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4.872.  6 de noviembre de 1260, el último día de al-Qanatir

Hay una fecha capital en la historia de El Puerto de Santa María que ha pasado completamente desapercibida en la historiografía portuense y en la memoria de la ciudad: El día que concluyó la vida de la población andalusí de al-Qanatir (Los Puentes), como se llamó El Puerto entre mediados del siglo X y 1260, cuando definitivamente pasó a manos cristianas y comenzó la historia de la ciudad que ha llegado a nuestros días.

A fines de agosto de 1260 Alfonso X estuvo por primera vez en la postrera al-Qanatir, hacía años sometida por pacto de vasallaje a la corona castellana pero que aún mantenía, por poco tiempo, cierta autonomía política y administrativa y el uso de la cultura y tradiciones musulmanas. A orilla del Guadalete anduvo el rey ultimando con sus hombres más cercanos la flota que iba a saquear la plaza marroquí de Salé; inicial golpe de mano enmarcado en su proyecto -frustrado proyecto- de convertir a la bahía de Cádiz -a Cádiz y El Puerto- en la base naval desde donde conquistar al islam las tierras norteafricanas (por eso de la máxima militar de que la mejor defensa es un buen ataque).

| A la izquierda, la plaza norteafricana de Salé. En la otra orilla del río Bu Regreg, Rabat.

La flota de Salé

De la presencia de Alfonso X acampando con su tropa -al exterior del recinto murado de al-Qanatir- dio cuenta una de las Cantigas de Santa María (la 328), que debe considerarse, por el trasfondo histórico que encierra, la más destacada de cuantas conforman el ciclo del Cancionero de Santa María del Puerto (24 cantigas) y la primera ‘carta-fundacional’ de la nueva población cristiana:

Por lo que en este lugar / tan bueno fue a posar una vez / el Rey Don Alfonso, / cuando su flota se hizo a la mar, / la que destruyó toda Salé, / una gran muy noble villa/ y cuyo botín sería / difícil de imaginar. // Acampando en aquel lugar / y estando preparando aquella su flota, / yendo muchas veces / a Cádiz, y tornando de ella, / abasteciéndola de cuanto / le era necesario / para que aquel cometido / se realizase lo más pronto”.

| Al-Qanatir en 1268, según nuestra lectura del Libro del Repartimiento. Al exterior del recinto murado, lugar del campamento de Alfonso X en 1260. Intramuros, el palacio del rey que se levantó hacia 1266-67 y habitó Alfonso X. 

La flota alfonsí, formada en las Atarazanas de Sevilla, comandada por los almirantes Pedro Martínez de Fe y Juan García de Villamayor e integrada por 37 naves, partió de la bahía el 4 de septiembre de 1260 y llegó a su destino el 8 para saquear la mal fortificada plaza de Salé. Al paso de unos días, el emir meriní Abu Yusuf acudió a defenderla, la cercó y el día 22 los cristianos embarcaron con numerosos cautivos, un cuantioso botín y regresaron a la bahía gaditana. Aquel fue un golpe de mano certero, destinado a calibrar las posibilidades de materializar el proyecto alfonsí de llevar la Cruzada a tierras norteafricanas, pero nada más; no tuvo continuidad. Lo perentorio para el rey era continuar con la conquista de la región gaditano-jerezana y el valle del Guadalete.

| Al-Qanatir en 1268, dibujo de Juan José Delgado ‘Jota’, 2021.

El cambio de nombre

Tras regresar la flota a fines de agosto, Alfonso X rompió el pacto de vasallaje y decidió tomar el control absoluto de la estratégica desembocadura del Guadalete, que es decir al-Qanatir, la aldea que desde su fundación fue el puerto fluvio-marítimo de Saris (Jerez).

