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2.833. Fiebre Asociativa en el último tercio del siglo XIX (II)

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Entre los años 1868 y 1871 nacieron en El Puerto 18 asociaciones de carácter político, cultural, socio-económico, religioso y gremial. /En la imagen, documento fundacional del Círculo Vinatero

En el terreno cultural o lúdico en este tiempo acotado se tramitaron tres peticiones de sociedades; una, de un grupo de personas, artesanos industriales y de oficios, con el título de “Amistad Portuense”, los cuales pidieron autorización para abrir un local en la calle Jesús Cautivo “donde poder instruirse en los distintos ramos de la enseñanza y tener un sitio destinado a su recreo en las horas de descanso”. Las otras asociaciones culturales de nueva creación respondían a los nombres de “Círculo Vinatero” y “Círculo Portuense”.

La primera de las citadas, como su propio nombre indica, agrupaba a los principales empresarios y comerciantes de esta rama. Estaba presidido por Mariano Gaztelu, formando parte de su directiva bodegueros tan significativos en esa época como Manuel Arbilla, Joaquín Febrés o Ramón Jiménez. Sus estatutos o reglamento distinguían tres clases de socios: fundadores, de número y transeúntes, y sus fines “se reducen a proporcionar a sus socios los recreos propios de una asociación culta”, excluyendo expresamente en el artículo 2º la práctica de juego de envite o azar, una costumbre o “vicio”, según se mire, muy extendida entre las clases acomodadas de la época. La segunda, el Círculo Portuense, promovida por Francisco Varela, la suponemos en una línea similar a la anterior, tanto en sus fines como en sus actividades sociales, abierta a la sociedad local en general.

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Asociaciones Políticas

Netamente políticas fueron dos asociaciones. Francisco de Paula Vergara presidió una de ellas, denominada inicialmente “Círculo Mercantil e Industrial”, asociación que contemplaba entre sus actividades el juego autorizado, los bailes y cualquiera otra distracción culta. Sin embargo en un giro de ciento ochenta grados, meses después cambia la presidencia, que asume Bonifacio Rodríguez Ávila, y también el enunciado y la filosofía, pasando a llamarse “Círculo Federal de Guillén Martínez”, convirtiéndose su sede en “un centro de reunión, propaganda y acción para todos los partidarios de la emancipación política del Pueblo”. En una línea similar a la anterior se crea la “Asociación Republicana Federal” teniendo entre sus fines la propagación de las ideas democráticas y la fundación de escuelas de primera y segunda enseñanza que instruyesen a los socios y sus hijos. El secretario de esta asociación fue Manuel Pasage.

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Asociaciones Cofrades

Entramos ahora a analizar aquellas asociaciones que guardan una cierta relación con las cofradías y hermandades de penitencia, considerando que eran estas últimas las que realizaban labores asistenciales sanitarias, juntamente con las órdenes y congregaciones religiosas establecidas en centros hospitalarios. En estos años comenzaron a adquirir auge las denominadas sociedades de socorros mutuos, las cuales proporcionaban asistencia facultativa, dispensaban medicamentos y se ocupaban del ritual del entierro en caso de fallecimiento.

En 1870 nació una de estas sociedades de socorro, constituida civilmente por Antonio Diaz-Noó “apartándose de la dirección a que estaba antes sujeta, la de la Orden Tercera de Penitencia de San Francisco”, nueva sociedad a la que denomina con el nombre del Titular de dicha orden: “Nuestro Padre Jesús de los Afligidos”, admitiendo como socios as personas de ambos sexos con edades comprendidas entre 15 y 60 años, fijando cuotas de 3 y 5 reales, en función de la edad. El cuadro facultativo estaba formado por el médico Joaquín Medinilla y el sangrador Federico Dardenal, teniendo convenio con la farmacia de José María Sanginer. En cuanto a las defunciones, se ofertaba entierro de beneficio, con palenque y caja propia, acompañándole “trece pobres como acostumbran hacerlo las hermandades, llevando el guion de Jesús de los Afligidos, colocando el cadáver en media sepultura y diciéndose en sufragio del alma del difunto tres misas rezadas".

“La Verdad” es el título usado por otra de estas nuevas sociedades de socorro mutuo, en este caso creada por Antonio Alonso Arriaza y otros, según reza en sus estatutos “…inspirados en los sublimes principios de la Caridad y sin otro estímulo que el de cooperar al bien de sus semejantes”.

Una tercera sociedad respondía al nombre de “Nuestro Padre Jesús Nazareno y Corona de Nuestra Madre y Señora de los Dolores” creada en 1871 por varios socios, entre ellos Francisco Terán Ruiz, que había sido secretario en la de Jesús de los Afligidos, cuyas características eran similares a esta última. /Texto: Antonio Gutiérrez Ruiz - A.C. Puertoguía.

Fiebre asociativa en el último tercio del siglo XIX (I).

 

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