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4.515. Antonia la de la Flores. ¿Precursora de Martirio?

Quien quiera aproximarse a la clase media de los años 80, a la España en vísperas de la entrada en Europa (con toda la inversión y modernización en poco tiempo), debe echar un vistazo en RTVE.es a las 24 entregas aquí enlazadas de Suspiros de España.

En El Puerto de Santa María, en esa última entrega de los Suspiros en enero del 86, apareció entre otros un llamativo personaje, Antonia de las Flores, vendedora de cupones ya fallecida, vivaracha y cantaora, que se queja del saneamiento en las calles portuenses antes de arrancarse por un fandango.

Esa aparición en TVE debió inspirar a la estética de Martirio, cantante onubense reinventada que debutó como tal pocos meses después. Veamos a otros portuenses que aparecieron en el programa de hace 35 años.

Un programa de la Segunda Cadena que se emitió a lo largo de 1985, en desapercibido horario de tarde, y en el que se daba oportunidad, durante un minuto, a cualquier ciudadano que se asomara a la cámara. Al ‘telematón’ que recalaba por ciudades y pueblos para expresar lo que se quisiera, opinar, mostrar facultades, pedir ayuda o lanzar quejas. El “experimento” (sí, así también definieron a Gran Hermano) se cerró el 8 de enero de 1986, recién llegados a la CEE y el programa anunciaba su finalización “al estar en un año electoral”. “Por buen camino” fue el lema de aquel PSOE de Felipe González que revalidó mayoría y que había torcido su decisión sobre la OTAN.

No, en Suspiros de España no había opiniones gruesas de las redes. Algunos de sus participantes, una minoría, pronuncian sus lamentos por el peligro que corren las pensiones, los fallos de la Reforma Agraria, el paro. Pero en su mayoría muestran su alegría por “salir en la tele”, cuando era una fantasía llevar una cámara encima. Comprar una cámara de vídeo suponía el coste de unos tres sueldos.

Aparecer al vuelo, asombrando a los vecinos, tenía toda la gracia y aún en las tardes aburridas del verano del 85 Suspiros en España pudo tener 5 o 6 millones de espectadores, lo que ya no consigue nadie hoy día. Jaime de Armiñán, que ya creó una serie antológica en 1974 titulada así, sobre los defectos, tópicos y ansias de los españoles, cedió el nombre al director de la Segunda Cadena, Enrique Nicanor, para este formato itinerante, compendio sociológico al cabo de 35 años, que recorrió la España olvidada de por entonces: las dos Castillas, Aragón, Asturias, Galicia, Andalucía.

Por rinconces donde la aparición de una unidad móvil era por entonces algo apoteósico. En las pocas horas de emisión de TVE no había margen para mucha presencia periférica.

El Puerto, San Fernando, Sanlúcar de Barrameda, Lepe o Andújar fueran algunas de esas ciudades por las que hoy campean reporteros en cualquier momento y que vivieron por un día, por este espacio, la oportunidad de un minuto de gloria en la televisión del monopolio (ya roto por las autonómicas vasca, catalana y gallega).

Suspiros de España pasó de largo pero fue una curiosidad televisiva que tuvo su valor. Regalaba la minúscula gloria de la fama saludando a la familia, cantando himnos, leyendo poemas, proclamando amores o buscando a familiares que no llamaban a casa, más de un lustro antes que Quién sabe dónde.

Enrique Nicanor, en la presentación de este programa, destacaba el espíritu “de amabilidad y concordia” con el que la unidad móvil se presentaba por las plazas mayores. El director de la Segunda Cadena (el director general era José María Calviño, padre de la ministra) había realizado para TVE una valiosa docuserie antropológica, Las reglas del juego, con el profesor José Antonio Jáuregui, que ya probó formas del reality show y jugó con el sensacionalismo.

Nicanor fue el director del Barrio Sésamo de la gallina Caponata y en su etapa de formatos a prueba en la Segunda Cadena se estrenaron Con las manos en la masa, Puesta a punto, Si yo fuera presidente o Metrópolis, que aún pervive en La 2.

Estos Suspiros de España hubieran dado más de sí en aquellos años en los que TVE deslumbraba con sólo pronunciar su nombre. Y en su web acaban de colgarse estas 24 entregas que dicen mucho de cómo éramos, sin artificios, hace 35 años. | Texto: Francisco Andrés Gallardo.

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