Corrían los años cincuenta del siglo pasado y mi madre (1913-1970), hija, mujer y madre marinera que tras vivir una vida dura y muy sacrificada nunca perdió la fe en la Virgen del Carmen, me llevó al Colegio La Divina Pastora, mi primer colegio, en mi calle de la Luna, como diría el poeta, donde doña Lola Sancho intentó enseñarme a leer y escribir, casi lo consigue, pero la ruptura de un cristal de una de las ventanas que daban al patio propició mi salida urgente para las Escuelas Profesionales de la Sagrada Familia, SAFA. Por aquel entonces tenía 5 años.
En la imagen Colegio de la Divina Pastora, primero colegio del autor de la nótula. Junto al Colegio se encontraba la Barbería de “Pichilín” y frente a la Farmacia de Fernández-Prada, “El Único” tienda de Vinos Finos, abierto entre 1920 y 1974. Luego, a finales del siglo pasado se instalaría en esa misma tienda la Cuchillería Navarro. Un poco más arriba la tienda de moda “Lolita y Serafina”. En primer término, a la izquierda, acceso a ultramarinos “La Giralda”. /Foto: Colección de Vicente González Lechuga.
Por aquellas fechas el colegio no era SAFA-San Luis, era solamente SAFA o Escuelas Profesionales de la Sagrada Familia SAFA, conocido como ‘colegito’ o ‘escuelita’, de los jesuitas, con nótula propia en Gente del Puerto situado en la Plaza de Elías Ahuja, en la que se encuentra también la Real Plazas de Toros.
En el centro José Gregorio Vélez Mejías, Papá José, tío del autor de la nótula. Tiene sentada en sus piernas a dos de sus nietas, la de la izquierda Marisa Sánchez Vélez y su hermana Mercedes, a la derecha. Mi hermana María se encuentra a la izquierda de la imagen y mi hermana Mercedes a la derecha, donde me encuentro junto a ella. Era alumno de la SAFA.
Estudié hasta los 12 años, 6 años en primaria y un curso de pre-aprendizaje o iniciación profesional equivalente a primero de Bachillerato. De los maestros que me impartieron clase a lo largo de mi permanencia en primaria perduran todos en mi memoria, doña Maruja Martín Vélez, don Eustasio, don Pedro Pardo, don José Palomino Romero, don Manuel Montalvo Gómez y don Justo Pastor Janón, siendo aquellos recuerdos imborrables por más que pase el tiempo. No obstante, prevalece algo en mi memoria que muchas veces he pensado el mal rato que tuvo que pasar el bueno de don Manuel Montalvo Gómez.
Lo cierto, que apenas tenía 9 años, recibimos la visita de varias personas. Formaban parte de la comitiva que desde Úbeda, donde se encontraba la dirección de la SAFA, solían enviar a los distintos Centros de las Escuelas Profesionales de la Sagrada Familia para supervisar las diversas enseñanzas, etapas y niveles, tanto del profesorado como de los alumnos. Oíamos decir a los maestros, entre ellos, don Justo Pastor, don Manuel Montalvo, don Lino Alonso, que la comitiva era la inspección.
Cuando llegaron a mi clase, comenzaron a hacer las preguntas de rigor, pensando en aquel momento que sería el Catecismo la materia a tocar. Sin embargo, uno de los inspectores se acercó y me preguntó, sin andarse con rodeos, sobre qué fue lo mejor que hizo en su reinado el rey Carlos III, a lo cual yo, sin vacilar ni un instante, respondí "--¡Expulsar a los Jesuitas de España!" Mientras los inspectores salían presurosos de la clase, don Manuel Montalvo no sabía dónde mirar. Y después el silencio se apodero de la clase. Aquello con el tiempo quedó en una simple anécdota ya que jamás don Manuel me reprendió.
Colegio de la SAFA año 1958. Patio de Primaria.
Es posible que me traicionara el subconsciente sobre la pregunta del inspector ya que la actuación de un cura que me expulsó injustamente de la Casa de Ejercicios La Inmaculada, pudo ser el detonante de mi resentimiento con los curas jesuitas, que, por cierto, la cara del causante de mi expulsión aún la conservo en mi retina. La verdad es que pasábamos unos días estupendos de campamento de verano, junto a otros compañeros de distintos Centros de las Escuelas Profesionales de la Sagrada Familia, concretamente de las localidades sevillanas de Osuna y Montellano, y todo se fue al traste en un santiamén por una chiquillada que se hubiera solucionado con una simple reprimenda.
No voy a entrar en detalles que lo pregunten si no a mi compañero de clase en aquellos años, Juan Cuellar Mateo, que el mismo día de la expulsión se encontraba junto a la caseta de campaña cortando leña, resultando lesionado de consideración al darse un hachazo en una pierna.
