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4.409. La incomodidad de ciertos ilustres huéspedes. La otra cara de la moneda

Mediado el siglo XIX, reinaba en España Isabel II. La sociedad portuense se había decantado clara y mayoritariamente por su causa, que fue la vencedora en la fratricida guerra para suceder a su padre, Fernando VII. Hay un refrán español que dice: “El que quiere a la col, quiere las hojas de alrededor. Y si la deja, tendrá una flor.”  Eso debieron pensar las autoridades locales de entonces, que florecería el municipio si invitaban a las hojas de la col, en este caso a la hermana de la Reina, la joven Infanta Luisa Fernanda y su esposo Antonio de Orleans, el duque de Montpensier (ambos en la imagen superior) que estaban residiendo en Sevilla, en los Reales Alcázares, y adquirirían después el Palacio de San Telmo, actual sede de la presidencia de la Junta de Andalucía, donde se instalarían definitivamente. 

Pensaron solo en las ‘ganancias’ que les podían reportar tan ilustres huéspedes, sin reparar en los inconvenientes y gastos que toda esta movida les iba a suponer y que voy a intentar desgranar con el mayor detalle, pues ese es el objeto de esta nótula, mostrar lo incómodo que debió resultar a muchas familias que debieron ceder sus casas, camas, muebles, etc., sin contar los malos ratos y sinsabores que pasaron los comisionados que tuvieron que enfrentarse a particulares para pedirles desde adornos y muebles con los que embellecer y decorar los salones y dormitorios de algunas de las casas y el uso de ellas, con todos su enseres, hasta hacer una vaquita, aflojando sus propios bolsillo en colectas puntuales con los demás ediles y algunas familias pudientes  para recaudar fondos con los que hacer frente a los gastos que iban surgiendo en la visita.

Los Infantes estuvieron de visita en dos ocasiones: noviembre de 1848 y agosto de 1849. Con ligeras variantes, en ambos casos se repite el mismo cliché: visita a iglesias y conventos, toros, teatro y verbenas, sin faltar la recepción y besamanos al que asiste la jet local: Mora, O’Neale, Urruela, Laffitte… y los datos que vamos a dar a continuación pueden corresponder a cualquiera de estas dos visitas pues en realidad lo que queremos resaltar es la intendencia tan grande que una visita de estas características originaba.

Aunque personalmente pienso que no se cumplieron a rajatabla las exigencias de la secretaría de los Infantes, y que debieron adaptarse a lo que se les pudo ofrecer, inicialmente, cuando anuncian que vienen los infantes, su bebé y un séquito de 35 personas más casi dos docenas de gente encargada de las caballerizas. 

Hasta en las camas hay clases: clases de camas

Así solicitan se preparen y dispongan alojamiento para todos ellos y hasta cuatro tipos de camas: de señores B), de servidumbre C), para mujeres del servicio D) y para hombres del servicio E).

Una habitación para SS.AA.RR con una cama de matrimonio o dos chicas (B); una habitación particular para S.A.R el duque, ¿un despacho?;  otra para la Princesa, el ama y la niñera, inmediata a la que duermen SS.AA.RR con una cama (C) y otra de servicio de mujeres, y otra de señores por si decide pasar la noche la Infanta con el bebé. Para la 1ª Doncella, un cuarto también inmediato (C). Para las segundas doncellas, otro cuarto también cercano, 2 D). Para el Ayuda de Cámara un cuarto inmediato a la habitación particular de S.A.R (C) y para los Sres. Gentileshombres de servicio, una habitación con dos camas (B).

En cualquier otro punto de la casa pueden alojarse, el Alcaide en una habitación (B), en otra el médico y su criado (B y E), en otra el Ujier de servicio (C), en otra el Jefe de Oficios (C), en otra el ayudante y el mozo del Jefe de Oficios (2 C), en otra el Jefe de Cocina (C), una séptima estancia, y bien amplia, para 7 lacayos (7 E) y otra para 2 mozos (2 E)  Si sumamos, solicitan una casa con, al menos, 15 dormitorios.

Con el comentario de que “si se puede, también en la misma casa, o lo más cerca posible” solicitan habitaciones para la Camarera Mayor y su doncella (B y D), para el Mayordomo Mayor y su criado (B y E), para la Dama de Honor y su doncella (B y D) y otros dos dormitorios más para otros tantos Gentilhombres y sus respectivos criados (2B y 2E)

Para el personal de caballerizas

Tendrían que acomodar alojamiento, finalmente para los oficiales de coches, de guardicioneros y herrador, para 4 palafreneros, dos mayorales y 4 mozos de cuadra, en total 11 camas de servicio de hombres (E). A las que añadir 8 más, en este caso de servidumbre (C) para el Jefe de Caballerizas, para el Correo, el encargado de coches y guadarnés, el picador (domador y adiestrador de caballos), dos tronquistas (cochero que gobierna los caballos del tronco) y dos delanteros (postillón que gobierna las caballerías delanteras o de guías, generalmente cabalgando en una de ellas).

15 caballos, 30 mulas y 6 carruajes

Además de las 58 camas necesarias había que buscar cuadras y establos para los 15 caballos y las 30 mulas que formaban parte de la expedición, que se movía en seis carruajes. 

Ejerciendo la caridad

Un auténtico rompecabezas para los encargados de realizar esas gestiones y cumplimentar las obras caritativas que complementaban estas visitas, pues había que dar limosnas a las diversas órdenes religiosas femeninas, a los establecimientos de beneficencia, a los presos de la cárcel, a cien pobres una limosna de un duro y a seis viudas, de las muchas que había, entre las que sortearon un “premio” de 320 reales a cada una de ellas.

La Iglesia y los oficios, no fueron gratis: más impuestos

Y si es cierto que, muchos a regañadientes, la gente dejaba sus casas, muebles y enseres, de modo altruista, determinados oficios y profesionales no trabajaban gratis, los primeros la Iglesia, que por las funciones a la que asistieron los príncipes y la cera que ella se gastó cobraron 800 reales. Los músicos, carpinteros, aguadores, etc…sumaron, en una estimación global de todos los gastos soportados por el municipio, alrededor de 50.000 reales en las dos visitas. Lógicamente, la única solución fue la de subir algunos impuestos y, tanto el parroquiano que se tomaba un cuartillo de vino como el ama de casa que compraba una libra de carne fueron los que terminaron pagando esta real visita. | Texto: Antonio Gutiérrez Ruiz. A.C. PUERTOGUÍA

| Esta nótula es un complemento, otra visión, de la Nótula núm. 2.297. Visita de la Infanta María Luisa Fernanda, editada el 19 de noviembre de 2014.

 

1 comentario en “4.409. La incomodidad de ciertos ilustres huéspedes. La otra cara de la moneda

  1. Manuel Gago Fornells "Chuchy"

    Me recuerda cosas de hoy en el Puerto, algo así como las ventajas del turismo.

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