Para formalizar la entrega de la población, el rey se reunió con el señor de Saris, Ibn Abi Jalid, que también lo era de al-Qanatir. Aquel encuentro debió de producirse en las casas del alguacil de Jerez que nombra el Libro del Repartimiento (1268), la sede del Almojarifazgo o Aduana que existió en el solar del desaparecido convento de San Agustín (hoy Edificio San Agustín), el inmueble que a fines del XV aún llamaban la casa del moro.

| “Entrega de las llaves de la ciudad a Alfonso X el Sabio”, óleo de José María Rodríguez Losada, 1852. Capilla de la Patrona de la Basílica Menor de Ntra. Sra. de los Milagros. Foto, José Ramón Villar.

El señor de Saris, obligado por el empuje cristiano y para evitar males mayores, siendo inviable la convivencia de andalusíes y castellanos en un mismo solar, capituló y entregó la plaza. Así lo dice la referida cantiga en boca del alguacil (wazir) Ibn Abi Jalid: “No salga yo de este año / si esto que os ruego / lo hago por engaño, / sino más bien por poner paz / en la tierra y evitar así el daño / que pudiera sobrevenir, / si esta situación no se acabase.” 

| Cantiga de Santa María 328. Códice de los Músicos, Biblioteca de El Escorial.

También recoge la cantiga la tensión que se vivió en la población mientras los cristianos preparaban la partida a Salé, cuando ya el nombre de Santa María del Puerto estaba en  boca de los expedicionarios para nombrar a al-Qanatir:

“…no se dio cuenta [el rey] de cosa alguna; / hasta que el alguacil de Jerez, / un sesudo moro muy rico / vino a él muy airado, / y le dijo: “Señor, / ¿cómo es posible que cualquier hombre / pueda cambiarle el nombre / a Alcanate, donde acampáis, // y nombrarlo por otro, / por el que andan disgustados / los moros, ya que lo llaman / Santa María del Puerto, / de lo que se nos sigue un gran agravio / y a Vos os causan gran daño? / Tal hecho como éste / debe ser castigado.”

| La cabeza es la única parte que se ha conservado de la alfonsí Santa María del Puerto, por otro nombre Virgen de los Milagros. | Foto: Cortesía de la Archicofradía y Esclavitud de Ntra. Sra. de los Milagros.

Cien jinetes

Tras la definitiva ocupación de al-Qanatir, debió darse un corto plazo para que sus habitantes cogieran algunas pertenencias y marcharan. Se desconoce a dónde, pero lo más probable es que la mayor parte fueran acogidos en Saris/Jerez; que pronto correría la misma suerte.

Fue el historiador Ibn Idari quien menciona en su libro Al-Bayan al mugrib… la fecha en que se produjo el definitivo desenlace de al-Qanatir: el 6 de noviembre de 1260, cuando cien jinetes cristianos reunidos en las cercanías de Jerez recibieron la orden de expulsar a los musulmanes de al-Qanatir. De ser fidedigna la fuente que empleó el marroquí a comienzos del siglo XIV, esa fecha y ese hecho marca el día que al-Qanatir dejó de serlo y pasó, de facto, a manos cristianas.

| Jinetes cristianos y andalusíes en una cantiga de Santa María.

Desalojada la población, los inmuebles andalusíes serían sacralizados, como sucedió con su recinto murado, colocándose cruces en sus lienzos, según menciona el Libro del Repartimiento, el documento donde están consignados los nombres de los 294 repobladores castellanos que conformaron en 1268, según dictó el propio Alfonso X, la primera Santa María del Puerto.

Al año siguiente de la entrega de al-Qanatir, en octubre de 1261, los militares alfonsíes tomaron el Alcázar de Jerez, que conllevó la partida al exilio -a Marraquech- de Ibn Abi Jalid, el sesudo moro muy rico de la cantiga que desde comienzos de la década de 1230 fue el último señor de Saris y de al-Qanatir.

| Alcázar de Jerez, detalle de grabado de J. Hoefnagel, hacia 1563-67. Civitatis Orbis Terrarum.

