valdelagrana, sin espigón.
Valdelagrana sin igual Patena.
Una playa, a la vez blanca y morena,
recta y alegre como una banderilla.
Andaluza de pró, con voz Sirena...
¡Pero, a pesar de todo, la más buena
era, para nosotros, ‘La Puntilla’!
Augusto Haupold Gay.