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En casa de los Marqueses de la Cañada (6)  #6.304

La biblioteca, el inquisidor Pedro Sánchez y el naufragio (y II)

| Imagen generada con IA.

| Texto: Enrique Pérez Fernández

El inquisidor Pedro Sánchez
Una vez que falleció Guillermo Tirry en febrero de 1779, apareció por su casa un siniestro personaje de nombre Pedro Sánchez, comisario de la Inquisición en Cádiz. Registró a fondo la huérfana biblioteca y requisó 550 libros prohibidos por ser contrarios a la doctrina católica. Años después, en 1788, se lo decía en una carta al Inquisidor General: “En este asunto como en otros que han ocurrido, sin omitir la Visita General de las Librerías públicas y de algunas particulares, especialmente la del Marqués de la Cañada difunto, vecino del Puerto de Santa María, a donde pasé y recogí 550 libros prohibidos”.

El caso es que los libros serían llevados a algún depósito del Santo Oficio en Cádiz, donde durmieron el sueño de los justos hasta que el 17 de junio de 1786 fueron quemados en un auto de fe celebrado ante la Puerta de Tierra, junto a otros 11.700 libros y numerosas láminas de grabados, cuadros y otros objetos pecaminosos.

| Imagen generada con IA.

Pedro Sánchez, muy celoso de su oficio, más papista que el papa y con evidentes rasgos psicopáticos, mantuvo por aquellos años un largo y agrio enfrentamiento en Cádiz, a cuenta de sus implacables confiscaciones, con el comerciante y coleccionista Sebastián Martínez, a quien en otra entrega mencionamos como poseedor de las figuritas romanas de Sancti Petri que fueron de los Tirry, al tiempo que compró a la viuda de Guillermo muchas láminas y cuadros de su pinacoteca.

La venta al marqués de Villapanés y el naufragio
Decíamos ayer que la biblioteca de los marqueses de la Cañada llegó a tener más de 8.000 volúmenes -según apuntó en 1764 el historiador Ruiz de Cortázar- o los 7.000 que unos años después dijo ver Antonio Ponz. Pero el volumen de la venta de la biblioteca al jerezano marqués de Villapanés una vez que falleció Guillermo no llegó a cuatro mil ejemplares. A este desfase de unos 3.500 o 4.500 libros (descontados los requisados por Pedro Sánchez) nos referiremos más adelante.

La venta de la biblioteca del difunto marqués, 3.979 volúmenes más su colección de miles de estampas, se formalizó el 7 de abril de 1780 en su casa, estando presentes su viuda María Francisca Lacy, el comprador marqués de Villapanés, un notario y Alejandro O’Reilly, viejo amigo de la familia (irlandés como el primer marqués) y recién nombrado Gobernador de Cádiz. El precio se tasó en 136.185 reales, que no cobró María Francisca, sino que se descontaron del censo de 5.000 pesos que en 1765 se fijó sobre la casa a favor de Villapanés, a quien anualmente Guillermo debía pagar de renta 150 pesos. Se redimieron así los 13 años de réditos pendientes.

|Ante la casa de los marqueses del Campo de Guía, según plano de 1755. Imagen generada con IA.

Y los libros marcharon a Jerez, a la biblioteca de la casa-palacio del IV marqués de Villapanés, que desde 1817 lo era Miguel María Panés González de Quijano y Vizarrón (emparentado con los Vizarrón de El Puerto de Santa María, de la Casa de las Cadenas), de origen genovés, cargador a Indias con tierras de olivares heredadas en los pagos portuenses del Juncal y del Cercado y huerta en El Palmar de la Victoria.

De la personalidad del jerezano y de su biblioteca, aumentada notablemente con la de los Tirry, Antonio Ponz en su Viage de España (1794) decía: “…es debido elogiar su celo por el bien de su patria, e instrucción de los aplicados, habiendo establecido con este objeto una Biblioteca pública, aumentada notablemente con la que fue del Marqués de la Cañada, y adquirió después de su muerte; yo tuve el gusto de verla años hace en el Puerto de Santa María, viviendo el expresado Marqués de la Cañada, Caballero de exquisito gusto, con otras mil curiosidades, que en gran parte se vendieron. Solo falta, a mi parecer, que dicho Señor Marqués ponga esta Oficina de la Literatura más a mano de lo que está actualmente, para comodidad de los Literatos.”

| Antigua fotografía de la casa-palacio de los marqueses de Villapanés en Jerez, entre las calles Empedrada y Cerrofuerte.

 Una biblioteca pública…, cuya existencia a fines del XVIII habla de un hombre Ilustrado con serias inquietudes culturales y sociales. De hecho, el marqués fue en 1785 el primer director en Jerez de la Sociedad Económica de Amigos del País, la institución más sólida que difundió las ideas de la Ilustración.

Debió de hacerle caso el marqués a Ponz en cuanto a que tuviera más a mano la biblioteca para los amantes de la literatura, pues se conoce que en 1796 la atendían dos bibliotecarios: su secretario personal y profesor de Humanidades Francisco de Paula Peralta y un profesor de Matemáticas que también impartía clases públicas de su materia en el palacio.

