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Algunas investigaciones sobre la talla del Cristo del Amor hablan de la poderosa gubia de algún autor italiano, de uno de los genoveses que residían en el esplendoroso Cádiz colonial del siglo XVIII  y que contaban con piadosos encargos incesantes en la capital y en su entorno. El profesor Paco González Luque, que admira tanto como venera a este Cristo, lo ha estudiado detenidamente y ha cotejado datos y versiones sobre este conmovedor,  a todas luces estremecedor, crucificado barroco. Se habla de Joaquín María di Maggio como el creador de este serenísimo rostro, de esta Muerte  de Dios, tan mansa como sobrecogedora, por el encargo del capellán Ambrosio Álvarez de Villarelo, quien quería trasladar la mística visión del Redentor que tuvo en uno de sus sueños.

Imagen actual del Cristo del Amor en la moderna iglesia de las Capuchinas, en el Pago de la Caridad.

Un Cristo con las carnes abiertas, sacrificado como el cordero de Pascua, sin la fractura de ninguno de sus huesos, como proclamaron las profecías, y clamando piedad, paz y amor,  justicia y caridad, en su dramática actitud expiatoria.  Un encargo de cuando se culminaba la rica capilla de las Capuchinas en la vía de la Virgen de los Milagros, sobre 1750. Pero tal vez pudo ser un prodigioso y anónimo autor local. Como siempre, los portuenses no terminamos de valorar ni lo que tenemos ni a quienes trabajaron por este bendito rincón de Santa María. Si no de nacimiento, aunque fuera un autor italiano, seguro que  fueron unas manos portuenses por implicación, manos portuenses de devoción, las que crearon esta barroquísima representación de la Pasión de Cristo.

La primera vez que este Cristo de las devociones salió a la calle fue con motivo de una procesión en acción de gracias en 1941. Cuando decimos que vivimos un año complicado, sólo nuestros mayores muy mayores pueden hablarnos de la hambruna y de la cartilla de racionamiento, de las privaciones y las desesperaciones de una posguerra donde en cada alborada sonaban trágicos disparos, cada día, en ese penal de El Puerto, Puerto de Santa María. En 1943 los jóvenes de Acción Católica instituyeron ese vía crucis del Cristo del Perdón del que se conservan muchas imágenes fotográficas porque se celebraba el Viernes Santo al mediodía. Discurría desde la iglesia de San Joaquín, con recogida en el templo capuchino sobre las tres de la tarde,  recorriendo las calles de ese Barrio Alto, de gitanos saeteros y patios tan floridos como humildes, siempre necesitado y latiendo como corazón de la esencia de El Puerto. /En la imagen, Vía Crucis por la calle Santa Clara en 1943.

El Cristo del Amor, portado por presos, en el interior del antiguo Penal.

El capellán jerónimo Francisco Duque sintió esa necesidad de convertir al Santísimo Cristo del Amor en estandarte de la fe y mensaje de reconciliación entre los presos del sufrido penal portuense. De ahí que el Arzobispado de Sevilla concediera con celeridad en 1958 la creación de la asociación piadosa que asisitió durante un cuarto de siglo a los reclusos. Durante décadas el Cristo Negro formaba parte de la devoción popular portuense aunque no fuera una imagen procesional. Ya en 1959 se instituye la primera salida de la asociación piadosa hasta el penal  y al año siguiente TVE filmó el primer documento que tiene sobre El Puerto en su archivo, el de la estación de penitencia de 1960.

Papeleta de rifa de 1968 para recaudar fondos para la Asociación Piadosa del Santísimo Cristo del Amor y Nuestra Madre Dolorossa del Silencio. El Premio estaba expuesto en los desaparecidos Tejidos Fernández.

Esteban Fernández Rosado y Joaquín Gaztelu eran los dos nombres fundamentales de los desvelos del capellán para llevar adelante la asociación. Con una riada de cruces exaltadas formada por Pepe Calvario, Enrique García Máiquez, Eduardo Ballesteros, Enrique Esteban Poullet, Vicente González Lechuga, Vicente Zuasti, Benito Gago, Luis Ramos, Luis Puentes o Juan Macías Figuereo. Algunos de los hermanos que con su estampa impresionaban en el Jueves Santo, mientras 16 personas conducían el recoleto paso que entre cuatro hachones  dibujaba sombras de dolor en las fachadas de la calle Cielo y que en silencio transcurría como una estrella fugaz por la noche de la primavera temprana porteña… /En la imagen, el Cristo del Amor portado por 16 hermanos, a su paso por la Carrera Oficial por la calle Larga. /Texto: Francisco Andrés Gallardo.

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