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3.886. El fantasma de la Posada de San Marcos

En torno a los castillos siempre ha habido leyendas, fábulas y mitos nacidos de la fantasía popular. También el Castillo de El Puerto de Santa María las tiene. Juan García Larrondo, en su ‘Anecdotario Portuense’, escribía en 1992 la curiosa leyenda que reseñamos a continuación. “Ya no existe una antigua casa del siglo XVII, llamada ‘Posada de San Marcos’ o ‘del Carbón’ | En la imagen la Posada de los Portugueses, Casa de los Manso de Andrade.

El nombre se debe a que estaba situada junto a la carbonería que popularmente dio nombre a la plaza que hoy conocemos como del Castillo y a la cuesta del Carbón. Esa posada estuvo habitada en sus últimos años por una familia que se dedicaba a la exportación de pescado. 

1.120. PLAZA DE COLÓN. O Cuesta del Carbón.

Parece ser que en la posada había un fantasma, al que los herederos de la familia, acostumbrados a su compañía, llamaban con el nombre familiar de ‘Pedrito’. ‘Pedrito’ representaba a un hombre de elevada estatura, vestido de negro con un atuendo similar al de los penitentes de la Semana Santa. Siempre se hacía acompañar de un enorme perro tan negro como su amo.

Sus apariciones se hacían especialmente los días de Navidad. Cuentan que un día se apareció al dueño de la casa y a los empleados en la escalera del edificio. Algunos de los empleamos ya no volvieron a trabajar allí. En la misma escalera existía un agujero que, por más que se tapaba, amanecía siempre abierto. A veces el fantasma molestaba a los hijos pequeños del dueño quitándoles las almohadas y la manta.

Las garruchas del pozo y las palmeras se movían a veces sin que hubiera viento. Durante los días de Navidad, las figuras del Nacimiento aparecían tiradas en el suelo o cambiadas de lugar. Sin embargo, la familia seguía viviendo en la casa y consideraban como algo natural la presencia de ‘Pedrito’. 

Corrieron rumores de que en algún lugar de la casa había un tesoro escondido. Cierto día, haciendo unas obras, apareció el esqueleto de un hombre enterrado en la pared del lavadero. En los años sesenta, tras morir la dueña de la casa, fue vendida y posteriormente demolida y ‘Pedrito’ desapareció sin más. Todo lo cual parece ser un relato para niños, nacido de la fantasía popular en aquel entorno del castillo de San Marcos. Pero ahí queda para la leyenda”. | Texto: Juan García Larrondo. Anecdotario Portuense. 1992.

El investigador Antonio Gutiérrez nos informaba que “Antonio Manso, jefe del clan familiar de los Manso de Andrade, era oriundo de Oleiros, en el centro de Portugal. Se estableció en esta ciudad en el primer tercio del siglo XVI como factor, autorizado por los reyes de Portugal para adquirir trigo y expedirlo por algunos puertos de Andalucía. Tenía sus casas principales, llamadas de “los Escribanos” por tener establecida en ella todo el papeleo de la factoría en el edificio que reproducimos en la foto, paralelo al castillo de San Marcos y frente a la actual Plaza de Colón”.

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