El bueno de Bernal, chofer de las Escuelas, nos trajo a los dos, dejándonos en nuestras casas, no sin antes pasar por el Hospital de San Juan de Dios en la Avenida Micaela Aramburu de Mora, donde Cuellar fue atendido de la herida sufrida por el hachazo con unos cuantos puntos de sutura.
De aquel primer y único campamento de verano con los curas jesuitas en la Inmaculada, situado en la carretera de Fuenterrabía, con impresionantes vistas a la bahía de Cádiz me quedan muy malas sensaciones, si bien, el escaso tiempo que me dejaron estar, hice amigos que aún conservo su domicilio, como fue el caso de Manuel Padilla Muñoz, que vivía en la calle San Francisco, número 23 de Montellano y al que visité veinte años después.
Mi injusta expulsión del campamento de verano en la Inmaculada no empaña de ninguna manera lo mucho que significaron mis maestros, especialmente don Justo Pastor Janon, que lo tuve en el último curso de primaria. Don Justo nació en Algeciras y vivió muchos años en El Puerto, en los pisos llamados del magisterio, situados en la parte alta de la calle San Sebastián, donde se encuentra hoy el Colegio ‘El Vaporcito’.
Buen maestro y mejor persona que nunca vi levantar la mano a un alumno. Recuerdo que en cuanto la ocasión era propicia, bien animando al equipo de fútbol de su clase, bien porque rememoraba su juventud, contaba que antes de ejercer de maestro de escuela había sido futbolista y policía armada. Lo cierto es que sabía elegir la palabra justa en el momento adecuado, siendo certeros y convincentes sus ejemplos.
Creo que por su buen hacer y profesionalidad es recordado por todos los alumnos que desfilaron por aquellas clases de primaria. Cabe recordar que durante los años que permanecí en primaria, aunque no me dieran clases, don Diego Mora Fernández, don Lino Alonso, don Manuel Moreno Romero, don Antonio Luque, don Ginés Hidalgo Crespo y la maestra doña María Luisa, esposa de don Pedro Pardo, director del Colegio formaban también parte del buen elenco de maestros. Don Pedro Pardo fue trasladado a otro Centro de la SAFA como director, siendo sustituido por don Diego Mora Fernández, con nótula propia en Gente del Puerto.
Con los estudios primarios finalizados pasé a cursar primero de Pre-aprendizaje, realmente donde se iniciaba el contacto con los alumnos de oficialía, futuros peritos y maestros, impartiendo clases don Antonio Nogués Ropero, don Antonio Ojeda Dantés, don Manuel Montalvo Gómez y don Manuel Moreno Romero.
Sentados aparecen Don Eustasio, Don Justo Pastor Janón, el Padre Manuel Bermudo de la Rosa, Director por aquel entonces de las Escuelas Profesionales de la Sagrada Familia y artífice de la culminación de las Escuelas; Don Ginés Hidalgo Crespo y la Señorita Maruja Isabel Martín Vélez De los maestros que están de pie, Don Manuel, Don Salvador y Don Pedro Pardo, primero, tercero y quinto, de izquierda a derecha.
En los talleres recuerdo a don José Arjona Cía, maestro carpintero, un artista dibujando y a los oficiales de carpintería, Manolo Segura, Carlos y Pellicer y a los alumnos de oficialía que actuaban de colaboradores, Manuel Acosta, Agustín y Arévalo. Del taller de mecánica a don Manuel Álvarez Sevilla, familiarmente llamado ‘Manoli’ ya que era hermano de mi tío José Luis Álvarez Sevilla, “Gavina”, con nótula propia en Gente del Puerto lo cual no es óbice para decir que “Manoli” fue el maestro por antonomasia, de lo más querido en la SAFA.
El Ayuntamiento de El Puerto, en su día, reconoció la labor de dos maestros de las Escuelas Profesionales de la Sagrada Familia poniendo sus nombres a dos de sus calles. Me estoy refiriendo a don Justo Pastor Janon y a don Manuel Álvarez Sevilla. Las calles con sus nombres están situadas próximas al Colegio SAFA-San Luis y al Centro de Salud, precisamente en parte de los terrenos pertenecientes con anterioridad a los jesuitas.
De las Escuelas Profesionales de la Sagrada Familia, mención aparte merece el comedor y sus cocineras y ayudantes de cocina: Isabel, jefa de cocina, mujer entrañable y muy apreciada por el alumnado; Milagros Feria, todo tesón y coraje; Milagros Suano Navarro, hermana de ‘El Chico del Vapor’ y, por último, la más joven, muy guapa y cordial llamada Cecilia.
