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2.927. Va, pensiero. (Llega el día).

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Al principio de la primavera de 2011 Italia celebraba el 150 aniversario de su unificación y con tal motivo se representó en la Ópera de Roma ‘Nabucco’, una obra no solo musical sino política que relata el episodio de esclavitud de los judíos en Babilonia, con el ya famoso coro ‘Va, pensiero’ (Llega el día), canto de los esclavos oprimidos que en Italia tiene un fuerte significado. La cuestión no hubiera tenido más importancia si no hubiera sido porque en el auditorio se encontraba el entonces primer ministro italiano, Berlusconi y, que antes de dar inicio a la obra, el alcalde Alemano, del mismo partido del controvertido dirigente italiano, denunció en público los recortes presupuestarios para la cultura promulgados por el gobierno, que recibió la ovación del público. /Imagen del Adriano II, abandonado a su suerte, en la Otra Banda.

Al llegar el momento de la representación del ‘Va, pensiero’ se hizo un silencio sepulcral y la gente se emocionó con el lamento del coro que canta “¡Oh patria mía, tan bella y perdida!”, tanto que pidieron un bis que concedió, nada habitual, el director de la orquesta, Ricardo Muti. Pero lo precedió con estas palabras: “Ya no tengo 30 años, he vivido mi vida y he recorrido mucho el mundo… Hoy siento vergüenza por lo que sucede en mi país. Por tanto acepto un bis para el ‘Va, pensiero’, no sólo por el sentimiento patriótico, sino porque esta noche, cuando dirigía el coro, pensé que si seguimos así vamos a matar la cultura sobre la cual se construyó la historia de Italia. En tal caso, nuestra patria estaría en verdad ‘bella y perdida’… Si quieren, les propongo unirse a nosotros para que cantemos todos juntos”, algo que hizo el público, llamando la atención de los políticos.

Antes habían aparecido los indignados en los países árabes, empezando por Túnez, luego vendrían los indignados en España que contagiaron al mundo. En El Puerto la indignación viral tuvo su punto de inflexión en el hundimiento del Vapor; antes la desaparición de las palmeras, casas palacios, pinares, costumbres y tradiciones… y la fisonomía de El Puerto de nuestros padres, sucumbieron en un Valle del Desinterés, gestionado por algún que otro político aprovechado. Si bien todo lo local no tiene solución global, no es mal momento para pensar en recuperar el orgullo perdido de El Puerto. Si no será como soñar al borde de un sueño roto. Va, pensiero (Llega el día). /Texto: José María Morillo

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