| Texto: Antonio Gutiérrez Ruiz.
Entre los centenares de tesoros y armas que esconde el Museo Naval de Madrid hay tres que se guardan con especial cariño. Estas «joyas de la colección» se corresponden con dos pistolas y un sable que, en 1802, regaló Napoleón Bonaparte, el futuro emperador de Francia, a Churruca las pistolas y al portuense Francisco Javier Uriarte y Borja, Capitán General de la Armada, el sable
El arma (98 cm de longitud), estilo imperio, fue construida por Nicolás Boutet en Versalles (ca. 1800). Hoja curva de acero, empuñadura de latón dorado, vaina de madera recubierta del mismo metal dorado. En el canto del recazo figura la leyenda KLINGENTHAL, y en el metal de la primera parte de la vaina M.F. TURÉ A VERSAILLES ENT. SE BOUTET.
Fue regalado por Napoleón Bonaparte, Primer Cónsul de la República Francesa, al capitán de navío Francisco Javier de Uriarte, comandante del navío Príncipe de Asturias cuando se hallaba estacionado en Brest (ca. 1801). Lo usó en el Combate de Trafalgar (21 de octubre de 1805), mandando el Santísima Trinidad.
Hallándose herido y prisionero en Gibraltar de resultas de la acción en que su navío se hundió, conocedor el almirante Collingwood, sucesor de Nelson, de la gran estima en que Uriarte tenía este sable, mandó hacer una requisa en su escuadra y se lo devolvió como testimonio honroso de su comportamiento durante el Combate.
Donado al Museo por Isidoro de Uriarte, sobrino del general (ca. 1847). Restaurada en 1996.