Otro testimonio de la biblioteca y de la personalidad del marqués lo dejó escrito en 1816 el francés Alexandre Laborde: “El señor marqués de Villapanés, celoso de la instrucción y adelanto de la juventud, ha reunido en una de sus casas una selecta y copiosa biblioteca, que consta ya de 12.000 volúmenes de todas ciencias, la que franquea al público todos los días. Recomienda mucho esta biblioteca la circunstancia de que habiendo entrado los franceses en esta ciudad [en 1810], y robado en casa de este señor más de un millón de reales en alhajas y otras preciosidades que tenía ocultas, respetaron, y aun trataron de conservar esta, que vale más que todas ellas: son ciertamente muy laudables los filantrópicos sentimientos del señor Panés, y muy dignos de que le imiten otras personas de su rango.”

Pudo salvarse entonces la biblioteca de manos gabachas, pero al paso de unos años se cruzó el infortunio, según afirmó en 1846 el jerezano Joaquín Portillo: “La biblioteca constaba de unos 11.000 volúmenes, más por muerte del Marqués [enero de 1825] y con arreglo a su última disposición la llevaron en 1828 [embarcada en Sanlúcar] a Génova a donde no llegó, pues pereció con el buque en el mar.” Sin descendencia directa, el difunto marqués quiso que sus herederos, asentados en la Génova natal de su familia, conservaran la biblioteca.  Pero no pudo ser.

| Imagen generada con IA.

Los ex libris
No obstante, no todos los libros de la biblioteca de los marqueses de la Cañada se hundieron en aguas del Mediterráneo. Antes o después de fallecer Guillermo en 1779, un número considerable de sus libros tomarían otros derroteros, ya fuera por ventas o regalos del marqués o de su viuda. Descontados los vendidos al marqués de Villapanés y los requisados por el inquisidor Sánchez, serían unos 3.500-4.500 libros, según las referencias de Ponz y Ruiz de Cortázar.

Sus huellas están en los ex libris, las inequívocas marcas de propiedad de un libro. El de los marqueses de la Cañada era su escudo nobiliario, al menos el que se fijó en 1747.  Este…

| Ex libris de los marqueses de la Cañada, escudo nobiliario establecido en 1747.

He localizado, de momento, dos libros con el ex libris de los marqueses, ambos de temática científica; los marqueses interesados por los avances de su época: Ensayo sobre la electricidad de los cuerpos (Madrid, 1747), traducida al castellano del original francés del abate Nollet, que hoy es de un bibliófilo valenciano. Y un tomo en francés de la Arquitectura Hidráulica o el arte de conducir, elevar y gestionar las aguas… (París, 1737), que se conserva en la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México y antes fue del Real Seminario de Minería fundado en 1792.

| Libros que tienen el ex libris de los marqueses de la Cañada.

El ex libris de los marqueses de la Cañada era bien conocido de antiguo por destacados bibliófilos, pero no lograron identificarlo con el blasón de los marqueses. Así, el escritor asidonense Doctor Thebussem, Mariano Pardo de Figueroa --gran coleccionista de ex libris--, tras describirlo detalladamente decía en un artículo de prensa en 1875 que “por su composición, elegancia, dibujo y grabado constituye una obra de arte, a causa de que no es raro hallarlo, y con diversos tamaños, por cierto, o sea proporcionado al de los libros, en muchos volúmenes que hoy paran en diferentes bibliotecas de España. Las obras que lo llevan son por lo general buenas ediciones de clásicos latinos y españoles, estampadas en los siglos XVI y XVII.

Había pues muchos volúmenes de los marqueses en diferentes bibliotecas españolas…, como la célebre del historiador Pascual de Gayangos, según le informó al Doctor Thebussem un amigo de Madrid. Biblioteca que, en 1903, ya fallecido don Pascual, la adquirió la Biblioteca Nacional de España. Que no es mal lugar --acaso el mejor-- donde sigan reposando algunos libros –cuánto-s- de la espléndida biblioteca de los marqueses de la Cañada.

| Biblioteca Nacional de España, Madrid.

La próxima entrega la dedicamos a la colección de cuadros de los marqueses. Que fueron grandes admiradores de Murillo.
(Continuará)  

Anteriormente:
1. En casa de los Marqueses de la Cañada #6.236
Evocación de un rico patrimonio atesorado a orilla del Guadalete
2. En casa de los Marqueses de la Cañada (2) #6.250
Guillermo Tirry y Tirry, del esplendor a la quiebra
3. En casa de los Marqueses de la Cañada (3) #6.264
Las estatuillas de Hércules y Neptuno de Sancti Petri
4. En casa de los Marqueses de la Cañada (4) #6.276
El sarcófago romano de Medina Sidonia
5. En casa de los Marqueses de la Cañada (5) #6.290
La colección numismática y los objetos etnográficos y científicos.
6. En casa de los Marqueses de la Cañada (6) #6.303
La biblioteca, el inquisidor Pedro Sánchez y el naufragio (I)

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