Un “alcanatireño”

Nada se conoce de los andalusíes que en al-Qanatir nacieron y murieron durante más de tres siglos. Salvo de uno, Ahmad ibn Sa’id ibn Ali al-Ansari al-Qanatiri -el de al-Qanatir-, que aquí nació el año 978, durante el esplendor del califato de Córdoba. Que también fue conocido como Ibn al-Hajjal de Qadis, hijo del peregrino de Cádiz. De su vida se conoce que fue un notable matemático, astrólogo, autor de un tratado sobre los relojes de sol que llegó a traducirse al latín, y viajero y peregrino en tierras del norte de África siguiendo las enseñanzas de las tradiciones coránicas que en Libia, Túnez, Yemen y Argelia impartió su maestro al-Da’udi (antes de 1011, cuando éste falleció). De regreso a al-Andalus residió en Sevilla, donde murió en 1038.

| Dirham de plata de al-Qanatir y blanco seisén de Alfonso X de Santa María del Puerto. Museo Municipal.

Guárdese la memoria de este “alcanatireño” y el de sus paisanos, que también, con otros nombres y otra cultura, fueron portuenses y nos legaron un pasado digno de conocerse y que definitivamente forme parte y se integre en la historia de la ciudad.

| Texto: Enrique Pérez Fernández y Juan José López Amador, con motivo del 761 aniversario de la pérdida y conquista de al-Qanatir.

1 comentario en “4.872.  6 de noviembre de 1260, el último día de al-Qanatir

  1. Ismael Yebra

    Andalucía y González Jiménez

    Se celebrarán durante este mes de noviembre numerosos fastos y jornadas a lo largo de la geografía andaluza, con motivo del VIII Centenario del nacimiento en Toledo de Alfonso X de Castilla, conocido como el Rey Sabio. En esta política cultural de conmemoraciones y aniversarios en la que ha caído la denominada agenda cultural, esta efeméride, sin duda, no debe pasar ni pasará desapercibida. Lo que actualmente conocemos como Andalucía se debe en gran parte a este monarca controvertido que, no solo amplió la denominada frontera que había ensanchado su padre Fernando III, sino que estableció las bases para su gobierno y sostenimiento. Puestos a enumerar padres de Andalucía, calificativo que en términos políticos adquiere a veces tintes tan exagerados como discutidos, Alfonso X sí que es merecedor de tal reconocimiento.

    Andalucía, tierra de talento según la televisión autonómica, ciertamente que lo es, pero se confunde con frecuencia talento con ingenio o cualquier actividad no siempre exenta de ordinariez. El talento va asociado a la aptitud y la inteligencia, y esta última no está tan extendida. Entre tanto folclórico, cuentachistes y ganapanes varios, destacan con luz propia andaluces que han llevado a cabo una sólida obra literaria, histórica o artística, no siempre reconocida, pero esencial e imperecedera. Uno de ellos es el catedrático de Historia Medieval don Manuel González Jiménez. Este andaluz nacido en Carmona ha dedicado su vida a investigar nuestro pasado bajomedieval, un periodo crucial para conocer las raíces de lo que actualmente conocemos como Andalucía, dejando una escuela de medievalistas repartidos por toda nuestra geografía.
    No le han faltado reconocimientos a la obra del profesor González Jiménez, pero todo parece poco cuando la deuda contraída es tan grande. En este mes tendrán lugar encuentros, conferencias, presentaciones de libros que, aprovechando la fecha del 23 de noviembre, festividad de San Clemente, en la que se estima el nacimiento de Alfonso X el Sabio, incluirán casi todos un homenaje al profesor González Jiménez. Valgan estas líneas como modesto reconocimiento a quien realmente es un hombre de talento y un auténtico padre de Andalucía sin aditamentos pintorescos ni folklóricos. Junto a la tan difundida Andalucía de pandereta existe esta otra culta, silenciosa y trabajadora que será la que permanecerá.

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