En el comedor de la SAFA, en los inicios de los años sesenta, Antonio Ariza Albaiceta, por aquel entonces era profesor de talleres; Milagros Feria, Isabel y Mariano toda una institución como antiguo alumno del Colegio.
El comedor quitó mucha hambre al alumnado, entre los que me encontraba. No me puedo tampoco olvidar del ropero en el que se distribuía ropa y calzado a los pequeños, gestionado por Charo Jiménez, Pepita Castro, Catana, Paquita Aquino y Angelita Sánchez Cossío, que, por cierto, conoce a uno de mis maestros en el Colegio, a don Manuel Montalvo Gómez, casándose y formando una familia.
Igualmente, el Salón de Actos, también sala de cine con funciones dominicales y que formaba parte de las celebraciones en las fiestas en el Día de Colegio; además, durante los veranos para el público en general, se proyectaban películas en el patio de recreo, siendo el Sr. Quintana el jefe de cabina y operador de cine, actuando de administrador del Colegio don Manuel Santiago Rodríguez, ligado toda su vida profesional a las Escuelas.
Tampoco puedo olvidar la Capilla donde recibí mi primera comunión, oficiando la misa el sacerdote Manuel Bermudo de la Rosa S.J., conocido por todos los alumnos como el padre Bermudo, celebrándose el desayuno en el comedor del Colegio.
Apuntar que en mis comienzos en primaria el padre Bermudo era el director de las Escuelas Profesionales de la Sagrada Familia, sin duda, un hombre adelantado a su tiempo, con gran humanidad, siendo el verdadero artífice de los logros conseguidos para la consolidación de las Escuelas, llegando a ser, posteriormente, Rector de la SAFA, siendo nombrado Director de las Escuelas en El Puerto el padre Martínez. Durante aquellos años también los sacerdotes Pascual y Morales realizaron funciones diversas relacionadas con la religión.
Escuelas Profesionales de la Sagrada Familia. Año 1960.
Un recuerdo muy sentido para el portero del Colegio, don Gregorio Gala Partida, un hombre bueno, por cierto, suegro del que fuera masajista del RC Portuense Manuel Jarque Martínez, conocido por ‘Chicharito’, con nótula propia en GentedelPuerto. Cuando Gregorio Gala finalizó su relación laboral con las Escuelas, continuó al frente de la ANIC: Asociación Nacional de Inválidos Civiles, cuya sede en El Puerto estaba situada frente al edificio de lo que fue el restaurante el Resbaladero en Micaela Aramburu de Mora, llevando a cabo una eficaz labor.
De izquierda a derecha: Antonio Carbonell, autor de la nótula; Pascual Manzano Sendra, Manuel Gatica Ramírez, conocido por “Gordo Gatica” y Pepe Garrucho. Era alumno del Instituto Laboral con mi compañero y amigo Pascual Manzano, “Pascualin”.
Por último, mi salida de la SAFA con destino al Instituto Laboral, pero de lo que ocurrió, provocado por el cambio de centro educativo, no voy a contar nada ya que en aquel verano hubo de todo: bueno, malo, malísimo y más y más cosas. Aunque también de estos años en Primaria y del primer curso de Pre-aprendizaje, muchos y buenos compañeros, la lista sería interminable para nombrarlos a todos pero voy a tener un recuerdo para José Luis Rojas Espino, con nótula propia en Gente del Puerto, también tuve buenos amigos en esos años de mi infancia en las escuelitas de los jesuitas. /Texto: Antonio Carbonell
Buenas tardes, me ha llevado a mi niñez y a recordar a mi padre, Don José María Bollullos Barquero -alumno y luego profesor- vocacional. Me gustaría que aquella SAFA que viví y me inculcaron siguiera latente, pero nada es eterno. Le felicito por su narración que tan bien lo ha contado.
Estuve con Dpm Justo en los años de 1965 a 1962 el no tenia hijos y nosotros lo heramos
D. Justo Pastor el mejor maestro que he tenido en mi vida. Han pasado 40 años y todavía conservo su memoria. No sé que vio en mí pero a partir de entonces ya no fui el mismo. Su motivación a los alumnos en la clase era ejemplar así como sus ganas de enseñar y dar ejemplo. Una gran persona y un gran cristiano. ¡Aunque perdirmos la final contra 4º D por 7-0 y yo era el portero!. Siempre me exculpó de aquella derrota porque era su manera de levantarme el ánimo. Mi clase era 4º C en el año 1976-1977. D.E.P. maestro de los maestros.
Querido: Antonio Carbonel soy Jesús Sanchez Selma compañero de aquellos años los cuales he recordado en estos momentos con mucha nostalgia
Muchas gracias por aquello recuerdos